Cariñitos ayer tuve problemas de internet, hasta hoy puedo actualizar. Hoy en la noche les daré nuevo capítulo, si puedo serán dos. Besooooooos
Una locura. Eso es lo que era aquella mañana. Para empezar los nervios no la habían abandonado desde la noche anterior. Aurora había pasado toda el día en completa tensión, no solo por la cita que tendría esa noche con Ben, sino por los mensajes que no habían dejado de llegar a su celular, pues la noche anterior, luego de haber recibido el primero llegaron tres más a su celular. Uno de Jorge y otros dos de un remitente que no conocía y que como el primero le advertían que se aleje del rubio y que si decía algo las cosas iban a ser mucho peor. Lo cuál la dejaba en una completa encrucijada, pues Emily le había dicho que debía si o si contarle al CEO lo que estaba ocurriendo, pero ella no estaba tan segura, lo último que quería era que le pasara algo a él, pero tampoco quería alejarse. Y, para terminar de rematar la situación, a media mañana los portales web y periódicos se habían llenado de imágenes de ella y Ben besandose en el parque junto a un encabezado que solo había terminado de
Benjamin llevaba todo el día evitando a la prensa que parecía que habían decidido acampar, no solo afuera del parque, sino también de su maldito apartamento, por eso decidió irse, mientras la locura pasaba, a la casa que le dejaron sus padres en la herencia. Ese era un lugar que él no visitaba con regularidad, los recuerdos eran demasiados y la mayoría de las veces que se quedaba solía tener pesadillas. De las peores. Pero en esos momentos era su mejor opción, en especial si quería tener un lugar tranquilo donde ir con Aurora después de la cena. Y ahora esa era otra de las razones que lo tenía a punto de un ataque: Tenía una cita. Una real, con una mujer que le gustaba y que le interesa para algo más que llevarla a la cama y eso era algo que hace mucho tiempo no tenía y no debía admitir que le asustaba arruinarlo. Mirándose al espejo dejó salir un suspiro mientras detalla su imagen. Estaba llevando un traje azul de tres piezas y el cabello, que ya estaba un poco largo lo tenía semir
Aurora esperaba encontrarse yendo hacia el apartamento que ya conocía del rubio, pero por el contrario se sorprendió cuando este la llevó hasta una hermosísima casa en uno de los barrios más prestigiosos de la ciudad. De esos que sabes que vive gente adinerada por la distancia en la que se encuentran una casa de la otra. Sin poder evitarlo, sintió los nervios bullir en su interior al sentirse en terreno desconocido, por lo que se encontró diciendo: —Este no es tu apartamento. Benjamin giró el rostro para ver a la hermosa chica al lado suyo y se dio cuenta de lo nerviosa que estaba, entonces se maldijo para sus adentros por haber olvidado nombrar ese pequeño detalle. Lo último que quería era sembrar inseguridad en Aurora. Por lo que esbozando su mejor sonrisa, de esa que sabía que a la chica la enloquecía, le dijo: —De ecchi, habladora, esta si es mi casa. Es donde viví con mis padres hasta que ellos murieron, la que me dejaron. Aurora no pudo disimular el asombro que sintió por l
La mañana siguiente, Aurora se despertó con todo el cuerpo adolorido pero con una sensación de plenitud como nunca antes había sentido, el solo recordar todo lo que habían hecho en esa misma cama hacía que los colores se le subieran al rostro y que su cuerpo temblara de deseo. Cuando giró el rostro se vio el lado de la cama donde Ben había dormido vacío, sin embargo el delicioso olor a tocino y café fue suficiente para hacerle saber dónde estaba el rubio, por lo que poniéndose en pie fue al baño a enjuagarse la boca y hacer sus necesidades. Estaba a punto de poner un pie fuera de la alcoba cuando el celular del rubio comenzó a sonar y ella se acercó para tomarlo y llevárselo, sin embargo, al ver el nombre que aparecía en la pantalla, sintió cómo su estómago se revolvía y una sensación desagradable se instalaba en la boca de su estómago. “Megan Forx” Esa era la rubia despampanante de la gala, la misma que se había guindado de su cuello y que parecía muy familiarizada con Ben. La dud
Benjamin sintió como todo su cuerpo entró en tensión al ver a la rubia que, como siempre, se encontraba impecablemente vestida, viéndose totalmente fría e inalcanzable y que en esos momentos lo estaba viendo con una mezcla de decepción y coraje. Por alguna razón su mirada le molestó, ella no tenía derecho a mirarlo de aquella manera, él era un hombre libre, había sido ella quien se había ido dejándolo atrás. Por eso al escuchar sus palabras no pudo hacer más que apretar la quijada con fuerza antes de decir: —Tu y yo no tenemos nada de qué hablar, Megan. Las cosas están claras entre nosotros. —Lo están— contraatacó ella, el sarcasmo brillando en sus palabras y cuando vio la sonrisa perversa que esbozó, esa que antes conseguía ponerlo de rodillas, agregó: —Cuando me fui de aquí estabas decidido a casarte conmigo, me amabas, eso es algo que no se olvida en seis meses, por más que intentes reemplazarme. En ese instante pudo sentir como todo el cuerpo de la habladora a su lado se tensó
El resto de la mañana Aurora había pasado tratando de huir de Benjamin. Lo último que quería era que él se diera cuenta de lo afectada que estaba por el encuentro que habían tenido con su ex. Además que no estaba segura de querer contarle su encuentro privado con la mujer. Sin embargo, si había disfrutado la compañía de un Reed, pues pasó toda la mañana con el más joven de los rubios. Logan ya había empezado formalmente a trabajar en el parque y debía reconocer que la presencia del chico era refrescante. Siempre estaba sonriendo y diciendo algo gracioso, lo cual le ayudó a olvidar, al menos por un momento, todo lo que había ocurrido. Eso sin contar que el chico hablaba el doble que ella, lo que de por sí ya debería ser considerado un récord y tenía la sospecha que muchas veces decía más de lo que debía, justo como en ese preciso momento: —¿Tú crees que Ben lo consiga?—me dijo de repente adquiriendo una actitud mucho más seria y preocupada. Lo único que pude hacer fue fruncir el ceñ
Cuando los estrategas salieron de la salita, Aurora sintió como las palabras y los nervios comenzaron a amontonarse en su cabeza. Había muchas cosas dando vueltas en su mente y él único que podía darle respuesta a todo era el rubio que estaba viéndola con cautela y preocupación enfrente de ella. Sin embargo, antes de que ella pudiera hacer una sola de las preguntas que tenía, él se le adelantó dando un paso hacia adelante y diciendo: —Me has estado evitando, habladora. Pensé que ya habíamos pasado por esto. Sin poder evitarlo, tragó saliva y desvió por unos segundos la mirada sintiéndose tonta y dolida ante la mirada del hombre. Sin embargo, lo único que se le ocurrió hacer en esos momentos fue negarlo. —No.. yo no, no estaba… —No me mientas, Aurora. Has estado escabulléndote de mi como un cervatillo asustado por todo el maldito lugar. Las palabras, el tono molesto en Ben consiguió encender esa chispa de rabia y malestar en ella por todo lo que había ocurrido esa mañana en el par
La desesperación y el miedo se volvieron algo tangible dentro de Ben en el instante en que pisó el pedal de los frenos y el auto no se detuvo. No entendía qué demonios era lo que estaba pasando, él había manejado hasta el parque y todo parecía ir bien, cómo era posible que se hubiesen dañado en tan poco tiempo. —¿Qu–Qué ocurre? La voz asustada de Aurora disparó aún más su angustia. Por un instante se sintió como si fuera nuevamente ese niño pequeño en la parte trasera del auto de sus padres, con la gran diferencia que en esa ocasión era él quien manejaba. —Los frenos… Los frenos del auto no funcionan. —¿Qué?. El cruce de la carretera estaba a menos de 10 metros de distancia y en ese instante supo que no había manera de frenar de manera normal y que debía tomar una decisión, una que definiría no solo su destino, sino el de ambos. —¡Agarrate fuerte! El semáforo estaba justo frente a ellos, el cruce de la carretera que debían atravesar. Los frenos fallaron y la tensión llenó el esp