Molly
Abro mis ojos un poco más, mis pestañas se agitan. Me cruzo de brazos y me recargo lentamente contra mi respaldo.
—Estoy...pero...—Sebastian espera a que diga algo más que mi titubeo.
—Lo sé, es algo con lo que cargo desde hace tiempo, nunca me lo voy a perdonar. El solo recordar...
—Es el pasado.
—Uno que me persigue día a día. —Suelta un suspiro— ¿Podrías, aunque sea...regalarme una sonrisa? —me tenso.
— ¿Qué? —Sebastian pone esos ojos de perro triste.
— ¿Sí? —sonrío sinceramente. —Gracias...—puedo ver un cierto tipo de alivio en su rostro. Pero lo que me acaba de confesar es algo que no hubiese querido saber. Aunque no soy nadie para aprobar lo que hizo, "ella", al final el que tuvo la decisión, es Sebastian, es la vida de ellos, ¿Yo qué pepino pinto aquí? Lo que m
Henry Esto no está pasando. Cierro los ojos y niego, ¿Qué es lo que acaba de pasar, Goldberg? ¿Cómo es que has dicho eso? Abro los ojos, me paso una mano por mi cabello, sus ojos están abiertos en par, sorprendida por mis últimas palabras. —Quiero decir que, —las palabras se esfuman. Ella pareciera una estatua frente a mí, —Quiero decir que, quiero que tú me digas si realmente tienes buenas intenciones con mi hermano. —pero ella no dice nada, sus mejillas se tornan a un rosa que acapara mi atención. — ¿Molly? —empiezo a preocuparme al ver que no dice nada. Mis manos se van automáticamente a sus antebrazos, ella brinca en su lugar cuando la toco, se separa de mí como si quemara. — ¿Sabe tu prometida que estás aquí? —arrugo mi entrecejo, confundido. ¿Qué tiene que ver Alexandra en esto? Bueno, creo que bastante, Henry.  
Molly Finalmente llega el viernes, un viernes que rogaba que no llegase, que se brincara directamente a lunes, el solo recordar me dan ñañaras, compartir dos días con los hermanos Goldberg y la prometida de uno de ellos, me hace querer desaparecer. — ¿Tu maleta? —pregunta Sebastian cuando sale de su oficina, son apenas las nueve de la mañana y ya está presionando con la maleta, tomo aire y lo suelto lentamente, pongo una sonrisa, él sabe que es lo que hago y niega.—No se hace, Molly. Haz prometido apoyarme.—me guiña el ojo, divertido. — ¿No puedes inventar alguna excusa? No tengo ánimos de compartir tiempo con tu hermano y mucho menos con su prometida, me mira de una manera—tuerzo mis labios y arrugo haciendo gesto ácido. Sebastian suelta una carcajada sonora. —No, no hay excusas.—vuelve a reír.,
Molly El vuelo dura casi cinco horas, y llevamos una hora para adentrarnos a los viñedos, el calor es algo intenso, a pesar de ser las seis de la tarde, me alzo mi largo cabello rubio y lo ato en un moño desbaratado en lo alto, llevo un pequeño vestido de manta y unas sandalias de piso, Sebastian lleva una camisa de manta igual que yo, desfajado y unas bermudas verdes militar, sus sandalias de cuero, se ve muy bien vestido informal. Henry lleva un pantalón de mezclilla demasiado ajustado, resalta su trasero redondo, una camisa igual que Sebastian, desfajado por la parte de enfrente, es como si quisiera que viera la parte trasera de su “auto”, cierro los ojos y me abanico con la mano. Alexandra viste un vestido de mezclilla con un cinturón café, su cabello suelto y unas sandalias de tacón. No pierde el glamour. — ¿Tienes calor? —pregunta Sebastian, levanto la mirada hacia él, ambos estam
Henry En media hora comienza la cena, miro hacia los viñedos desde la segunda planta, la luna se pone en lo alto y el clima se vuelve agradable. — ¿Por qué tan pensativo? —pregunta Alexandra. Me vuelvo hacia ella y me desfajo mi camisa, hoy no quiero lucir tan formal, ella lleva un conjunto de pantalón y blazer, arrugo mi ceño y ladeo mi rostro. — ¿Qué?—pregunta. —Es demasiado formal para una cena en la cava de mi abuelo, ¿No tendrás calor?—Ella se da un repaso en el espejo. —Leí que las temperaturas en estos lugares por la noche, se elevan. Arqueo una ceja sorprendido. —Está bien. Luces… hermosa—ella se tensa, luego suelta un suspiro, intentando relajarse. —Gracias, amor. —camina hasta a mí, pasa
Molly Sebastian me retira la silla, estoy algo distraída viendo nuestro alrededor, es una mesa rústica en medio de un gran espacio, rodeados de barriles de vino, estamos en la bodega interna, creo que son como dos pisos por debajo de la tierra, intento no pensar en que no hay una ventilación, que no se nos caerá el techo encima sepultándonos...niego mentalmente, estoy delirando, tengo ansiedad, "Calma, dramática". Alcanzo una servilleta y automáticamente la pongo en mi regazo, está el ambiente cálido, no hace frío ni calor. Sebastian se acomoda a mi lado, teniendo frente a nosotrosa Henry y a su prometida. —Es...es muy buen lugar... ¿Tiene alguna salida de emergencia? ¿Se nos puede caer el techo? —pregunto mirando el lugar, Sebastian aprieta mi mano que tengo en mi regazo. —Tranquila, no pasará nada, es la manera más antigua de conservar el vino. Así que ni el techo se cae
Molly Definitivamente lo es. Estaciona el auto, distrayéndome de mis pensamientos, nos bajamos y espero a que abra la puerta, tarda un poco ya que tiene que encontrar la maña a la puerta, luego finalmente se abre. —Iré rápido, espera aquí.—le digo sin esperar una respuesta. Entro, cruzo por el camino por el cual recuerdo que nos guio Henry, miro distraída por los barriles, cruzo las escaleras para bajar al segundo piso, la bodega interna, llego a la mesa y encuentro mi bolsa, una risa estúpida aparece en mis labios.—Por fin. Cuando me vuelvo para regresar, suelto un grito de sorpresa al ver a Henry de pie, por donde he entrado y sus manos están dentro de sus bolsillos del pantalón, ese lugar donde resguarda su perfecto y redondo trasero. Trago saliva al sentir mi garganta seca. &nbs
Henry Veo que el auto donde va Molly se detiene en la parte principal de la casona, me estaciono a un lado de ellos, pero no me bajo, espero a que ellos lo hagan primero, creo que todo esto se está complicando demasiado. Cierro los ojos y dejo caer mi frente contra el volante, intento controlar mi cabeza y mi corazón, ¿Cuándo es que todo se ha complicado? ¿Cuándo es que Molly pasó de ser una fantasía de hace cinco años a algo más? Trago saliva al sentir mi garganta seca. ¿Cómo es que...he llegado a besarla ahora en tres ocasiones teniendo a Alexandra? Yo odio la infidelidad y las mentiras, ¿Ahora soy yo el que lo hace? ¿Qué mierdas te pasa, Goldberg? Escucho el toque en el vidrio de mi ventana, levanto mi mirada y es Sebastian, tiene su frente fruncida, le hago señas que voy a bajar, se hace a un lado y bajo de la camioneta. — ¿Todo bien? —pregunta. &nbs
Henry — ¿Qué hiciste, Ale? —susurro, siento como su dolor se traspasa hacia a mí, estoy pensando algo, algo que jamás en mi familia se aprobaría. Algo que es una aberración para nosotros, los Goldberg. —Hice algo que lastimó a ese hombre y hasta la fecha merezco su odio, su ira y su...decepción. — ¿Qué hiciste, Ale? —repito mi pregunta. —No estoy lista para hablarlo. El solo pensarlo...me duele y me lastima.—sus ojos me miran detenidamente.— ¿Entonces? ¿Esto se termina? —susurra. Trago saliva duramente. —Creo que lo mejor es terminar. —No quiero terminar. —Ale...—su cuerpo se abalanza al mío, comienza a buscar mi boca desesperada, intento esquiv