Ser una agente de bienes raíces de un proyecto de tal envergadura como el New Century, requiere de características como elocuencia, distinción, elegancia y mordacidad. Y la verdad es que Marianne Belmonte sólo finge que esos detalles son propios de su identidad mientras vende para llevarse el pan a
—Es cierto que también sabes trabajar bajo presión. No decepcionas, Marianne. —A la larga te acostumbras a cumplir expectativas irracionales. Es el requisito principal de nuestro perfil de clientes — explico con ambos montándonos en el ascensor. Le doy a subir. —Irracional, me gusta esa palabra —
Recopilo fuerzas para contenerme, pero no lo hago de la manera que quiero. No hay forma en la que Luciano me pueda acompañar a ver ese departamento. No la hay. —¡No me puedes acompañar a ver ese departamento! — la voz me sale más alta y chillona de lo que quisiera. —¿Por qué no? Yo te enseñé el mí
Esta ciudad tenía un problema de gentrificación, al que se le había ocurrido dispararse justo en el último año. En el año en el que era ajena a problemas de mortales por mi novio rico. Nunca debí acostumbrarme a esa comodidad. Ni soñar con más de lo que podía ganarme con mis propias manos. Mi madre
Nunca subestimes la rapidez de una mujer sin techo propio. En cuestión de unas horas había rellenado las planillas y juntado la mayoría de los documentos para solicitar el crédito hipotecario. Sería por el precio promedio de un cómodo apartamento de dos habitaciones cerca del centro. Nada de lujos,
—No podemos tener más sorpresas con mi matrimonio y TU SOBRINO así de cerca — habla resaltando las palabras más jugosas para que los demás se enteren — El sábado por la noche, Andrew y yo oficiaremos una cena de bienvenida en nuestro departamento a tu nueva pareja. Estarán papá y mamá. Créeme que to
El viernes ha llegado, y con ello la noche que no quería llegará, lo hizo. Mi rostro de pánico anunciándome en la portería del nuevo edificio de Luciano, es de retrato. Me dejan pasar rápido, y el ascensor sube más rápido de lo que quisiera. En unos segundos estoy tocando a su puerta, y unos pocos d
—No tengo madre, Marianne. ¿Otra pregunta que sí vaya contestar? — ofrece este. Lo capto al instante. La madre era peor que el padre y ni chistes le provocaba hacer de ella. Tema prohibido y anotado. Reorganizo mis ideas. Tenía un propósito para esta noche. —¿Tienes contigo el anillo de compromiso