La jornada laboral finalmente había terminado, Aurora se sentía agotada tanto física como mentalmente, era como si todo ese entusiasmo y alegría que siempre se encargaba de aparentar para los demás hubiese llegado a su límite.
En especial después del desastroso encuentro que había tenido con su jefe el ogro, aunque debía aceptar que ella había sido un poco intensa, pero en su defensa, ese hombre no sabía lo importante que el parque era para ella y estaba decidida a hacer todo lo posible con tal de salvarlo.
Con la cabeza hecha un lío caminó las diez cuadras que habían entre el parque y su casa, un pequeño apartamento sacado de una casa en el que vivía con su madre. Anteriormente habían sido dueñas de la casa entera, pero luego de la muerte de su padre las deudas llegaron y los ingresos desaparecieron, por lo que tuvo que tomar medidas drásticas.
Y también cometer muchos errores, algunos de estos le siguen pesando incluso en esos momentos.
Luego de una hora de caminata llegó hasta su humilde hogar tratando de hacer el menor ruido posible, pues lo último que quería era tener un encuentro desagradable con su madre, sin embargo, todos los esfuerzos fueron en vano, pues nada más entrar la encontró sentada en el viejo sofá de la sala, con el televisor encendido y el rostro serio y malhumorado fijo en ella.
Hizo un esfuerzo por esbozar la sonrisa más sincera que pudo y con cautela dio un paso hacia donde la mujer estaba.
—Buenas noches, mami, no debiste esperarme despierta, es tarde y yo n…
—¿Trajiste el dinero?—Las palabras de Manuela, su madre, acallaron las suyas y solo entonces pudo darse cuenta de lo que realmente pasaba.
Era la quincena. Ella lo había olvidado por completo. Con todo lo que pasó ese día en el parque, la llegada del nuevo jefe, la caída en el barro y el beso robado, lo último en lo que había pensando al salir era que debía retirar la quincena para su madre.
Desde hace ya varios años que su padre murió y ella se dedicó de lleno a trabajar, su madre le ha quitado al menos el 60% de sus ganancias dejandole lo justo para que surta la nevera y pueda ir algunas semanas en transporte público, del resto todo se lo quita. Según ella es una compensación por haber sido la causante de la muerte de su padre… Pero eso es algo en lo que no quería pensar.
—Lo lamento, mamá, no tuve tiempo de ir a retirar, pasaron cosas en el parque, tenemos un nuevo jefe y…
—¡No me mientas! M*****a mocosa desagradecida.— el grito de la mujer la dejó momentáneamente paralizada.
—N-No te estoy mintiendo, s-se me olvido, no he retirado, pero te prometo que mañana a primera hora iré…
Antes de poder terminar de hablar, su madre ya se había puesto en pie y llegado hasta donde ella estaba y de un solo movimiento le arrebató el bolso que traía encima y volteaba todo su contenido en el suelo, sin importar lo que se partía o dañaba.
—¡NO INTENTES MENTIRME!—Los gritos comenzaron al mismo tiempo que las lágrimas salieron de sus ojos.
Su vida se había convertido hace mucho en un infierno en el que solo conseguía paz en el parque.
—No estoy mintiendo, mamá, te lo juro. Detente esas son mis cosas, son…
PLAAAFFF, el sonido de la bofetada fue lo que llenó el ambiente, junto al dolor sordo que Aurora sentía en la mitad del rostro. Los golpes habían sido un agregado desde hace ya un año a su infierno personal.
—Vas a ir ya mismo por el dinero— dijo con rabia contenida su madre.
—P-Pero es tarde, no tengo efectivo y…
—¡NO ME INTERESA COMO VAS A HACERLO, PERO QUIERO ESE DINERO AQUÍ HOY! —Volvió a gritar y de un movimiento le sostuvo la quijada con fuerza—Si no traes el dinero entonces más te vale buscarte otro lugar donde vivir, a fin de cuentas no eres más que una sucia asesina.
Con esas palabras le liberó el rostro adolorido y bañado de lágrimas, como pudo se agachó a recoger todas sus pertenencias regadas en el suelo y luego de meterlas nuevamente en el bolso salió del pequeño apartamento sin decir nada más, en busca de un cajero.
Caminó hacia el cajero automático por al menos media hora, sus pasos resonando en la calma de la noche, una única luz parpadeante de las viejas farolas guiándola hacia su objetivo.
Cada paso estaba imbuido de la urgencia de la situación, pero también de su empeño inquebrantable. Las calles, habitualmente llenas de vida, ahora parecían desiertas y silenciosas, un eco de la soledad que había sentido durante tanto tiempo.
Al llegar al cajero, Aurora se apresuró a entrar y poner llave en la pequeña cabina, ingresó la tarjeta y retiró la pequeña suma de dinero, la sensación de alivio que sintió se vio interrumpida por una inquietante sensación de ser observada.
Sus ojos buscaron en la negrura de la noche pero desde donde estaba no alcanzó a ver nada, por lo que decidida a llegar lo más pronto a su casa, salió de la cabina en busca de un taxi, sin embargo esa sensación de miedo solo incrementó con cada paso que daba.
Desesperada, giró du rostro y sus ojos se encontraron con la figura ominosa de dos hombres acercándose a ella. El miedo se apoderó de su corazón, una advertencia instintiva de peligro en el momento que los vio acelerar los pasos hacia ella.
Sus ojos se abrieron de par en par y un grito ahogado se escapó de sus labios mientras intentaba dar media vuelta y huir. Pero antes de que pudiera reaccionar, uno de los hombres la sujetó por el brazo y la arrastró hacia un oscuro callejón.
Intentó gritar, intentó golpearlo pero parecía que se había paralizado hasta que finalmente reaccionó y luchó con todas sus fuerzas, pateando y gritando, pero sus esfuerzos parecían en vano.
—¡Sueltenme! ¡Déjenme ir! —exclamó, su voz temblorosa de miedo y rabia.
Al escucharla, uno de los hombres dejó salir una risa perversa y llevó su mano a la mejilla ya golpeada de la castaña.
—Oh, no lindura, no podemos dejarte ir, tenemos instrucciones muy claras del mensaje que debemos darte.
Esas palabras consiguieron que todo el cuerpo de Aurora se llenara de pánico al darse cuenta que ese no era un ataque al azar, lo que significaba que se trataba de “él”.
—No, no, por favor… Voy a pagarle, les juro que si, de hecho aqui tengo un poco de dinero y…
—Shhhh, no hables niña, todo lo que dices ya lo sabemos— dijo el mismo tipo, mientras el otro se reía— Por supuesto que vamos a llevarnos tu dinero, pero primero te vamos a dar un mensajito, algo para que recuerdes el próximo mes no atrasarte.
Antes de poder siquiera asimilar lo que le decían, sintió como la mano del hombre la tocó en sus pechos mientras el otro la sostenía con fuerza de los brazos, lo que estaba a punto de ocurrir era muy claro: Iban a violarla.
—No… No ¡NO, NO! AYUDA, POR FAVOR AYUDA,—Con desespero comenzó a retorcerse, intentando librarse de las manos de los atacantes, mientras sentía como lágrimas gruesas recorrían su rostro.
Ella no quería que fuera así, no así… Sin embargo a pesar de sus gritos parecía que no había nadie dispuesto a ayudarla.
En ese momento, un estruendo resonó en el callejón, el sonido de un kotor llenó el ambiente y entonces el chirrido de llantas, ella de inmediato volvió a gritar:
—¡AYUDAAAA!—el golpe que el tipo le dio hizo que de inmediato la boca se le llenara de sangre y que la vista se le nublara momentáneamente.
—¡Callate perra!
El tipo le tenía el cabello prensado con tanta fuerza que era como si cientos de agujas se estuvieran enterrando en su piel, sin embargo, antes de que ella pudiera decir algo, se escuchó una puerta de auto siendo cerrada consiguiendo que los atacantes se tensaran.
Una voz autoritaria resonó en el aire y ella sintió como una oleada de esperanza le llenó el pecho: alguien la había escuchado.
—¡Deténganse ahora mismo!
Los hombres la soltaron con fuerza, consiguiendo que nuevamente se lastimara, y antes de huir, uno de ellos se acercó y le susurró en el oído:
—Si abres la boca el jefe se encargará de atravesarte una bala en medio de tus lindos ojos y en los de tu mami, no lo olvides.
Sin más, finalmente la soltaron, ella se tambaleó hacia atrás, temblando y jadeando. Solo entonces sus ojos se encontraron con los del recién llegado y al verlo sintió una mezcla de alivio y confusión.La figura imponente que tenía delante no era un desconocido, sino su propio jefe, Benjamín Reed.
Aurora se quedó en shock al reconocerlo y se dio cuenta que el hombre estaba igual de sorprendido, el rubio parecía no dar crédito a lo que veía.
Sin embargo, lo que la dejó sin aliento fue la transformación en la expresión de Benjamín. Su rostro, que normalmente mostraba seriedad y distanciamiento, estaba lleno de furia contenida y preocupación.
Él parecía no saber si debía perseguir a los atacantes o quedarse con ella, al final la segunda opción fue la ganadora, por lo que agachándose enfrente de ella, sostuvo su rostro lastimado con ambas manos antes de preguntar:
—¿Estás bien? — preguntó, su voz mucho más suave de lo que Aurora esperaba.
Ella asintió, incapaz de articular palabra. La adrenalina seguía corriendo por sus venas, y la cercanía de Benjamín solo parecía aumentar la intensidad de sus emociones.
—N-No lo estoy acosando— le dijo, como tonta, y no sabía si era porque quería borrar los últimos o porque el hombre la ponía nerviosa.Pudo ver cómo sus palabras parecieron impactarlo, pero antes de poder notar alguna emoción real en su rostro, el rubio sacudió la cabeza y la sostuvo de los brazos.
—Ven, te llevaré a un lugar seguro —dijo él, su voz resonando con autoridad.
Aurora se dejó llevar por él, sus piernas todavía temblorosas por la experiencia traumática que había enfrentado momentos antes. Benjamín la cargó con sumo cuidado en sus brazos y la llevó hacia su auto mientras que su cuerpo, su pecho y su mente hacía corto circuito.
Benjamin se había quedado hasta muy tarde en el parque revisando las cuentas y las anotaciones que su difunto abuelo había dejado antes de dormir, fue solo cuando recibió un mensaje de su mejor amigo, Max, que se dio cuenta que todo el mundo se había ido y decidió hacer lo mismo.En esos momentos, mientras subía a la pequeña parlanchina a su auto, no sabía qué habría pasado si él no hubiese pasado por ahí, si no se hubiese quedado hasta tarde trabajando y sinceramente no quería pensar en aquello, pero si había algo que estaba dando vueltas en su su cabeza y cuando se sentó tras el volante lo dejó salir.—¿Qué hacias caminando sola tan tarde?Aurora que seguía temblando debido al miedo y la impresión, entonces llevó sus ojos hacia esas dos joyas azules que la estaban viendo con reproche y sólo ahí recordó el motivo que la llevó hasta ese lugar.Sus manos se movieron con rapidez hacia el bolsillo delantero de su pantalón y el alivió la invadió cuando al meter la mano sacó el rollo delga
Benjamin ya no estaba seguro de que hubiera sido una buena idea haber llevado a Max con él al maldito parque, pues lo único que había hecho desde que entraron fue lanzarle sonrisitas a todas las empleadas que prácticamente estaban comiéndoselos con los ojos. Parecía que ni siquiera les importara que él las asesinara con la mirada, pues lo último que quería era tener una empleada enamorada e intensa en el maldito lugar. Eso ya sería el último clavo de su cruz. Y hablando de empleadas intensas, se le hacía sumamente extraño no haber visto la cabellera castaña de cierta reina de la intensidad, aunque teniendo en cuenta los sucesos de la noche anterior, no se le haría raro si había pedido permiso al idiota del administrador. Ese era otro que no servía para nada más que ponerle los nervios de punta, no entendía cómo su abuelo había dejado que este lugar llegara al nivel en el que estaba. Y como si lo hubiera invocado, el administrador regordete se acercó apresuradamente, pero Benjamin
El parque de diversiones resplandecía con luces parpadeantes, mientras la risa y los gritos de los visitantes llenaban el aire. Sin embargo, todo había quedado opacado en el momento en que los ojos de Aurora quedaron fijos en el rostro del viejo señor Mcqueen. Durante muchos años el hombre, ya entrado en los años, había intentado que el abuelo Reed le vendiera el parque y no lo había conseguido, sin embargo, el anciano ya no estaba con ellos y ella no podía asegurar que el nuevo CEO no fuera a ceder ante las embaucaciones del viejo y desleal que tenían enfrente. Eso era algo que le había estado preocupando desde que supo que tendrían un nuevo CEO, pues era consciente que la situación del parque no era la mejor y temía que quien fuera a tomar el mando se decidiera por la solución más fácil que era venderlo. En el momento en que el tipo, regordete, con la cara enrojecida por el sol y el cabello castaño y escaso en la cabeza, llegó hasta ellos, Benjamin sintió como la chica a su lado
Esa había sido en definitiva una de las situaciones más incómodas que había tenido, para empezar tuvo que fingir que le interesaba saber quién era el tipo cuando lo único que quería era largarse de ahí. Y para completar viene el idiota y le dice todo lo que él ya sabe tocando un nervio sensible en su cuerpo, que es no poder cumplir con la última voluntad del viejo. Sin embargo, nada de eso se comparaba con la rabia que sentía en esos momentos hacia cierta entrometida que tenía a su lado, por eso cuando el señor Mcqueen se fue, no dudó ni un segundo en girarse y tomar del brazo a esa m*****a mujer que iba a terminar por matarlo de un disgusto. —S-Señor… Yo… Yo tengo que ir a trabajar ya es… —Tú no vas a ir a ningún maldito lugar y te recomiendo que cierres la boca si no quieres terminar de embarrarla. Aurora temblando de nervios se dejó llevar por el rubio que parecía que estaba a punto de asesinar a alguien y en el momento en que vio la salita de empleados algo de tranquilidad se
Benjamìn había salido de la oficina de empleados a buscar a la habladora pero era como si la tierra se la hubiera tragado de la nada y a eso había que sumarle que él no conocía el parque todavía. Al menos no a profundidad, lo que empeoraba su búsqueda. Sin embargo, mientras caminaba vio al hombre que hace unos días la chica había saludado con efusividad, ese mismo que él, por sugerencia del administrador, había despedido y no dudó en acercarse. El hombre al verlo le dio una mirada entre curiosa y confundida. A Benjamin le extrañó no ver ni un solo atisbo de rabia o resentimiento, a fin de cuentas lo había dejado sin trabajo. —Disculpe, estoy buscando a una de las animadoras, la chica habladora, una castaña que… —Aurora— dijo el hombre interrumpiendolo y él no pudo evitar pensar que el nombre le quedaba perfecto— Su nombre es Aurora Sullivan ¿Por qué la busca? No irá a despedirla, o si? Porque señor, puede que ella parezca un poco atolondrada, pero le aseguro que es una excelente m
La noche caía sobre la ciudad, el parque finalmente estaba apagando sus atracciones por ese día y Aurora, agotada tanto física como emocionalmente por todo lo que había pasado, lo último que quería era llegar a su casa y tener que enfrentar los insultos de su madre. Vivir bajo el mismo techo con ella se había convertido en una pesadilla constante. La escasa cantidad de dinero que Aurora ganaba se esfumaba rápidamente, ya que su madre prácticamente se lo quitaba todo, y el poco que quedaba debía entregarse al prestamista y lo más preocupante de todo era que el ciclo parecía nunca acabar. Eso sumado a que había tenido que abandonar sus estudios en la universidad hace ya un semestre, si no lo hizo desde hace un año fue porque su padre ya le había pagado la colegiatura antes de morir. Pero eso era un lujo que ya no podía darse. Solo Emily, su amiga y compañera de trabajo, conocía la verdadera situación de Aurora, y tal vez fue por eso que se acercó a ella esa noche y la invitó a salir
Aurora sentía que el cuerpo entero le estaba ardiendo en llamas. Era una sensación horrible que se mezclaba con las ganas de vomitar y el mareo que a duras penas la dejaba caminar, sus ojos buscaban con desespero a Emily pero no la encontraba, lo que hizo que la desesperación en su interior fuera mayor. Sin embargo, todo empeoró en el momento en que sintió un par de manos posarse en su cintura y al girarse se topó con el rostro de un desconocido. A pesar de su malestar y el estado en el que estaba pudo identificar la mirada lasciva que el hombre le estaba dando. —Hola, hermosa. ¿Por qué estás tan solita? Aurora pudo sentir el arranque errático de sus latidos cuando el miedo se disparó en su interior, en especial porque sabía que estaba perdiendo todo el control sobre su cuerpo y la inconsciencia parecía estar cada vez más cerca. —N-No..— Las palabras se quedaban atascadas en su garganta y eso pareció ser el impulso que necesitaba el tipo frente a ella, para tomarla de la mano y tir
Aurora sentía que el fuego que estaba quemándole de dentro hacía afuera solo se calmaba en el instante en que esas manos grandes y varoniles se posaban sobre ella. Por eso cuando cayó dentro del agua y sintió el cuerpo pegado a ella, lo único que pudo hacer fue acercarse mucho más para sentirlo por completo. Necesitaba apagar el calor. — ¿Ey, habladora, vamos a ponerte por allá ? Benjamín no sabía que demonios hacer, la habladora estaba pegada a él como si de una garrapata se tratara, solo que esa era una garrapata malditamente sexy, con la ropa mojada y que estaba viéndolo como si quisiera devorarlo. Con cuidado puso sus manos en los hombros de la chica e intentó separarla y ponerla en el otro extremo de la bañera para poder salir. Pero ella parecía tener otros planes, pues nada más alejarla volvía a pegarse a su cuerpo. —No… no. Has que se apague, por favor…—Aurora volvió a impulsarse hacía él y se aferró a su torso al tiempo que escondía el rostro en la curva de su cuello. B