MILELa señorita Cornelia no había venido por casi una semana, no dejaba de pensar en ella y la manera en la que huyó de mí. Quería disculparme por mi comportamiento tan inapropiado, no sabía que pasaba conmigo pero cada vez que me encontraba con ella actuaba de forma reprochable… Siempre la terminaba alejando de mí. Efímero: aquello que dura por un periodo muy corto de tiempo. Así es todo con Cornelia McDonall, avanzaba un paso y retrocedía mil con cada acción. Tal si le escribía una carta pudiera lograr que ella abriera las puertas que me impiden acercarme más. “Señorita McDonall mi intención nunca ha sido hacerle daño o incordiarla, pero siempre que me encuentro con usted mi juicio se nubla, tal vez eso no sea excusa… pero quiero conocerla señorita, saber sus gustos, sus aflicciones, me vuelvo loco porque nunca en mi vida había estado tan interesado en una mujer como lo estoy ahora. Admiro su serenidad, las pequeñas muestras de bondad que me ha dejado ver.Es incomprensible que m
MILEDiana y Shawn habían organizado una cena en la residencia, invitando a toda la familia McDonall; ya me había puesto a buscar una nueva casa para mudarme porque no pensaba estar bajo el mismo techo con una pareja de recién casados que necesitaban su privacidad. Estaba ansioso porque por fin volvería a ver a la señorita Cornelia después de días de ausencia. “Shawn regresó y estoy furioso por ello, sé que aún no lo has olvidado Cornelia; sentir celos de mi propio hermano no es agradable. Siempre protegí a Shawn desde que eras unos niños, cuando perdimos a nuestros padres y ahora lo veía como un rival, al menos tenía la pequeña satisfacción de que yo fui quien pudo besar tus labios por primera vez. Había sido el primero pero quería ser el último y el único en tu corazón, peco de egoísta porque quiero que seas mía y para lograrlo tendré que ser aún más perseverante, pondrás mil barreras para evitar que me acerque a ti, no quiero rendirme contigo, no aun”.Terminé de escribir la cart
COKKIEMaeve era la única a la que podía hablarle sin temores, la rubia es mi confidente, fui a hasta su hogar y ahora estábamos en su habitación contándole todos los detalles de la velada de ayer. —Tenia tantos cosas en que pensar Maeve. El deseaba fingir un compromiso pero yo no quiero nada fingido.—Tú deseas que sea un compromiso real. —aseguró la rubia —¿Por qué no se lo dices y le hablas con la verdad?—No estoy segura de mis sentimientos. —Cokkie no seas tonta, solo te costó unos días en dejar de verlo con un hombre fastidioso, unas semanas en interesarte en él y puedo asegurarte que unos meses más estarás enamorada si no es que ya lo estas. El señor Mile es guapo, rico, se interesa por ti y tus intereses, ¿qué te detiene en aceptarlo?—Eh... Este…—No tienes argumentos válidos. Deberías hablar con él y no darle verdades a medias. —¡Maeve no me ayudas!—¡No te dejas ayudar Cornelia! Dejaré que tú escojas que es lo que vas hacer Cokkie. ¿Qué es lo que harás? Dime…ݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜ
DÍAS DESPUÉS. COKKIEHabía recibido una nota de parte del señor Mile, donde me pedía visitarlo en una dirección que desconocía, llevaba el libro de siempre “los amorres de Casiopea” quería que terminar de narrárselo. Cuando la diligencia me dejó frente a la casa de dos plantas, la fachada me pareció bella y sencilla, tenía grandes ventanales y un frente bien cuidado. La reja de entrada estaba abierta, caminé hacia la puerta de la casa y al golpearla fue el señor Mile quien me recibió. —Señorita McDonall —dijo con una sonrisa —Entre, por favor. Al cruzar el umbral de la puerta pude ver el interior de la casa, las escaleras y los pisos de madera se veían bien tallados, la casa aun no había sido amueblada, estaba ante un mural en blanco. —¿Le gusta? —preguntó el señor Mile. —Es una linda casa, ¿cuándo se mudará?—Apenas la termine de amueblar ya que quiero evitar incordiar a la pareja de recién casados, no es lo más apropiado que me siga quedando en aquella casa. —Y usted… ¿cuánto
MAEVE—¿Entonces volvieron a besarse? —pregunté divertida al ver las mejillas completamente rojas de Cokkie. Nos encontrábamos en el saloncito de su casa, merendando, yo comía un pedazo de buñuelo mientras me burlaba de su indecisión. —¡Ahs, Maeve! A veces quisiera darme un golpe por ser tan tonta. —No, tonta no eres. Solo eres una mujer indecisa en el amor demasiado que roza con lo absurdo, sin ofender amiga —ella me lanzó una rebana de fruta a la frente —¡Ay, no desperdicies la comida! —¡Entonces no te burles de mis desgracias! —No considero que besar a un hombre guapo sea una desgracia, ojalá me pesaran ese tipo de desgracias más seguido. —Cokkie rodó los ojos y yo reí. Me alegraba de ver a mi amiga feliz nuevamente, me entercia que Cornelia si pudiera encontrar la felicidad, sin querer pensaba en Alejandro, sus cartas habían tardado en llegar estos meses, trataba de no sentirme mal por ello. Recordaba cuando le pregunté que significa yo para él, aun tenia esas palabras tan v
“Para amar a alguien hay que estar dispuesto a dar lo que sea por esa persona, conocerla, ponerte frente a ella cuando ves que está en peligro. Al mirarte Cornelia solo tengo en mi cabeza un solo pensamiento… querer besarte hasta que te olvides del mundo entero, de que olvides tu amor por mi hermano, tus barreras, ¡todo! Para que ames y mires solo a mí.Me vuelvo loco. Mis ojos quieren verte, mis manos sentirte, hacerte mía. Me siento tan tonto, te resultará completamente desconocida la palabra SARANG; su origen es coreano y tiene un hermoso significado: el deseo de querer estar con alguien hasta la muerte”. MILE PERKINS.ݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜMILE. Nunca había frecuentado un club de caballeros fue una experiencia completamente nueva, podía ver desde viejos a jóvenes nobles de la más alta alcurnia londinense, algunos estaban riéndose tomando alcohol de la botella más fina y costosa que había en el bar. A mi hermano le gustaban este tipo de lugares pero yo solo veía a hombres prete
“La amé tanto que en lugar de flores le regalaba libros. Porque las flores duran unos días pero un buen libro dura para toda la vida”Albert Einstein. ݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜݜCORNELIA. Fui de visita a la residencia Perkins, tenía días sin ver a Diana y la extrañaba. Ella me recibió como una buena anfitriona, como siempre mi hermana lucia radiante y al cruzar el umbral de la puerta vi cajones y maletas al comienzo de las escaleras. —Mile está terminando de empacar para su mudanza a la nueva casa. —me dijo mi hermana cuando se lo pregunté.—Sí, el señor Mile me comentó que lo haría para darles privacidad a ti y Shawn. —Es un hombre muy compresivo. —Tienes razón —sonreí y mi hermana notó el cambio. —¿Te gusta no es cierto? —preguntó divertida. —Pero que digo, te gusta y mucho hermanita. —¡Cállate Di! —exclamé con las mejillas sonrojadas lo que la hizo soltar una gran carcajada. —El señor Mile no se encuentra, salió con Shawn a ver como quedaron los muebles y ver los últimos detalles de
VERÓNICA. Cornelia subió con prisa a su habitación apenas llegamos a casa. —¡¿Cómo es posible que la dejen hacer eso?! —se quejó Kaidan cuando su hermana ya no pudo escucharlo —¿En serio dejarán que Cokkie se case con ese hombre? —No veo ningún problema. —habló Heronimo —El señor Mile habló conmigo y fue tu hermana quien lo aceptó. —Pero… pero…—¡Ya basta de quejas Kaidan McDonall! Si fuera por ti Cornelia sería una solterona toda su vida —dije interviniendo en la conversación haciendo sonrojar a mi primogénito. —Cornelia ya no es una niña, sabias que no ibas a protegerla siempre. Ella ya tendrá su propio protector. Dejé que Heronimo terminara de hablar con Kaidan y subí las escaleras, quería hablar con mi niña. Entré a la habitación de Cokkie y la encontré sentada en su cama mirando el anillo que el señor Mile le había regalado. —Es un hermoso anillo. —dije acercándome a ella y sentándose a su lado en la cama. Cokkie me miró luego bajó la mirada y le daba vueltas al anillo en