Bueeeeeno, que ya tuvieon su cita romántica y ahora viene su momento calienteeee. JEJEJE
Aurora esperaba encontrarse yendo hacia el apartamento que ya conocía del rubio, pero por el contrario se sorprendió cuando este la llevó hasta una hermosísima casa en uno de los barrios más prestigiosos de la ciudad. De esos que sabes que vive gente adinerada por la distancia en la que se encuentran una casa de la otra. Sin poder evitarlo, sintió los nervios bullir en su interior al sentirse en terreno desconocido, por lo que se encontró diciendo: —Este no es tu apartamento. Benjamin giró el rostro para ver a la hermosa chica al lado suyo y se dio cuenta de lo nerviosa que estaba, entonces se maldijo para sus adentros por haber olvidado nombrar ese pequeño detalle. Lo último que quería era sembrar inseguridad en Aurora. Por lo que esbozando su mejor sonrisa, de esa que sabía que a la chica la enloquecía, le dijo: —De ecchi, habladora, esta si es mi casa. Es donde viví con mis padres hasta que ellos murieron, la que me dejaron. Aurora no pudo disimular el asombro que sintió por l
La mañana siguiente, Aurora se despertó con todo el cuerpo adolorido pero con una sensación de plenitud como nunca antes había sentido, el solo recordar todo lo que habían hecho en esa misma cama hacía que los colores se le subieran al rostro y que su cuerpo temblara de deseo. Cuando giró el rostro se vio el lado de la cama donde Ben había dormido vacío, sin embargo el delicioso olor a tocino y café fue suficiente para hacerle saber dónde estaba el rubio, por lo que poniéndose en pie fue al baño a enjuagarse la boca y hacer sus necesidades. Estaba a punto de poner un pie fuera de la alcoba cuando el celular del rubio comenzó a sonar y ella se acercó para tomarlo y llevárselo, sin embargo, al ver el nombre que aparecía en la pantalla, sintió cómo su estómago se revolvía y una sensación desagradable se instalaba en la boca de su estómago. “Megan Forx” Esa era la rubia despampanante de la gala, la misma que se había guindado de su cuello y que parecía muy familiarizada con Ben. La dud
Benjamin sintió como todo su cuerpo entró en tensión al ver a la rubia que, como siempre, se encontraba impecablemente vestida, viéndose totalmente fría e inalcanzable y que en esos momentos lo estaba viendo con una mezcla de decepción y coraje. Por alguna razón su mirada le molestó, ella no tenía derecho a mirarlo de aquella manera, él era un hombre libre, había sido ella quien se había ido dejándolo atrás. Por eso al escuchar sus palabras no pudo hacer más que apretar la quijada con fuerza antes de decir: —Tu y yo no tenemos nada de qué hablar, Megan. Las cosas están claras entre nosotros. —Lo están— contraatacó ella, el sarcasmo brillando en sus palabras y cuando vio la sonrisa perversa que esbozó, esa que antes conseguía ponerlo de rodillas, agregó: —Cuando me fui de aquí estabas decidido a casarte conmigo, me amabas, eso es algo que no se olvida en seis meses, por más que intentes reemplazarme. En ese instante pudo sentir como todo el cuerpo de la habladora a su lado se tensó
El resto de la mañana Aurora había pasado tratando de huir de Benjamin. Lo último que quería era que él se diera cuenta de lo afectada que estaba por el encuentro que habían tenido con su ex. Además que no estaba segura de querer contarle su encuentro privado con la mujer. Sin embargo, si había disfrutado la compañía de un Reed, pues pasó toda la mañana con el más joven de los rubios. Logan ya había empezado formalmente a trabajar en el parque y debía reconocer que la presencia del chico era refrescante. Siempre estaba sonriendo y diciendo algo gracioso, lo cual le ayudó a olvidar, al menos por un momento, todo lo que había ocurrido. Eso sin contar que el chico hablaba el doble que ella, lo que de por sí ya debería ser considerado un récord y tenía la sospecha que muchas veces decía más de lo que debía, justo como en ese preciso momento: —¿Tú crees que Ben lo consiga?—me dijo de repente adquiriendo una actitud mucho más seria y preocupada. Lo único que pude hacer fue fruncir el ceñ
Cuando los estrategas salieron de la salita, Aurora sintió como las palabras y los nervios comenzaron a amontonarse en su cabeza. Había muchas cosas dando vueltas en su mente y él único que podía darle respuesta a todo era el rubio que estaba viéndola con cautela y preocupación enfrente de ella. Sin embargo, antes de que ella pudiera hacer una sola de las preguntas que tenía, él se le adelantó dando un paso hacia adelante y diciendo: —Me has estado evitando, habladora. Pensé que ya habíamos pasado por esto. Sin poder evitarlo, tragó saliva y desvió por unos segundos la mirada sintiéndose tonta y dolida ante la mirada del hombre. Sin embargo, lo único que se le ocurrió hacer en esos momentos fue negarlo. —No.. yo no, no estaba… —No me mientas, Aurora. Has estado escabulléndote de mi como un cervatillo asustado por todo el maldito lugar. Las palabras, el tono molesto en Ben consiguió encender esa chispa de rabia y malestar en ella por todo lo que había ocurrido esa mañana en el par
La desesperación y el miedo se volvieron algo tangible dentro de Ben en el instante en que pisó el pedal de los frenos y el auto no se detuvo. No entendía qué demonios era lo que estaba pasando, él había manejado hasta el parque y todo parecía ir bien, cómo era posible que se hubiesen dañado en tan poco tiempo. —¿Qu–Qué ocurre? La voz asustada de Aurora disparó aún más su angustia. Por un instante se sintió como si fuera nuevamente ese niño pequeño en la parte trasera del auto de sus padres, con la gran diferencia que en esa ocasión era él quien manejaba. —Los frenos… Los frenos del auto no funcionan. —¿Qué?. El cruce de la carretera estaba a menos de 10 metros de distancia y en ese instante supo que no había manera de frenar de manera normal y que debía tomar una decisión, una que definiría no solo su destino, sino el de ambos. —¡Agarrate fuerte! El semáforo estaba justo frente a ellos, el cruce de la carretera que debían atravesar. Los frenos fallaron y la tensión llenó el esp
Benjamin despertó en una habitación de hospital con una sensación de aturdimiento y dolor que lo sobrecogió de inmediato. Su mente estaba nublada, y cuando intentó moverse, una oleada de dolor se apoderó de su cuerpo. Miró a su alrededor en busca de Aurora , pero no la vio. —Aurora —murmuró, su voz débil y cargada de angustia—. ¿Dónde estás? ¡AURORA! Dos médicos entraron en la habitación apenas lo escucharon gritar y se apresuraron a su lado. —Señor Reed, tiene que calmarse porque su estado de salud sigue siendo delicado. Benjamin no quería escuchar una m****a sobre su estado de salud, él lo único que necesitaba era que le dijeran dónde demonios estaba su mujer. —No me interesa— dijo ahogado y con dolor en el pecho—Mi mujer, dónde demonios está mi mujer. —Ella está siendo atendida, pero si usted no se recupera entonces no podrá verla—el médico lo estaba regañando como si de un chiquillo se tratara y eso no hacía nada para apaciguar su desesperación. Le explicaron con calma que t
El dolor que sintió al decir aquellas palabras fue algo totalmente indescriptible. El simple hecho de imaginarse alejándose de Ben le partía el corazón, en especial ahora que se había dado cuenta de la magnitud de sus sentimientos. Pero tal como había dicho la primera vez, lo menos que ella quería era que él saliera lastimado por su culpa. Sin embargo, el hombre enfrente de ella no parecía estar de acuerdo con su decisión. —¡Es que acaso te has vuelto loca! El grito de Max retumbó en las paredes de la habitación consiguiendo que todo su cuerpo se estremeciera y que los ojos se le humedecieron más de lo que ya estaban. —¡No me grites!—dijo ella rompiéndose en medio de la frase. Todo lo que acababan de vivir ese día finalmente le estaba pasando factura.—Esto no es fácil para mí, no es como si yo quisiera alejarme de él, pero tú acabas de decirlo, su vida está en riesgo y si sigo con él no se van a detener. Max negó con la cabeza mientras la miraba, joder, no entendía como las cosas