La noche más larga de Avy
Avy Wong observaba su reflejo en el espejo del baño del bar El Paraíso. Sus ojos hinchados y enrojecidos por el llanto contrastaban con el maquillaje que había intentado aplicar unas horas antes. Su cabello negro, siempre perfectamente peinado, ahora caía en mechones desordenados alrededor de su rostro. Las lágrimas seguían surcando sus mejillas, y con cada una sentía cómo su corazón se desgarraba un poco más. —Mañana se casa y no es conmigo —dijo en un susurro apenas audible. Aferrada al lavabo, luchaba por controlar los temblores en sus manos. Su mente era un torbellino de recuerdos: la amistad era un obstáculo. Las risas compartidas con Marcus, las tardes bajo el sol de verano, las noches en las que soñó con un futuro juntos. Todo eso parecía tan insignificante ahora. Cuando regresó tambaleándose a la mesa donde la esperaba Kelly, su amiga levantó la vista y la recibió con una mezcla de preocupación y ternura. —Avy, ya basta —dijo Kelly mientras apartaba la botella que su amiga había estado bebiendo—. No puedes seguir así. —¿Y qué esperas que haga, Kelly? ¿Qué me levanta y aplauda en su boda? ¿Qué sonría mientras le dice “sí, acepto” a otra mujer? —soltó Avy con la voz quebrada, dejando caer su peso sobre la silla—. Duele… Duele más de lo que puedo soportar. Kelly tomó las manos de su amiga entre las suyas. —Lo sé, Avy, pero Marcus tomó su decisión. No puedes seguir cargando con este amor que te está destrozando. Avy soltó una amarga carcajada. —¿Crees que no lo sé? ¡Claro que lo sé! Pero mi corazón no entiende razones, Kelly. Él siempre ha sido mi mundo, incluso cuando yo no era el suyo. El ambiente del bar, lleno de risas y música, parecía burlarse de su sufrimiento. Avy tomó un sorbo de agua, intentando calmar la opresión en su pecho, pero los recuerdos seguían regresando. —Recuerdo cuando éramos niños —dijo con la mirada perdida—. Marcus me prometió que siempre estaría conmigo. Yo pensé que esa promesa significaba algo… Kelly suspiró, resignada. —A veces, las promesas de la infancia no sobreviven a la realidad, Avy. Y tú mereces algo más que palabras vacías. En ese momento, Eliezer, el hermano mayor de Avy, apareció en el bar. Había llegado corriendo tras la llamada de Kelly. Al verla en ese estado, su ceño se frunció. —Avy, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó con tono severo mientras la ayudaba a levantarse. —¿Qué parece que hago? —replicó ella con voz arrastrada—. Estoy intentando olvidar… aunque sea por unas horas. —Vas a terminar destruyéndote si sigues así —dijo Eliezer mientras la cargaba en brazos. Avy no se resistió, simplemente apoyó la cabeza en el hombro de su hermano y comenzó a llorar. —Él no me ama, Eli… Nunca me amó —susurró antes de quedarse dormida. Horas después, mientras Avy dormía en el departamento de Eliezer, este decidió llamar a Marcus. Habían sido amigos toda la vida, pero esa noche, Eliezer sentía que necesitaba respuestas. —¿Qué pasa, Eli? —preguntó Marcus al otro lado de la línea. —Te llamo porque estoy preocupado por mi hermana —dijo Eliezer directamente—. Kelly me llamó para decirme que Avy estaba mal, y cuando fui por ella, estaba destrozada. Hubo un silencio al otro lado de la línea. —¿Está bien? —preguntó Marcus finalmente, con un tono que intentaba sonar despreocupado, pero no lo lograba del todo. —Está dormida ahora, pero claramente algo la está afectando. Kelly dice que necesita olvidar y sanar, y yo creo que está enamorada de alguien que no le corresponde. Marcus sintió un nudo en el estómago. La idea de que Avy estuviera sufriendo por otro hombre lo enfurecía de una manera que no entendía. —¿Enamorada? No digas tonterías, Eli. Avy no tiene novio. —Eso no significa que no pueda estar enamorada. ¿Acaso no la conoces? Mi hermana es capaz de guardar secretos más grandes de lo que imaginas. Marcus no respondió de inmediato. Su mente regresó a todas esas veces en las que Avy lo miraba de una manera que él no podía interpretar. ¿Era posible que…? No, era una locura. —Mañana es tu boda, amigo. ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres? —preguntó Eliezer de repente, cambiando de tema. Marcus suspiró profundamente. —Sabes que no lo es. No amo a Claribel, pero no puedo dejar que mi hijo crezca sin una familia estable. —Una familia estable no significa que tengas que casarte con alguien a quien no amas. Marcus, estás cometiendo un error. Marcus se pasó una mano por el cabello, sintiendo el peso de la decisión que había tomado. —No tengo opción, Eli. Mis padres no me lo perdonarían, y Claribel tampoco. Cuando el sol comenzó a salir, Avy despertó con un dolor de cabeza que parecía reflejar el caos en su corazón. Kelly estaba sentada a su lado, con una taza de café en las manos. —Buenos días, dormilona —dijo Kelly con una sonrisa forzada. —Buenos días, amiga —respondió Avy mientras se sentaba en la cama—. ¿Qué hora es? —Casi las diez. Marcus se casa en unas horas. El solo mencionar su nombre hizo que Avy sintiera una punzada en el pecho. —No sé si puedo hacer esto, Kelly. No sé si puedo estar allí, viéndolo prometerse a otra persona. Kelly se acercó y tomó las manos de su amiga. —Avy, eres más fuerte de lo que crees. Puedes enfrentarlo. Y si necesitas llorar después, aquí estaré para ti. Más tarde, ya vestida y lista, Avy se miró al espejo una vez más. Llevaba un vestido azul cielo que acentuaba su figura, y su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros. A simple vista, parecía una mujer segura de sí misma, pero por dentro estaba rota. Cuando llegó al lugar de la boda, el corazón de Avy se detuvo al ver a Marcus de pie junto al altar. Vestía un elegante traje negro, y aunque su rostro mostraba determinación, sus ojos estaban llenos de tristeza. Mientras Avy tomaba asiento junto a su familia, Marcus levantó la vista y sus miradas se cruzaron. En ese momento, el tiempo pareció detenerse. Ninguno de los dos dijo nada, pero ambos sabían que estaban pensando lo mismo: ¿qué habría pasado si las cosas hubieran sido diferentes? El sonido de la música interrumpió el momento, y todos se pusieron de pie para recibir a la novia. Claribel entró con paso seguro, luciendo radiante en su vestido blanco. Avy sintió cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, pero se obligó a mantener la compostura. —Eres fuerte, Avy. Eres fuerte —se repitió a sí misma mientras la ceremonia comenzaba. Sin embargo, mientras el sacerdote hablaba, Marcus apenas podía concentrarse. Sus pensamientos estaban con la mujer que lo observaba desde la multitud, aquella a la que no podía sacar de su mente. Cuando llegó el momento de decir “sí, acepto”, Marcus hizo una pausa. El silencio se hizo palpable, y todos los presentes lo miraron con expectación. —Marcus… —susurró Claribel, confundida por su vacilación. En ese instante, Marcus alzó la vista hacia Avy una vez más. Su corazón sabía la verdad, pero también sabía que era demasiado tarde para cambiar el destino. —Sí, acepto —dijo finalmente, sellando el futuro que había elegido, aunque no fuera el que deseaba. Para Avy, esas palabras fueron como un cuchillo que la atravesaba. Pero mientras se levantaba para aplaudir junto con los demás, una resolución comenzó a formarse en su corazón: era hora de dejar ir a Marcus y comenzar a sanar. El verdadero desafío apenas comenzaba, pero Avy sabía que, pase lo que pase, su historia aún no había terminado.Mientras en diferentes rincones de la ciudad cada persona vivía su propio drama, el destino tejía una red de secretos, mentiras y decisiones irrevocables. Marcus Santis se encontraba en su departamento, observando la ventana como si pudiera encontrar respuestas en el horizonte. Su mente regresaba una y otra vez al momento en que descubrió que Claribel estaba embarazada. Se sentía atrapado, no solo por el compromiso que implicaba el matrimonio, sino también por la incertidumbre que le carcomía el alma.—¿Cómo llegué a esto? —murmuró para sí mismo mientras apretaba el puente de su nariz, intentando aliviar la presión en su cabeza. Sabía que algo no cuadraba, pero los constantes recordatorios de Claribel acerca de la responsabilidad lo mantenían atrapado.En otro lugar, Claribel disfrutaba del que sería su último encuentro con su amante antes de la boda. Román, su cómplice y amante, no parecía tan seguro como ella de que su plan funcionaría.—¿Estás segura de que Marcus no sospecha nada?
Avy llegó a su casa con el alma hecha pedazos. Apenas se despidieron de su amiga, murmurando un “gracias por todo” antes de encerrarse en su habitación. No podía contener las lágrimas que brotaban de sus ojos como un torrente. Apenas alcanzó a cerrar la puerta del baño antes de caer de rodillas junto al lavabo. Se miró en el espejo, con el rostro desencajado por el dolor y la rabia. Su reflejo era el de una mujer que había intentado ser fuerte, pero que estaba rota por dentro. Dejó que sus lágrimas fluyeran sin medida, buscando liberar el peso que oprimía su pecho. Era insoportable saber que Marcus, el hombre al que había amado desde su adolescencia, no solo pertenecía a otra mujer, sino que ahora sería padre. Había esperado por él, había soñado con un futuro a su lado, pero todo eso se desmoronó en un instante. —¿Por qué, Marcus? —murmuró con la voz quebrada—. ¿Por qué no pude ser suficiente para ti? El dolor se mezclaba con el cansancio y, sin darse cuenta, Avy terminó acurruc
Avy estaba de vuelta en la ciudad después de meses de ausencia. Había pasado tiempo en París, perfeccionando su técnica en diseño de joyas, aprendiendo de los mejores y empapándose de la magia de las tendencias europeas. Había sido una experiencia inolvidable, pero regresar a casa tenía un sabor especial. Extrañaba a su familia, a quienes adoraba con toda su alma. Sin embargo, había alguien más a quien anhelaba ver, alguien que ocupaba su mente mucho más de lo que quería admitir: Marcus, el mejor amigo de su hermano Eliezer y su amor secreto desde que tenía memoria. Aquel sentimiento era su secreto mejor guardado. Siempre lo había admirado desde lejos, temiendo arruinar la amistad o que él solo la viera como la “hermanita” de su amigo. Aun así, no podía evitar emocionarse con la posibilidad de encontrárselo. Ese día, tras arreglarse con esmero, Avy bajó a desayunar con sus padres. Estaba radiante, con un vestido sencillo, pero elegante que resaltaba su figura, y una sonrisa que il
Un embarazo no planeadoMarcus llegó al trabajo después de pasar por su cafetería favorita. Iba distraído pensando en aquella mujer morena que había dejado sentada en una mesa, mirándolo fijamente con unos ojos llenos de misterio. Había algo en ella que no podía apartar de su mente. Pero ahora no había tiempo para distracciones; el proyecto de Cosmos Inc. exigía toda su atención.—Amigo, qué bueno que llegas —dijo Eliezer entrando a la oficina con expresión de preocupación —Necesitamos revisar los equipos y programas para el sistema de operación de las industrias Cosmos Inc. Urge la entrega, y estamos atrasados. La primera semana de febrero es la fecha límite, y no se ha avanzado nada.Marcus levantó la vista de los bocetos en los que estaba trabajando. Su expresión era calmada, a pesar de la urgencia. —Tranquilo, Eliezer. Sé que soy el encargado y estoy al tanto. Hoy tendremos un avance significativo y planeo citar al cliente para una presentación previa. Recuerda que nuestro equip
Sin entender nada, Marcus toma el sobre y lo abre. Al ver el resultado positivo de embarazo, se quedó mirando a Claribel estupefacto; sus ojos parecían salirse de su contorno. Observa los resultados del análisis sin poder creerlo y luego vuelve a guardar el contenido en el sobre.-Mi amor, te juro que no sé cómo pasó... Estoy embarazada. Me acabo de dar cuenta, tengo dos meses -suelta Claribel sin anestesia, y Marcus queda en shock. Vuelve a abrir el sobre y lee las letras mayúsculas que confirman el "POSITIVO" y observa el ultrasonido con una mancha negra en él.-Esto no puede ser posible, ¡yo no...! ¡Espera, tú...! No te creo -dice Marcus, cambiándose y entrando en una crisis de nervios. Sin decir una palabra más, sale del departamento, dejando a Claribel con una sonrisa de satisfacción. Claro que esa sonrisa no logró verla Marcus.-¡Marcus! ¡Marcus! -exclama Claribel mientras su sonrisa permanece intacta-. Todo está hecho, solo debo esperar... Estoy segura de que nos casaremos. Per
Marcus observa cómo se llevan a una Avy que apenas podía caminar. Se zafa de las garras de Claribel y, molesto, se va de la fiesta dejándola atrás, haciendo un berrinche y llorando frente a quien pronto sería su suegra.-Suegra, ¿qué le pasa a Marcus? Se fue y me dejó botada. ¿Con quién me voy a ir a casa? -le dice Claribel a la señora Ana, quien obviamente no la soporta.-No te preocupes, muchacha; el chofer te llevará a casa -contesta la señora Ana, llevándola fuera del evento y pidiéndole al chofer que la lleve a su hogar.Claribel sube al auto de mala gana. Creía tener la oportunidad de que su futura suegra le diera la razón y la invitara a quedarse en su mansión. Llena de coraje, al llegar a su departamento, arroja todo lo que encuentra a su paso mientras grita improperios hacia Marcus.-Contesta el maldito teléfono, Marcus. ¿Por qué me haces esto? -grita furiosa, marcando su número, solo para recibir siempre la misma respuesta: "El número que usted ha marcado está fuera de servi
El whisky en el vaso se balanceaba, reflejando las luces tenues de la oficina. Marcus estaba sentado al borde del sillón de cuero, con los codos apoyados en las rodillas y el rostro entre las manos. Su respiración era pesada, como si cada exhalación le costara más que la anterior. -¿Dónde dejaste a mi amigo? -preguntó Eliezer, colocándole un vaso en la mano. Su tono era serio, incluso un poco áspero-. Porque este que tengo enfrente, te lo juro, no eres tú.Marcus levantó la mirada. Sus ojos estaban cansados, apagados, como si el peso del mundo le hubiese caído encima. Tomó un trago largo, dejando que el líquido le quemara la garganta, pero no respondió de inmediato.-Vamos, Marcus -insistió Eliezer, sentándose detrás de su escritorio con una postura que dejaba claro que no iba a soltar el tema-. ¿Por qué te casas si no la amas?Marcus cerró los ojos y dejó caer el vaso vacío sobre la mesa. Sus dedos tamborilearon contra la madera antes de contestar, casi en un susurro:-Te juro que n
En la mansión Wong, el agua de la piscina reflejaba un sol radiante, pero para Avy, todo parecía sombrío. Estaba sumergida hasta el cuello, con el cabello oscuro flotando alrededor de su rostro. Cerraba los ojos, tratando de ahogar los pensamientos que la atormentaban, esos que la llevaban de regreso a él, al hombre que había robado su corazón y que parecía tan inalcanzable. El suave sonido de unas sandalias sobre el pavimento la hizo abrir los ojos. Su madre, elegante como siempre, se acercaba con una toalla en las manos y una sonrisa serena en los labios.-Avy, querida, sal de esa piscina. Te vas a arrugar toda -dijo su madre, extendiendo la toalla hacia ella.-No exageres, madre -respondió Avy mientras salía del agua y tomaba la toalla. Se secó el rostro y luego la abrazó, dejando un beso en su mejilla. Ambas caminaron hasta la mesa del jardín, donde un jugo de arándano, el favorito de Avy, las esperaba. Se sentaron en silencio por un momento, disfrutando del sonido de las hojas