Benjamín estaba furioso.
Había barro por todas partes cubriendo su costoso y perfectamente arreglado traje que había decidido utilizar ese día y el cuerpo de la endemoniada niña seguía encima suyo empeorando toda la situación.
La cereza del pastel era que lo había besado ¡otra vez! ¡¿Es que acaso esta chica no conocía el concepto de respeto o espacio personal?!
—¡¿Qué demonios espera para quitarse?! — volvió a gritar y sintió cómo el cuerpo pequeño encima suyo dio un respingo.
Notó como la pequeña endemoniada salió del trance en que estaba y se puso de pie con una velocidad alarmante, solo para comenzar a hablar con una rapidez inhumana que solo conseguía aturdirlo más.
—¡No fue mi intención!—Aurora se quería morir mientras veía la nuevo CEO tirado en el suelo y lleno de barro.— Yo intentaba ayudarlo, se lo juro.
Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, por el miedo que sentía de ser despedida, su optimismo habitual parecía haber desaparecido ese día.
—Oh Dios, señor no sabe cuánto lo lamento, puedo lavarle el traje si gusta….—Benjamin veía a la mocosa que al parecer no sabía cuándo callarse y solo pudo gruñir en respuesta mientras se ponía en pie.
El barro caía en cantidades descomunales de su traje y el olor a porquería le hacía saber que era más que tierra lo que tenía adherido y la sola idea hacia que tuviera ganas de ahorcar a la chica frente a él.
Esta, ignorante de sus intenciones, tuvo el descaro de acercarse a él y con una pañoleta que ni siquiera sabía de donde había salido comenzó a “limpiarlo” mientras seguía hablando.
Parecía que era imposible que se callara.
—Si tiene algún repuesto yo puedo lavarle este traje, le prometo que seré cuidadosa y…—Esta vez su gruñido fue mucho más fuerte y tenía una clara nota de violencia que hizo que la castaña lo mirara.
Él realmente quería ahorcarla.
Su paciencia se había agotado rápidamente en medio del torrente interminable de palabras de la joven frente a él.
Ella continuaba disculpándose y explicando la situación, pero las palabras parecían mezclarse y perderse en el aire, mientras su propia ira aumentaba.
Sus ojos, normalmente analíticos y serenos, se posaron en la chica, quien parecía no tener control de su lengua, entonces vio como su ceño se frunció y segundos después se quedó impactado cuando la vio chasquear los dedos frente a su rostro.
—¡¿Me escucha señor?! —exclamó ella, su voz llena de urgencia y reproche.
¡ESTO ES EL COLMO!
La rabia tomó rápidamente partido dentro de él y cuando dio un paso más cerca de ella pareció ver que la pequeña habladora se encogía, porque, dio un paso atrás y agregó con rapidez
—Yo intenté advertirle que no caminara por aquí, señor, pero usted no me escuchaba y luego intenté sostenerlo y bueno, ya sabe lo que pasó.
No podía matarla, no podía matarla, no podía matarla…
Eso era lo único que se repetía en su mente mientras intentaba controlarse, y veía como la mocosa temblaba de nervios frente a él.
Y es que la llamaba mocosa porque no había otra manera, era evidente que esta chica era mucho más joven que él, tal vez rondando en los 24 mientras que él tenía 34, eran diez años más!.
Además tenía algo que lo ponía incómodo, obviando el hecho de que lo había besado ya dos veces sin su consentimiento, se trataba de su expresión vibrante y alegre que parecía ser un mundo completamente opuesto a su propia seriedad.
Las palabras de la chica eran como una cascada incontrolable, un flujo constante de sonidos que apenas podía seguir.
Benjamín apretó los dientes, luchando por mantener la composta
Finalmente, se abrió paso entre su enojo para responder, su tono hostil:
—¿Quién demonios se ha creído que es? ¡La primera vez se lo dejé pasar, pero esto ha sido un atrevimiento total!
La chica lo miró con ojos amplios, una mezcla de miedo y asombro en ellos, mientras intentó, nuevamente explicarse apresuradamente:
—Fue un accidente. Intentaba evitar que se cayera y tropecé y…
—¡Ya cállese! DIOS ¿es que no tiene botón de apagado? —interrumpió él con frustración y humillación evidentes—. ¿Cómo se atreve a besarme de nuevo? Hoy si sabía quién era yo. Esto es completamente inaceptable.
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas, ella parecía desesperada, y una sensación de culpa se abrió paso en el interior de Ben al verla, pero puso todo de él para ignorarla.
No debía importarle y justo por eso agregó:
—Cómo vuelva a besarme, tocarme o hacer algo inapropiado ¡la voy a reportar en su hoja de vida!
Aurora no pudo contener el jadeo que salió de ella, este hombre la estaba tratando como si ella fuera una enferma que se encarga de acosar o intimidar hombres.
¡Por Dios, si él le llevaba toda una cabeza de altura!
No entendía porque siempre se veía tan serio y amargado, pero de lo que sí estaba segura era que no se iba a dejar calumniar, mucho menos que pusieran una mancha en su expediente.
—No lo he hecho a propósito, ¡no soy una acosadora! —sus palabras, aunque fuertes, temblaron un poco, pero su determinación era clara.
El ceño fruncido de Benjamín se profundizó al escucharla, ¡ERA UNA DESCARADA! y antes de que pudiera evitarlo, sus palabras explotaron nuevamente, la mocosa parecía sacar lo peor de él:
—¡Pero si eso es lo único que ha hecho desde que llegué aquí! ACOSARME. Así que deje de caminar detrás de mí como un perrito asustado y más bien vaya a trabajar, a menos que quiera ser la próxima despedida
Las lágrimas en los ojos de la chica finalmente se desbordaron y lo hicieron sentir momentáneamente culpable, pero antes de que la emoción pudiera dominarlo, vio como esta se secaba con fuerza las mejillas y enderezaba la espalda, antes de hablarle con firmeza:
—No lo estoy acosando, señor Reed, pero voy a seguir insistiendo en que me escuche, esos despidos que hizo hoy no fueron justos, pero entiendo las razones, solo debe escucharme un momento, nadie conoce el parque mejor que yo y puedo ayudarlo…
Sintiendo una oleada de estrés atravesarlo de solo intentar reflexionar en sus palabras, Benjamín elevó la voz una vez más, sintiéndose atrapado en una situación que estaba más allá de su control.
—¡Por Dios, solo aléjese de mí!
Y sin decir más dio media vuelta y se alejó de la endemoniada mocosa con su traje lleno de barro y la cabeza hecha un lío.
Aurora se sintió completamente avergonzada y humillada mientras entraba a la sala de empleados, su rostro enrojecido por la vergüenza.
Lo primero que vio al entrar fue la cabellera negra de Emily, su mejor amiga, segundos antes de que la muchacha soltara una carcajada al notar el barro en su ripa y rostro.
—¡Vaya, Aurora! Parece que has pasado tiempo en la atracción de la granja— ella le lanzó una mala mirada y dejó salir un lloriqueo antes de caminar hacia los locker— ¿Qué ha hecho esta vez? — preguntó Emily, su risa resonando en la salita de empleados.
Aurora suspiró pesadamente y luego relató la serie de eventos desafortunados que la habían llevado a caer sobre el nuevo CEO en un charco de barro y por si fuera poco terminar besándolo ¡OTRA VEZ!.
Emily estalló en carcajadas, y aunque Aurora sintió que su rostro ardía, no pudo evitar reír también, contagiándose del momento.
—Oh Dios mío, estas son cosas que solo te pasan a ti, pero se lo tienes bien merecido por gruñón y desalmado —bromeó Emily, y ambas compartieron una risa sincera.
Sin embargo, la castaña no podía negar que estaba preocupada, a fin e cuentas el hombre demostró ese mismo día que no le importaban en absoluto sus trabajadores y ella ya lo había hecho rabiar por lo alto.
—Me preocupa que me eche— dijo finalmente— Me amenazó con poner una nota en mi hoja de vida por culpa del maldito beso ¡COMO SI YO FUERA UNA ACOSADORA!
Lejos de lo que esperaba, su amiga volvió a estallar en carcajadas y ella le dio una mala mirada, consiguiendo que Emily elevara las manos en disculpa.
—Amiga, lo siento, pero mira que besar primero por equivocación a tu jefe y luego por trastead, eso sí tiene que ser el karma— le dijo y luego agregó—Aunque viéndolo de otra forma ese hombre esta como se quiere, es un bombón,¡así que celebralo, nena!
Nada más escucharla sus mejillas se sonrojaron, porque lo cierto era que Benjamín era muy, pero muy apuesto, todo un príncipe, omitiendo la parte en que tiene el temperamento de un ogro.
—Estoy decidida a hablar con el CEO de nuevo, Emily —dijo Aurora con determinación—. Tengo algunas ideas para mejorar el parque y demostraré que no hay necesidad de dejar a la gente sin empleo.
Emily la miró con escepticismo, preocupada por la audacia de su amiga después de lo que acababa de suceder.
—¿En serio cree que querrá verte después de… todo eso?
A pesar de la duda en los ojos de su amiga, ella no iba a echarse para atrás, ese parque era su refugio, era el lugar que la conectaba con la persona que más había amado en toda su vida y si debía vender su alma al diablo para conservarlo, entonces lo haría.
—Encontraré la manera de ablandar su mal humor. Convertiré al amargado dragón en un príncipe azul, ya verás. Haré que el parque vuelva a prosperar. No voy a rendirme tan fácilmente
Aurora rio, sintiendo que, a pesar de todo, había encontrado un propósito en medio del caos.
Estaba decidida a luchar por el parque y sus compañeros de trabajo, sin importar lo difícil que fuera la tarea.
La jornada laboral finalmente había terminado, Aurora se sentía agotada tanto física como mentalmente, era como si todo ese entusiasmo y alegría que siempre se encargaba de aparentar para los demás hubiese llegado a su límite.En especial después del desastroso encuentro que había tenido con su jefe el ogro, aunque debía aceptar que ella había sido un poco intensa, pero en su defensa, ese hombre no sabía lo importante que el parque era para ella y estaba decidida a hacer todo lo posible con tal de salvarlo.Con la cabeza hecha un lío caminó las diez cuadras que habían entre el parque y su casa, un pequeño apartamento sacado de una casa en el que vivía con su madre. Anteriormente habían sido dueñas de la casa entera, pero luego de la muerte de su padre las deudas llegaron y los ingresos desaparecieron, por lo que tuvo que tomar medidas drásticas.Y también cometer muchos errores, algunos de estos le siguen pesando incluso en esos momentos.Luego de una hora de caminata llegó hasta su h
Benjamin se había quedado hasta muy tarde en el parque revisando las cuentas y las anotaciones que su difunto abuelo había dejado antes de dormir, fue solo cuando recibió un mensaje de su mejor amigo, Max, que se dio cuenta que todo el mundo se había ido y decidió hacer lo mismo.En esos momentos, mientras subía a la pequeña parlanchina a su auto, no sabía qué habría pasado si él no hubiese pasado por ahí, si no se hubiese quedado hasta tarde trabajando y sinceramente no quería pensar en aquello, pero si había algo que estaba dando vueltas en su su cabeza y cuando se sentó tras el volante lo dejó salir.—¿Qué hacias caminando sola tan tarde?Aurora que seguía temblando debido al miedo y la impresión, entonces llevó sus ojos hacia esas dos joyas azules que la estaban viendo con reproche y sólo ahí recordó el motivo que la llevó hasta ese lugar.Sus manos se movieron con rapidez hacia el bolsillo delantero de su pantalón y el alivió la invadió cuando al meter la mano sacó el rollo delga
Benjamin ya no estaba seguro de que hubiera sido una buena idea haber llevado a Max con él al maldito parque, pues lo único que había hecho desde que entraron fue lanzarle sonrisitas a todas las empleadas que prácticamente estaban comiéndoselos con los ojos. Parecía que ni siquiera les importara que él las asesinara con la mirada, pues lo último que quería era tener una empleada enamorada e intensa en el maldito lugar. Eso ya sería el último clavo de su cruz. Y hablando de empleadas intensas, se le hacía sumamente extraño no haber visto la cabellera castaña de cierta reina de la intensidad, aunque teniendo en cuenta los sucesos de la noche anterior, no se le haría raro si había pedido permiso al idiota del administrador. Ese era otro que no servía para nada más que ponerle los nervios de punta, no entendía cómo su abuelo había dejado que este lugar llegara al nivel en el que estaba. Y como si lo hubiera invocado, el administrador regordete se acercó apresuradamente, pero Benjamin
El parque de diversiones resplandecía con luces parpadeantes, mientras la risa y los gritos de los visitantes llenaban el aire. Sin embargo, todo había quedado opacado en el momento en que los ojos de Aurora quedaron fijos en el rostro del viejo señor Mcqueen. Durante muchos años el hombre, ya entrado en los años, había intentado que el abuelo Reed le vendiera el parque y no lo había conseguido, sin embargo, el anciano ya no estaba con ellos y ella no podía asegurar que el nuevo CEO no fuera a ceder ante las embaucaciones del viejo y desleal que tenían enfrente. Eso era algo que le había estado preocupando desde que supo que tendrían un nuevo CEO, pues era consciente que la situación del parque no era la mejor y temía que quien fuera a tomar el mando se decidiera por la solución más fácil que era venderlo. En el momento en que el tipo, regordete, con la cara enrojecida por el sol y el cabello castaño y escaso en la cabeza, llegó hasta ellos, Benjamin sintió como la chica a su lado
Esa había sido en definitiva una de las situaciones más incómodas que había tenido, para empezar tuvo que fingir que le interesaba saber quién era el tipo cuando lo único que quería era largarse de ahí. Y para completar viene el idiota y le dice todo lo que él ya sabe tocando un nervio sensible en su cuerpo, que es no poder cumplir con la última voluntad del viejo. Sin embargo, nada de eso se comparaba con la rabia que sentía en esos momentos hacia cierta entrometida que tenía a su lado, por eso cuando el señor Mcqueen se fue, no dudó ni un segundo en girarse y tomar del brazo a esa m*****a mujer que iba a terminar por matarlo de un disgusto. —S-Señor… Yo… Yo tengo que ir a trabajar ya es… —Tú no vas a ir a ningún maldito lugar y te recomiendo que cierres la boca si no quieres terminar de embarrarla. Aurora temblando de nervios se dejó llevar por el rubio que parecía que estaba a punto de asesinar a alguien y en el momento en que vio la salita de empleados algo de tranquilidad se
Benjamìn había salido de la oficina de empleados a buscar a la habladora pero era como si la tierra se la hubiera tragado de la nada y a eso había que sumarle que él no conocía el parque todavía. Al menos no a profundidad, lo que empeoraba su búsqueda. Sin embargo, mientras caminaba vio al hombre que hace unos días la chica había saludado con efusividad, ese mismo que él, por sugerencia del administrador, había despedido y no dudó en acercarse. El hombre al verlo le dio una mirada entre curiosa y confundida. A Benjamin le extrañó no ver ni un solo atisbo de rabia o resentimiento, a fin de cuentas lo había dejado sin trabajo. —Disculpe, estoy buscando a una de las animadoras, la chica habladora, una castaña que… —Aurora— dijo el hombre interrumpiendolo y él no pudo evitar pensar que el nombre le quedaba perfecto— Su nombre es Aurora Sullivan ¿Por qué la busca? No irá a despedirla, o si? Porque señor, puede que ella parezca un poco atolondrada, pero le aseguro que es una excelente m
La noche caía sobre la ciudad, el parque finalmente estaba apagando sus atracciones por ese día y Aurora, agotada tanto física como emocionalmente por todo lo que había pasado, lo último que quería era llegar a su casa y tener que enfrentar los insultos de su madre. Vivir bajo el mismo techo con ella se había convertido en una pesadilla constante. La escasa cantidad de dinero que Aurora ganaba se esfumaba rápidamente, ya que su madre prácticamente se lo quitaba todo, y el poco que quedaba debía entregarse al prestamista y lo más preocupante de todo era que el ciclo parecía nunca acabar. Eso sumado a que había tenido que abandonar sus estudios en la universidad hace ya un semestre, si no lo hizo desde hace un año fue porque su padre ya le había pagado la colegiatura antes de morir. Pero eso era un lujo que ya no podía darse. Solo Emily, su amiga y compañera de trabajo, conocía la verdadera situación de Aurora, y tal vez fue por eso que se acercó a ella esa noche y la invitó a salir
Aurora sentía que el cuerpo entero le estaba ardiendo en llamas. Era una sensación horrible que se mezclaba con las ganas de vomitar y el mareo que a duras penas la dejaba caminar, sus ojos buscaban con desespero a Emily pero no la encontraba, lo que hizo que la desesperación en su interior fuera mayor. Sin embargo, todo empeoró en el momento en que sintió un par de manos posarse en su cintura y al girarse se topó con el rostro de un desconocido. A pesar de su malestar y el estado en el que estaba pudo identificar la mirada lasciva que el hombre le estaba dando. —Hola, hermosa. ¿Por qué estás tan solita? Aurora pudo sentir el arranque errático de sus latidos cuando el miedo se disparó en su interior, en especial porque sabía que estaba perdiendo todo el control sobre su cuerpo y la inconsciencia parecía estar cada vez más cerca. —N-No..— Las palabras se quedaban atascadas en su garganta y eso pareció ser el impulso que necesitaba el tipo frente a ella, para tomarla de la mano y tir