Al regresar a casa, Marcus se sintió más ligero, pero también consciente de que no podría dejar que el pasado lo definiera. Avy necesitaba su apoyo más que nunca, y su hijo, Máximo, necesitaba crecer en un ambiente lleno de amor y paz, lejos de las sombras de la venganza de Claribel.
Esa misma noche, después de la visita, Marcus visitó a Avy. Ella lo estaba esperando en casa de sus papás, más tranquila, más relajada, aunque aún marcada por lo que había vivido.—¿Cómo te fue? —preguntó Avy, viendo la expresión en el rostro de Marcus.—Estoy libre de Claribel —respondió Marcus con una sonrisa ligera —Ya no tengo que cargar con esa parte de mi vida. Y eso me hace sentir más tranquilo. Pero lo más importante es que ahora puedo concentrarme en lo que realmente importa: nosotros.Avy lo miró, y aunque no podía olvidar lo que había pasado, sentía una pequeña chispa de esperanza dentro de ella. Marcus estaba allí, con ella, y eso era lo que más necesitabaLa noche había caído sobre la ciudad, envolviendo el cielo en un manto de estrellas titilantes. Marcus sostenía la mano de Avy mientras cruzaban el vestíbulo del hotel. La calidez de su toque se extendía por su piel como un bálsamo contra los recuerdos oscuros que Avy aún llevaba consigo.—¿Estás segura? —preguntó Marcus con un tono suave, casi temeroso, de romper el frágil hilo de confianza que ella le había brindado esa noche. Sus ojos buscaban los de Avy, esperando una señal, una palabra que reafirmara su decisión.Avy lo miró, respirando hondo antes de asentir.—Sí, Marcus. Estoy segura. Esta noche… quiero dejar atrás todo lo que me ha pesado. Quiero ser libre. Contigo.Marcus apretó ligeramente su mano, un gesto que hablaba más que mil palabras. La condujo hacia el ascensor, y mientras subían, el silencio entre ambos no era incómodo, sino lleno de una expectativa palpable.Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso reservado,
La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Marcus abrió los ojos, y lo primero que vio fue a Avy, dormida a su lado. Su cabello se extendía en ondas sobre la almohada, y una expresión de paz descansaba en su rostro. Verla así, tan tranquila, le llenó el pecho de un calor indescriptible. Con cuidado, Marcus se deslizó fuera de la cama, asegurándose de no despertarla. Observó por un momento cómo el edredón apenas cubría su figura, recordándole los momentos de la noche anterior. Sonrió para sí mismo, sintiendo una mezcla de amor y gratitud. Caminó hacia el teléfono para pedir el desayuno. -Buenos días, me gustaría ordenar el desayuno a la habitación -dijo en voz baja-. Un poco de todo, algo ligero y algo dulce. Y café, por favor. Después de colgar, se dirigió al baño. La gran tina de mármol en la esquina parecía perfecta para lo que tenía en mente. Abrió el grifo y dejó que el agua caliente
Era un día soleado, perfecto para recorrer la ciudad en busca del hogar ideal. Avy, Marcus y el pequeño Max habían pasado semanas planeando este día, revisando anuncios y haciendo listas de casas por visitar. Pero la decisión final no recaería únicamente en los adultos; Max, con apenas cuatro años, tenía un voto importante. Después de todo, como decían sus padres, era una nueva etapa para todos, y la felicidad de Max también era su prioridad. Max, sentado en el asiento trasero del coche, abrazaba con fuerza a Tobi, un cachorro enérgico de orejas caídas que había llegado a su vida como regalo de su tío Eliezer en su último cumpleaños. El niño no podía dejar de acariciar su suave pelaje y hablarle con entusiasmo. -Tobi, ¿te imaginas corriendo por un jardín grandote? ¡Con un montón de flores y árboles! -dijo Max con ojos brillantes. Avy, sentada en el asiento del copiloto, volteó a mirarlo y sonrió con ternura. -Eso sería increíble, Max
La noticia del compromiso de Marcus y Avy corrió rápidamente entre sus familias, quienes no pudieron evitar compartir la alegría que ambos sentían al dar este importante paso en su relación. Las familias Wong y Santis, con todo el amor y la emoción que el momento demandaba, comenzaron a planear una fiesta de compromiso que sería el reflejo de la nueva vida que Avy y Marcus estaban comenzando a construir juntos. El lugar elegido para la celebración fue una gran casa de campo en las afueras de la ciudad, un lugar acogedor, con hermosos jardines y un ambiente elegante pero cálido. La idea era reunir a los amigos más cercanos y a la familia, y celebrar el amor, la esperanza y los nuevos comienzos. Avy, aunque emocionada, sentía una mezcla de nervios y gratitud por todo el apoyo que recibía, especialmente de Marcus, que siempre estuvo a su lado, como su pilar inquebrantable. Mientras los preparativos de la fiesta avanzaban, Marcus y Avy pasaban mucho tiempo
Roberto Cifuentes, que aparentaba ser un hombre de escasos recursos, había sido un hombre de poder durante muchos años, moviéndose en círculos de influencia en los que el dinero y los contactos lo podían todo. No era la primera vez que lidiaba con situaciones fuera de la ley, y esta vez no iba a ser diferente. A través de sus conexiones en el submundo, comenzó a trazar un plan para liberar a su hija. Utilizando su dinero, su influencia y su poder, había acordado con algunos de los hombres más peligrosos de la región un plan que sacaría a Claribel de prisión.Todo fue cuidadosamente organizado. Desde la corrupción de algunos oficiales de la prisión hasta la coordinación con una red de contrabandistas, Javier tenía todo preparado. El escape de Claribel no era solo una cuestión de sacarla de la cárcel, sino también de llevarla a un lugar seguro, lejos de cualquier intento de captura o seguimiento. En cuanto la noticia de su libertad llegara a los oídos de la familia Wong, Clar
Mientras Claribel perfeccionaba su plan, Marcus y Avy seguían adelante con los preparativos de la boda. No sabían que, en las sombras, el peligro acechaba, esperando el momento adecuado para atacar. El pequeño Máximo, ajeno a todo lo que se cocinaba a su alrededor, vivía su vida felizmente, disfrutando de la cercanía de su madre adoptiva, Avy, y la protección de Marcus. Una tarde, mientras Avy y Marcus paseaban por el parque con Máximo, disfrutando de su tiempo juntos, algo en el ambiente cambió. Un extraño sentimiento de inquietud envolvía a Avy, una sensación de que algo no estaba bien, pero no podía ubicar el origen de esa preocupación. Mientras tanto, Marcus, absorto en su hijo y en su felicidad con Avy, no veía señales de lo que se avecinaba. Sin embargo, ambos sentían que su mundo estaba a punto de volverse más peligroso. A miles de kilómetros de distancia, Claribel se reunía con sus colaboradores. Había diseñado el secuestro con detalles meticulo
Avy no podía dejar de pensar en su pequeño mientras conducía hacia la dirección que Claribel le había dado. Sentía un torbellino de emociones dentro de ella: miedo, esperanza, y una creciente determinación de recuperar a Máximo. Sus manos temblaban ligeramente sobre el volante, pero su mirada estaba fija en el camino. Había pasado demasiado tiempo sin él, y esa separación la estaba destrozando.La dirección que Claribel le había dado la llevó a un barrio apartado, lejos de la vista de cualquier testigo. La casa, al principio, parecía vacía y desolada, pero había algo en el aire que la hizo sentir como si fuera un escenario preparado para un acto siniestro. Avy, nerviosa, miró alrededor mientras caminaba hacia la entrada. El silencio de la calle se sentía pesado, como si el mismo universo estuviera esperando el siguiente movimiento.Su corazón latía con fuerza mientras apagaba el motor del coche. Se tomó un momento para respirar profundamente antes de salir del vehículo.
El reloj avanzaba con desesperante lentitud para Marcus. Mientras hablaba con Eliezer sobre lo que había ocurrido, sentía un silencio en la casa. Marcus comenzó a sentirse inquieto, las piezas del rompecabezas no encajaban. Fue entonces cuando vio el teléfono de Avy sobre la mesa.Avy no estaba cerca. Tal vez había salido al jardín y seguir buscando a Max, pero su instinto le decía que algo no estaba bien. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Decidido, comenzó a buscar en la casa, revisando cada rincón con más desesperación.Fue al llegar a la sala donde vio algo que lo hizo detenerse en seco. Sobre la mesa había una hoja de papel arrancada, con unas letras garabateadas que, a simple vista, parecían sin sentido. Sin embargo, algo en el mensaje lo hizo concentrarse en esos símbolos. La dirección estaba ahí, oculta en esas letras, un código simple pero eficiente. El pánico se apoderó de él cuando reconoció el lugar: un barrio apartado donde Claribel tenía viej