CORNELIA
Mi madre y yo estábamos en la tranquilidad de la sala, las dos discutíamos sobre la última novela que habíamos leído, eran nuestros momentos madre e hija que las dos siempre disfrutábamos. A Diana le gustaba leer por aburrimiento pero no atraía su atención debatir con nosotras por lo que siempre se iba de compras con alguna amiga. Madre y yo teníamos un carácter tan similar que a veces nuestros debates llegaban a ser un poco acalorados.
Escuchamos una puerta ser abierta de forma abrupta y casi azotada.
— ¡Familia! —mamá y yo nos miramos para luego correr como yeguas desbocadas hasta la entrada en donde se encontraba el.
— ¡Kaidan! —grite de felicidad al ver a mi hermano y corrí hasta el para abrazarlo. Kaidan me cargo recibiéndome entre sus fuertes brazos. Mi hermano mayor había crecido enormemente, ya era casi tanto o más alto que nuestro padre y hasta tenía cierto parecido solo que Kai poseía los ojos oscuros de nuestra madre.
—Cokkie a ti fue a la que más extrañé —me dejo el piso y miro a nuestra madre —madre, tu tan bella como siempre.
— ¿Por qué no me escribiste que vendrías? habría preparado algo hijo mío —madre lo abrazó y beso su mejilla —mi pequeño ya es todo un hombre, tu padre se sentirá muy feliz de verte otra vez.
Kaidan como siempre llego mostrando su buen humor, las doncellas llevaron sus cosas a su habitación. Madre había comenzado a preparar una gran cena para celebrar el regreso de su primogénito, mientras yo tomé a Kai un ratito prestado para hablar con él, siempre habíamos sido cercanos más de lo que éramos con nuestros padres.
— ¿cómo estuvo todo desde mi ausencia? —preguntó mientras caminábamos por hyde park.
—Diana se casará. —el no hizo ningún gesto solo se mostró indiferente.
—Eso no es sorpresa, nuestra bella hermana siempre tuvo pretendientes.
—Pero es con el hombre que yo quería para mi —Kai detuvo el paso y me miro con preocupación.
— ¿Y cómo te sientes Cokkie?
— ¿Cómo crees que me siento? ¿Feliz por ver a mi bella hermana casarse con el hombre que amo? Oh, si eso no es lo mejor me entero que estuvieron viéndose a escondidas de mí. —respondí con amargura.
—Si fue una pregunta estúpida. —dijo apenado.
—Muy estúpida.
—De verdad lo siento Cokkie.
—No lo culpo, se enamoró de la belleza y dulzura de Di, yo solo soy frialdad con una aspecto ordinario.
—Eres preciosa, no una mujer ordinaria Cornelia. —negué y quise cambiar de tema.
—Sabina Berfor venía a saber de ti todos los días. Dice que te escribió todos los días pero nunca respondías sus cartas —la actitud de mi hermano cambio de inmediato y me hizo sonreír.
— ¿Y cómo está la señorita Berfor? —pregunto algo nervioso y no quería que se notara.
—Más hermosa cada día.
— ¿En serio?
—Deberías verla, una exuberante y alta pelirroja que llama la atención de todo hombre. Es una sorpresa que ella y ninguna de sus hermanas se hayan casado todavía, después de todo las trillizas son hermosas. Sé que cuando Sabina sepa que regresaste saltara de felicidad.
—Eso espero. —susurro con una sonrisa.
—Y dime hermanito, ¿por fin admitirás lo que sientes por lady Sabina? Mira que ha pasado un buen tiempo, y te ha esperado demasiado. Si yo fuera la mitad de hermosa y alta que ella no te hubiera esperado ni medio mes.
—Tu porque eres una mujer cruel Cornelia. Sabina es toda dulzura.
—Ja, no la has conocido completamente. Espera y veras que tu bella pelirroja no tiene nada de dulce hermanito. —me burle de él haciéndolo fruncir el ceño.
MILE
El barco por fin había anclado en el puerto. Salí a cubierta, el aire tétrico de Londres jamás ha sido de mi agrado, al recibir la carta de Shawn con las buenas nuevas son la única razón por la cual viajé a esta ciudad. Mi hermano menor se casaría con una joven londinense de buena familia, solo esperaba que Shawn no se esté apresurando a los hechos el apenas tenía veintidós y ya se casaba.
En cuanto llegue a su casa me vi recibido por Shawn quien tenía una gran sonrisa, mi hermano no había cambiado mucho estos meses lejos aunque tal vez estaba más fornido y sus ojos brillaban como un estúpido enamorado.
—Vine en cuanto leí las noticias, Shawn.
—Así es, me casaré hermano. —confesó con una sonrisa.
—Creo que fuiste muy apresurado al tomar esa decisión sin siquiera por lo menos avisarme con algo de tiempo para conocer a la señorita.
—No pensé en nada más que casarme con Di, ella es la más bella de las mujeres hermano. Si no lo hacia corría el riesgo de que otro me la quitara. —levanté una ceja.
—Tu juventud y tu impulsividad a veces resultan ser un problema, debo conocer al menos a la mujer y comprobar si es tan bella como tú dices que es.
—Y es la más bella de las mujeres, pero vamos debes instalarte y descansar el viaje seguramente te agoto.
—Saldré a caminar un poco. Debo comenzar a adaptarme a la ciudad.
—Solo no te pierdas Mile, yo me perdí el primer día, sino hubiera sido por Cornelia...
— ¿Cornelia?
—Mi cuñada, gracias a ella conocí a Diana.
—Debe ser una gran mujer.
—Y una buena amiga.
—Bueno hasta la cena hermano, procura no tardarte —asentí y después de cambiarme de ropa Salí de la residencia.
Londres no era precisamente mi ciudad favorita. Prefería américa, mas soleado que esta ciudad nublada y fría donde las mujeres parecían salidas de una fábrica, siempre usando los mismos vestidos solo que en diferentes colores. Caminé hasta encontrarme con un pequeño local que parecía ser una biblioteca, era un fanático de la lectura y me encantaba coleccionar volúmenes de grandes escritores.
Entre esperando encontrar una novela que no había ni podido conseguir y llevaba más de dos meses sin dar con ella. Me paseaba entre los estantes leyendo título por título de cada libro.
—Cokkie quita esa cara mi pececita —escuché la voz de un hombre al otro lado del alto estante.
—Es la única cara que puedo tener Kai —respondió otra voz femenina con un tono de frialdad.
—Tu amargura te consumirá viva.
—Y a ti el sífilis.
— ¡Estoy más que limpio de esa enfermedad horrible!
—De vez en cuando debería vivir de cama en cama como tú. Así te diviertes bastante. —escuche al hombre desconocido gruñir. .
—Ambos sabemos que mataría a cualquier hombre que se atreva a propasarse contigo de esa manera —reí, al parecer es una pelea de amantes celosos—No quiero a un hombre como yo para ti, sino a uno bueno y honesto.
—Lástima que todos esos hombres se enamoren de diana. Creo que mis oportunidades se acabaron hace mucho, estoy cansada Kaidan. Amé como una estúpida y me lastimaron de la peor manera. —escucharla hablar así no era sorpresa al parecer la mujer se había resignado a ser una solterona el resto de su vida. La novela no se encontraba aqui y me fui de ahí, suficiente tenia de esa conversación bastante tétrica.
“EL INICIO DE UNA AMISTAD”.MESES ANTES…SHAWN PERKINS.¿Cómo inició todo? Diré que estaba cansado de américa, cansado de que mi hermano Mile me viera como un niño. Diré que Londres no fue mi primera opción, pero al final había tomado el barco y viajado hasta acá. Al llegar fue un desastre, no conocía absolutamente a nadie, al menos mi hermano había alquilado una amplia residencia para que me hospedara, el problema era que no podía encontrarla.Intenté detener una diligencia pero los muy malditos pasaban de mí, todos tenían caras serias y de no querer que los molestaran, me encontraba perdido, estaba a punto de darme por vencido y mandar todo a la mierda hasta que la vi.— ¿Milord, se encuentra bien?—preguntó con cierto tono de preocupación, usaba gafas redondeadas, su cabello negro recogido en un alto moño, vestido color opaco pero eso no importo ya que sus ojos robaban toda la atención. —Estoy perdido en esta ciudad eso pasa señorita.— ¿A dónde se dirige? —le mostré la dirección,
EL COMIENZO Y FINAL DE UN AMOR”Esperaba con aire impaciente. Se había retrasado, ella siempre era puntual en nuestras citas. Trataba de ser paciente pero ya me comenzaba a ponerme ansioso, hasta que sentí como rodeaban mis ojos unas suaves y finas manos, pude reconocerla por su perfume dulce y suave.— ¿Quién soy? —preguntó con una voz juguetona. —Una señorita que se retrasó para nuestra cita. —tomé sus manos y me voltee para mirarla. —Lo siento, se me hizo difícil escapar de mamá y mi hermana. —sonreí y acaricié su mejilla. —Ya no importa, solo bésame —besarla me hacía sentir eufórico, vivo… enamorado. Junté nuestras frentes y abrí mis ojos. —Me nunca me canso de tus besos Di. Diana sonrió y volvió a besarme. No pensé que una mujer como ella fuera corresponderme, que llegaría a dejarme estar tan cerca de ella, pero lo hizo y me sentía estúpidamente dichoso. Desde el primer encuentro en aquel baile, llevábamos semanas encontrándonos a escondidas de todos. Aunque me sentía mal de
RESIDENCIA PERKINS. LONDRES, PRESENTE. MILEMi hermano me presentaría a toda la familia de la novia en una velada que se organizaría en la casa de los padres de ella. Diré que tenía curiosidad sobre la dichosa Diana McDonall, Shawn solo contaba maravillas de ella, pero yo no podía crearme un juicio sobre ella con solo los argumentos de mi hermano menor tonto y enamorado. Debía mirarla con mis propios ojos para saber si era la dama correcta para Shawn. Solo nos teníamos él y yo así fue siempre desde que nuestros padres fallecieron, quería que el fuera feliz pero con una mujer que lo ame de verdad. Terminé de arreglar mi traje y después de peinar mi cabello. Salí del dormitorio y Shawn me estaba esperando abajo al final de las escaleras y se veía apresurado. —Rápido Mile, no quiero quedar mal frente a los padres de Diana —reí.—Cálmate hermano, aún es temprano. Probablemente seamos los primeros en llegar a la dichosa velada. —salimos de la residencia, afuera nos esperaba nuestra dili
CORNELIADiana junto con su mejor amiga Evie y mi madre habían estado tan ocupadas arreglando los detalles de la boda, yo casi no participaba; me mantenía alejada para no trasmitirles mi actitud agria, respetaba su felicidad y lo que mejor que podía hacer por ella era estar lejos. —Has estado muy pensativa últimamente Cokkie —miré a mi padre.—Claro que no. Estoy como siempre —dije acomodando mis gafas.— ¿En serio? Porque hay un error en estas cifras.—Es imposible —volví a revisar el documento y había cometido un error básico en la cuenta. —Es cierto lo hice, discúlpame padre.—Jamás te equivocas cuando tiene que ver con números y es raro cuando lo haces Cornelia, ¿Que pasa contigo pequeña? —suspiré.—Padre dime algo… &ique
CORNELIA “COKKIE”Pocas eran las veces que la familia Genco salían de su hacienda para venir a Londres, solo en ocasiones especiales como lo era la boda de Diana. Solo habían venido la tía Ariana, sus dos hijas y el hermano mayor Alejandro; su esposo y su otro hijo Héctor se habían quedado para cuidar la hacienda. Todos nos encontrábamos en la residencia McFarlan. Miraba a mi primo y admitía que Alejandro seguía igual de atractivo, podía entender porque Maeve no dejaba de verlo. Alejandro era más grande y fornido que Kaidan, su cabello de un rubio oscuro y sus ojos tan oscuros como los de mi hermano. Ellos dos se encontraban junto a mi padre y mis tíos Alaric y Theo. Mientras que mi madre y sus amigas se divertían conversando, el resto de mis primas estaban dividas en grupo. Diana estaba con Evie, las trillizas como siempre estaban juntas y Maeve estaba conmigo. — ¿Cada día Sabina y sus hermanas se vuelven más altas o solo soy yo? —preguntó Maeve mirando con disimulo a las pelirr
MILE.Los novios ya se habían ido de luna de miel. Muy pronto también tendría que irme a América, no tenía razones para quedarme en esta ciudad que no era precisamente mi favorita. Seguía en mi búsqueda de la novela: “Los amores de Casiopea” de autor anónimo, había pocos ejemplares en el mundo, creí que tendría mejor suerte en Londres pero al parecer estaba por el mismo camino. En la última biblioteca que había visitado ni siquiera conocían la novela y apenas iba saliendo de local, escuché un chillido cuando abrí la puerta. —¡Estúpido! —exclamó esa vocecita que conocía muy bien. —Señorita Cornelia que alegría verla. —¡Después de que me golpeó es lo único que se le ocurre decir! —su pequeña nariz se encontraba roja y me sentí mal por ella, aunque también me provocó gracia. —Lo lamento, pero no pude prevenir que usted entraría al mismo tiempo en que saldría. —Ya no importa, de gracias que mi libro no sufrió daños. —ella traída entre sus brazos un libro de cubierta antigua, pero
MILE Fui de visita a la residencia de los McDonall, quería saber cómo seguía el gatito huérfano y también ver los lindos ojos de la señorita Cornelia. Una sirvienta me abrió la puerta y fue la Condesa Verónica quien me recibió en el vestíbulo. —¿Señor Mile qué hace aquí? —preguntó con curiosidad. —Perdone si soy inoportuno miladi, yo fui quien ayudó a la señorita Cornelia cuando encontró a un gatito hace unos días en un callejón, solo quise saber cómo seguía el animal. —Oh, usted la ayudó con ese pobre animalito —dijo con un tono melancólico. —El minino murió, ¿no es así? —la condesa asintió. —¿Cómo está la señorita Cornelia? —Lloró toda la noche por su pequeño gato, se encerró en su habitación y no ha querido salir ni para comer o tomar agua. A todos nos tiene bastante preocupados. —sabía que era una pérdida de tiempo que Cornelia se encariñara con ese animalito que ya estaba condenado, pero Cornelia McDonall eran tan compasiva y terca que quiso hacer todo lo posible por ese p
MILE—“En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye como tú lo desees y hacia donde tú quieras. La mirada de su joven amante la hacían sentir una mujer débil, una que no pensaba con completa claridad. ¿Habéis sentido el deseo de querer estar con alguien hasta la muerte? Así me sentía al tenerlo tan cerca de mí, al poder admirarlo, sentir la nostalgia cuando se marchaba. Oh, Feur tan hermoso como traicionero, ¿cómo pudiste dejarme atrás…” —ella leía el libro mientras la escuchaba atentamente o eso intentaba, porque mis ojos no paraban de mirar sus labios al moverse e imaginarme de nuevo besándola como aquella vez en el parque. Después de nuestra carrera bajo la fría lluvia los dos habíamos quedado completamente empapados y con un horrible resfriado al día siguiente, pero valió la pena porque había visto a Cornelia sonreír como si volviera a ser una traviesa e inocente niña. Eso valió más que cualquier cosa y el resfriado le importó menos.—No me está escuchando señor Mile —dijo dete