—Sí… el anillo — recapacita Andrew y se lo pone a duras penas. Digo a duras penas porque el anillo parece muy pequeño para el dedo de Amanda. El embarazo le ha hecho ganar algunos kilos, sigue pareciendo ella, sólo que pues… es lo que ocurre con algunas embarazadas. —¿No llevaste a modificar mi an
—Ya es suficiente de esto… — interviene nerviosa América — Los dos irán a charlar con el sacerdote como una pareja civilizada. Me encargaré de despedir al cortejo. Vayan, vayan. A regañadientes Andrew sigue al sacerdote que intenta calmarlo, y aconsejarle. América por su parte, se dirige con molest
Podré estar esperando con un rostro “normal” el café que acabo de pedir, pero dentro de mí se desata un infierno de proporciones épicas. He salido huyendo de ese ensayo desastroso para la cafetería en la que estoy aguardando por mi pedido. Es un local pequeño cerca de Belmonte Raíces, mi destino fin
—¿Estás proyectándote en mí? ¿Quién era la que estaba presumiendo de que estrenaría su cama con el tal Mateo? Regreso, y te quedó el gusto, estabas bebiendo un café con él — argumenta divertido — Podrías ser más disimulada. Tenemos un acuerdo hasta donde recuerdo. —¿Un acuerdo? Sí. De exclusividad,
—El mío tampoco ha sido el mejor que digamos… Si te contase las que me ha hecho últimamente — río más descomplicada y atenta a que sigue tomando mi mano. Es muy tarde para percatarme del detalle de a dónde nos dirigimos. No le he preguntado ni una sola vez a Luciano a dónde es que íbamos. Y ahora q
Mentiras y más mentiras. El apellido de América debía ser “Mentira”, y su profesión antes de casarse con mi padre, tenía que ser la de una estafadora innata. No había otra explicación. La historia que mi madrastra siempre había sostenido es que era una heredera extranjera sin hijos y con mucho dine
—¿América si es quién dice ser? ¿Qué más ha estado escondiendo? — pregunto. —Por lo que he podido averiguar, se creó una nueva identidad — explica paseando por mi sala, se toma el tiempo para analizar cada detalle y tantear cada superficie — Cambió de apellido, fingió nunca haberse casado o haberme
Sé que sueno más descarada de lo usual, algo que ha Luciano más le genera incertidumbre. Deja de ver al suelo y me mira a mí. —No es lo mismo… — comenta inseguro. —¿Por qué no lo sería? —Eras virgen. No has estado con nadie más. Deja de jugar con la idea de que sí. Estás enamorada de mí. Una seg