3. ¡NO SOY UNA ACOSADORA!

Benjamín estaba furioso.

Había barro por todas partes cubriendo su costoso y perfectamente arreglado traje que había decidido utilizar ese día y el cuerpo de la endemoniada niña seguía encima suyo empeorando toda la situación.

La cereza del pastel era que lo había besado ¡otra vez! ¡¿Es que acaso esta chica no conocía el concepto de respeto o espacio personal?!

—¡¿Qué demonios espera para quitarse?! — volvió a gritar y sintió cómo el cuerpo pequeño encima suyo dio un respingo.

Notó como la pequeña endemoniada salió del trance en que estaba y se puso de pie con una velocidad alarmante, solo para comenzar a hablar con una rapidez inhumana que solo conseguía aturdirlo más.

—¡No fue mi intención!—Aurora se quería morir mientras veía la nuevo CEO tirado en el suelo y lleno de barro.— Yo intentaba ayudarlo, se lo juro.

Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, por el miedo que sentía de ser despedida, su optimismo habitual parecía haber desaparecido ese día.

—Oh Dios, señor no sabe cuánto lo lamento, puedo lavarle el traje si gusta….—Benjamin veía a la mocosa que al parecer no sabía cuándo callarse y solo pudo gruñir en respuesta mientras se ponía en pie.

El barro caía en cantidades descomunales de su traje y el olor a porquería le hacía saber que era más que tierra lo que tenía adherido y la sola idea hacia que tuviera ganas de ahorcar a la chica frente a él.

Esta, ignorante de sus intenciones, tuvo el descaro de acercarse a él y con una pañoleta que ni siquiera sabía de donde había salido comenzó a “limpiarlo” mientras seguía hablando.

Parecía que era imposible que se callara.

—Si tiene algún repuesto yo puedo lavarle este traje, le prometo que seré cuidadosa y…—Esta vez su gruñido fue mucho más fuerte y tenía una clara nota de violencia que hizo que la castaña lo mirara.

Él realmente quería ahorcarla.

Su paciencia se había agotado rápidamente en medio del torrente interminable de palabras de la joven frente a él.

Ella continuaba disculpándose y explicando la situación, pero las palabras parecían mezclarse y perderse en el aire, mientras su propia ira aumentaba.

Sus ojos, normalmente analíticos y serenos, se posaron en la chica, quien parecía no tener control de su lengua, entonces vio como su ceño se frunció y segundos después se quedó impactado cuando la vio chasquear los dedos frente a su rostro.

—¡¿Me escucha señor?! —exclamó ella, su voz llena de urgencia y reproche.

¡ESTO ES EL COLMO!

La rabia tomó rápidamente partido dentro de él y cuando dio un paso más cerca de ella pareció ver que la pequeña habladora se encogía, porque, dio un paso atrás y agregó con rapidez

—Yo intenté advertirle que no caminara por aquí, señor, pero usted no me escuchaba y luego intenté sostenerlo y bueno, ya sabe lo que pasó.

No podía matarla, no podía matarla, no podía matarla…

Eso era lo único que se repetía en su mente mientras intentaba controlarse, y veía como la mocosa temblaba de nervios frente a él.

Y es que la llamaba mocosa porque no había otra manera, era evidente que esta chica era mucho más joven que él, tal vez rondando en los 24 mientras que él tenía 34, eran diez años más!.

Además tenía algo que lo ponía incómodo, obviando el hecho de que lo había besado ya dos veces sin su consentimiento, se trataba de su expresión vibrante y alegre que parecía ser un mundo completamente opuesto a su propia seriedad.

Las palabras de la chica eran como una cascada incontrolable, un flujo constante de sonidos que apenas podía seguir.

Benjamín apretó los dientes, luchando por mantener la composta

Finalmente, se abrió paso entre su enojo para responder, su tono hostil:

—¿Quién demonios se ha creído que es? ¡La primera vez se lo dejé pasar, pero esto ha sido un atrevimiento total!

La chica lo miró con ojos amplios, una mezcla de miedo y asombro en ellos, mientras intentó, nuevamente explicarse apresuradamente:

—Fue un accidente. Intentaba evitar que se cayera y tropecé y…

—¡Ya cállese! DIOS ¿es que no tiene botón de apagado? —interrumpió él con frustración y humillación evidentes—. ¿Cómo se atreve a besarme de nuevo? Hoy si sabía quién era yo. Esto es completamente inaceptable.

Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas, ella parecía desesperada, y una sensación de culpa se abrió paso en el interior de Ben al verla, pero puso todo de él para ignorarla.

No debía importarle y justo por eso agregó:

—Cómo vuelva a besarme, tocarme o hacer algo inapropiado ¡la voy a reportar en su hoja de vida!

Aurora no pudo contener el jadeo que salió de ella, este hombre la estaba tratando como si ella fuera una enferma que se encarga de acosar o intimidar hombres.

¡Por Dios, si él le llevaba toda una cabeza de altura!

No entendía porque siempre se veía tan serio y amargado, pero de lo que sí estaba segura era que no se iba a dejar calumniar, mucho menos que pusieran una mancha en su expediente.

—No lo he hecho a propósito, ¡no soy una acosadora! —sus palabras, aunque fuertes, temblaron un poco, pero su determinación era clara.

El ceño fruncido de Benjamín se profundizó al escucharla, ¡ERA UNA DESCARADA! y antes de que pudiera evitarlo, sus palabras explotaron nuevamente, la mocosa parecía sacar lo peor de él:

—¡Pero si eso es lo único que ha hecho desde que llegué aquí! ACOSARME. Así que deje de caminar detrás de mí como un perrito asustado y más bien vaya a trabajar, a menos que quiera ser la próxima despedida

Las lágrimas en los ojos de la chica finalmente se desbordaron y lo hicieron sentir momentáneamente culpable, pero antes de que la emoción pudiera dominarlo, vio como esta se secaba con fuerza las mejillas y enderezaba la espalda, antes de hablarle con firmeza:

—No lo estoy acosando, señor Reed, pero voy a seguir insistiendo en que me escuche, esos despidos que hizo hoy no fueron justos, pero entiendo las razones, solo debe escucharme un momento, nadie conoce el parque mejor que yo y puedo ayudarlo…

Sintiendo una oleada de estrés atravesarlo de solo intentar reflexionar en sus palabras, Benjamín elevó la voz una vez más, sintiéndose atrapado en una situación que estaba más allá de su control.

—¡Por Dios, solo aléjese de mí!

Y sin decir más dio media vuelta y se alejó de la endemoniada mocosa con su traje lleno de barro y la cabeza hecha un lío.

Aurora se sintió completamente avergonzada y humillada mientras entraba a la sala de empleados, su rostro enrojecido por la vergüenza.

Lo primero que vio al entrar fue la cabellera negra de Emily, su mejor amiga, segundos antes de que la muchacha soltara una carcajada al notar el barro en su ripa y rostro.

—¡Vaya, Aurora! Parece que has pasado tiempo en la atracción de la granja— ella le lanzó una mala mirada y dejó salir un lloriqueo antes de caminar hacia los locker— ¿Qué ha hecho esta vez? — preguntó Emily, su risa resonando en la salita de empleados.

Aurora suspiró pesadamente y luego relató la serie de eventos desafortunados que la habían llevado a caer sobre el nuevo CEO en un charco de barro y por si fuera poco terminar besándolo ¡OTRA VEZ!.

Emily estalló en carcajadas, y aunque Aurora sintió que su rostro ardía, no pudo evitar reír también, contagiándose del momento.

—Oh Dios mío, estas son cosas que solo te pasan a ti, pero se lo tienes bien merecido por gruñón y desalmado —bromeó Emily, y ambas compartieron una risa sincera.

Sin embargo, la castaña no podía negar que estaba preocupada, a fin e cuentas el hombre demostró ese mismo día que no le importaban en absoluto sus trabajadores y ella ya lo había hecho rabiar por lo alto.

—Me preocupa que me eche— dijo finalmente— Me amenazó con poner una nota en mi hoja de vida por culpa del maldito beso ¡COMO SI YO FUERA UNA ACOSADORA!

Lejos de lo que esperaba, su amiga volvió a estallar en carcajadas y ella le dio una mala mirada, consiguiendo que Emily elevara las manos en disculpa.

—Amiga, lo siento, pero mira que besar primero por equivocación a tu jefe y luego por trastead, eso sí tiene que ser el karma— le dijo y luego agregó—Aunque viéndolo de otra forma ese hombre esta como se quiere, es un bombón,¡así que celebralo, nena!

Nada más escucharla sus mejillas se sonrojaron, porque lo cierto era que Benjamín era muy, pero muy apuesto, todo un príncipe, omitiendo la parte en que tiene el temperamento de un ogro.

—Estoy decidida a hablar con el CEO de nuevo, Emily —dijo Aurora con determinación—. Tengo algunas ideas para mejorar el parque y demostraré que no hay necesidad de dejar a la gente sin empleo.

Emily la miró con escepticismo, preocupada por la audacia de su amiga después de lo que acababa de suceder.

—¿En serio cree que querrá verte después de… todo eso?

A pesar de la duda en los ojos de su amiga, ella no iba a echarse para atrás, ese parque era su refugio, era el lugar que la conectaba con la persona que más había amado en toda su vida y si debía vender su alma al diablo para conservarlo, entonces lo haría.

—Encontraré la manera de ablandar su mal humor. Convertiré al amargado dragón en un príncipe azul, ya verás. Haré que el parque vuelva a prosperar. No voy a rendirme tan fácilmente

Aurora rio, sintiendo que, a pesar de todo, había encontrado un propósito en medio del caos.

Estaba decidida a luchar por el parque y sus compañeros de trabajo, sin importar lo difícil que fuera la tarea.

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