Por su parte, la familia Wong estaba más unida que nunca. El secuestro de Avy había sido un duro golpe para todos, pero la resolución del caso había dejado una marca imborrable en cada uno de sus miembros. Marcus, al ver que Claribel no iba a quedar impune por lo que había hecho, finalmente se sintió libre, al fin obtener el divorcio.
Avy, aunque traumada por la experiencia, había comenzado a sanar con el apoyo de su familia. La relación con Marcus había cambiado para siempre, pero ahora se encontraban más cerca que nunca, luchando por un futuro que no estaba marcado por las sombras del pasado.Por fin, el peso de la intriga y el juego de poder habían terminado. Y aunque las secuelas del plan de Claribel seguirían persiguiéndolos, Marcus y Avy sabían que el futuro que compartían sería suyo, sin interferencias de quienes habían intentado destruirlos.El día de la audiencia de Claribel había llegado finalmente. La tensión en los pasillos del tribunal era palpableUna mañana, mientras Avy se encontraba sentada en su cama, sumida en sus pensamientos, Max entró corriendo, sin previo aviso. Con su pequeño cuerpo, corrió hacia ella y se subió a la cama sin dudar. Le dio un abrazo tan fuerte que Avy no pudo evitar sonreír, aunque con los ojos llenos de lágrimas.—Te quiero mucho, Avy —dijo Max, con la sinceridad que solo un niño podía tener —No llores, por favor.Avy lo miró, y algo en su interior cambió. Al ver el amor puro del niño, comenzó a darse cuenta de que la vida aún tenía belleza. Que el miedo no debía ganar, que no podía esconderse para siempre. Por Max, por su familia, por ella misma, debía intentar sanar.Avy abrazó al niño, sus lágrimas cayendo sin poder evitarlo. El pequeño Max, sin saberlo, le estaba dando la fuerza para salir de su encierro. La conexión con él la sacaba poco a poco de la oscuridad en la que se había sumido.—¡Gracias! , Max —susurró Avy, mientras lo apretaba más fuerte contra su
Al regresar a casa, Marcus se sintió más ligero, pero también consciente de que no podría dejar que el pasado lo definiera. Avy necesitaba su apoyo más que nunca, y su hijo, Máximo, necesitaba crecer en un ambiente lleno de amor y paz, lejos de las sombras de la venganza de Claribel.Esa misma noche, después de la visita, Marcus visitó a Avy. Ella lo estaba esperando en casa de sus papás, más tranquila, más relajada, aunque aún marcada por lo que había vivido.—¿Cómo te fue? —preguntó Avy, viendo la expresión en el rostro de Marcus.—Estoy libre de Claribel —respondió Marcus con una sonrisa ligera —Ya no tengo que cargar con esa parte de mi vida. Y eso me hace sentir más tranquilo. Pero lo más importante es que ahora puedo concentrarme en lo que realmente importa: nosotros.Avy lo miró, y aunque no podía olvidar lo que había pasado, sentía una pequeña chispa de esperanza dentro de ella. Marcus estaba allí, con ella, y eso era lo que más necesitaba
La noche había caído sobre la ciudad, envolviendo el cielo en un manto de estrellas titilantes. Marcus sostenía la mano de Avy mientras cruzaban el vestíbulo del hotel. La calidez de su toque se extendía por su piel como un bálsamo contra los recuerdos oscuros que Avy aún llevaba consigo.—¿Estás segura? —preguntó Marcus con un tono suave, casi temeroso, de romper el frágil hilo de confianza que ella le había brindado esa noche. Sus ojos buscaban los de Avy, esperando una señal, una palabra que reafirmara su decisión.Avy lo miró, respirando hondo antes de asentir.—Sí, Marcus. Estoy segura. Esta noche… quiero dejar atrás todo lo que me ha pesado. Quiero ser libre. Contigo.Marcus apretó ligeramente su mano, un gesto que hablaba más que mil palabras. La condujo hacia el ascensor, y mientras subían, el silencio entre ambos no era incómodo, sino lleno de una expectativa palpable.Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso reservado,
La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Marcus abrió los ojos, y lo primero que vio fue a Avy, dormida a su lado. Su cabello se extendía en ondas sobre la almohada, y una expresión de paz descansaba en su rostro. Verla así, tan tranquila, le llenó el pecho de un calor indescriptible. Con cuidado, Marcus se deslizó fuera de la cama, asegurándose de no despertarla. Observó por un momento cómo el edredón apenas cubría su figura, recordándole los momentos de la noche anterior. Sonrió para sí mismo, sintiendo una mezcla de amor y gratitud. Caminó hacia el teléfono para pedir el desayuno. -Buenos días, me gustaría ordenar el desayuno a la habitación -dijo en voz baja-. Un poco de todo, algo ligero y algo dulce. Y café, por favor. Después de colgar, se dirigió al baño. La gran tina de mármol en la esquina parecía perfecta para lo que tenía en mente. Abrió el grifo y dejó que el agua caliente
Era un día soleado, perfecto para recorrer la ciudad en busca del hogar ideal. Avy, Marcus y el pequeño Max habían pasado semanas planeando este día, revisando anuncios y haciendo listas de casas por visitar. Pero la decisión final no recaería únicamente en los adultos; Max, con apenas cuatro años, tenía un voto importante. Después de todo, como decían sus padres, era una nueva etapa para todos, y la felicidad de Max también era su prioridad. Max, sentado en el asiento trasero del coche, abrazaba con fuerza a Tobi, un cachorro enérgico de orejas caídas que había llegado a su vida como regalo de su tío Eliezer en su último cumpleaños. El niño no podía dejar de acariciar su suave pelaje y hablarle con entusiasmo. -Tobi, ¿te imaginas corriendo por un jardín grandote? ¡Con un montón de flores y árboles! -dijo Max con ojos brillantes. Avy, sentada en el asiento del copiloto, volteó a mirarlo y sonrió con ternura. -Eso sería increíble, Max
La noticia del compromiso de Marcus y Avy corrió rápidamente entre sus familias, quienes no pudieron evitar compartir la alegría que ambos sentían al dar este importante paso en su relación. Las familias Wong y Santis, con todo el amor y la emoción que el momento demandaba, comenzaron a planear una fiesta de compromiso que sería el reflejo de la nueva vida que Avy y Marcus estaban comenzando a construir juntos. El lugar elegido para la celebración fue una gran casa de campo en las afueras de la ciudad, un lugar acogedor, con hermosos jardines y un ambiente elegante pero cálido. La idea era reunir a los amigos más cercanos y a la familia, y celebrar el amor, la esperanza y los nuevos comienzos. Avy, aunque emocionada, sentía una mezcla de nervios y gratitud por todo el apoyo que recibía, especialmente de Marcus, que siempre estuvo a su lado, como su pilar inquebrantable. Mientras los preparativos de la fiesta avanzaban, Marcus y Avy pasaban mucho tiempo
Roberto Cifuentes, que aparentaba ser un hombre de escasos recursos, había sido un hombre de poder durante muchos años, moviéndose en círculos de influencia en los que el dinero y los contactos lo podían todo. No era la primera vez que lidiaba con situaciones fuera de la ley, y esta vez no iba a ser diferente. A través de sus conexiones en el submundo, comenzó a trazar un plan para liberar a su hija. Utilizando su dinero, su influencia y su poder, había acordado con algunos de los hombres más peligrosos de la región un plan que sacaría a Claribel de prisión.Todo fue cuidadosamente organizado. Desde la corrupción de algunos oficiales de la prisión hasta la coordinación con una red de contrabandistas, Javier tenía todo preparado. El escape de Claribel no era solo una cuestión de sacarla de la cárcel, sino también de llevarla a un lugar seguro, lejos de cualquier intento de captura o seguimiento. En cuanto la noticia de su libertad llegara a los oídos de la familia Wong, Clar
Mientras Claribel perfeccionaba su plan, Marcus y Avy seguían adelante con los preparativos de la boda. No sabían que, en las sombras, el peligro acechaba, esperando el momento adecuado para atacar. El pequeño Máximo, ajeno a todo lo que se cocinaba a su alrededor, vivía su vida felizmente, disfrutando de la cercanía de su madre adoptiva, Avy, y la protección de Marcus. Una tarde, mientras Avy y Marcus paseaban por el parque con Máximo, disfrutando de su tiempo juntos, algo en el ambiente cambió. Un extraño sentimiento de inquietud envolvía a Avy, una sensación de que algo no estaba bien, pero no podía ubicar el origen de esa preocupación. Mientras tanto, Marcus, absorto en su hijo y en su felicidad con Avy, no veía señales de lo que se avecinaba. Sin embargo, ambos sentían que su mundo estaba a punto de volverse más peligroso. A miles de kilómetros de distancia, Claribel se reunía con sus colaboradores. Había diseñado el secuestro con detalles meticulo