Benjamin ya no estaba seguro de que hubiera sido una buena idea haber llevado a Max con él
al maldito parque, pues lo único que había hecho desde que entraron fue lanzarle sonrisitas a todas las empleadas que prácticamente estaban comiéndoselos con los ojos.
Parecía que ni siquiera les importara que él las asesinara con la mirada, pues lo último que quería era tener una empleada enamorada e intensa en el maldito lugar. Eso ya sería el último clavo de su cruz.
Y hablando de empleadas intensas, se le hacía sumamente extraño no haber visto la cabellera castaña de cierta reina de la intensidad, aunque teniendo en cuenta los sucesos de la noche anterior, no se le haría raro si había pedido permiso al idiota del administrador.
Ese era otro que no servía para nada más que ponerle los nervios de punta, no entendía cómo su abuelo había dejado que este lugar llegara al nivel en el que estaba.
Y como si lo hubiera invocado, el administrador regordete se acercó apresuradamente, pero Benjamin lo despachó con un gesto de su mano y decidió aventurarse por su cuenta.
—¿Podrías dejar de comerte a todas las empleadas con los ojos?— preguntó con fastidio, antes de agregar— Las estás distrayendo.
Max a su lado dejó salir un resoplido y luego esbozó una sonrisa coqueta y le dijo:
—Si lo que quieres es que no conquiste a tu parlanchina, solo tienes que decirme.
Esa vez el resoplido llegó acompañado de un gruñido que hizo reír al pelinegro y mirar con diversión a su amigo. Ellos eran agua y aceite, donde Ben era amargado y malgeniado, Max era el alma de la fiesta.
Sin embargo se querían como hermanos y eso era algo que ninguno de los dos ponía en duda.
Finalmente su amigo terminó comentando sobre el aspecto del parque.
—El lugar no está tan mal como habías dicho.
—Para mí, es un agujero negro —gruñó Benjamin—. No puedo creer que haya aceptado estar aquí.
—¿Hubieses preferido que tu tío se lo quedara?
El silencio por parte del rubio fue su única respuesta, porque si había algo que él odiaba más que a esos malditos parques, entonces eso era su tío.
Mientras caminaban por el parque, una voz conocida se alzó por encima del murmullo de la multitud. Benjamin sintió cómo todo su cuerpo se tensaba al escucharla.
—Jefe, ¿me regala un momento? —llamó Aurora, corriendo hacia ellos.
Esa mañana la castaña había llegado con retraso, pues todo el cuerpo le dolía luego del incidente de la noche anterior y no había podido ni comprar analgesicos porque su madre le había quitado prácticamente todo.
El hecho de que el malgeniado de su jefe no se detuviera hacía que tuviera que hacer más esfuerzo y el cuerpo le doliera el doble.
—¡Señor Reed!
Max, curioso, al ver que su amigo ni siquiera se giraba, sino que por el contrario apresuraba el paso, se giró para ver quien lo llamaba y se encontró viendo de frente a una hermosa chica castaña de ojos claros que se acercaba.
Al notar el labio partido y el rostro golpeado de la chica, no tuvo que pensar demasiado para deducir que se trataba de la empleada de la que su amigo se había estado quejando. Entonces posó sus ojos en el rubio a su lado que tenía la quijada apretada y preguntó:
—¿Esa belleza es la parlanchina que no te deja en paz? Pues amigo, ya quisiera yo que me persiguiera—bromeó Max viendo embobado a la chica morena que se acercaba.
Benjamin de lo último que quería era hablar de esa niña del demonio, que tras intensa y besucona, también era una irresponsable, y es que de solo recordar lo sucedido la noche anterior le daban ganas de ahorcarla.
Por eso, con toda su cara de agrio ya común, lanzó una una mirada de enojo hacia su amigo, que lo estaba sosteniendo del brazo y lo obligaba a quedarse en su lugar, esperando que la niña llegara hasta ellos.
—No digas estupideces y ni se te ocurra empezar a enamorarla, si ya es así en su estado normal, no me quiero ni imaginar como debe ponerse cuando se ilusiona.
Antes de que Max pudiera decir algo, Aurora llegó hasta donde ambos hombres se encontraban, su aliento agitado por la carrera. Sus ojos se encontraron con los de Benjamin, y aunque no necesitaban palabras, había una tensión palpable en el aire.
Sin embargo, a pesar de los golpes y el labio partido, el CEO se sorprendió al notar que la joven tenía un brillo en la mirada, una mezcla de determinación y una pizca de desafío.
—¿Hoy sí tiene tiempo de atenderme, jefe? —dijo Aurora y antes de que este pudiera contestar, agregó:—. Quería hablarle sobre las ideas que tengo para mejorar el parque. Así no tendrá que despedir a más nadie, se lo garantizo.
Mientras la parlanchina hablaba, Ben, no estaba prestando mucha atención a sus palabras. Y es que ¿Cómo demonios hacerlo si hablaba a millón? No entendía nada.
Además, sus ojos, contra su voluntad, estaban fijos en la herida de su labio, cada vez que la veía no podía dejar de pensar en lo cerca que estuvo la chica de haber sido abusada y lo irresponsable que había sido.
De solo recordarlo se llenaba de coraje y las ganas zarandearla y de decirle sus tres verdades regresaban con intensidad.
Por otro lado Max notó la distracción de Benjamin y, mal interpretando su silencio, lo interrumpió solo para conseguir que el rubio terminara de explotar.
—De hecho, dulzura, Ben me estaba diciendo que aún no conocía todo el parque, porque mejor no le haces un recorrido por las atracciones antes de contarle las ideas. Estoy seguro de que te agradecerá.
Las palabras de su amigo lo trajeron de regreso a la realidad y consiguieron que un gruñido lleno de irritación saliera de él ante la intromisión, él conocía a su amigo y podía ver muy claramente a lo que estaba jugando.
—No— dijo tajante, consiguiendo que la chica lo viera con molestía— Estoy muy ocupado para escuchar lo que sea que vaya a decirme y creo que usted debe tener cosas que hacer.— esto último lo dijo viendo fijamente a la chica.
Aurora se negaba rotundamente a aceptar una negativa, por eso, antes de que el CEO pudiera dar media vuelta, lo tomó de la mano consiguiendo que este la mirara con ganas de matarla.
No era un secreto para nadie que el hombre no la toleraba, pero ya vería ella como conseguía mejorar ese pequeño detalle.
—De hecho tengo algo de espacio, jefe, y le aseguro que no me voy a demorar,
Benjamin, a pesar de su resistencia inicial, se quedó en su lugar, viendo cómo Aurora lo tomaba de la mano con una familiaridad que lo irritaba y sorprendida al mismo tiempo y la muy sinvergüenza aprovechando que él no se alejaba comenzó a guiarlo.
—Oh, señor Reed, ya verá que va a amar este lugar.
El CEO no pudo evitar poner los ojos en blanco ante la inocencia de la chica, pues si ella supiera al menos una pizca de su pasado sabría que lo que acababa de decir era imposible, una completa estupidez, pues él nunca amaría ese parque, de hecho lo único que quería era deshacerse de él.
La morena lo fue guiando por el parque iluminado por luces de colores brillantes, el lugar cobraba vida a su alrededor. Los sonidos de las risas y los juegos mecánicos llenaban el aire,y consiguen que su cuerpo estuviera cada vez más tenso. Todo en ese lugar lo alteraba.
Sin embargo, no pudo evitar admitir internamente que, a pesar de su aversión por este lugar, había algo contagioso en la emoción de Aurora.
Durante el recorrido, Aurora explicó con entusiasmo cuáles eran las atracciones más populares y cuáles generaban mayores ingresos. Incluso compartió un análisis sobre los principales clientes que visitaban el parque.
Benjamin, a pesar de sí mismo, comenzó a interesarse en lo que decía. Finalmente, en medio de la visita, Benjamin detuvo a Aurora consiguiendo que la chica lo viera con el ceño fruncido y él tuvo que poner los ojos en blanco al ver su expresión. Esa niña era un desastre.
Y sin poder contenerse por más tiempo, simplemente le preguntó:
—¿Cómo estás?
La pregunta la tomó por sorpresa, y sus mejillas se sonrojaron ligeramente antes carraspear su garganta alejando la mirada del imponente hombre frente a ella y responder:
—Estoy bien, gracias a usted. Si me hubieran robado la quincena...
Benjamin frunció el ceño, sintiéndose molesto por su respuesta centrada en el dinero.
—Pudieron hacerte daño de muchas maneras, ¿solo te preocupa el dinero? —le espetó.
Aurora pareció incómoda ante la pregunta, pero antes de que pudiera responder, su mirada se dirigió más allá de Benjamin.
Cuando él se volvió, vio a un hombre mayor caminando hacia ellos.
—¿Qué ocurre? ¿Acaso es tu padre? —preguntó Benjamin con un toque de burla y enojo.
Sin embargo, lo que él no sabía era que ese comentario había conseguido remover viejas heridas en la castaña, por eso sin poder evitarlo miró al hombre con sorpresa y luego tristeza antes de responder:
—Mi padre está muerto, señor Reed. Ese es el dueño de "Diversión al Parque", nuestra competencia. Parece que viene hacia usted.
Benjamin se sintió como la m****a al escucharla, sin embargo no pudo evitar fruncir el ceño, sintiendo cómo se intensificaba la tensión en el aire. No sabía lo que este encuentro inesperado podía significar, pero estaba claro que las cosas se estaban volviendo aún más complicadas.
Max observó la escena con interés y una chispa de diversión en los ojos. La historia entre Benjamin y Aurora parecía estar tomando un giro inesperado y emocionante.
Hola, cariñitos! Muchas gracias a todas por unirse a esta nueva historia, espero de todo corazón que les guste y les agradezco infinitamente por haberle dado la oportunidad :) Buenooo, si ser más que decir, Que lo disfruten!!!!
El parque de diversiones resplandecía con luces parpadeantes, mientras la risa y los gritos de los visitantes llenaban el aire. Sin embargo, todo había quedado opacado en el momento en que los ojos de Aurora quedaron fijos en el rostro del viejo señor Mcqueen. Durante muchos años el hombre, ya entrado en los años, había intentado que el abuelo Reed le vendiera el parque y no lo había conseguido, sin embargo, el anciano ya no estaba con ellos y ella no podía asegurar que el nuevo CEO no fuera a ceder ante las embaucaciones del viejo y desleal que tenían enfrente. Eso era algo que le había estado preocupando desde que supo que tendrían un nuevo CEO, pues era consciente que la situación del parque no era la mejor y temía que quien fuera a tomar el mando se decidiera por la solución más fácil que era venderlo. En el momento en que el tipo, regordete, con la cara enrojecida por el sol y el cabello castaño y escaso en la cabeza, llegó hasta ellos, Benjamin sintió como la chica a su lado
Esa había sido en definitiva una de las situaciones más incómodas que había tenido, para empezar tuvo que fingir que le interesaba saber quién era el tipo cuando lo único que quería era largarse de ahí. Y para completar viene el idiota y le dice todo lo que él ya sabe tocando un nervio sensible en su cuerpo, que es no poder cumplir con la última voluntad del viejo. Sin embargo, nada de eso se comparaba con la rabia que sentía en esos momentos hacia cierta entrometida que tenía a su lado, por eso cuando el señor Mcqueen se fue, no dudó ni un segundo en girarse y tomar del brazo a esa m*****a mujer que iba a terminar por matarlo de un disgusto. —S-Señor… Yo… Yo tengo que ir a trabajar ya es… —Tú no vas a ir a ningún maldito lugar y te recomiendo que cierres la boca si no quieres terminar de embarrarla. Aurora temblando de nervios se dejó llevar por el rubio que parecía que estaba a punto de asesinar a alguien y en el momento en que vio la salita de empleados algo de tranquilidad se
Benjamìn había salido de la oficina de empleados a buscar a la habladora pero era como si la tierra se la hubiera tragado de la nada y a eso había que sumarle que él no conocía el parque todavía. Al menos no a profundidad, lo que empeoraba su búsqueda. Sin embargo, mientras caminaba vio al hombre que hace unos días la chica había saludado con efusividad, ese mismo que él, por sugerencia del administrador, había despedido y no dudó en acercarse. El hombre al verlo le dio una mirada entre curiosa y confundida. A Benjamin le extrañó no ver ni un solo atisbo de rabia o resentimiento, a fin de cuentas lo había dejado sin trabajo. —Disculpe, estoy buscando a una de las animadoras, la chica habladora, una castaña que… —Aurora— dijo el hombre interrumpiendolo y él no pudo evitar pensar que el nombre le quedaba perfecto— Su nombre es Aurora Sullivan ¿Por qué la busca? No irá a despedirla, o si? Porque señor, puede que ella parezca un poco atolondrada, pero le aseguro que es una excelente m
La noche caía sobre la ciudad, el parque finalmente estaba apagando sus atracciones por ese día y Aurora, agotada tanto física como emocionalmente por todo lo que había pasado, lo último que quería era llegar a su casa y tener que enfrentar los insultos de su madre. Vivir bajo el mismo techo con ella se había convertido en una pesadilla constante. La escasa cantidad de dinero que Aurora ganaba se esfumaba rápidamente, ya que su madre prácticamente se lo quitaba todo, y el poco que quedaba debía entregarse al prestamista y lo más preocupante de todo era que el ciclo parecía nunca acabar. Eso sumado a que había tenido que abandonar sus estudios en la universidad hace ya un semestre, si no lo hizo desde hace un año fue porque su padre ya le había pagado la colegiatura antes de morir. Pero eso era un lujo que ya no podía darse. Solo Emily, su amiga y compañera de trabajo, conocía la verdadera situación de Aurora, y tal vez fue por eso que se acercó a ella esa noche y la invitó a salir
Aurora sentía que el cuerpo entero le estaba ardiendo en llamas. Era una sensación horrible que se mezclaba con las ganas de vomitar y el mareo que a duras penas la dejaba caminar, sus ojos buscaban con desespero a Emily pero no la encontraba, lo que hizo que la desesperación en su interior fuera mayor. Sin embargo, todo empeoró en el momento en que sintió un par de manos posarse en su cintura y al girarse se topó con el rostro de un desconocido. A pesar de su malestar y el estado en el que estaba pudo identificar la mirada lasciva que el hombre le estaba dando. —Hola, hermosa. ¿Por qué estás tan solita? Aurora pudo sentir el arranque errático de sus latidos cuando el miedo se disparó en su interior, en especial porque sabía que estaba perdiendo todo el control sobre su cuerpo y la inconsciencia parecía estar cada vez más cerca. —N-No..— Las palabras se quedaban atascadas en su garganta y eso pareció ser el impulso que necesitaba el tipo frente a ella, para tomarla de la mano y tir
Aurora sentía que el fuego que estaba quemándole de dentro hacía afuera solo se calmaba en el instante en que esas manos grandes y varoniles se posaban sobre ella. Por eso cuando cayó dentro del agua y sintió el cuerpo pegado a ella, lo único que pudo hacer fue acercarse mucho más para sentirlo por completo. Necesitaba apagar el calor. — ¿Ey, habladora, vamos a ponerte por allá ? Benjamín no sabía que demonios hacer, la habladora estaba pegada a él como si de una garrapata se tratara, solo que esa era una garrapata malditamente sexy, con la ropa mojada y que estaba viéndolo como si quisiera devorarlo. Con cuidado puso sus manos en los hombros de la chica e intentó separarla y ponerla en el otro extremo de la bañera para poder salir. Pero ella parecía tener otros planes, pues nada más alejarla volvía a pegarse a su cuerpo. —No… no. Has que se apague, por favor…—Aurora volvió a impulsarse hacía él y se aferró a su torso al tiempo que escondía el rostro en la curva de su cuello. B
Lo primero que Aurora notó fuera de lo normal esa mañana, fue que la cama en la que estaba descansando era demasiado cómoda y suave, algo totalmente atípico en su casa, pues su cama era angosta y el colchón podía pasar perfectamente por una servilleta. Lo segundo fue el silencio que había a su alrededor, pues de estar en casa, ya su madre le estaría gritando que era una holgazana por no haberse despertado a hacer el desayuno y lo tercero y tal vez má extraño, era que toda la habitación tenía un delicioso olor a hombre que se le hacía levemente familiar. Despacio fue abriendo los ojos y de inmediato una punzada de dolor le atravesó la cabeza obligando a que los cerrara nuevamente al sentir la luz darle en los ojos. Se sentía como si un camión le hubiese pasado por encima y al hacer memoria solo tenía flashes de la noche anterior. Primero recordaba haber pedido un cóctel y estar bailando en la pista con.. ¡Emily! Oh Dios, esa vez sí que abrió los ojos y lo que encontró la dejó comple
Aurora se bajó en la parada de autobuses y caminó hacia su casa, aunque lo que menos quería era encontrarse con su madre. Benjamin le había dado una orden directa: regresar y cambiarse de ropa antes de volver al parque. Apenas cruzó la puerta, se dio cuenta de que su madre estaba en la sala. La mirada que le lanzó estaba cargada de odio, una expresión que Aurora nunca había visto en el rostro de su madre. Los dientes apretados, su madre estalló en una pregunta venenosa: —¿Dónde demonios te metiste? Ahora además te has vuelto una puta? Tú padre debe estar retorciéndose en su tumba. Aurora quedó paralizada por las palabras de su madre. Esa acusación era tan falsa como dolorosa. Su madre nunca antes la había insultado de esa manera, probablemente porque ella solía quedarse en casa la mayor parte del tiempo. Aurora finalmente logró balbucear: —Mm-Me he quedado con Emily, lamento no haber avisado. El rostro de su madre al escucharla se volvió rojo en un instante. En un movimiento r