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Capítulo 5. Un comportamiento…

Henry

Cierro la puerta de golpe. Estoy irritado. Molesto. Su presencia me frustra y me hace querer correrla de la empresa. Recuerdo su movimiento ninja que me tomó por sorpresa, dejándome tirado sobre el suelo del elevador.

     — ¿Por qué arrugas tu frente? ¿Algo te molesta? Yo no…—interrumpo a Alexandra levantando una mano para que no siga.

     — ¿Sushi? ¿Comida española? ¿Qué quieres comer? —pregunto a toda prisa solo para evitar escuchar cómo se queja. Hoy no es un buen día. Estoy pensando que esto de quedarme fue un maldito error. “¿Qué te importa a ti si ella fue su amante? El abuelo era libre de hacer lo que quisiera con su vida. ¿Pero por qué ella?”

     —italiana. Que pesado es tu hermano. —dice Alexandra al dejarse caer en el sillón de cuero. Regreso a la silla que usaba mi abuelo. Alcanzo el teléfono de su base y le pido a mi chófer que nos consiga comida italiana. Cuelgo y me recargo en el respaldo de la silla mirando en dirección a mi prometida.

     —Sebastian es muy devoto a la educación y disciplina, creo que ya deberías de saberlo, lo conoces mejor que yo. —Alexandra tuerce sus hermosos labios, sé qué le irrita que le diga ese tipo de comentarios.

     —El hecho que hayamos estudiados juntos la carrera de administración, no quiere decir que tenga conocimiento de algo más. —Baja la mirada a sus manos, como si estuviese revisando su manicure. Sé qué le ha molestado. Entonces me doy cuenta que estoy siento un cabrón con quien no debería.

     Me levanto de mi lugar y me dirijo hasta ella, me siento a su lado y ella inmediatamente se acurruca a mi costado, pasa su mano sobre mi cuerpo y una pierna sobre mi regazo.

     —Te pido disculpas, estoy algo…irritado. —susurro dejando un beso en su coronilla.

     —Te entiendo. Estás disculpado…—levanta su rostro hacia el mío y una sonrisa se expande por su hermoso rostro. — ¿Estás irritado? Oh, yo tengo una solución…—niego con una sonrisa.

     —No vamos a follar aquí, Alexa. —ella tuerce los labios y después suelta un suspiro.

     —Estamos solos, así que no creo que haya problema. —Se levanta y se mete entre mis piernas, mis manos atrapan sus muñecas.

     —No.

     Abre sus ojos con sorpresa.

     —Solo unos minutos y te vas a relajar, osito.

     Niego de nuevo.

     —No. —ella se suelta de mi agarre bruscamente, se aleja golpeando sus tacones contra el suelo, camina hasta los grandes ventanales de la oficina. Cierro los ojos por unos momentos para poder mantener a raya mi irritación. Me levanto y camino hacia ella, la rodeo por la espalda y siento como su cuerpo se relaja, atrapa mis manos y las acaricia.

     —Nunca me has rechazado. —susurra.

     —Lo sé, pero hoy no es un buen día. Tengo muchas cosas en la cabeza, recuerda que no venimos de vacaciones, la situación es demasiada diferente en esta ocasión. —intento calmar la revolución de ella, sé qué debe de estar pensando el motivo por el cual la he rechazado. —Tranquila… prometo recompensarlo. ¿Sí? —se gira hacia a mí, luego su mano se posa en mi miembro por encima de la tela de mi pantalón de vestir.

     —Quiero mi recompensa ahora. —exige, sus ojos azules brillan, el aro se hace delgado.

     —Alexandra…—advierto.

     — ¿Por qué no? Es tu hora de almorzar. —acaricia mi miembro y es inevitable no reaccionar a su toque.

     —Alexandra…—cierro los ojos cuando lo acaricia con más ímpetu. Cierro mis ojos y su mano libre se desliza por mi pecho, cuando los abro, ella está sobre sus talones, abriendo el cierre de mi pantalón, sus manos buscan ansiosas aquello que tanto adora. Saca mi miembro y lo acaricia, mi mano cae contra el vidrio de la ventana para sostener, bajo la mirada y puedo ver que está decidida a tomar su recompensa. Cierro los ojos disfrutando su caricia, luego la humedad de su boca, entreabro mis labios, suelto el aire y luego un gruñido cuando comienza a chupar, estoy…extasiado.

     — ¿Te gusta? —pregunta cuando se saca mi miembro de su boca, no puedo abrir mis ojos quiero disfrutar…

     —Sí…—vuelve a su boca y comienza a chupar, luego a lamer, con su otra mano comienza a subir y a bajar, preparándome para lanzarme a mi propio clímax. —Oh, sí, así…así…—acelera, estoy a punto de conseguir mi orgasmo, abro los ojos y cuando bajo la mirada para ver a mi prometida, mis ojos se abren como platos cuando no es ella, es Molly, mis manos se van automáticamente a mi miembro para cubrirlo, Alexandra cae sobre su trasero a mi brusquedad. — ¿Qué? —es lo único que digo cuando miro de nuevo y es Alexandra quien realmente estaba haciéndome sexo oral.

     — ¿Qué pasa? ¿Qué viste? ¿Henry? —habla agitada, acercándose a mí. — ¿Te he lastimado? ¡Habla! —la miro en estado de shock, cierro mis ojos e intento alejar la imagen de Molly haciéndome sexo oral.

     —Nada, nada, es solo que…—trago saliva, abro mis ojos de nuevo, Alexandra luce confundida.

     — ¿Qué es? —exige.

     Mi mano inmediatamente guarda mi miembro flácido en su interior. ¿Qué es lo que ha pasado aquí? ¿Por qué ha aparecido Molly? ¿Qué? Termino de arreglar mi pantalón, ella sigue a mi lado en espera de que hable.

     —Creo que lo mejor es que regreses al hotel. Tengo mil cosas en mi cabeza y no puedo concentrarme en nada…—Alexandra se cruza de brazos, no la ha convencido.

     —Lo que tienes Henry, es que no sabes mentir. ¿Qué es lo que te está pasando? Desde que hemos llegado no hemos podido tener sexo, estás demasiado centrado en la empresa…

     Mi corazón acelerado se va calmando poco a poco, mis manos masajean mi rostro para calmar el dolor que ha llegado.

     Alexandra camina hasta donde se encuentra su bolsa de mano y cuando la agarra, se gira hacia a mí y suelta un suspiro de frustración.

     —Comes solo.

     Abro mis ojos cargados de sorpresa.

     —No tarda en llegar el chófer con nuestra comida…

     —Comeré con mi madre, aprovecharé la visita. Nos vemos en la suite cuando termines todo el tema con la empresa.

     Me levanto y me acerco a toda prisa hacia ella mientras camina a la salida.

     —Cariño…—le llamo y se detiene cuando finalmente alcanza el picaporte de la puerta, se vuelve a mí, la rodeo por la cintura y empujo su cuerpo contra la puerta. —No te vayas así…

     —Tienes demasiadas cosas que no me prestas atención, Henry. No eres tú. Cuando seas el de siempre, hablamos.

     —Pero soy yo…

     Sus ojos azules miran los míos.

     —No eres el hombre que me desea. Así que, termina y nos vemos en la noche en la suite. —se alza de puntillas y deja un beso contra mis labios, se vuelve, retrocedo para que abra la puerta y salir, cuando lo hace, al cerrar lo hace con fuerza, señal de que está furiosa.  

     Y de que estoy en problemas. 

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