Mi queridísima Jacqueline: Quizás te sorprenda tener noticias mías, sobre todo por que fui yo la que deliberadamente cortó todo tipo de contacto y no solo contigo, como seguro sabrás ni mis antiguos colegas y compañeros de trabajo han sabido de mi en todo este tiempo desde que renuncié a los laboratorios y Banco de Embriones Pascale & Co,. Pero debes saber que siempre estuve interesada y pendiente de lo que hacías, es por ello que sé, que por fin gracias a tus arduos esfuerzos has logrado posicionarte como una de las mejores fotógrafas que existen. No sabes que orgullosa me sentí cuando supe que trabajabas para una importante revista. Se que ahora lo tienes todo en el aspecto profesional pero también sé que has pasado por situaciones muy difíciles que te han ocasionado mucho sufrir y por ello lamento tanto tener que unirme a aquellos que solo han acarreado a tu vida problemas y dolor. De lo que nunca tuve ninguna duda es que bajo ese carácter encantador late un corazón decidido, una personalidad y un carácter fuertes que no se dejan apabullar con las adversidades.
Es por ello que me atrevo a confesarte lo que hice, por eso y por que aunque tengo más opciones no me atrevo siquiera a pensarlas. Estoy embarazada, sí, ¡lo conseguí por fin! Daré a luz en unas semanas más. Me he atrevido a pesar de los pronósticos médicos de que un embarazo me costaría la vida, por que tenía la esperanza de que mi cuerpo ayudado por mi enorme fe y amor por este bebé me ayudaran a salir adelante, pero todo indica que no será así.
Mi corazón es demasiado débil, pero al menos ahora se que moriré por amor, por una vida que deseaba fervientemente traer a este mundo. Te preguntarás como logré quedarme embarazada y es ahí donde entra mi confesión. Mis óvulos jamás hubieran logrado esto, otro de mis graves defectos de salud. Así que utilicé el único que tenías congelado en el banco de embriones y óvulos y que yo misma almacené.
Te convencí de que lo hicieras, lo sé. Y, perdóname pero no me arrepiento de lo que hice. Iba a decírtelo, ¡lo juro por este bebé que llevo en el vientre! Iba a esperar que naciera y que cuando lo vieras todo tu enojo que con justa razón tendrías quedara en el olvido al verlo. Tienes todo el derecho a odiarme, lo acepto. Lamento traer complicaciones a tu vida. Este bebé no era para ti, iba a ser mío, solo mío. Así que lo menos que puedo y debo hacer es dejarlo con su verdadera madre que eres tú y nadie mas que tú. No creo vivir mucho tiempo más después del parto. Cuando recibas esta carta ya no estaré en el mundo de los vivos, dejé instrucciones que hasta entonces la recibieras, porque aunque se que tarde o temprano me perdonarás, no quería ver lastima o reproche en tus ojos ni que me vieras moribunda.
Sé que amarás a este bebé, como lo que en realidad eres... su madre. No podía haber elegido mejor madre para él que tú y en cuanto a su padre, lo elegí porque en otras circunstancias serían la pareja perfecta, fue tan extraño, parecía que todo se alineaba para que tanto tú como él fueran los elegidos, por favor, no me odies. Igual que tú, se llevará un shock al descubrirlo, pero al menos no me podrá demandar, que irónico ¿verdad? Compartirás la custodia junto a él, es lo que quiero dadas las circunstancias: que este bebé se críe con sus padres.
Si así lo quieres cuéntale al bebé que lo amé con toda mi alma.
Perdóname.
Con amor, Sibia.
Selva negra, Sur de México.Amparada bajo un enorme árbol y sin casi ver la luz del sol debido a la espesa vegetación, Jaquie sonrió para sus adentros recordando el porque le decían la selva negra, debido al follaje tan espeso se creaba la oscuridad a pesar de estar en pleno día. Su guía que prácticamente estaba agazapado cerca de un arbusto exploraba los árboles con gesto concentrado y ella deseó tener su experiencia, pues a su inexperta vista todo le parecía igual. Hacía días que estaba en la zona y con frecuencia el paisaje le había dejado boquiabierta y eso que había recorrido ya muchos sitios interesantes para sus fotografías. Ahora iba a la caza por así decirlo de un jaguar, quería fotografiar uno en su estado natural para su libro. No era algo sencillo y por ello se había ido bien equipada con todo lo necesario aparte de un guía autorizado y dos personas que le ayudaban con todo su equipo y que conocían el terreno como la palma de su mano. Era un tanto peligroso y ella lo sabía
Habiendo salido de la calurosa selva por fin y tomado el autobús que la acercó al aeropuerto ahora se encontraba con un clima muy distinto: lluvia, frío y neblina.Así que ahí estaba, sentada en una incomoda silla refunfuñando, aunque al menos no se estaba congelando. Sabiendo de los distintos tipos de climas por los que pasaría, en esos momentos llevaba suéter y una gabardina que ocultaba las manchas de barro de sus pantalones, aunque debía hacer algo con esas sucias botas y ese pelo enmarañado se dijo conteniendo una exclamación horrorizada al ver su reflejo en un escaparate que contenía folletos turísticos y que reflejaba su imagen. ¡Maldición! - Gruñó. Se levantándose y yendo a los baños. Su aspecto de vagabunda le provocó una carcajada y se puso manos a la obra, se peinó con cuidado, se hizo una trenza dejando por la paz un par de rizos rebeldes que escapaban a su control. Limpió lo mejor que pudo las botas y las manchas de sus pantalones.Después de discutir con la pobre chica
No sería la primera que lo intenta para luego vender las fotos. – Le dijo él secamente.¿Vender sus fotos? – Pregunto y se echó a reír a carcajadas.El hombre era ciertamente guapísimo pensaba ella, y estaba segura de que más de una mujer habría intentado fotografiarlo a escondidas, pero para ¿vender las fotos? ¿A quien? Ella no las vendería, se las quedaría se dijo algo divertida a pesar de la situación. Ese Dios griego tenía el ego demasiado inflado gracias a ser extremadamente guapo y encima tenía delirio de persecución. Aunque pensándolo bien ¿Qué mujer no lo perseguiría?No estoy bromeando señorita – Le advirtió.Yo menos, tenga por seguro que no lo fotografié a propósito, no tengo la menor idea de quien es usted y no me interesa averiguarlo. Borraré las fotos si es que sale en alguna ¿contento?¿Así que no tiene la menor idea de quién soy? – Le preguntó entrecerrando sus bellos ojos.¿Un lunático? – Respondió cínicamente Jackie.No le veo la gracia – Dijo apretando la mandíbula.
Se levantó con la finalidad de poner un alto a sus pensamientos y fue a la cafetería más cercana por un sándwich, esta vez preferiría el café, el de la zona era una autentica delicia. No le gustaba que la juzgaran por su apariencia, pero a veces tenía sus ventajas. Varios se hicieron a un lado al verla llegar para darle sitio en el mostrador donde nadie hacía fila y todos se agolpaban vociferando y exigiendo sus pedidos. Un joven y agobiado camarero pareció iluminársele el rostro al verla y la atendió inmediatamente provocando las quejas de otras mujeres que estaban cerca. Ella les sonrió un tanto fastidiada por las miradas y atenciones no pedidas de algunos de los hombres.Yo te invito…Siéntate a mi mesa…Le decían y ella sin hacer caso se alejó con su comida. Al llegar a su asiento cayó en la cuenta de que reaccionaba normal a las atenciones que antes la agobiaban demasiado o la enfadaban. Sí señor, Oscar era el pasado. Se sintió feliz y la noche no le pareció tan fea comió con ape
Jackie retrocedió lentamente hacia el balcón sin darle la espalda. ¡Santo cielo! No lo harás ¿verdad? – Le preguntó incrédulo. Y ella se limitó a sonreír traviesamente para ocultar su nerviosismo. Déjame salir por la puerta y todo esto será innecesario. No vengo a hacerte daño. – Le dijo dejando claro que no se iría. Eso yo no lo sé ¿Qué quiere un hombre como tú de una mujer como yo? Deseó no haber preguntado pues él le lanzó una mirada evaluadora y abiertamente interesada, rematándola con una sonrisa de lobo. Un hombre como yo quiere todo de una mujer como tú. El recuerdo de esas palabras la trajo a la realidad nuevamente. El equipo de seguridad había dispersado a las personas y ella notó que la observaban con curiosidad.
No pudo seguir diciendo más por que nuevamente se vio levantada por los aires por Stefano, la sensación era una mezcla de furia, placer y de impotencia por verse en una situación no deseada con un hombre que le provocaba sentimientos contradictorios. Se vio de nuevo sobre el hombro de Stefano quien con agilidad como si se tratara de un costal de plumas la había levantado y para su terror vio que él entraba en el lobby del Hotel sin reparo alguno. Comenzó a moverse intentando bajar y solo logró que él la apretara con más fuerza a su cuerpo. Al menos su traje quedó hecho un desastre pensó al ver el resultado de la lluvia en el. Voy a gritar. Ya hubieras empezado a hacerlo. Por mí no hay problema. No había gente en el Hotel. Seguro dormían calientitos y tranquilos en sus camas, pensó ella con añoranza deseando estar en su lugar. No tardó en darse cuenta que el gritar no remediaría nada, pues los pocos empleados que andaban por allí se limitaban a ignorar la situación como si fuera de l
El día que llegó Ally se fueron de compras para esa cena en la cual los mejores conservadores y coleccionistas de arte se presentarían, sin faltar por supuesto muchas personas de la jet set. Así que se había comprado un hermoso vestido azul en forma de túnica griega, le había costado bastante caro, pero ella solo pensaba en verse espléndida para Stefano esa noche. Había contado a Ally que salía con un guapísimo griego, cosa que había sorprendido a su amiga pues sabía que ella no era de las que se entusiasmaban por un hombre. Cuando su amiga se enteró que se trataba de Stefano Troyanos casi le da el síncope. ¡Pero si dicen que es un mujeriego! Lo sé – Había dicho tranquila. ¡Dios! ¿Y porqué estás tan tranquila? No estamos comprometidos ni vamos a casarnos o algo por el estilo – Dijo tratando de demostrar indiferencia. ¿Es una aventura? – Preguntó Ally c
No terminó de gritar por que la boca de Stefano la acallaba con prontitud, fue una invasión que no esperaba. Pero ahí estaba de pie pegada a él y de pronto empezó a luchar furiosa y a tratar de quitárselo de encima logrando que los fuertes brazos de Stefano la rodearan y apretaran con más fuerza inmovilizándola casi completamente. Su cerebro le enviaba órdenes frenéticas de que luchara por que si no tarde o temprano su cuerpo se rendiría y eso ya estaba pasando, la boca de Stefano la devoraba y de pronto se vio gimiendo de deseo. Él aflojó un poco la presión que hacía para impedir que se fuera y ella se pegó más a él si es que eso era posible. La excitación de Stefano era evidente y eso la enloqueció y la hizo olvidarse de todo, las acusaciones, la humillación, todo, había sido el verdugo de sus pensamientos, el que le había destrozado el corazón. Pero su cuerpo no registraba esa conocida información. De pronto se vio tendida en la cama, mientras él