Alexander Laurent
Me encontraba en mi auto, frente a la puerta mi casa. Había tenido un día intenso y estaba realmente agotado, sobre todo ahora que tenía que enfrentarme a lo más importante, pero estaba absolutamente seguro de que, si podía ver a Freya y escuchar su voz, podía relajarme, era lo único que en este momento me daba fuerzas. Después de unos minutos, me bajé del auto y entré en la casa, daban las nueve y estaba casi todo oscuro.
Prendí la luz y ocurrió lo que menos me esperaba, encontrarme a Celeste esperándome sentada en las escaleras.
—Hasta que por fin llegas.
—Celeste ¿qué haces aquí?
—¿Espe
Estaban llamando a la puerta de mi cuarto, me resultaba difícil abrir los ojos, pero esforzándome un poquito lo conseguí. Me levanté de la cama y abrí la puerta, Eddy estaba allí de pie con una de sus sonrisas, estaba arreglado, parecía que ya se iba.—Buenos días dormilona.—¿Qué hora es?—Las nueve, te he preparado el desayuno.—¿Que has hecho qué? —la verdad me sorprendía cada vez más.—Espero que te guste. Tengo que irme ¿estarás bien?—Por s
Lo miré incrédula ¿de verdad acababa de pronunciar esas palabras? No había ningún gesto en su rostro, pero me miraba intensamente como queriendo ver mi reacción. Me di cuenta de que se me habían escapados lágrimas de los ojos cuando las estaba limpiando con mis manos, era evidente de qué iba todo esto.—¿Es lo que realmente quieres? —no obtuve respuesta y no era sorprendente viniendo de él. Arranqué los documentos mientras él seguía con su mirada puesta en mí. — Entonces tendrás que pedírmelo tú mismo, decirme a la cara que no sientes nada por mí —se me quebró la voz —y que no vale la pena seguir adelante con lo que teníamos, porque no pienso hacerlo, como tampoco fingiré que no te amo con locura.—Acabas de romper el documento. — miré los trozos en el sue
Me quedé totalmente sorprendida ¡estoy embarazada! Y es así como recibo la noticia, este tipo no tenía arreglo, pero aún sí lo amaba con locura.—¿Te han dicho alguna vez lo extraño que eres?—¿Lo soy?—¿Tú que crees?—Que me hace feliz el hecho de que vayas a ser la madre de mi hijo. — sonreí.—Y yo de serlo. — lo abracé.—¿Nos vamos?—Sí.Lo tomé del brazo mientras avanzábamos hacia la puerta. Sacó una tarjeta y
Cinco años despuésEstábamos los tres en la piscina disfrutando del día, yo, Hazel y Harry, mi hijo de cuatro años. Le pusimos ese nombre por el padre adoptivo de Alex. A estas alturas Harry ya sabía nadar, gracias a su hermano que pasaba mucho tiempo en la piscina, quería muchísimo a su hermanito desde que había llegado al mundo. Si bien le costaba conversar con gente de su alrededor, lo hacía sin problemas con él, estaba muy motivado, su hermanito le había cambiado la vida y a pesar de que ahora tenía nueve años —pronto cumpliría los diez —seguían entusiasmándole los cómics y las pelis de súper héroes. Había conseguido que Harry les pusiera interés, aunque no había conseguido que también fuera muy fan de Capitán
Me desperté sobresaltada, miré mi reloj de mesa y daban las ocho y diez minutos, por lo visto mi despertador había conspirado contra mí justo en el momento más importante de mi vida.— Freya, que llegas tarde. — escuché la voz de mi hermana tras la puerta.—Ya voy.Tenía una entrevista que hacer a las nueve y no quería perdérmelo por nada del mundo. Me levanté a toda velocidad y me metí en el cuarto de baño, me cepillé los dientes y me di una ducha rápida, tenía que llegar a tiempo si quería conseguir el puesto de niñera. Salí del baño, me envolví en una toalla y me puse una falda ajustada que me llegaba un poco por encima de las rodillas, acompañado de una blusa azul de algodón
El auto se detuvo en el gran edificio donde tenía mi entrevista. Me bajé de él y ya dentro del edificio conseguí un ascensor que me llevaría a la planta que me correspondía, pulsé el botón de la planta doce, estaba tan nerviosa que de vez en cuando miraba la hora, hasta los segundos podían llegar a parecer unos minutos interminables. Se abrió el ascensor después de unos intensos segundos justo cuando daban las nueve en punto, deseé que no fueran demasiado dura conmigo. Me encontré con una recepcionista que estaba en su puesto observando la computadora.—Buenos días señorita —me saludó ella al verme —¿puedo ayudarla en algo?—Tengo una entrevista ahora y me gustaría saber si puedo... Todo mi equipaje estaba listo, Maura había pasado toda la noche ayudándome a empaquetarlo, le daba pena separarse de su hermanita del alma.—No tienes por qué exagerarlo todo, ni que me fuera a otro punto del país, solo me cambio de casa, podremos vernos cuando queramos.—Pero ya no será lo mismo.Maura estaba echada en la cama mientras yo me peinaba el cabello frente al espejo, estaba lista para marcharse.—Venga alégrate por mí. - puse caras y me senté en la cama junto a ella.—Sí que me he alegro por tí, pero también quieCapítulo tres
Subí al auto con Alfred, el tipo era silencioso, como también amable. Minutos más tarde estábamos aparcando en el centro del niño. Bajé del coche y Alfred se quedó a esperarme. Subí las escaleras y entré. Crucé algunas salas donde se estaban tomando clases, obviamente era una escuela privada, pregunté por la dirección y me indicaron el lugar. Llegué y llamé a la puerta, me dieron permiso para entrar. Frente a mí había un niño de espaldas, ese debía ser Hazel y al otro lado de la mesa estaba una mujer. Me pidió sentarme. Me senté junto al niño que tenía la mirada puesta en sus pies tambaleantes.—Hola Hazel. —lo saludé, pero no recibí respuesta alguna, solo su mirada que después regresó a sus pies.