Un embarazo no planeado
Marcus llegó al trabajo después de pasar por su cafetería favorita. Iba distraído pensando en aquella mujer morena que había dejado sentada en una mesa, mirándolo fijamente con unos ojos llenos de misterio. Había algo en ella que no podía apartar de su mente. Pero ahora no había tiempo para distracciones; el proyecto de Cosmos Inc. exigía toda su atención. —Amigo, qué bueno que llegas —dijo Eliezer entrando a la oficina con expresión de preocupación —Necesitamos revisar los equipos y programas para el sistema de operación de las industrias Cosmos Inc. Urge la entrega, y estamos atrasados. La primera semana de febrero es la fecha límite, y no se ha avanzado nada. Marcus levantó la vista de los bocetos en los que estaba trabajando. Su expresión era calmada, a pesar de la urgencia. —Tranquilo, Eliezer. Sé que soy el encargado y estoy al tanto. Hoy tendremos un avance significativo y planeo citar al cliente para una presentación previa. Recuerda que nuestro equipo está poniendo todo su esfuerzo; no tengo dudas de que cumpliremos a tiempo. Eliezer suspiró, algo más relajado. —Está bien, confío en ti. Por cierto, te recuerdo que este fin de semana es el aniversario de mis padres. Haremos una cena, y quiero que tú y tus papás estén ahí. Marcus esbozó una sonrisa, aunque en su mente ya estaba pensando en otra cosa. Ese evento sería su oportunidad para volver a ver a la mujer que tanto lo había impactado. —Claro, no te preocupes. Estaré ahí sin falta. Eliezer asintió y se despidió, dejando a Marcus inmerso de nuevo en su trabajo. Mientras ajustaba los últimos detalles de los bocetos, la voz de su secretaria interrumpió el silencio. —Señor, la señorita Claribel está aquí. Marcus frunció el ceño. Había dejado claro a Claribel que no debía ir a la oficina, especialmente sin avisar. —Hazla pasar, por favor —respondió con cierto desgano. Claribel entró con su acostumbrada energía, llevándose toda la atención de la sala. Su figura impecable y su sonrisa encantadora eran innegables, pero Marcus apenas le dedicó una mirada antes de volver a centrarse en su computadora. —Hola, cariño. Vine porque te extraño. Hace días que no vas al departamento, y necesito verte —dijo Claribel, acercándose para darle un beso. —He estado ocupada, Claribel. Este proyecto me tiene absorbido. Lo siento, pero ahora no puedo darte el tiempo que quisieras —respondió Marcus sin apartar la vista de la pantalla. Claribel, sin rendirse, intentó sentarse en sus piernas, pero Marcus la detuvo con suavidad. —Invítame a almorzar, y hablamos. Hace semanas que no pasamos tiempo juntos —insistió ella con un tono que denotaba urgencia. Marcus suspiró. No quería discutir, pero tampoco podía concentrarse con ella allí. —De acuerdo, pero mejor en la noche. Te invito a cenar. Paso por ti a las siete. Claribel sonrió, satisfecha. —Perfecto. Te espero en mi departamento. Antes de irse, le dio un beso rápido y salió. Marcus se quedó en silencio unos segundos, mirando la puerta cerrada. Llevaba tres años saliendo con Claribel, pero nunca había estado realmente enamorado. Disfrutaba de su compañía, pero últimamente sentía que la relación había llegado a su fin. Tenía pensado hablar con ella esa noche; no quería prolongar algo que no tenía futuro. Mientras tanto, Claribel tenía otros planes. Desde hacía semanas, había decidido que Marcus sería su boleto de salida de la incertidumbre económica de su familia. Ella no permitiría que él terminara la relación. Ahora tenía un as bajo la manga. Esa noche, Marcus llegó al departamento de Claribel sin mucho ánimo. Usó las llaves que él mismo le había dado tiempo atrás. Al abrir la puerta, la encontró vestida con un baby doll de encaje que apenas dejaba algo a la imaginación. La mesa estaba preparada con velas y una botella de vino. Claribel se acercó, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. —Te extrañé tanto, Marcus —dijo en un susurro, acariciando su rostro. Marcus intentó resistirse, pero la seducción de Claribel lo envolvió. Esa noche, entre gemidos y caricias, olvidó momentáneamente sus preocupaciones. Después del clímax, Claribel se recostó sobre su pecho y comenzó a llorar. Marcus, preocupado, levantó su rostro y le limpió las lágrimas con ternura. —¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? —preguntó con sinceridad. Claribel sollozó antes de responder. —Marcus, yo… yo te amo. Pero sé que últimamente no hemos estado bien, y no quiero que me odies por lo que voy a decirte. Marcus frunció el ceño, confundido. —No entiendo. ¿De qué estás hablando? —dijo mientras la observaba. Claribel se levantó, cubriéndose con la sábana, y caminó hacia el vestidor. Sacó un sobre y se lo entregó a Marcus con las manos temblorosas. —Aquí está la prueba. No sé cómo pasó, pero estoy embarazada. El silencio llenó la habitación. Marcus abrió el sobre y encontró un ultrasonido con el nombre de Claribel. Se quedó mirando la imagen, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. —¿Estás segura? —preguntó, levantando la vista para observarla. —Sí, Marcus. Estoy esperando un hijo tuyo. Claribel comenzó a llorar de nuevo, esta vez escondiendo el rostro entre sus manos. Marcus se levantó, nervioso. Caminó hacia la ventana, intentando ordenar sus pensamientos. —Esto… esto es mucho —dijo al fin—. No sé qué decir. Claribel se acercó lentamente, colocando una mano sobre su brazo. —Sé que no planeábamos esto, pero te prometo que este bebé será nuestra felicidad. Yo… haré todo lo posible porque esto funcione. Marcus no respondió de inmediato. Aunque en su interior había dudas, también sentía un deber hacia Claribel y el supuesto bebé. —Necesito tiempo para pensar —dijo finalmente, apartándose. —Por favor, Marcus, no me dejes sola en esto —suplicó ella con lágrimas en los ojos. Marcus asintió, aunque no estaba seguro de qué hacer. La confusión lo invadía, pero no podía ignorar la posibilidad de ser padre. Esa noche, cuando salió del departamento, Claribel lo observó desde la ventana, con una sonrisa triunfante. Su plan estaba en marcha. Al día siguiente, Marcus no podía concentrarse en su trabajo. Las palabras de Claribel resonaban en su mente una y otra vez. Por la tarde, se reunió con Eliezer para hablar sobre el proyecto, pero su amigo notó que algo andaba mal. —¿Estás bien, Marcus? Te veo distraído —preguntó Eliezer. —Sí, solo… tengo muchas cosas en la cabeza. Eliezer lo observó con preocupación, pero decidió no insistir. Marcus sabía que tenía que tomar una decisión, pero no estaba seguro de cuál sería. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que su vida estaba fuera de control.Sin entender nada, Marcus toma el sobre y lo abre. Al ver el resultado positivo de embarazo, se quedó mirando a Claribel estupefacto; sus ojos parecían salirse de su contorno. Observa los resultados del análisis sin poder creerlo y luego vuelve a guardar el contenido en el sobre.-Mi amor, te juro que no sé cómo pasó... Estoy embarazada. Me acabo de dar cuenta, tengo dos meses -suelta Claribel sin anestesia, y Marcus queda en shock. Vuelve a abrir el sobre y lee las letras mayúsculas que confirman el "POSITIVO" y observa el ultrasonido con una mancha negra en él.-Esto no puede ser posible, ¡yo no...! ¡Espera, tú...! No te creo -dice Marcus, cambiándose y entrando en una crisis de nervios. Sin decir una palabra más, sale del departamento, dejando a Claribel con una sonrisa de satisfacción. Claro que esa sonrisa no logró verla Marcus.-¡Marcus! ¡Marcus! -exclama Claribel mientras su sonrisa permanece intacta-. Todo está hecho, solo debo esperar... Estoy segura de que nos casaremos. Per
Marcus observa cómo se llevan a una Avy que apenas podía caminar. Se zafa de las garras de Claribel y, molesto, se va de la fiesta dejándola atrás, haciendo un berrinche y llorando frente a quien pronto sería su suegra.-Suegra, ¿qué le pasa a Marcus? Se fue y me dejó botada. ¿Con quién me voy a ir a casa? -le dice Claribel a la señora Ana, quien obviamente no la soporta.-No te preocupes, muchacha; el chofer te llevará a casa -contesta la señora Ana, llevándola fuera del evento y pidiéndole al chofer que la lleve a su hogar.Claribel sube al auto de mala gana. Creía tener la oportunidad de que su futura suegra le diera la razón y la invitara a quedarse en su mansión. Llena de coraje, al llegar a su departamento, arroja todo lo que encuentra a su paso mientras grita improperios hacia Marcus.-Contesta el maldito teléfono, Marcus. ¿Por qué me haces esto? -grita furiosa, marcando su número, solo para recibir siempre la misma respuesta: "El número que usted ha marcado está fuera de servi
El whisky en el vaso se balanceaba, reflejando las luces tenues de la oficina. Marcus estaba sentado al borde del sillón de cuero, con los codos apoyados en las rodillas y el rostro entre las manos. Su respiración era pesada, como si cada exhalación le costara más que la anterior. -¿Dónde dejaste a mi amigo? -preguntó Eliezer, colocándole un vaso en la mano. Su tono era serio, incluso un poco áspero-. Porque este que tengo enfrente, te lo juro, no eres tú.Marcus levantó la mirada. Sus ojos estaban cansados, apagados, como si el peso del mundo le hubiese caído encima. Tomó un trago largo, dejando que el líquido le quemara la garganta, pero no respondió de inmediato.-Vamos, Marcus -insistió Eliezer, sentándose detrás de su escritorio con una postura que dejaba claro que no iba a soltar el tema-. ¿Por qué te casas si no la amas?Marcus cerró los ojos y dejó caer el vaso vacío sobre la mesa. Sus dedos tamborilearon contra la madera antes de contestar, casi en un susurro:-Te juro que n
En la mansión Wong, el agua de la piscina reflejaba un sol radiante, pero para Avy, todo parecía sombrío. Estaba sumergida hasta el cuello, con el cabello oscuro flotando alrededor de su rostro. Cerraba los ojos, tratando de ahogar los pensamientos que la atormentaban, esos que la llevaban de regreso a él, al hombre que había robado su corazón y que parecía tan inalcanzable. El suave sonido de unas sandalias sobre el pavimento la hizo abrir los ojos. Su madre, elegante como siempre, se acercaba con una toalla en las manos y una sonrisa serena en los labios.-Avy, querida, sal de esa piscina. Te vas a arrugar toda -dijo su madre, extendiendo la toalla hacia ella.-No exageres, madre -respondió Avy mientras salía del agua y tomaba la toalla. Se secó el rostro y luego la abrazó, dejando un beso en su mejilla. Ambas caminaron hasta la mesa del jardín, donde un jugo de arándano, el favorito de Avy, las esperaba. Se sentaron en silencio por un momento, disfrutando del sonido de las hojas
La propiedad de la familia Wong estaba ubicada entre majestuosas montañas que parecían abrazar el lugar con su imponente belleza. A pesar de su avanzada edad, Jorge y su esposa, Luisa, se mantenían activos. Con casi sesenta años, continuaban disfrutando de actividades como escalar, hacer caminatas y ejercicios, un estilo de vida que habían inculcado en sus hijos desde pequeños.Cuando Avy llegó a la cabaña después de un largo viaje desde la ciudad, se dejó caer en el cómodo sofá de la sala. Sus padres, atentos como siempre, le ofrecieron una taza de té caliente mientras Jorge le contaba las actividades que había preparado para la semana. —Mañana empezamos temprano —dijo Jorge, con una sonrisa traviesa —Vamos a escalar la cara norte de la montaña. Es un desafío, pero sé que puedes hacerlo.—Papá, no sé si estoy lista para eso —respondió Avy, dejando escapar una risa ligera —Últimamente, he estado tan ocupada con la pasarela que no he tenido tiempo para entrenar.Luisa, quien observaba
La relación con Claribel, se había vuelto insostenible. A pesar de que estaba embarazada, Marcus apenas pasaba tiempo en casa. El trabajo se había convertido en su refugio, aunque en el fondo sabía que simplemente estaba evitando enfrentar los problemas que los consumían. Marcus estacionó su auto frente al edificio donde compartía un departamento con Claribel. Su rostro era una mezcla de ira y determinación, mientras repasaba mentalmente las palabras que le diría. Después de semanas de sospechas y consejos de sus amigos Eliezer y Noé, finalmente había confirmado lo que tanto temía: el niño que esperaba Claribel no era suyo. Subió las escaleras rápidamente, ignorando el peso en su pecho. Abrió la puerta del departamento sin anunciarse, encontrándose con Claribel sentada en el sofá, acariciando distraídamente su vientre. Al verlo, ella levantó la mirada con una sonrisa ligera, pero su expresión cambió al notar el ceño fruncido de Marcus. —¿Qué pasa? —preguntó, dejando su taza de
La noche más larga de AvyAvy Wong observaba su reflejo en el espejo del baño del bar El Paraíso. Sus ojos hinchados y enrojecidos por el llanto contrastaban con el maquillaje que había intentado aplicar unas horas antes. Su cabello negro, siempre perfectamente peinado, ahora caía en mechones desordenados alrededor de su rostro. Las lágrimas seguían surcando sus mejillas, y con cada una sentía cómo su corazón se desgarraba un poco más. —Mañana se casa y no es conmigo —dijo en un susurro apenas audible. Aferrada al lavabo, luchaba por controlar los temblores en sus manos. Su mente era un torbellino de recuerdos: la amistad era un obstáculo. Las risas compartidas con Marcus, las tardes bajo el sol de verano, las noches en las que soñó con un futuro juntos. Todo eso parecía tan insignificante ahora. Cuando regresó tambaleándose a la mesa donde la esperaba Kelly, su amiga levantó la vista y la recibió con una mezcla de preocupación y ternura. —Avy, ya basta —dijo Kelly mientras ap
Mientras en diferentes rincones de la ciudad cada persona vivía su propio drama, el destino tejía una red de secretos, mentiras y decisiones irrevocables. Marcus Santis se encontraba en su departamento, observando la ventana como si pudiera encontrar respuestas en el horizonte. Su mente regresaba una y otra vez al momento en que descubrió que Claribel estaba embarazada. Se sentía atrapado, no solo por el compromiso que implicaba el matrimonio, sino también por la incertidumbre que le carcomía el alma.—¿Cómo llegué a esto? —murmuró para sí mismo mientras apretaba el puente de su nariz, intentando aliviar la presión en su cabeza. Sabía que algo no cuadraba, pero los constantes recordatorios de Claribel acerca de la responsabilidad lo mantenían atrapado.En otro lugar, Claribel disfrutaba del que sería su último encuentro con su amante antes de la boda. Román, su cómplice y amante, no parecía tan seguro como ella de que su plan funcionaría.—¿Estás segura de que Marcus no sospecha nada?