George había pasado todo el día en la oficina preparado para poder ausentarse al día siguiente, también había pedido a su secretaria que mandara invitaciones a todos sus amigos, allegado y socios, para él era muy importante que su matrimonio fuera una celebración por todo lo alto para demostrar el gran amor que le tenía a su futura esposa, dejaría de ser la víctima para ser el malo, pero así lo prefería. Llegó muy de noche y se fue directo a su cama, por un momento se impresionó al ver que esta ya estaba ocupada, no estaba acostumbrado a compartir cama con nadie, ni siquiera con Leticia, que había sido su esposa por mucho tiempo, pero recordó que ahora había una prometida durmiendo con él.Se metió bajo las sábanas muy despacio con cuidado de no despertarla y se quedó a un lado del colchón intentando no tocarla, su sola presencia hacía recordar la noche anterior, no podía evitar mirarla en la penumbra de su habitación y recordarla entre sus brazos.Marjorie pensó que tardaría mucho e
— No es el primer hijo que tengo — respondió él en voz un poco alta para que ella pudiera escucharlo desde donde estaba.George se sentía realmente perturbado, el pantalón le apretaba a causa de la excitación por lo que había ocurrido instantes atrás, también se sentía algo avergonzado por haber tocado una mujer mientras dormía, era consciente de que aquello no se podía hacer, pero es que estaba gimiendo su nombre. ¿Cómo podría haberse resistido?Pero en cuánto vio al bebé llorando, una especie de instinto paternal que no sabía que todavía tenía, hizo que se olvidara de todo lo demás y solo quisiera calmar el llanto de ese bebé, era como volver a tener a Evan de pequeño, el tiempo había pasado tan rápido, su hijo había crecido demasiado pronto.Llevó al bebé al cambiador y, sin apartar la mano de su cuerpecito por si se le ocurría darse la vuelta y caer, George buscó los pañales encontrándolos en el cajón del mismo cambiador.No tardó nada en quitarle ese pañal, por suerte solo estaba
Tras darle de comer a Ian los tres se habían quedado dormidos en su cama, pero de nuevo, el lloriqueo del bebé les informó de que había llegado la hora de despertarse y debían encarar el nuevo día, un día para ellos, el que George estaba seguro de que llenaría las portadas de la prensa rosa.— Este bebé es un buen despertador — Dijo George girándose para observar a la madre y al niño y como ella intercambiaba carantoñas con el pequeño bultito que había permanecido entre ellos durante toda la noche.La pelirroja no podía evitar mimar al pequeño, quien desde temprano parecía querer toda la atención para él.Por suerte no estaba sucio, solo estaba malhumorado, por no recibir la atención como el pequeño príncipe que era, porque una vez ella empezó a hacerle carantoñas, el pequeño se desvivía en gorgoritos que acompañaba con pequeña pompitas de saliva que se reventaba en las mejillas de su madre quien en ese momento alzaba su mirada para quedar por un momento perdida en los ojos de George
George sabía que había prometido que irían a comprar todo lo que le hacía falta al bebé y pensaba cumplir su palabra, de hecho, pensaba pasar el día entero con ella y el pequeño Ian, pero tenía algo muy importante que mostrarle, una sorpresa que esperaba fuera de su agrado.Y es que cuando él hacía un trato, su palabra era ley, pero en este caso, se trataba mucho más que de la necesidad de cumplir su palabra, en realidad el señor Anderson moría por ver la ilusión y felicidad en el rostro de su futura esposa a pesar de haberse tomado las libertades que se había tomado.La limusina apareció en una de las calles más céntricas de la ciudad y George no tardó en salir extendiendo la mano para ayudar a Marjorie a salir también.Marjorie tenía mucha curiosidad por la sorpresa que había mencionado George que tenía para ella, pero no era solo curiosidad sino también emoción y porque no decirlo también felicidad, ya que no recordaba hacía cuánto, alguien se había tomado la molestia de regalarle
Marjorie se pellizcó un par de veces en el brazo tratando de despertar, en el tercer intento solo un suave jadeo por el dolor que le provocó, dándose cuenta de que no estaba soñando, que realmente estaba despierta y que se había encontrado con el hombre más maravilloso del mundo.— Necesito que cargues a Ian un momento.—Por supuesto— contestó de inmediato riendo y tomando al pequeño al que de inmediato empezó a hacerle carantoñas.Solo cuando el niño fue tomado en brazos, fue que George se arrodilló frente a ella, aunque el matrimonio fuera producto de un contrato, realmente quería que ese matrimonio fuera bien, aunque le costaba admitirlo, quizá por el miedo a sufrir de nuevo.Así que sacó un pequeño estuche de terciopelo rojo, para luego hincarse en una rodilla en el suelo y así permanecer frente a su futura esposa.La pelirroja sintió que su rostro tomó el mismo color que sus cabellos, al ver a George hincado frente de ella, con un estuche en la mano y un precioso anillo de compro
—¿George estás seguro de lo que hiciste?— le preguntó Marjorie a su futuro esposo —¿Tanto así crees en mi? Ella no era una mujer que no confiara en si misma, pero en ese momento estaba temiendo no ser capaz de cumplir las expectativas de su socio y futuro esposo.— Estoy cien por cien seguro de lo que hice.— aseguró George una vez llegaron a uno de los restaurantes de los que era socio.Era uno de esos lugares donde tenían a niñeras que entretenían a los niños para que los padres pudieran comer tranquilos y, aunque Ian, todavía era muy pequeño y apenas daba guerra, sabía que era un alivio poder comer sin estar pendientes nada más que de ellos mismos.Ella no lograba sentirse a gusto, jamás había recibido tanta notoriedad como en ese día y eso hacía que se empezara a sentir un poco sobrepasada.—¿Qué pasaría si no soy tan buena como crees? Enserio yo…— Dijo Marjorie en cuanto se quedaron solos.— Lo eres, tienes un buen producto y una buena idea. Te falta una buena publicidad y yo sé
Aquella mañana todos los periódicos y revistas hablaban de lo mismo, el escándalo de George Anderson y el hijo que había mantenido secreto.Leticia estaba hecha una furia mientras leía la noticia y veía a su ex deshacerse en atenciones hacia esa mujer de la que se había burlado tantas veces.Hubo una época en la que ella habría dado cualquier cosa porque George la tratara así y dejara de ser ese hombre frío y siempre pendiente de su trabajo.Ni siquiera con ella se había arrodillado para pedirle casarse, no es que su petición de matrimonio fuera fea, pero tampoco había sido romántica, una cena entre familias y una fiesta en la que ya se suponía que ellos iban a comprometerse.En cambio, ahora mismo podía ver en las fotografías donde su exesposo salía arrodillado pidiéndole matrimonio a la gorda que había tenido un hijo con a saber quién, para sorpresa de Leticia, ese a saber quién resultó ser su ex.¿Desde cuándo estaban juntos? Al menos un año para haber podido tener un hijo, un hijo
Marjorie no entendía cómo es que alguien como el George que ella conocía, podía estar bien con alguien con una mujer como Leticia.—Escúchame bien…Después de decir aquello, el llanto de un bebé las interrumpió cuando la niñera se acercó a las dos mujeres con el niño en brazos.— Lo siento señora, pero Ian no deja de llorarMarjorie agradeció que la niñera entrara en ese momento, de no haberlo hecho, diria o haría cosas de las que después se arrepentiría.—No te disculpes y dame a mi bebé, por favor— dijo Marjorie sujetando al pequeño, quien en ese momento, sin saberlo, se convertía en su tabla de salvación. Porque mientras lo tuviera ella en los brazos, no solo se tranquilizaría, también evitaría que se le fuera a golpes a la otra mujer.Algo se rompió en el pecho de Leticia, ya que le causó mucho dolor observar a ese bebé, porque si hay algo que una madre jamás puede olvidar es a su bebé, a su hijo en los años más tiernos de su infancia y ese bebé que la nana de Evan y del nuevo hi