El joven se sintió acorralado. Lo último que deseaba era ver a su familia, a Camila embarazada y al perfecto alemán que había estado con Muriel y hacía hervir de celos su sangre.Definitivamente, ese no era su mejor día para enfrentarse al problema de su futuro matrimonio arreglado. Aún así, contra todo su deseo, cuanto antes liquidaran el asunto de la boda, y el posterior divorcio que él tenía en mente gracias a Muriel, antes se liberaría de todo.Por eso, conteniendo el aire y recobrando la compostura, respondió:-De acuerdo, voy en camino.Apenas cortó con Klaus, sin esperar respuesta de parte del alemán, marcó en su teléfono el número del abogado.Si su padre y Hesse deseaban resolver su futura boda en medio de ese caos, no iría a su encuentro sin estar preparado.El acuerdo estaba listo, así como él mismo lo estaba pese al cansancio.Llegó al hospital en pocos minutos y esperó en el estacionamiento hasta que también llegara el letrado, que lo miró de arriba a abajo con su habitu
Los días pasaron de prisa.Y la distancia entre Muriel y su jefe parecía incrementarse inexplicablemente, a pesar de que trabajaban todos los días juntos y la empresa funcionaba mejor que nunca.Elegirla para ese puesto había sido lo más acertado.Era evidente que ella había tomado la decisión de preservarse, física y mentalmente.No era para menos.Se había visto obligada a explicarle a Joaquín lo que había pasado con su padre. Una larga e incómoda conversación, pero que llevaba años siendo necesaria.El adolescente ya lo sabía, y estaba más angustiado por su madre, que por la suerte de su progenitor, a quien no pensaba ir a visitar jamás.-Lo entiendo, mamá. No te preocupes por mí…Muriel se aferraba las manos mientras buscaba palabras de consuelo que no parecieran vacías.-Lo lamento, hijo. Debí verlo hace tiempo, detener todo esto antes de que llegara a este extremo…Su hijo se decidió a decirle aquello que por años había guardado en su corazón, aunque fuera difícil para ambos:-
La expresión de Sabrina al verlos atravesar la puerta de entrada de la casa, era sublime.Muriel se habría reído mucho, de no ser por lo nerviosa que estaba.Joaquín la salvó de hacer las presentaciones pertinentes, puesto que ella no habría sabido cómo hacerlo sin mentir.-Tía Sabrina, te presento a un amigo del gimnasio, Santi… Se quedará a cenar.El joven Esquivel tendió una mano cordial hacia la hermana menor, con una sonrisa de esas que derretían a cualquiera a su alrededor. -Mucho gusto, soy Santiago…Se interrumpió antes de decir su apellido y miró a la señorita Márquez con un interrogante en los ojos.Ella suplicó con la mirada y negó sutilmente con la cabeza. Aparentemente, no estaba preparada para hacer revelaciones ese día, y él estaba dispuesto a respetarlo.Después de todo, los pedidos de esa mujer comenzaban a ser como órdenes para él.Sabrina tomó la mano, con un brillo en sus ojos que el hombre sabía reconocer, más aún cuando ella se mordió con levedad el labio inferi
Muriel enrojeció como un tomate mientras Joaquín miraba a ambos con desconcierto.Sabrina, más aliviada al haber descifrado el enigma que la incomodaba, se dio cuenta de que había actuado con precipitación.-¿Ustedes… se conocen?... ¿Es tu jefe, mamá?La mujer lo miró con culpa.-Lo siento… Me sorprendió la coincidencia al verlo a la salida del gimnasio… y no supe cómo reaccionar ni actuar… no quise predisponerte diciéndote quién era él…Joaquín se giró ahora hacia Santiago:-Y tú le seguiste la corriente… -Tienes razón de enojarte… Preferí respetar la decisión de tu madre y darle tiempo para decir la verdad cuando se sintiera cómoda. Olvidé completamente que esta semana los medios enloquecieron con la noticia de mi "boda"... No es un evento que me cause particular alegría… Si aún somos amigos, más adelante entenderás por qué…El adolescente se sentía engañado. Pero, frente a él, había dos personas a las que apreciaba y su carácter amable le impedía mostrarse de verdad enojado.Estab
Por la mañana, el único deseo del recién casado era huir a su trabajo, con la certeza de que allí encontraría su remanso de paz: Muriel Márquez. De un tiempo a esta parte, su presencia, entre maternal y sensual, era lo que lo mantenía cuerdo en medio de toda esa farsa.Se levantó de prisa, tomó una ducha rápida y, vestido con la elegancia de siempre, salió en dirección a Esquivel Tech, dejando tras de sí una casa silenciosa y aún adormecida.Excepto por la joven de cabello rubio que, masticando rabia, lo observaba desde la ventana de su habitación. Camila no había logrado dormir, en parte por su avanzado embarazo, y en parte por sus elucubraciones maquiavélicas. Anhelaba una revancha, un desahogo para el desplante recibido. Sin embargo, sonrió al recordar que ya había obtenido lo que deseaba, casándose con el soltero más codiciado de la ciudad, endilgándole el hijo de otro hombre.Aún así, no era suficiente. Como toda niña mimada y caprichosa, requería también que su nuevo marido la
Santiago y Muriel se miraron de pronto, separándose de un salto que hizo trastabillar a la mujer. Con una pericia inusitada, él se acomodó la ropa mientras la sostenía con la mano izquierda.Muriel se veía más desordenada a causa de las sacudidas violentas que el joven no había conseguido medir y contener, pero hermosa, con sus labios enrojecidos, el escote desbordado y el mechón gris cayendo en su rostro con desparpajo.La mujer recordó el pequeño cuarto de baño en su oficina que la había sorprendido en su primer día allí, pensando en que era innecesario teniendo uno apenas cruzando el pasillo. No le parecía tan inútil ahora, que percibía la humedad entre sus muslos y necesitaba correr a ocultarse, algo avergonzada. No importaba cuán resuelta intentara estar, siempre se dejaba llevar cuando estaba junto a Santiago. Su deseo era más fuerte que ella.Desapareció en silencio, mientras el joven se acomodaba frente a su laptop, pasando una mano por su cabello perfecto y sorbiendo de una t
Camila se había propuesto atraer la atención de su marido a cualquier costo. Aunque ya había conseguido que Santiago se casara con ella, no era suficiente para su amor propio. Su padre se había reído de su supuesto problema y, aunque su suegra le había mostrado todo su apoyo, para la mujer no parecía tan grave, dada su condición de embarazada. Le parecía prudente esperar a que su hijo naciera.Para la joven Hesse, pese a todo, no era así. Era una mujer con una libido bastante activa, y, estando bajo el techo de Santiago, lejos de los excesos que su abuelo le permitía en Europa, su marido era la única opción disponible sin poner en riesgo su reputación y su frágil vida marital.Con esa determinación, comenzó la tarea de dejar de vestirse como la embarazada inocente de puntillas rosa pastel y elegir atuendos sensuales que resaltaban las crecientes curvas que había adquirido.Se miró en el espejo, y sonrió.Las hormonas la tenían llena de calor, y, a pesar de la forma de su vientre, se
Santiago suspiró con agobio.-Sólo un par de meses más y sacaré a esa rata mentirosa de mi casa. Y mis problemas serán otros: convencer a Muriel de que voy en serio, y desafiar a mi padre…Terminó de desvestirse, con más cansancio del usual y tomó una ducha rápida. De repente, todo lo que quería era acostarse a dormir sin mover un sólo músculo de su cuerpo.Una sombra de sospecha cruzó por su mente… ¿por qué se sentía tan exhausto? Había sido una jornada agotadora, pero no más que otras. Y jamás se sentía de ese modo al volver a su casa.Su último pensamiento fue para la mujer que amaba, antes de sentir que se desvanecía desnudo en la cama.Camila volvió a entrar en la habitación y sonrió con complacencia. Ese hombre iba a pertenecerle a cualquier precio.Recordó las conversaciones con sus amigas cuando se lo cruzaban en alguna fiesta, quienes le aseguraban que estaba fuera de su alcance, que nunca lo ataría: Santiago Esquivel era volátil, altanero y un soltero empedernido. Pero tambi