MILE. Desperté con mi bella esposa durmiendo al lado mío boca abajo. Acaricié la curva de su espalda rozando su trasero y con una sonrisa maliciosa me puse a horcajadas sobre ella para dejar besos a lo largo de su columna y espalda. Cokkie comenzó a removerse y soltar risitas. —¡No! ¡Me das cosquillas! —dijo despertando y seguí con mi jueguito —¡Mile!—¿Si esposa?—Me haces muchas cosquillas, ya basta. —se quejó riéndose. Se volteó poniéndose boca arriba dándome una perfecta vista de sus senos desnudos. Me acosté sobre su pecho y ella pasaba sus dedos entre los mechones de mi cabello. —Así me imaginé que eras tierna, dulce, apasionada.—¿Sabes que debes disculparte con tu hermano y Diana? —me recordó con voz soñolienta. —Lo sé. Actué de un modo tan desagradable y reprochable ayer, se me cae la cara de vergüenza con tu hermana, ahora debe pensar que soy un patán maltratador. —Yo hablaré con Diana, le haré entender que ayer fue un mal día para ti. —empecé a dejar besos en sus pech
MILEHabíamos pasado una noche cómoda en la cabaña. Cokkie estuvo acurrucada entre mis brazos dejándome mimarla, acariciarla, besarla y nunca me sentí más completo en toda mi vida. Ahora estábamos sentados en los pequeños escalones de la entrada, afuera de la cabaña. Abrazaba a mi esposa por la espalda pegando su espalda a mi pecho, estar lejos de la ciudad traía bastante paz y tranquilidad.Solo éramos ella y yo, hasta mañana. —¿Te digo un secreto? —susurré en su oído. —Me encantaría escuchar que secreto puede guardar usted, señor Perkins —sonreí y la besé en el espacio oculto de su cuello. —Siempre quise casarme, quería formar mi propia familia desde hace mucho. Mientras muchos de mis conocidos huían del compromiso yo lo buscaba. —¿Y por qué no te cases antes?—Porque no había encontrado a la mujer que pudiera sacudir mi mundo con solo una mirada, hasta que te conocí. Me encantaste desde el primer momento que te vi Cornelia. —¿Incluso aunque te traté con tanta descortesía? Dios
CORNELIAPasamos el día recogiendo nuestras cosas para que estuvieran listas cuando el cochero viniera a buscarnos. Hicimos el amor varias veces durante el día, disfrutando de nuestros últimos minutos de soledad en esta bonita cabaña. —¿Volveremos? —le pregunté a Mile cuando terminamos de vestirnos. —Por supuesto, siempre que deseemos estar a solas lejos del resto del mundo, éste será nuestro escondite. —sus manos rodearon mi cintura. —Nuestro espacio. —Solo nuestro —Mile se inclinó y yo le rodeé los hombros con mis brazos para conectar su boca con la mía. Jamás pensé que lo amaría de esta manera tan ciega, pasional, entregada e incondicional. Su esposo siempre tan confiable, alto, protector. Mile la excitaba solo con un beso, el modo en que su boca y lengua se movía, tan suave, a veces brusco pero siempre se hallaba deseando más de aquella deliciosa tortura. Él se alejó dejando un último beso en mis labios —Te amo —dije mirándolo a los ojos viendo como sus ojos verdes se ilumin
MILE.Llegué a la casa buscando a mi esposa. Los sirvientes me dijeron que había salido y cuando regresó se encerró en el dormitorio ordenando que nadie la molestara. Subí y entré a la habitación sin tocar, Cornelia estaba con una expresión pensativa sentada frente al ventanal.Ella volteó a mirarme con una sonrisa.—Los sirvientes me informaron que saliste. —dije acercándome a ella. Sostuve su mano y la hice ponerse de pie, abrazándola de la cintura. Cokkie echó sus brazos alrededor de mi cuello. —Fui a visitar a mi hermana. —me sentí incómodo. —Diana está embarazada, no te imaginas lo feliz que están ella y Shawn. —Me alegro por ellos, serán buenos padres —dije con sinceridad pero sabía que eso no era todo lo que ella quería decirme —Cokkie…—Hablé con Shawn, le confesé que estuve enamorada de él —todo mi cuerpo se tensó.—¿Qué fue lo que dijiste? —me alejé de ella, no supe como sentirme ¿Herido? ¿Molesto, celoso, frustrado? —¿Por qué lo hiciste? —pregunté con una tranquilidad q
SHAWN. Apenas Cokkie se fue volví a la habitación con Di, enterarme de que estaba embarazada me tomó por sorpresa que luego sustituí con alegría. ¡Seria padre! Diana iba a darme un hijo, la vi en la cama con ojeras bajo sus ojos y su tez más pálida de lo habitual debido los malestares que había tenido durante todo el día. Me senté a su lado.—¿Cómo te sientes? ¿Deseas comer algo?—pregunté con dulzura, no me gustaba verla mal de ningún modo. —No has querido probar bocado en todo el día.Ella hizo una mueca de asco.—Creo que apenas coma algo lo devolveré, todo me da nauseas. Tal vez mañana. —sus manos viajaron a su vientre plano y la vi sonreír —Es raro pensar que hay una vida creciendo aquí en mi interior. —Serás una gran madre. Siempre compresiva, dulce.—Y tú un buen padre. —Diana tenía esa manera de mirarlo que como si fuera el único, todo en ella te incitaba a cuidarla, venerarla. Diana era una diosa. Su diosa. —¿Qué sucede Shawn?—Te diré algo y quiero que me escuches hasta el
SHAWN—¡Así que solo huirás! —Solo quiero regresar a Londres. —¡Pues vámonos juntos! No tienes que irte tu sola, compraste un boleto y camarote a mis espaldas. Diana, por dios santo hablemos. —Y lo haremos, pero no ahora. —Es increíble que hagas esto. ¡Pues bien hazlo! —grité colérico. —Hasta pronto Shawn. —ella salió del departamento y se sintió vacío sin su presencia aquí. —¡Maldita sea! —vociferé furioso. Pasé mis manos por mi cabello en acto de frustración. Por supuesto que ella se querría alejar de mí, después de todo me había comportado como un patán. ݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞݞMe encontraba solo, bebiendo y lo menos que quería era ver a mi hermano, pero Mile siempre hacia lo que le venía en gana. Vino a la residencia y se paseó por toda la estancia. —¿Qué haces aquí?—Cokkie me dijo que Diana pensaba en irse. —él se sentó frente a mí y me quitó el trago de las manos. —No debiste dejar que tu mujer se fuera. —Se lo debía. Fui un imbécil. —Sí, lo fuiste. —Que grandes palabras
AMÉRICA, NEW YORK. OCHO MESES DESPUÉS. CORNELIA.Mile me abrazaba y todo el tiempo ponía su palma con cuidado sobre mi hinchada tripa, los primeros meses de embarazo se me habían hecho eternos pero había podido superarlo, además que contaba con los consejos de mi hermana, Diana había dado luz a una hermosa niña hace unos meses. —Crece más con cada día que pasa. —comenté poniendo mi mano sobre la de mi esposo. —Ya quiero que nazca. ¿Qué crees que sea? —preguntó ilusionado.—Yo digo que un niño. —Será mi niñito consentido. —Ya debemos ir pensando en algunos nombres, ¿Heronimo?—¡Dios, no! —¡Mile!—Cariño, tu padre me agrada pero no lo suficiente para ponerle su nombre a mi hijo. —Ya verás que cuando lo vea se lo diré. —Que traicionera me saliste esposa —ambos empezamos a reírnos. —Por lo menos ya tenemos decidido de que si es una niña se llamará como tu madre, el nombre Verónica siempre me ha gustado. —Y mi madre te amará el doble, granuja. —Ja, poner celoso a tu padre es mi p
—Ya dejaste de amarlo. —Creo que realmente nunca lo ame. Ahora me doy cuenta que jamás hubiéramos podido ser felices juntos, hizo bien en escogerla a ella —dije mientras miraba a la feliz pareja. —Lo sé —mire a mi primo confundida —él no era tu verdadero amor, lo supe desde el primer momento en que lo vi, el destino nunca escribió que te quedaras a su lado Cokkie. Reí. — ¿Y como puedes saber lo que dice el destino Alejandro? —el me sonrió y debía admitir que el rubio se veía más guapo cuando lo hacía. —Solo confía en mi Cornelia. Hiciste bien en enamorarte de tu esposo.