¿Qué creen pasará en esa cita nocturna? ¿Qué piensan de las intenciones de Amanda? Y más importante... ¿sería tan malo ceder ante la tentación de Luciano si fuesen Marianne?
El viernes ha llegado, y con ello la noche que no quería llegará, lo hizo. Mi rostro de pánico anunciándome en la portería del nuevo edificio de Luciano, es de retrato. Me dejan pasar rápido, y el ascensor sube más rápido de lo que quisiera. En unos segundos estoy tocando a su puerta, y unos pocos d
—No tengo madre, Marianne. ¿Otra pregunta que sí vaya contestar? — ofrece este. Lo capto al instante. La madre era peor que el padre y ni chistes le provocaba hacer de ella. Tema prohibido y anotado. Reorganizo mis ideas. Tenía un propósito para esta noche. —¿Tienes contigo el anillo de compromiso
—¿Cuándo me lo entregarás? Tenemos que organizar la pedida de mano — me siento en la silla disponible. —¿Mañana te sirve? Estaba pensando en hacerlo mañana — ofrece. Me encanta la idea. —Sería perfecto hacerlo en el departamento de ese sucio infiel. Con toda mi familia presente — lo vislumbro y s
No suelo ser una persona nerviosa. Pero heme aquí respirando agitadamente mientras el auto de Luciano se acerca al complejo residencial de mi ex. Esa sensación desagradable sube de mi estómago a mi garganta, quema bastante. —Saca la cabeza si vomitarás. El auto, es nuevo — sugiere Luciano al volant
—Es lo que ocurre con la buena compañía — responde este igual de sonriente y escurriendo su mano por mi espalda. Es un movimiento delicado que hace vibrar mi cuerpo. Ignoro tal sensación y Amanda nos invita a pasar al departamento. En lo que entramos muchos malos recuerdos me golpean el alma. Los p
Mi bella media hermana comienza a sobar su estómago muy plano, si me preguntan. Lo soba como si tuviese ocho meses de embarazo y esperando trillizos. Andrew está mortificado. —¿Están esperando un hijo? — pregunta fingiendo asombro Luciano. —¿No te lo comentó Marianne? — responde sin creérselo Aman
La venganza es un plato que se sirve en frío. Esa debía ser la línea que me debía recitar sin parar en este panorama. Pequeños sacrificios que debían llevar a una gran victoria. Andaba por un delicado camino, en el que debía convivir con el enemigo para atacarle desde adentro. Me permito disfrutar d
—¿A dónde se fueron? — pregunto al vacío. Mi celular que comienza a sonar en mi cartera, me hace sacarlo. Es una llamada de Luciano. Extrañada le contesto. —¿Qué pasa? — indago. —Te esperamos en la azotea — comenta. —¿Para qué? — digo frunciendo mi ceño. —Tu familia quiso enseñármela amablement