Cariñitoooooos, no me odieeeeen!!! Aquí les dejo el capítuloooo si puedo en la madrugada les dejo otro jejej Besosssss
La desesperación y el miedo se volvieron algo tangible dentro de Ben en el instante en que pisó el pedal de los frenos y el auto no se detuvo. No entendía qué demonios era lo que estaba pasando, él había manejado hasta el parque y todo parecía ir bien, cómo era posible que se hubiesen dañado en tan poco tiempo. —¿Qu–Qué ocurre? La voz asustada de Aurora disparó aún más su angustia. Por un instante se sintió como si fuera nuevamente ese niño pequeño en la parte trasera del auto de sus padres, con la gran diferencia que en esa ocasión era él quien manejaba. —Los frenos… Los frenos del auto no funcionan. —¿Qué?. El cruce de la carretera estaba a menos de 10 metros de distancia y en ese instante supo que no había manera de frenar de manera normal y que debía tomar una decisión, una que definiría no solo su destino, sino el de ambos. —¡Agarrate fuerte! El semáforo estaba justo frente a ellos, el cruce de la carretera que debían atravesar. Los frenos fallaron y la tensión llenó el esp
Benjamin despertó en una habitación de hospital con una sensación de aturdimiento y dolor que lo sobrecogió de inmediato. Su mente estaba nublada, y cuando intentó moverse, una oleada de dolor se apoderó de su cuerpo. Miró a su alrededor en busca de Aurora , pero no la vio. —Aurora —murmuró, su voz débil y cargada de angustia—. ¿Dónde estás? ¡AURORA! Dos médicos entraron en la habitación apenas lo escucharon gritar y se apresuraron a su lado. —Señor Reed, tiene que calmarse porque su estado de salud sigue siendo delicado. Benjamin no quería escuchar una m****a sobre su estado de salud, él lo único que necesitaba era que le dijeran dónde demonios estaba su mujer. —No me interesa— dijo ahogado y con dolor en el pecho—Mi mujer, dónde demonios está mi mujer. —Ella está siendo atendida, pero si usted no se recupera entonces no podrá verla—el médico lo estaba regañando como si de un chiquillo se tratara y eso no hacía nada para apaciguar su desesperación. Le explicaron con calma que t
El dolor que sintió al decir aquellas palabras fue algo totalmente indescriptible. El simple hecho de imaginarse alejándose de Ben le partía el corazón, en especial ahora que se había dado cuenta de la magnitud de sus sentimientos. Pero tal como había dicho la primera vez, lo menos que ella quería era que él saliera lastimado por su culpa. Sin embargo, el hombre enfrente de ella no parecía estar de acuerdo con su decisión. —¡Es que acaso te has vuelto loca! El grito de Max retumbó en las paredes de la habitación consiguiendo que todo su cuerpo se estremeciera y que los ojos se le humedecieron más de lo que ya estaban. —¡No me grites!—dijo ella rompiéndose en medio de la frase. Todo lo que acababan de vivir ese día finalmente le estaba pasando factura.—Esto no es fácil para mí, no es como si yo quisiera alejarme de él, pero tú acabas de decirlo, su vida está en riesgo y si sigo con él no se van a detener. Max negó con la cabeza mientras la miraba, joder, no entendía como las cosas
Aurora estaba muda. No sabía si el rubio estaba realmente hablando en serio o todo era debido a un impulso del momento. Sus ojos no podían hacer otra cosa más que mirar al hombre en frente de ella, antes de dejar salir lo único que fue capaz de decir: —¿Qué…? Eso es… ¡No puedo simplemente mudarme! —¡Por supuesto que puedes!—Benjamin la estaba viendo como si ella fuera la que se había enloquecido—Simplemente es coger tu ropa y pasarte de un lugar a otro, ya mismo me pongo a llamar a mi gente para que organicen todo. Cómo si saliera de un transe Aurora se sentó de un tirón en la cama dejando salir un alarido de dolor en el acto que puso en alerta a los dos hombres que la acompañaban, sin embargo, ignorando la sarta de preguntas sobre si estaba bien, fijó sus ojos en el rubio y le dijo.—No puedo mudarme contigo, llevamos días de haber empezado a salir, eso es una locura Ben. Benjamin no estaba de acuerdo, ni siquiera un poco con las palabras de la mujer. A él le importaba una reveren
El día de salir del hospital había llegado y Aurora podía sentir los nervios y la expectativa llenar cada parte de su cuerpo. Benjamin había tenido que aguantar tres días en el hospital hasta que finalmente los médicos decidideran darle el alta y por más que amenazó, pataleó y se quejó no hubo poder humano que cambiara la decisión. Ahora el rubio la llevaba de la mano mientras que Max iba delante de ella hablando por celular como loco, ultimamente eso era lo único que el hombre hacía, cosa que Emily no había dejado de resaltar y decir que era sexy. De hecho, la chica iba del otro lado de ella viendo con ojos de corazones al amigo de Ben y ella debía admitir que el hombre no parecía del todo indiferente. Sin embargo todos esos pensamientos quedaron nublados mientras Aurora quedaba paralizada en medio del parqueadero del hospital viendo la enorme camioneta del estilo 007 blindada que estaba esperando por ellos abierta por hombres que parecían del servicio secreto de la Casa Blanca. —
Todo el camino en auto fue en completo silencio, simplemente lanzándose miradas de reojo o, en el caso de Benjamin, gruñendo por lo bajo cada dos de tres segundos, como si de esa manera fuera a hacer que ella se retractara de lo que le había dicho. Cosa que Aurora no pensaba hacer. Al llegar a la casa se bajó del monstruoso auto con la frente en alto antes de darle una última mirada a los hombres de seguridad y entrar en la casa-mansión de Ben donde iban a quedarse, pues era menos conocida que el apartamento. Cuando entró se llevó la sorpresa de que sus maletas ya estaban dispuestas en la sala. —Quiero pensar que ha sido Emily quien ha recogido mis cosas— dijo y escuchó como él soltó un resoplido mientras se desabotonaba el saco y cerraba la puerta tras de sí, haciendo que ella frunciera el ceño—¿Emily y Max no vienen? Benjamin solo podía mirar a la hermosa mujer delante de él que con expresión molesta solo conseguía verse más provocativa, sin embargo, ni siquiera su belleza iba a
La mañana siguiente Aurora había insistido en que debían regresar al parque, pues había pasado casi una semana desde que alguno de los dos estuvo presente y el jefe operativo les había dicho que tenía que hablar con urgencia con ellos, sin embargo, el haber estado hospitalizados retrasó bastante las cosas. Ahora que sabía la verdad sobre la herencia y las condiciones tenía toda la intención de ayudar a Ben a cumplir con lo que le pidieron, pero eso no tenía nada que ver con el dinero, se trataba de que no quería que el lugar pasara a manos del padre de Logan. Pues aunque no tuviera pruebas, tampoco tenía dudas de que el hombre no dudaría un segundo en despedir a todos antes de vender el lugar parte por parte hasta acabarlo por completo. Nada más poner un pie dentro del parque junto a Ben, Emily se lanzó sobre ella haciendo que por poco perdiera el equilibrio, y la fundió en un abrazo que ella no dudó en corresponder. Debía admitir que, aunque le emocionaba todo sobre vivir con Ben,
Benjamin se cruzó de brazos, mirando las imágenes en la pantalla con intensidad. Una mezcla de rabia y determinación brillaba en sus ojos. Saber que el saboteador estaba al tanto de las cámaras de seguridad los colocaba en una posición complicada. Pero también les daba una ventaja: podrían utilizar esa información para tenderle una trampa. —Escucha, Humberto —dijo Benjamin, su voz firme—, necesitamos mantener esto en secreto. No queremos que nadie más sepa que las cámaras están funcionando. Si alguien más se entera, podríamos perder nuestra oportunidad de atrapar a esta rata. El técnico asintió, comprendiendo la importancia de la discreción en ese momento. Se comprometió a mantener la boca cerrada y seguir las instrucciones al pie de la letra. —Por supuesto, señor Reed. Nadie se enterara. —Bien —continuó Benjamin—, aquí está lo que vamos a hacer. Primero, necesito que refuerces la seguridad en esta sala. Nadie más que tú y yo debe tener acceso a estas grabaciones. Coloca cámaras