Molly
Finalmente llega el viernes, un viernes que rogaba que no llegase, que se brincara directamente a lunes, el solo recordar me dan ñañaras, compartir dos días con los hermanos Goldberg y la prometida de uno de ellos, me hace querer desaparecer.
— ¿Tu maleta? —pregunta Sebastian cuando sale de su oficina, son apenas las nueve de la mañana y ya está presionando con la maleta, tomo aire y lo suelto lentamente, pongo una sonrisa, él sabe que es lo que hago y niega. —No se hace, Molly. Haz prometido apoyarme. —me guiña el ojo, divertido.
— ¿No puedes inventar alguna excusa? No tengo ánimos de compartir tiempo con tu hermano y mucho menos con su prometida, me mira de una manera—tuerzo mis labios y arrugo haciendo gesto ácido. Sebastian suelta una carcajada sonora.
—No, no hay excusas. —vuelve a reír.,
Molly El vuelo dura casi cinco horas, y llevamos una hora para adentrarnos a los viñedos, el calor es algo intenso, a pesar de ser las seis de la tarde, me alzo mi largo cabello rubio y lo ato en un moño desbaratado en lo alto, llevo un pequeño vestido de manta y unas sandalias de piso, Sebastian lleva una camisa de manta igual que yo, desfajado y unas bermudas verdes militar, sus sandalias de cuero, se ve muy bien vestido informal. Henry lleva un pantalón de mezclilla demasiado ajustado, resalta su trasero redondo, una camisa igual que Sebastian, desfajado por la parte de enfrente, es como si quisiera que viera la parte trasera de su “auto”, cierro los ojos y me abanico con la mano. Alexandra viste un vestido de mezclilla con un cinturón café, su cabello suelto y unas sandalias de tacón. No pierde el glamour. — ¿Tienes calor? —pregunta Sebastian, levanto la mirada hacia él, ambos estam
Henry En media hora comienza la cena, miro hacia los viñedos desde la segunda planta, la luna se pone en lo alto y el clima se vuelve agradable. — ¿Por qué tan pensativo? —pregunta Alexandra. Me vuelvo hacia ella y me desfajo mi camisa, hoy no quiero lucir tan formal, ella lleva un conjunto de pantalón y blazer, arrugo mi ceño y ladeo mi rostro. — ¿Qué?—pregunta. —Es demasiado formal para una cena en la cava de mi abuelo, ¿No tendrás calor?—Ella se da un repaso en el espejo. —Leí que las temperaturas en estos lugares por la noche, se elevan. Arqueo una ceja sorprendido. —Está bien. Luces… hermosa—ella se tensa, luego suelta un suspiro, intentando relajarse. —Gracias, amor. —camina hasta a mí, pasa
Molly Sebastian me retira la silla, estoy algo distraída viendo nuestro alrededor, es una mesa rústica en medio de un gran espacio, rodeados de barriles de vino, estamos en la bodega interna, creo que son como dos pisos por debajo de la tierra, intento no pensar en que no hay una ventilación, que no se nos caerá el techo encima sepultándonos...niego mentalmente, estoy delirando, tengo ansiedad, "Calma, dramática". Alcanzo una servilleta y automáticamente la pongo en mi regazo, está el ambiente cálido, no hace frío ni calor. Sebastian se acomoda a mi lado, teniendo frente a nosotrosa Henry y a su prometida. —Es...es muy buen lugar... ¿Tiene alguna salida de emergencia? ¿Se nos puede caer el techo? —pregunto mirando el lugar, Sebastian aprieta mi mano que tengo en mi regazo. —Tranquila, no pasará nada, es la manera más antigua de conservar el vino. Así que ni el techo se cae
Molly Definitivamente lo es. Estaciona el auto, distrayéndome de mis pensamientos, nos bajamos y espero a que abra la puerta, tarda un poco ya que tiene que encontrar la maña a la puerta, luego finalmente se abre. —Iré rápido, espera aquí.—le digo sin esperar una respuesta. Entro, cruzo por el camino por el cual recuerdo que nos guio Henry, miro distraída por los barriles, cruzo las escaleras para bajar al segundo piso, la bodega interna, llego a la mesa y encuentro mi bolsa, una risa estúpida aparece en mis labios.—Por fin. Cuando me vuelvo para regresar, suelto un grito de sorpresa al ver a Henry de pie, por donde he entrado y sus manos están dentro de sus bolsillos del pantalón, ese lugar donde resguarda su perfecto y redondo trasero. Trago saliva al sentir mi garganta seca. &nbs
Henry Veo que el auto donde va Molly se detiene en la parte principal de la casona, me estaciono a un lado de ellos, pero no me bajo, espero a que ellos lo hagan primero, creo que todo esto se está complicando demasiado. Cierro los ojos y dejo caer mi frente contra el volante, intento controlar mi cabeza y mi corazón, ¿Cuándo es que todo se ha complicado? ¿Cuándo es que Molly pasó de ser una fantasía de hace cinco años a algo más? Trago saliva al sentir mi garganta seca. ¿Cómo es que...he llegado a besarla ahora en tres ocasiones teniendo a Alexandra? Yo odio la infidelidad y las mentiras, ¿Ahora soy yo el que lo hace? ¿Qué mierdas te pasa, Goldberg? Escucho el toque en el vidrio de mi ventana, levanto mi mirada y es Sebastian, tiene su frente fruncida, le hago señas que voy a bajar, se hace a un lado y bajo de la camioneta. — ¿Todo bien? —pregunta. &nbs
Henry — ¿Qué hiciste, Ale? —susurro, siento como su dolor se traspasa hacia a mí, estoy pensando algo, algo que jamás en mi familia se aprobaría. Algo que es una aberración para nosotros, los Goldberg. —Hice algo que lastimó a ese hombre y hasta la fecha merezco su odio, su ira y su...decepción. — ¿Qué hiciste, Ale? —repito mi pregunta. —No estoy lista para hablarlo. El solo pensarlo...me duele y me lastima.—sus ojos me miran detenidamente.— ¿Entonces? ¿Esto se termina? —susurra. Trago saliva duramente. —Creo que lo mejor es terminar. —No quiero terminar. —Ale...—su cuerpo se abalanza al mío, comienza a buscar mi boca desesperada, intento esquiv
Henry —Oh, Dios...—escucho que balbucea.—Yo...yo...—mis labios dejan otro camino de besos hasta llegar por encima de su monte de venus, ella sigue temblando. Mis dedos acarician lentamente por la curva de sus caderas, luego bajan a su sexo, lo acarician y escucho un fuerte gemido de ella, me inclino y soplo un poco, provocando que ella se retuerza. Huelo su piel sensible, a "jazmín" mi lengua entra chupando y succionando su interior. Siento su humedad en mi boca, es un sabor exquisito, se mueve demasiado cuando empiezo a acelerar mis movimientos con mi lengua y labios, mi mano se levanta por encima de mí y la dejo en su estómago para evitar que levante su pelvis, siento como sus pliegues internos se contraen cuando meto mis dos dedos, es demasiado ajustado, acelero y acelero y entonces ella parece una poseída, su cuerpo cobra vida y convulsiona, subo por encima de ella y noto sus mejillas rojizas, sus labios entr
Henry Llamo a su departamento y nada, luego entre nuestros conocidos, nadie lo ha visto, entonces decido ir a casa de Molly y hacer guardia. Una hora después, pienso en irme, pero veo el auto de Sebastian estacionarse frente a la casa de Molly. Él se baja, rodea el auto y abre la puerta de ella, se baja, ambos se dicen algo, él atrapa su mano y besa su dorso, luego su frente, siguen hablando, después de unos minutos, caminan hacia las escaleras de la casa, se quedan ahí hablando. Mis dedos aprietan el volante, mis nudillos se vuelven pálidos, Sebastian abraza a Molly, ella levanta sus manos y tocan la espalda de él. Mis estúpidos celos crecen como nunca, nunca había sentido todo esto al grado de hacerme hervir la sangre, cierro los ojos e intento controlarme: "Tú no eres así, Goldberg, no eres así. " Al abrirlos, Molly se