La mañana siguiente, Aurora se levantó con los nervios de punta y llegó al trabajo con el corazón palpitando aceleradamente en su pecho.
Los rumores sobre el nuevo CEO de Atracciones Encantadas se habían propagado como pólvora entre los empleados.
Ella solía ser la persona más optimista del mundo, siempre era quien animaba a sus compañeros, pero no podía negar que la expectación y el temor se entrelazaban en su mente mientras se dirigía hacia la salita de empleados.
No sabía qué esperar de ese hombre que ahora ostentaba el poder, pues el antiguo dueño, el anciano señor Reed, era un hombre que, aunque estricto, era amable y comprensivo al que todos estimaban, pero a su nieto nunca antes lo habían visto y era muy poco lo que se sabía de él, ni siquiera el nombre.
—¿Será tan malo como dicen? —se preguntaba mientras intentaba calmar sus nervios.
Sin embargo, debía aceptar que en esos momentos había mucho más en su cabeza que el nuevo dueño, pues su mente no dejaba de recordar la imagen del hombre de anoche.
Aquel apuesto desconocido que besó mientras fingían que era un príncipe, de solo recordarlo las mejillas se le coloreaban y el corazón se le aceleraba.
Eso había sido una completa locura, al igual que estar sonriendo en esos momentos mientras pensaba en un extraño.
Pero es que a pesar de la confusión y la sorpresa de aquel encuentro, una extraña emoción se había apoderado de ella, nunca antes había hecho algo como aquello y aunque después se había asustado y arrepentido de su atrevimiento, no podía borrar de su cabeza y sus labios la sensación que ese pequeño beso le dejó.
Finalmente llegó a la salita de empleados que quedaba en una de las zonas más alejadas del parque, ahí donde no molestara ni estorbara a las atracciones, al entrar saludó con efusividad a sus compañeros.
—¡Hola, señor Fabio! Dígame cómo est…
Estaba por preguntarle por su esposa, cuando un carraspeo de garganta la hizo girar y se topara con la mirada huraña del administrador del parque, un hombre robusto y bajito que era un completo bueno para nada.—¿Podría tomar asiento, señorita Sullivan?
Sin embargo, a pesar de la voz molesta del hombre, su atención no estaba puesta ni mínimamente en él, no, sus ojos se habían quedado prendados del imponente hombre vestido elegantemente de traje.
Los ojos de Aurora se abrieron como platos al reconocerlo.
¡Por Dios! Era el mismo al que había besado la noche anterior.
Sintió como el color de su rostro comenzó a desaparecer y la sorpresa la dejó momentáneamente sin palabras, esos hermosos ojos claros estaban fijos en ella y en su rostro no había una sola expresión que le hiciera saber que la había reconocido, se veía incluso mucho más hosco y distantes que el día anterior.
Pero eso no la detuvo, no, se necesitaba mucho más que un poco de hostilidad para frenarla, pues cuando reaccionó se apresuró a acercarse, con todas las intenciones de disculparse por lo ocurrido.
—Oh Dios, señor no sabe cuento lo se…
Sin embargo, antes de poder terminar la frase o tan siquiera llegar a él, el hombre la interrumpió levantando una mano en su dirección, en una clara seña de que se callara, y con un tono hostil y cortante le dijo:
—Quédese donde está, no quiero escucharla y tampoco me interesa lo que tenga que decir, solo siéntese.
La impresión de sus palabras se clavó como una daga en el corazón de Aurora, dejándola paralizada en su asiento.
Ella esperaba que los rumores fueran falsos, realmente quería creer que las cosas no iban a estar tan mal, pero se acababa de dar cuenta que aunque el hombre parecía un príncipe encantador, al parecer no era más que el dragón malvado del cuento.
Benjamín había esperado, no, realmente deseaba no tener que encontrarse otra vez con la chica atrevida que lo había besado, pues lo único que quería era sacarse ese maldito momento de su cabeza, pero al parecer el destino lo odiaba, porque entonces ahí estaba ella, viéndose tan alegre y vivaracha como el día anterior.
Él no había tenido de otra que marcar una distancia entre ambos, haciendo que la niña entendiera que entre ambos había un trecho enorme que los separaba y cuando la chica cerró la boca y se fue a sentar pensó que lo había conseguido.
La reunión comenzó y Aurora sintió como el ambiente se volvió tenso mientras el CEO anunciaba supuestos cambios en el parque.
—No sé como estaban acostumbrados a trabajar, pero quiero que sepan que las cosas van a cambiar a partir de ahora—Benjamín miraba a cada uno de los empleados frente a él tratado de adivinar quienes serían los dueños de los nombres que el administrador le había dado—El parque está deteriorado y su economía también, por eso se harán cambios inmediatos.
Los cuchicheos y los gestos de preocupación no se hicieron esperar y por un segundo él llevó sus ojos a donde la castaña se encontraba preguntando si ella estaría en la lista.
El administrador dio un paso hacia adelante y nerviosamente sacó un trozo de papel antes de comenzar a nombrar a varios de los empleados:
—Luis Suarez, Milena Rodriguez, Ava rubiano, Joakin Pent y Fabio Suarez les anuncio que trabajan hasta hoy. — con voz neutra dio la noticia del despido y Aurora sintió que el mundo bajo sus pies se movió.
La noticia cayó como un balde de agua fría sobre todos.
Sus ojos se fueron de inmediato a donde el señor Fabio, ahora sorprendido y pálido, se encontraba, ella ni siquiera se dio cuenta de que había hablado hasta que los ojos estuvieron sobre ella.
—¡No puede hacer eso! ¿Con qué justificación los despide?
Aurora sintió un nudo en la garganta, temiendo por sus compañeros y por su propio futuro en el parque.
—Señorita Sullivan le voy a aconsejar que si no quiere que su cabeza sea la siguiente se mantenga en silencio— el administrador le dio una mirada de muerte cuando le habló.
Sin embargo, ella seguía teniendo mucho para decir, pero antes de que pudiera intervenir la voz grave y ronca del hombre se hizo escuchar otra vez.
—La justificación es que el parque es un desastre, no puede seguir costeando tantos empleados. De ahora en adelante el que no esté aportando se va, los puestos que no sean necesarios se irán y aquellas personas a las que no les guste lo que digo entonces también se van.
Al pronunciar esas palabras, sus ojos fríos como hielo se posaron fijamente en ella, lo que la hizo sentir inquieta y vulnerable ante su mirada penetrante, temiendo que pensara despedirla por lo sucedido el día anterior.
Ella necesitaba hablar con él cuanto antes..
Una vez finalizada la tensa reunión, Aurora abrazó con fuerza al señor Fabio y dejó derramar más de una lágrima mientras el hombre le regresaba el gesto.
—Voy a ayudarlo a recuperar su empleo— le dijo ella, pero el hombre se alejó y negó con la cabeza.
—No niña, lo último que quiero es saber que te has metido en problemas por mi culpa, tú padre me dijo que te cuidara y hasta ahora lo he hecho bien, él estaría orgulloso de ti.
Sentía como el nudo en su garganta incrementaba el tiempo que sus ojos se llevan de lágrimas, su papá era un tema delicado para ella, uno del que no hablaba mucho y que había marcado un cambio en toda su vida.
Cuando salió de la salida decidió que, contrario a lo que Fabio le dijo, debía hablar con el nuevo CEO y tratar de convencerlo de no despedir a sus compañeros.
Además, quería expresarle sus ideas para mejorar el parque y demostrar su compromiso con el lugar que tanto amaba.
Decidió seguirlo en el pasillo, esperando una oportunidad para entablar una conversación.
—Señor, disculpe —dijo, tratando de llamar su atención, pero el hombre la ignoró deliberadamente.
Benjamin escuchó la voz de la chica de ayer a sus espaldas y decidió apretar el paso y así darle una indirecta de que no le interesaba en absoluto hablar con ella, pero al parecer la niña no entendía las señales porque no dejaba de llamarlo a gritos.
—¡Señor, solo necesito un segundo!
No se había imaginado que lidiar con los empleados y tomar decisiones sería tan complicado y menos que estos fueran tan intensos.
Mientras intentaba perder a la mocosa de vista aceleró el paso y se metió por el primer callejón que encontró, al tiempo que escuchaba a la chica gritar con fuerza a sus espaldas.
—¡Señor Reed, tenga cuidado! —advirtió Aurora, preocupada al ver que el CEO estaba a punto de meterse en la zona donde el suelo no se había puesto y un lodazal causado por la lluvia lo llenaba.
Pero antes de que pudiera terminar de pronunciar esas palabras, Benjamin perdió el equilibrio y cayó hacia adelante.
Por instinto, Aurora intentó sostenerlo, pero al tomarle la mano pata ayudarlo terminó cayendo sobre él dentro de una carpa de atracciones que estaba abandonada y montada en un barrial cercano.
Entonces todo pasó en cámara lenta: Benjamín sse cayó de espaldas en el barro golpeando con fuerza el coixí, antes de sentir como otro cuerpo impactó contra él y al segundo siguiente unos labios calidos que reconoció de inmediato se juntaban con los suyos brevemente.
El corazón de Aurora latía desbocado mientras se encontraba prácticamente encima del hombre, sus labios habían quedado muy cerca y cuando ella intentó alejarse se había resbalado y ahora nuevamente lo estaba besando.
Por un segundo ninguno dijo nada. Ambos se miraron sorprendidos y desconcertados por la inesperada situación, antes de separarse como si se estuvieran quemando.
El rostro de Aurora se encendió con un rubor intenso mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que había ocurrido.
—L-Lo sie- Siento, no fue mi intención —murmuró, avergonzada por el contacto involuntario.
Benjamín estaba en shock, como era posible que esa niña se las arreglara para besarlo no una, sino dos veces en menos de 24 horas en sus propias narices.
—Solo cierra la boca —respondió Benjamin, tratando de mantener la compostura a pesar de su propia sorpresa.
Benjamin se quedó en shock viendo a la pequeña chica parlanchina sobre él, sus labios en los suyos.
La mezcla de emociones y pensamientos lo invadía por completo.
Se sentía furioso y desconcertado, pero también había algo en Aurora que le causaba intriga.
Ambos permanecían en silencio, sin saber cómo reaccionar ante el inesperado encuentro, hasta que el rubio viendo con el ceño fruncido y viendo la posición en que seguían, la hizo a un lado consiguiendo que cayera al barro y luego desesperado y molesto le gritó:
—¡PERO QUE CREE QUÉ ESTÁ HACIENDO?, ¿QUÍTESE DE ENCIMA! —exclamó con irritación, mientras trataba de ignorar la extraña sensación que le recorría el cuerpo debido a los labios y la cercanía de la chica parlanchina.
Benjamín estaba furioso. Había barro por todas partes cubriendo su costoso y perfectamente arreglado traje que había decidido utilizar ese día y el cuerpo de la endemoniada niña seguía encima suyo empeorando toda la situación. La cereza del pastel era que lo había besado ¡otra vez! ¡¿Es que acaso esta chica no conocía el concepto de respeto o espacio personal?! —¡¿Qué demonios espera para quitarse?! — volvió a gritar y sintió cómo el cuerpo pequeño encima suyo dio un respingo. Notó como la pequeña endemoniada salió del trance en que estaba y se puso de pie con una velocidad alarmante, solo para comenzar a hablar con una rapidez inhumana que solo conseguía aturdirlo más. —¡No fue mi intención!—Aurora se quería morir mientras veía la nuevo CEO tirado en el suelo y lleno de barro.— Yo intentaba ayudarlo, se lo juro. Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, por el miedo que sentía de ser despedida, su optimismo habitual parecía haber desaparecido ese día. —Oh Dios, señor no sabe
La jornada laboral finalmente había terminado, Aurora se sentía agotada tanto física como mentalmente, era como si todo ese entusiasmo y alegría que siempre se encargaba de aparentar para los demás hubiese llegado a su límite.En especial después del desastroso encuentro que había tenido con su jefe el ogro, aunque debía aceptar que ella había sido un poco intensa, pero en su defensa, ese hombre no sabía lo importante que el parque era para ella y estaba decidida a hacer todo lo posible con tal de salvarlo.Con la cabeza hecha un lío caminó las diez cuadras que habían entre el parque y su casa, un pequeño apartamento sacado de una casa en el que vivía con su madre. Anteriormente habían sido dueñas de la casa entera, pero luego de la muerte de su padre las deudas llegaron y los ingresos desaparecieron, por lo que tuvo que tomar medidas drásticas.Y también cometer muchos errores, algunos de estos le siguen pesando incluso en esos momentos.Luego de una hora de caminata llegó hasta su h
Benjamin se había quedado hasta muy tarde en el parque revisando las cuentas y las anotaciones que su difunto abuelo había dejado antes de dormir, fue solo cuando recibió un mensaje de su mejor amigo, Max, que se dio cuenta que todo el mundo se había ido y decidió hacer lo mismo.En esos momentos, mientras subía a la pequeña parlanchina a su auto, no sabía qué habría pasado si él no hubiese pasado por ahí, si no se hubiese quedado hasta tarde trabajando y sinceramente no quería pensar en aquello, pero si había algo que estaba dando vueltas en su su cabeza y cuando se sentó tras el volante lo dejó salir.—¿Qué hacias caminando sola tan tarde?Aurora que seguía temblando debido al miedo y la impresión, entonces llevó sus ojos hacia esas dos joyas azules que la estaban viendo con reproche y sólo ahí recordó el motivo que la llevó hasta ese lugar.Sus manos se movieron con rapidez hacia el bolsillo delantero de su pantalón y el alivió la invadió cuando al meter la mano sacó el rollo delga
Benjamin ya no estaba seguro de que hubiera sido una buena idea haber llevado a Max con él al maldito parque, pues lo único que había hecho desde que entraron fue lanzarle sonrisitas a todas las empleadas que prácticamente estaban comiéndoselos con los ojos. Parecía que ni siquiera les importara que él las asesinara con la mirada, pues lo último que quería era tener una empleada enamorada e intensa en el maldito lugar. Eso ya sería el último clavo de su cruz. Y hablando de empleadas intensas, se le hacía sumamente extraño no haber visto la cabellera castaña de cierta reina de la intensidad, aunque teniendo en cuenta los sucesos de la noche anterior, no se le haría raro si había pedido permiso al idiota del administrador. Ese era otro que no servía para nada más que ponerle los nervios de punta, no entendía cómo su abuelo había dejado que este lugar llegara al nivel en el que estaba. Y como si lo hubiera invocado, el administrador regordete se acercó apresuradamente, pero Benjamin
El parque de diversiones resplandecía con luces parpadeantes, mientras la risa y los gritos de los visitantes llenaban el aire. Sin embargo, todo había quedado opacado en el momento en que los ojos de Aurora quedaron fijos en el rostro del viejo señor Mcqueen. Durante muchos años el hombre, ya entrado en los años, había intentado que el abuelo Reed le vendiera el parque y no lo había conseguido, sin embargo, el anciano ya no estaba con ellos y ella no podía asegurar que el nuevo CEO no fuera a ceder ante las embaucaciones del viejo y desleal que tenían enfrente. Eso era algo que le había estado preocupando desde que supo que tendrían un nuevo CEO, pues era consciente que la situación del parque no era la mejor y temía que quien fuera a tomar el mando se decidiera por la solución más fácil que era venderlo. En el momento en que el tipo, regordete, con la cara enrojecida por el sol y el cabello castaño y escaso en la cabeza, llegó hasta ellos, Benjamin sintió como la chica a su lado
Esa había sido en definitiva una de las situaciones más incómodas que había tenido, para empezar tuvo que fingir que le interesaba saber quién era el tipo cuando lo único que quería era largarse de ahí. Y para completar viene el idiota y le dice todo lo que él ya sabe tocando un nervio sensible en su cuerpo, que es no poder cumplir con la última voluntad del viejo. Sin embargo, nada de eso se comparaba con la rabia que sentía en esos momentos hacia cierta entrometida que tenía a su lado, por eso cuando el señor Mcqueen se fue, no dudó ni un segundo en girarse y tomar del brazo a esa m*****a mujer que iba a terminar por matarlo de un disgusto. —S-Señor… Yo… Yo tengo que ir a trabajar ya es… —Tú no vas a ir a ningún maldito lugar y te recomiendo que cierres la boca si no quieres terminar de embarrarla. Aurora temblando de nervios se dejó llevar por el rubio que parecía que estaba a punto de asesinar a alguien y en el momento en que vio la salita de empleados algo de tranquilidad se
Benjamìn había salido de la oficina de empleados a buscar a la habladora pero era como si la tierra se la hubiera tragado de la nada y a eso había que sumarle que él no conocía el parque todavía. Al menos no a profundidad, lo que empeoraba su búsqueda. Sin embargo, mientras caminaba vio al hombre que hace unos días la chica había saludado con efusividad, ese mismo que él, por sugerencia del administrador, había despedido y no dudó en acercarse. El hombre al verlo le dio una mirada entre curiosa y confundida. A Benjamin le extrañó no ver ni un solo atisbo de rabia o resentimiento, a fin de cuentas lo había dejado sin trabajo. —Disculpe, estoy buscando a una de las animadoras, la chica habladora, una castaña que… —Aurora— dijo el hombre interrumpiendolo y él no pudo evitar pensar que el nombre le quedaba perfecto— Su nombre es Aurora Sullivan ¿Por qué la busca? No irá a despedirla, o si? Porque señor, puede que ella parezca un poco atolondrada, pero le aseguro que es una excelente m
La noche caía sobre la ciudad, el parque finalmente estaba apagando sus atracciones por ese día y Aurora, agotada tanto física como emocionalmente por todo lo que había pasado, lo último que quería era llegar a su casa y tener que enfrentar los insultos de su madre. Vivir bajo el mismo techo con ella se había convertido en una pesadilla constante. La escasa cantidad de dinero que Aurora ganaba se esfumaba rápidamente, ya que su madre prácticamente se lo quitaba todo, y el poco que quedaba debía entregarse al prestamista y lo más preocupante de todo era que el ciclo parecía nunca acabar. Eso sumado a que había tenido que abandonar sus estudios en la universidad hace ya un semestre, si no lo hizo desde hace un año fue porque su padre ya le había pagado la colegiatura antes de morir. Pero eso era un lujo que ya no podía darse. Solo Emily, su amiga y compañera de trabajo, conocía la verdadera situación de Aurora, y tal vez fue por eso que se acercó a ella esa noche y la invitó a salir