La mujer con la que estás es una de mis sobras, ¿o es que acaso quieres volver a ser el segundo plato? —Contestó furioso Andrés.María sintió una fuerte punzada en el corazón al sentirse cruelmente humillada por Andrés, pero no dijo ni una sola palabra. Solo miró como se alejaba con frialdad.Álvaro había estado todo el tiempo esperando afuera. Al ver a Andrés salir con esa rapidez, lo siguió de inmediato.—Acaso, ¿José está interesado en la señora?Andrés sabía muy bien que a José le encantaba jugar con las mujeres. Si le gustaba alguna, sin importar quién fuera, haría lo posible por conseguirla. Con el rostro sumido por completo en la oscuridad, Andrés salió a grandes pasos de la oscuridad de la noche.—A partir de ahora, no permitas que nadie se acerque a la Mansión del Sol sin mi permiso.—La única persona que se relaciona con la señora es la señorita Vázquez, ¿cree que ella también...?—No quiero ni el más mínimo imprevisto —le interrumpió Andrés mirándolo con frialdad.—Sí, señor
Los sirvientes prepararon los artículos necesarios para el sorteo y una mesa llena de deliciosos platillos. Luna le puso a Asterio un hermoso abrigo de algodón rojo y un sombrero con dos pequeños pompones colgando a los lados. La sirvienta ya lo había preparado todo.—Señora, ¿desea que llame al señor para que venga? —Preguntó la sirvienta. —No lo molestes, está bien así. Váyanse a descansar cuando acaben, con que esté Emma es suficiente.Cuando todos los sirvientes se retiraron, Luna puso con cuidado a Asterio en la alfombra frente a la pila de objetos. Ella lo observó con cariño mientras gateaba hacia los objetos. Un rato después seguía sin escoger nada y gateó rápidamente de vuelta hacia Luna y agarró con ternura su mano.—Ma.… mamá...Luna se quedó muy perpleja.—¡Dios mío! Resulta que el niño tiene una verdadera relación contigo —dijo Emma sonriendo alegre.Luna sintió cómo se le derretía el corazón. Le acarició con dulzura la nariz al niño y dijo:—Asterio quiere estar con mamá,
En ese momento, Álvaro entró a la oficina del director.—Señor director, la señorita Alicia quiere verlo, ¿la dejo pasar?Alicia Vázquez era la estrella que estaba envuelta en rumores controversiales con Andrés. Andrés dejó en ese momento el teléfono a un lado.—No —dijo claramente con la mirada sombría.—Sí, señor director —dijo Álvaro afirmando con la cabeza.Alicia estaba en la planta baja del Grupo Prosperidad esperando con unas gafas de sol. La recepcionista contestó en ese instante al teléfono y se disculpó con la señorita Vázquez.—Señorita Vázquez, me acaban de informar, que el director no se encuentra en la oficina en este momento.—¿No? Está bien, volveré más tarde pues —dijo Alicia con sus labios rojos muy seductores.Luego de esto, salió discretamente de la empresa y se subió a un coche.—¿Cómo le fue? ¿Alguna noticia? —Le preguntó su agente con gran ansiedad.—No está en la oficina —respondió Alicia negando muy decepcionada con la cabeza.—Es tu última oportunidad. Es la ú
José fingió que había escuchado un gracioso chiste.—Recuérdalo muy bien. A partir de ahora, eres propiedad de José Rojas.Después de decir esa frase, José se marchó sin importarle cómo se encontraba la mujer que dejaba atrás.A continuación, Alicia se quedó en ese lugar durante una semana, viviendo básicamente como una completa prisionera. Encerrada todos los días esperando a la noche y sufriendo un tormento constante e inhumano.Su agente averiguó la identidad de la persona que secuestró a Alicia, pero en realidad no se atrevió a tomar cartas en el asunto. Aunque no se sabía mucho sobre José, el agente no se equivocó en su exhaustiva investigación.Los contactos de José eran todos misteriosos y temidos incluso por sus superiores, quienes evitaban actuar en su contra. Por eso, cuando el agente recibió una llamada para recoger a alguien en un determinado lugar, se quedó al instante de piedra y sin palabras.Al ver el estado lamentable en el que se encontraba Alicia dentro del coche, la
Ni Nadia ni los sirvientes se habrían imaginado nunca que la señora de la casa hablaría con el señor de esa forma, como si fueran solamente unos desconocidos. Nadia sintió lástima por Luna. Él había encerrado a Luna en esa casa mientras estaba por ahí divirtiéndose con otras mujeres y, encima, comprándole ropa. Nadia suspiró y le quitó disgustada a Luna el teléfono de las manos.—Eyy, eres una mierda.Tras insultarlo, colgó el teléfono. Al ver la situación, Emma despidió rápidamente a los sirvientes. Por su lado, Nadia, con el corazón afligido, agarró a Luna y le dijo:—Luna, no sé por qué, pero... ¡de repente siento muchísima lástima por ti! Siempre quisiste salir de aquí, ¿verdad?—Ya estoy acostumbrada a esto, no te preocupes —contestó Luna con una ligera sonrisa en el rostro.—Pero... mírate, esa sonrisa no es una verdadera sonrisa de felicidad. La mayor parte del tiempo que he estado contigo, solo has estado triste y deprimida —dijo Nadia.La sonrisa en los labios de Luna se desv
Cuando Andrés volvió, solo vio la luz del estudio encendida al mirar directo hacia el pasillo. Empujó con cuidado la puerta de la sala y vio a la mujer con el cabello largo suelto y con una bufanda sentada con el pincel en la mano, trabajando en un lienzo sobre el caballete. Al escuchar el suave sonido de la puerta abriéndose, Luna supo en ese momento que Andrés había regresado, pero no se dio la vuelta para mirarlo y continuó muy concentrada con lo que estaba haciendo.Él le colocó una chaqueta negra sobre los hombros y, entonces, Luna al instante se detuvo. Se inclinó hacia ella como si rindiera homenaje y le preguntó ansioso:—¿Qué haces despierta a estas horas?Al escuchar de nuevo la voz de la persona que llevaba tanto tiempo en el exterior viviendo la vida loca, Luna la sintió extraña y familiar al mismo tiempo. No lo miró y respondió con indiferencia:—Me desperté y no sabía qué hacer, así que vine a acabar el trabajo.Andrés miró las flores de su mano, la escena del bosque tras
Andrés se le acercó, mirándola con gran ternura:—Durante los días que no estuve, ¿me has extrañado?Luna seguía siendo tan fría y distante con él. —Ya sabes cuál es mi respuesta.Lo cierto era que a Luna ya no le importaba para nada las cosas de su vida.En realidad, la respuesta de Luna tampoco no le importaba a Andrés.—No importa, mientras estés a mi lado, eso será suficiente —dijo con firmeza el hombre.Al recordar que él acababa de estar en la cama de otra mujer, Luna sintió un profundo rechazo a su tacto. Ahora... al oler el aroma del hombre, le causaba realmente asco.Andrés, conteniendo sus ardientes deseos, finalmente la soltó. Luna quería irse, pero no pudo.—¿A dónde vas? —preguntó Andrés con una voz fría mientras le sujetaba con fuerza su mano, colocándola con delicadeza sobre su pecho—: Ayúdame a desabrochar los botones y a bañarme.Su fuerte e imperiosa presencia la hizo sentir extremadamente incómoda. —Eso lo puedes hacer tú solo, me tengo que ir a dormir —lo rechazó
¿Luna tenía entonces una relación con Andrés…?Nadia nunca siquiera se habría imaginado que Luna tuviera ese tipo de relación con él, y entonces que hubieran también compartido la intimidad. ¡Caramba! Nadia sentía que todo se le estaba saliendo de control, que casi le cortaba por completo la respiración.Durante estos días que había estado aquí, ella pensó que la señora de la que hablaban los sirvientes se refería a que Luna fuera la esposa de Gabriel... Pero resultó que...Esto no podía ser... Sentía que todo el mundo se había vuelto loco. La simple idea de eso ya le estrujaba con fuerza el pecho.Entonces, ¿ese niño…? ¿Tampoco era hijo de Gabriel? Ese niño se parece tanto a Luna, ella pensó por un momento que... De ser así, ¿Luna se veía obligado a ser la amante de Andrés…?Emma vio el semblante totalmente pálido de Nadia y le preguntó: —Señorita, ¿qué le pasa?Nadia se dio unas palmadas fuertes en la cara, tratando al instante de espabilarse. —No, no esto no puede ser así… Luna