“No es nada”, respondió en voz baja, mirando a otro lado. “Bueno … vamos a traerla aquí entonces.”Arlina rápidamente comprendió por qué era tan importante que arreglaran el vínculo. Con cada hora que pasaba, Jacobo se volvía cada vez más insoportable. Mientras esperaban a que Isobel viniera, Arlina preguntó si Jacobo tenía hambre. Por supuesto, tenía mucha hambre. Desafortunadamente, en lugar de descansar y permitirle que le trajera un sándwich o algo así, insistió en que bajaran juntos, sobre su hombro todo el tiempo. Ella podía decir que él quería tomar su mano, pero podría haber sido demasiado tímida para decirlo. Era eso, o estaba tratando de hacer todo lo posible para no parecer demasiado obsesivo. Independientemente, a medida que pasaba el tiempo, descubrió que su una vez entrañable movimiento se había convertido rápidamente en asfixiante. Dondequiera que fuera, él la seguía. Cada uno de sus movimientos fue observado cuidadosamente mientras él trataba de hacer todo por ella.“¡
Sintió un extraño poder dentro de la suavidad de las cuentas, uno que le preocupaba que pudiera dañarlo. Aún así, con la idea de que Jacobo posiblemente perdiera su alma por esa persona que parecía ser cuando atacó a su madre… ella bajó el collar alrededor de su cuello. Las cuentas parecieron brillar por un momento cuando Jacobo dejó escapar un gemido de dolor. Cuando dejaron de brillar, Isobel inclinó la cabeza y dijo otra oración antes de mirarlos a los dos.“Está hecho. Di la palabra de mando que llegará a su alma”, instruyó.Arlina lo pensó por un momento, tratando de pensar en una palabra que llegara a su alma… Podría ser cualquier palabra, tenía que ser una palabra que ella pudiera recordar e invocar en cualquier momento. Ella miró el rostro expectante de Jacobo y sus ojos se movieron rápidamente hacia sus lindas orejitas.“Amado”, susurró. Incluso la suavidad de su voz parecía tener un poder sobre él y alguna fuerza lo presionó, casi haciéndolo caer al suelo.“¡¿AMADO ¿! De tod
El auto de Arlina e Jacobo rodó por la grava suelta del camino de entrada que conducía al invernadero. Estirando el cuello para ver mejor el edificio, los ojos de Arlina se agrandaron ante lo que vio. Con la oscuridad del cielo en el paisaje, la muerte de los árboles sobresaliendo como dedos afilados y huesudos, y la ligera lluvia que caía sobre las rocas de abajo como el trueno lejano, el ambiente para el estado de ánimo estaba establecido. Realmente parecía sacado de una novela de Mary Shelley. El invernadero era alto y redondo, con ventanas polvorientas que casi parecían no tener fin ni principio. Los lados del edificio se levantaron, como si la presión del techo de cristal fuera demasiado para soportar. Quizás el edificio alguna vez estuvo bien cuidado, pero el edificio se encontraba actualmente en un gran estado de deterioro. La pintura que alguna vez fue blanca se estaba desprendiendo de los lados, ahora teñida de un color marrón claro por el óxido debajo. El musgo y las enredad
Senka había estado mirando desde las sombras desde que Arlina había sido apuñalada. Solo podía mirar con terror cómo Arlina la había arrastrado como una muñeca con un tentáculo que sobresalía de su espalda como una espina o una pata de araña. Fue entonces cuando Senka vio a Jacobo perder el control por completo.No importaba cuántos tentáculos le arrojara Arlina, él siguió avanzando, con las garras extendidas y la espada ignorada y arrojada.“¡MUERE, JACOBO!” Gritó Arlina, sin dejar de apuñalarlo. No tuvo ningún efecto en el medio lobo interior, y él solo pareció sonreír ante sus intentos.Una vez que la alcanzó, la agarró con fuerza por los brazos con los suyos, las garras pincharon la delicada carne y extrajeron sangre. Senka vio como Jacobo continuaba apretando, aplicando más y más presión. Hubo un crujido profano que resonó en la habitación, y casi hizo que Senka soltara la comida que le quedaba en el estómago.Casi se dio la vuelta cuando hubo una luz rosa brillante que envolvió
Habian pasado ya 10 años desde que todo parecia perdido.¡Jacobo!" escuchó llamar a Arlina, despertándolo de su tren de pensamiento semiconsciente. Mientras parpadeaba de regreso al mundo real, miró a su alrededor para ver que ya estaba oscuro afuera. Bostezó y se desperezó, levantándose de su lugar en el porche. No recordaba haberse quedado dormido aquí, pero no se sorprendió. Había estado trabajando duro haciendo algo para Arlina en la habitación de invitados y tampoco había dormido mucho la noche anterior. La fuente de su falta de sueño salió corriendo, pequeños pasos golpeando ruidosamente los pisos de madera mientras ella chocaba contra sus piernas. Ella lo miró con ojos grandes y brillantes. "¡Papá! ¡¿Terminaste de dormir ?!" le preguntó dulcemente, mirando hacia arriba a través de su espeso y negro flequillo. Jacobo se rió entre dientes y se inclinó para levantarla. "¡Sí! Papá ha terminado de dormir. ¿Qué has estado haciendo, mi pequeño apestoso?" preguntó, frotándose la nariz
Arties, España.Las verdes praderas parecían brillar como el jade bañadas en la luz dorada del sol, las nevadas montañas brillaban como la plata, los bosques de pino lucían tan majestuosos como los recordaba de memorias de infancia, aquel pueblo, Arties, era tan bello y pintoresco que parecía el escenario de un cuento de hadas, y, sin embargo, no se sentía como la princesa de uno de ellos.Arlina O´Neill después de tantos años regresaba al pueblo, en compañía de su hermanastro y prometido Alejandro, había dejado aquel pintoresco lugar contra su voluntad cuando aún era una niña, y estaba más que ansiosa de por fin bajar del vehículo, se imaginó corriendo por los verdes y floridos prados y recorriendo de nuevo sus bosques…se preguntó si aquel amado y añorado amigo de su infancia aún seguía en el pueb
La luna brillaba en lo alto, alzándose orgullosa y bañando con su luz de plata todo el valle, el viento fresco de la madrugada reconfortaba sus agudizados sentidos, los aullidos en la lejanía lo llamaban, haciéndole una invitación para cantarle a belleza de la luna, cada crujir en el bosque, cada sonido de animal, todo podía percibirlo…todo era diferente cuando se miraba a través de los ojos de un lobo, la sangre corría a mil por hora…y su hambre aumentaba en demasía.Corriendo por las praderas aquel lobo de pelaje gris aullaba su canción a la belleza sublime de la luna, aquella era una hermosa noche, donde todo parecía haber cambiado.Arlina despertaba de su poco tranquilo sueño, cada noche, era una pesadilla tras otra desde aquel fatídico día en que lo perdió todo, levantándose de su cama camino hasta la amplia terraza de su alco
La noche caía de nuevo sobre el pintoresco pueblo de Arties, nubarrones grises comenzaban a cubrir en su totalidad la hermosa luz plateada de la luna, los bosques, valles y montañas, pronto se vieron cubiertos con el manto de la penumbra nocturna, el sonido de las aves nocturnas junto al canto de los grillos, amenizaban el profundo silencio de la inmensa oscuridad, no había aullidos de lobo, las bestias que le cantaban a la luna parecían haber decidido no salir a cazar esa noche sin luna.Arlina se hallaba ya en sus aposentos privados, sin deseos de hablar con alguien o siquiera ver a otro ser humano.Espero que puedas perdonarme…pero no mereces a alguien como yo a tu lado…porque yo…no soy lo que tú necesitas…y nunca podre serloLas palabras de Jacobo seguían dando vueltas en su cabeza una y otra vez sin detenerse, mil preguntas se formula