Benjamin se había quedado hasta muy tarde en el parque revisando las cuentas y las anotaciones que su difunto abuelo había dejado antes de dormir, fue solo cuando recibió un mensaje de su mejor amigo, Max, que se dio cuenta que todo el mundo se había ido y decidió hacer lo mismo.
En esos momentos, mientras subía a la pequeña parlanchina a su auto, no sabía qué habría pasado si él no hubiese pasado por ahí, si no se hubiese quedado hasta tarde trabajando y sinceramente no quería pensar en aquello, pero si había algo que estaba dando vueltas en su su cabeza y cuando se sentó tras el volante lo dejó salir.
—¿Qué hacias caminando sola tan tarde?
Aurora que seguía temblando debido al miedo y la impresión, entonces llevó sus ojos hacia esas dos joyas azules que la estaban viendo con reproche y sólo ahí recordó el motivo que la llevó hasta ese lugar.
Sus manos se movieron con rapidez hacia el bolsillo delantero de su pantalón y el alivió la invadió cuando al meter la mano sacó el rollo delgado y pequeño que conformaba su quincena. Un suspiro de alivio salió de sus labios al tiempo que un gruñido llenó el ambiente.
—¡Tienes que estar jodiendome! — el grito del rubio la hizo dar un respingo en su asiento y cuando lo miró se dio cuenta que el hombre parecía muy enojado—¿En serio te expusiste de esta manera solo por ir a retirar dinero? ¡ES QUE ACASO ESTÁS LOCA, MUJER!
El grito, el reproche y todo lo que había sucedido anteriormente con su madre estaban comenzando a pasar factura en ella, por lo que sintiendo un nudo posarse en su garganta y las lágrimas quemar en sus ojos, le respondió a su jefe también a los gritos.
—¡Necesitaba el dinero!— le dijo y vio cómo el hombre estaba a punto de hablar por lo que se adelantó a decirle— Puede que usted no sepa lo que esas palabras significan, pero yo necesitaba retirar el dinero hoy, le agradezco por haber impedido que me robaran, pero no …
La risa seca y sarcástica del hombre la interrumpió haciendo que cerrara la boca de golpe, mientras veía como la risa de Benjamín terminó transformándose en un gruñido que consiguió erizar cada poro de su piel.
Benjamín no podía creer la insensatez de esa chica ¡¿Cómo se le ocurría salir a retirar dinero sola en un sitio como ese!? Las ganas que tenía de zarandearla y hacerla entrar en razón solo se hacían más grandes a medida ella abría la boca.
—¿Robarte? ¿En serio eres tan ingenua para creer que lo que esos hombres querían hacerte era robarte? ¡Debiste esperar a la mañana!
La pregunta activó nuevamente el miedo en su interior, los recuerdos de hace unos segundos cuando las manos de esos tipos estaban sobre ella la invadieron y sintió como sus labios comenzaron a temblar nuevamente.
Aurora quería gritarle en la cara que no podía esperar a la mañana siguiente porque de haberlo hecho su madre la habría corrido de la casa, pero esas eran cosa que ella nunca le diría, ni a él ni a nadie, lo miserable que era su vida era un problema que solo le concernía a ella.
—Gracias por la ayuda— dijo entonces con la voz temblorosa y abrió la puerta del auto—Tomaré un taxi hasta la casa.
A Benjamin solo le tomó un segundo reaccionar, antes de inclinarse hacia donde la loca habladora estaba y cerrar la puerta antes de que ella pudiera siquiera terminar de abrirla.
—¿¡Qué hace!?
—¿Qué hago yo?— preguntó, viéndola con el rostro serio y enrojecido, esa niña sacaba lo peor de él— ¿Qué demonios estás haciendo tú? No puedes pensar que voy a dejar que te vayas en ese estado, debo llevarte a un hospital, ir a una inspección de policía a que pongas una denuncia.
Escuchar la palabra “policía” había encendido todas sus alarmas, pues recordaba muy bien la advertencia que los hombres de Arnold le habían dado antes de irse, por lo que tragando en seco negó rápidamente con la cabeza.
—Eso no es necesario, no me robaron nada y no les ví el rostro como para poder decirle algo de servicio a la policía, ahora mismo solo quiero llegar a mi casa. Por favor.
Benjamín no podía negar que en ese aspecto la niña llevaba algo de razón, la policía pocas veces hacía algo. Eso él lo sabía muy bien, lo había vivido en carne propia hace mucho tiempo.
—Entonces vamos al hospital.— dijo tajante, dando una mirada evaluativa al rostro y cuerpo de la chica buscando heridas.
—No es necesario, en serio. Estoy bien, solo un poco adolorida, Solo quiero llegar a mi casa.
Benjamin mantuvo sus ojos fijos en Aurora, no podía creer lo terca que era la chica, tras sus palabras el auto se llenó de tensión y un silencio incómodo los envolvió, antes de que el finalmente asintiera hacia ella.
—Muy bien, pero no vas a irte en taxi, voy a llevarte y no está en discusión.
Aurora no tuvo más opción que aceptar las demandas de su jefe y con el corazón en la boca fue dando las indicaciones para llegar hasta su casa.
A medida que Benjamín seguía las indicaciones se dio cuenta como las casas iban disminuyendo su tamaño y el barrio se iba viendo cada vez más destruido y peligroso, para el momento en que la chica le hizo detener el frente a la humilde morada, se quedó asombrado de la pequeñez y el mal estado del lugar.
No pudo evitar que sus pensamientos se filtraran en palabras al expresar su opinión sobre su vivienda.
—Deberías buscar un trabajo de verdad para que te mudes de ahí, esa casa parece que está a punto de caer.
Aurora sintió como la vergüenza se encendía en su interior, siendo seguida de una oleada de coraje, no podía creer lo cretino que ese hombre podía ser, por más que la haya rescatado como todo un príncipe de brillante armadura, solo tenía que abrir la boca para convertirse en un ogro.
—Le recuerdo señor Reed que ya tengo un trabajo de verdad y además el lugar y la forma en la que viva no es de su incumbencia.— le dijo, al tiempo que con manos temblorosas se zafaba del cinturón de seguridad.
Benjamín, lejos de disculparse por sus palabras como ella esperaba dejó salir un bufido antes de decir:
—Disfrazarse y jugar con niños no es un trabajo de verdad.— le dijo sin importarle lo borde que podían sonar sus palabras, pero para él era mejor la verdad que dolía que la mentira que consolaba.
Sin embargo, la joven parecía no pensar igual que él, pues lo miró con decepción y frustración en los ojos, como si por alguna razón esperara más de él.
—Si se permite conocer el parque, se dará cuenta de que sí es un trabajo de verdad", le respondió con firmeza.—Lo que yo hago tiene valor, pero si ni siquiera me da la oportunidad, entonces ¿cómo lo sabrá?
Con eso dicho, sin más explicaciones, salió del auto, dejando a Benjamin sin palabras y con una mezcla de emociones en el pecho que decidió ignorar.
Después de dejar a Aurora en su hogar, buscó refugio en un bar que solía frecuentar. Allí se encontró con Max, su mejor amigo, y comenzó a relatarle los acontecimientos que habían tenido lugar en el parque.
—Todo ha sido una m*****a locura, el lugar es un desastre— le dijo, mientras bebía un sorbo de su cerveza.
Mientras tanto el moreno miraba a su amigo con curiosidad, sospechando que había mucho más de lo que le estaba diciendo.
—¿Pasó algo en especial para que estés tan alterado?
El bufido en respuesta por parte del rubio fue suficiente para saber que si había sucedido algo.
—Si con algo te refieres a que una empleada me ha besado no una, ¡sino dos veces sin mi m*****a autorización! —empezó a decir subiendo la voz y dejando sorprendido a Max quien intentó hablar, pero fue interrumpido por el rubio.—Y que además me arrojó al barro ensuciando mi maldito traje armani recié comprado y como no, me la tuve que encontrar antes de venir aquí cuando estaba a punto de ser atacada, violada y quién sabe qué cosas más por dos idiotas ¡Y la muy terca se negó a ir a un hospital!
Max no tenía idea que parte de la historia comenzar a asimilar primero, sin embargo hubo algo que no había pasado desapercibido y era la vehemencia con que su amigo describió y habló de la misteriosa chica, por lo que no pudo evitar dejar salir una carcajada mientras lo miraba, sospechando que las cosas estaban por ponerse interesantes.
Benjamin sin embatrgo, frunció el ceño, incómodo con la reacción de su amigo.
—¿Qué demonios te parece tan gracioso?
En medio de su enojo y confusión, Max lo interrumpió con una pregunta directa:
—¿Es atractiva la chica? —ante la mirada confusa de Ben, él agregó—La besucona y habladora.
A pesar de sus intentos por evadir la cuestión, no pudo evitar que su mente recreara la imagen de Aurora. Una belleza angelical y traviesa, aunque él solo se limitó a encogerse de hombros y responder con aparente indiferencia:
—Me imagino que no está mal, ¿por qué?
Max no fue engañado por la respuesta superficial. Conocía a su amigo mejor que nadie y podía ver a través de sus palabras y fue justo por eso que decidió decir:
—Mañana te acompañaré al parque — cuando Benjamin parecía dispuesto a refutar, Max se apresuró a agregar — Así te ayudo a evitar que mates a alguien y te echo una mano con los temas legales.
Finalmente Benjamín terminó aceptando la ayuda, pero lo que no sabía era que para Max se trataba de algo más que una simple visita, pues la verdad era que se moría por conocer a la chica que parecía estar traspasando los gruesos muros que hace tanto tiempo había creado su amigo.Al parecer había llegado la hora de que una mujer rescatara a Benjamin Reed del pasado.
Benjamin ya no estaba seguro de que hubiera sido una buena idea haber llevado a Max con él al maldito parque, pues lo único que había hecho desde que entraron fue lanzarle sonrisitas a todas las empleadas que prácticamente estaban comiéndoselos con los ojos. Parecía que ni siquiera les importara que él las asesinara con la mirada, pues lo último que quería era tener una empleada enamorada e intensa en el maldito lugar. Eso ya sería el último clavo de su cruz. Y hablando de empleadas intensas, se le hacía sumamente extraño no haber visto la cabellera castaña de cierta reina de la intensidad, aunque teniendo en cuenta los sucesos de la noche anterior, no se le haría raro si había pedido permiso al idiota del administrador. Ese era otro que no servía para nada más que ponerle los nervios de punta, no entendía cómo su abuelo había dejado que este lugar llegara al nivel en el que estaba. Y como si lo hubiera invocado, el administrador regordete se acercó apresuradamente, pero Benjamin
El parque de diversiones resplandecía con luces parpadeantes, mientras la risa y los gritos de los visitantes llenaban el aire. Sin embargo, todo había quedado opacado en el momento en que los ojos de Aurora quedaron fijos en el rostro del viejo señor Mcqueen. Durante muchos años el hombre, ya entrado en los años, había intentado que el abuelo Reed le vendiera el parque y no lo había conseguido, sin embargo, el anciano ya no estaba con ellos y ella no podía asegurar que el nuevo CEO no fuera a ceder ante las embaucaciones del viejo y desleal que tenían enfrente. Eso era algo que le había estado preocupando desde que supo que tendrían un nuevo CEO, pues era consciente que la situación del parque no era la mejor y temía que quien fuera a tomar el mando se decidiera por la solución más fácil que era venderlo. En el momento en que el tipo, regordete, con la cara enrojecida por el sol y el cabello castaño y escaso en la cabeza, llegó hasta ellos, Benjamin sintió como la chica a su lado
Esa había sido en definitiva una de las situaciones más incómodas que había tenido, para empezar tuvo que fingir que le interesaba saber quién era el tipo cuando lo único que quería era largarse de ahí. Y para completar viene el idiota y le dice todo lo que él ya sabe tocando un nervio sensible en su cuerpo, que es no poder cumplir con la última voluntad del viejo. Sin embargo, nada de eso se comparaba con la rabia que sentía en esos momentos hacia cierta entrometida que tenía a su lado, por eso cuando el señor Mcqueen se fue, no dudó ni un segundo en girarse y tomar del brazo a esa m*****a mujer que iba a terminar por matarlo de un disgusto. —S-Señor… Yo… Yo tengo que ir a trabajar ya es… —Tú no vas a ir a ningún maldito lugar y te recomiendo que cierres la boca si no quieres terminar de embarrarla. Aurora temblando de nervios se dejó llevar por el rubio que parecía que estaba a punto de asesinar a alguien y en el momento en que vio la salita de empleados algo de tranquilidad se
Benjamìn había salido de la oficina de empleados a buscar a la habladora pero era como si la tierra se la hubiera tragado de la nada y a eso había que sumarle que él no conocía el parque todavía. Al menos no a profundidad, lo que empeoraba su búsqueda. Sin embargo, mientras caminaba vio al hombre que hace unos días la chica había saludado con efusividad, ese mismo que él, por sugerencia del administrador, había despedido y no dudó en acercarse. El hombre al verlo le dio una mirada entre curiosa y confundida. A Benjamin le extrañó no ver ni un solo atisbo de rabia o resentimiento, a fin de cuentas lo había dejado sin trabajo. —Disculpe, estoy buscando a una de las animadoras, la chica habladora, una castaña que… —Aurora— dijo el hombre interrumpiendolo y él no pudo evitar pensar que el nombre le quedaba perfecto— Su nombre es Aurora Sullivan ¿Por qué la busca? No irá a despedirla, o si? Porque señor, puede que ella parezca un poco atolondrada, pero le aseguro que es una excelente m
La noche caía sobre la ciudad, el parque finalmente estaba apagando sus atracciones por ese día y Aurora, agotada tanto física como emocionalmente por todo lo que había pasado, lo último que quería era llegar a su casa y tener que enfrentar los insultos de su madre. Vivir bajo el mismo techo con ella se había convertido en una pesadilla constante. La escasa cantidad de dinero que Aurora ganaba se esfumaba rápidamente, ya que su madre prácticamente se lo quitaba todo, y el poco que quedaba debía entregarse al prestamista y lo más preocupante de todo era que el ciclo parecía nunca acabar. Eso sumado a que había tenido que abandonar sus estudios en la universidad hace ya un semestre, si no lo hizo desde hace un año fue porque su padre ya le había pagado la colegiatura antes de morir. Pero eso era un lujo que ya no podía darse. Solo Emily, su amiga y compañera de trabajo, conocía la verdadera situación de Aurora, y tal vez fue por eso que se acercó a ella esa noche y la invitó a salir
Aurora sentía que el cuerpo entero le estaba ardiendo en llamas. Era una sensación horrible que se mezclaba con las ganas de vomitar y el mareo que a duras penas la dejaba caminar, sus ojos buscaban con desespero a Emily pero no la encontraba, lo que hizo que la desesperación en su interior fuera mayor. Sin embargo, todo empeoró en el momento en que sintió un par de manos posarse en su cintura y al girarse se topó con el rostro de un desconocido. A pesar de su malestar y el estado en el que estaba pudo identificar la mirada lasciva que el hombre le estaba dando. —Hola, hermosa. ¿Por qué estás tan solita? Aurora pudo sentir el arranque errático de sus latidos cuando el miedo se disparó en su interior, en especial porque sabía que estaba perdiendo todo el control sobre su cuerpo y la inconsciencia parecía estar cada vez más cerca. —N-No..— Las palabras se quedaban atascadas en su garganta y eso pareció ser el impulso que necesitaba el tipo frente a ella, para tomarla de la mano y tir
Aurora sentía que el fuego que estaba quemándole de dentro hacía afuera solo se calmaba en el instante en que esas manos grandes y varoniles se posaban sobre ella. Por eso cuando cayó dentro del agua y sintió el cuerpo pegado a ella, lo único que pudo hacer fue acercarse mucho más para sentirlo por completo. Necesitaba apagar el calor. — ¿Ey, habladora, vamos a ponerte por allá ? Benjamín no sabía que demonios hacer, la habladora estaba pegada a él como si de una garrapata se tratara, solo que esa era una garrapata malditamente sexy, con la ropa mojada y que estaba viéndolo como si quisiera devorarlo. Con cuidado puso sus manos en los hombros de la chica e intentó separarla y ponerla en el otro extremo de la bañera para poder salir. Pero ella parecía tener otros planes, pues nada más alejarla volvía a pegarse a su cuerpo. —No… no. Has que se apague, por favor…—Aurora volvió a impulsarse hacía él y se aferró a su torso al tiempo que escondía el rostro en la curva de su cuello. B
Lo primero que Aurora notó fuera de lo normal esa mañana, fue que la cama en la que estaba descansando era demasiado cómoda y suave, algo totalmente atípico en su casa, pues su cama era angosta y el colchón podía pasar perfectamente por una servilleta. Lo segundo fue el silencio que había a su alrededor, pues de estar en casa, ya su madre le estaría gritando que era una holgazana por no haberse despertado a hacer el desayuno y lo tercero y tal vez má extraño, era que toda la habitación tenía un delicioso olor a hombre que se le hacía levemente familiar. Despacio fue abriendo los ojos y de inmediato una punzada de dolor le atravesó la cabeza obligando a que los cerrara nuevamente al sentir la luz darle en los ojos. Se sentía como si un camión le hubiese pasado por encima y al hacer memoria solo tenía flashes de la noche anterior. Primero recordaba haber pedido un cóctel y estar bailando en la pista con.. ¡Emily! Oh Dios, esa vez sí que abrió los ojos y lo que encontró la dejó comple