Me arreglé y me puse un vestido rosa con parte de la espalda al descubierto, usé unos tacones que hacían juego con el vestido y me alisé el pelo. Llamaron a mi puerta, me acerqué y ante mi vista estaban Érica y Hazel, estaba arreglaba. Me agaché a darle un besito en la mejilla.
—Estás precioso— le dije sincera.
—Gracias, tú también estás guapa.
—Cierto—le apoyó Érica.
—Igualmente, gracias—me puse en pie. — ¿Crees que estarás bien con Sam y la tía Érica? — él asintió.
—Lo pasaremos genial, tú intenta disfrutar de lo que sea que es
Estaba en el cuarto de Hazel, estaba empacando sus ropas; él se puso feliz cuando supo que tendríamos unas vacaciones juntos, estaba emocionado porque nunca antes había hecho un viaje y mucho menos con su padre.—¿Y podré ver a papá durante todo el día? —preguntó mientras no paraba de botar sobre la cama una y otra vez.—Así es —le contesté.—¿Ya no se irá a trabajar?—No señor, tiene que recuperarse. ¿Puedes parar de hacer eso por favor? —me detuve a mirarlo, me estaba desconcertando. Se echó sobre la cama— gracias. –—le sonreí y continué empacando.
Aterrizamos después de unos quince minutos. Nos bajamos de la avioneta y vino a recogernos un auto que nos condujo a los cinco hasta un lugar un poco más apartado. La cabaña era suficientemente grande y elegante como para estar tan apartado de todo, al menos nos tendríamos los unos a los otros. El terreno era enorme y espacioso, no tendríamos mucho problema con eso. Eric llevaba a Hazel de espaldas mientras subían por las escaleras que daban a la terraza, Isabel los seguía mientras por detrás estábamos Alex y yo, me detuvo a verlo entre tanto que introducían nuestras cosas en la casa.Cuando lo miré parecía más pálido y me angustió.—¡Alex! Está…—Estoy bien. —me cortó
Tres días pasaron casi volando, pero fueron interesantes, aunque Alex la mayor parte del tiempo los pasara en su cuarto, Isabel era estricta en sus horarios de tratamiento y eso mejoraba notablemente la salud de mi jefe, nuestros móviles tenían constantes problemas de cobertura excepto el teléfono fijo de la casa, era el único con el que podíamos realizar llamadas y recibirlas sin problemas. Mi momento favorito de cada día eran las mañanas a la hora de desayunar cuando Alex nos encontraba y depositaba un tierno beso en mi mejilla que me dificultaba la respiración, aunque sabía que solo era para guardar las apariencias. En cambio, Hazel le había tomado mucho cariño al conejo, aunque hasta ahora no se atrevía a mostrárselo a su padre, tenía miedo de que no lo aceptara e Isabel lo ayudaba en eso, se llevaban muy bien.Aquella mañana nos sentamos a la mesa
—No me gustaría lastimarte —me susurró todavía entre sus brazos, en su mirada podía volver a ver al encantador Alex que sé que conocía.—Sé que no sería capaz —le contesté.-—¿Por qué te empeñas en creértelo? — se quedó mirándome a los ojos como si buscara en ellos alguna respuesta. Nuestros cuerpos seguían pegados y no había suficiente distancia entre nuestras caras, sería poco decir lo muerta de nervios que estaba.—Simplemente...lo sé. —conseguí decir.Lo escuché suspirar y acto seguido unir su frente a la mía y cerrar los ojos. Nuestras respiraciones se mezclaban, mir&
Regresamos a la cabaña. Isabel y Hazel estaban sobre la mesa intentando ordenar un puzle de 200 piezas, una de las cosas que compramos en la tienda, Alex se quitó el abrigo y lo colgó en el lugar destinado para ello.—¡Papá! —exclamó Hazel cuando vio a su padre, se puso en pie y corrió a su encuentro.Con un poco de esfuerzo, Alex lo alzó entre sus brazos.—Hola campeón, no te he visto esta mañana.—Estaba jugando. —hasta ahora no se atrevía a hablarle del conejo—Bien ¿y qué hacéis ahora? — preguntó observando la mesa.—Intentar r
Alexander LaurentTenía su cabeza apoyada contra mi pecho y resultaba placentero poder sentirla de esta manera, poder tocar su suave y delicada piel todo a mi disposición; no estoy seguro de cómo determiné que deberíamos intentarlo si mi vida no estaba aclarada, pero recuerdo que lo que estaba empezando a sentir por ella se estaba volviendo más claro e imposible de ignorar. La observé contra mi pecho, observaba lo linda y preciosa que era, reconozco que era valiente, después de Celeste, nadie había conseguido hacerme sentir de esta forma, pero tenía un constante miedo a hacerla daño. Me había pedido que le hablara sobre Celeste y la verdad no estaba seguro de lo que sentía por la que un día había ocupado un lugar tan importante en mi vida. Desde que Freya había aparecido en mi vida, cada vez me resultaba dif&iac
Abrí la puerta y miré por el pasillo asegurándome de que nadie me veía. Cerré mi puerta y llamé a la suya, no contestaba así que decidí entrar.—Alex— lo llamé. No estaba en la cama, cerré la puerta tras mí.Escuché la ducha, estaba prendida, debía estar bañándose, deposité las botas a un lado de la habitación.—¿Freya? — me asusté al escucharlo pronunciar mi nombre.—Ah...sí, yo… —muy bonito, esta era yo balbuciendo otra vez, cerré los ojos y maldije. —Creo que volveré en otro momento.Me di la vuelta con la intención de ma
Me cambié, me recogí el pelo en una cola no muy perfecta y salí de mi cuarto. Isabel estaba en la cocina mientras se podía escuchar la voz de Hazel viniendo de fuera. Me acerqué a Isabel, estaba batiendo unos huevos para el desayuno. Cuando me vio se quedó quieta observándome.—¿Qué? —pregunté haciéndome la tonta.—¿Que qué? Entré esta mañana en tu cuarto y no estabas ¿dónde te metiste?—Probablemente estaba en el cuarto de baño —aparté mi mirada para que no notara que estaba mintiendo, era pésima haciéndolo.—No tienes por qué mentirme, —se rió —esa cara tuya lo di