Si hubiera visto únicamente a Andrés, no se habría asustado tanto. Ahora mismo, José era la única persona que había en la planta baja capaz de asustar de esa horrible manera a alguien. Además, Andrés le prometió que no le haría nada a Nadia, así que solo podía ser él.Nadia se le acercó y se sentó con las piernas cruzadas muy temblorosa al lado de Luna.—¿José? ¿José Rojas? ¿El mismo que maneja la prisión más grande de Astraluna?—Supongo que sí —contestó Luna con algunas dudas.Nadia respiró profundamente y se cubrió la cara con las manos mostrando así la angustia que la invadia.—Estoy acabada... ¡Voy a morir! Si hubiera sabido que era él, hubiera preferido que Ana me matara antes que subirme al coche.—¿Te subiste a un coche con José?Luna no entendía muy bien qué tipo de conexión tenía Nadia con José.Nadia no paraba de frotarse la cara con una expresión de muerte inminente, ligeramente cómica y se puso a llorar amargamente agarrándole la mano a Luna.—...empezó hace mucho tiempo.
—Nunca tuvimos ningún tipo de relación cuando estudiábamos juntas.Luna realmente tampoco lo entendía. Nunca tuvo mucha relación con Ana, de hecho, era más cercana a Isabel. Entonces ¿Por qué se empeñó tanto en parecerse a ella?Un rato después, escucharon el sonido de un carro arrancando. Probablemente, el hombre de abajo se acababa de marchar.Andrés entró de inmediato en la habitación. Nadia, que estaba jugando con el niño, se quedó callada al instante y no fue capaz de moverse. Al verla encogerse, Luna comprendió en ese momento que le tenía miedo a Andrés, aunque no sabía que ese miedo era tan intenso.—¿Se ha ido ya? —Preguntó Luna.—Sí, ya se fue. ¿Qué quieres cenar? Le diré a los sirvientes que lo preparen —contestó muy amable Andrés. —Quédate a cenar esta noche, que casi nunca vienes —invitó Luna a Nadia.—¿Puedo?Nadia miró a Andrés de reojo con gran timidez.—Claro que sí —contestó muy atento Andrés. — Le pediré al chófer que te lleve de regreso a casa cuando acabemos.—De
Nadia entrecerró los ojos y se los tapó con una mano para bloquear un poco la deslumbrante luz. El vehículo se acercó lentamente hasta pararse a su lado y la ventanilla del asiento del conductor comenzó a bajarse poco a poco. Nadia dejó de respirar de repente. Su delicado rostro al aire mostraba una mirada de terror absoluto en unos ojos, que no se atrevían a mirar al aterrador hombre sentado detrás del asiento del copiloto.—Señorita Vázquez, el alcaide la invita en este momento a subir para hablar con usted.«¿Qué... qué... qué hace aquí? ¿No se había ido ya? Luna me dijo que me alejara de él, ¡no es trigo limpio!», pensó la mujer. Nadia temía establecer cualquier tipo de relación con ese tipo de persona. Lo que ocurrió en el pasado la volvieron aún más cautelosa.—Yo... yo... —tartamudeó Nadia mientras apretaba el asa de la mochila temerosa contra su pecho. Parpadeaba inocente y totalmente desconcertada, sin saber cómo reaccionar.Justo en ese momento, un auto verde fluorescente se
Porque las preocupaciones de Luna... no eran temores infundados. Andrés nunca se había interesado por lo que ocurría en el exterior, especialmente si tenían que ver con José, pero esta vez tomó el teléfono de la mesita de noche y marcó en ese instante un número. Solo eran las nueve y media.Las luces del edificio del Grupo Prosperidad continuaban aún encendidas, pues los empleados estaban haciendo horas extras. Incluido Álvaro.—¿Bueno?, ¿Señor director? —Contestó Álvaro muy atento descolgando el teléfono.—Quiero que envíes a alguien a vigilar estrechamente a Nadia, que no tenga ningún contacto con José —dijo Andrés directamente.«¿Nadia y José?», se preguntó. Por más que lo pensaba una y otra vez, Álvaro no se imaginaba siquiera cómo podría estar Nadia relacionada con José. José era un hombre extremadamente peligroso con gran cantidad de mujeres a su alrededor, pero Nadia... solo era una niña ante los ojos de José. Si se interesaba por ella, como mínimo pasaría un mal trago.Álvaro s
María alargó la mano e hizo el amago de tocarle la cicatriz del ojo, pero él rápidamente la agarró de la muñeca antes de que llegara a tocarla advirtiéndola con una fulminante mirada.María no se inmutó en lo absoluto y se levantó de sus piernas, caminó hacia el mueble bar y sirvió dos copas de vino tinto.—Nadie lo conoce mejor que yo. Andrés ha desarrollado sentimientos por Luna. Tú lo tienes como a un hermano, pero no sé si él pensará lo mismo de ti. Creo que hay algo que aún no sabes...—¿El qué?María caminó coqueta hacia él con una copa de vino en la mano. José la abrazaba por la cintura y la hizo sentarse en su regazo de nuevo. Tomó la copa de vino de su mano y le dio un pequeño sorbo.—Andrés quiere marcharse de Astraluna para casarse con ella. Él haría cualquier cosa por ella —explicó María. — Incluso trajo a un niño de afuera y aceptó criarlo solo para mantenerla siempre a su lado.José arqueó ligeramente una ceja. «¡Sí que cayó bajo solo por una mujer!» pensaba. A continuaci
La mujer con la que estás es una de mis sobras, ¿o es que acaso quieres volver a ser el segundo plato? —Contestó furioso Andrés.María sintió una fuerte punzada en el corazón al sentirse cruelmente humillada por Andrés, pero no dijo ni una sola palabra. Solo miró como se alejaba con frialdad.Álvaro había estado todo el tiempo esperando afuera. Al ver a Andrés salir con esa rapidez, lo siguió de inmediato.—Acaso, ¿José está interesado en la señora?Andrés sabía muy bien que a José le encantaba jugar con las mujeres. Si le gustaba alguna, sin importar quién fuera, haría lo posible por conseguirla. Con el rostro sumido por completo en la oscuridad, Andrés salió a grandes pasos de la oscuridad de la noche.—A partir de ahora, no permitas que nadie se acerque a la Mansión del Sol sin mi permiso.—La única persona que se relaciona con la señora es la señorita Vázquez, ¿cree que ella también...?—No quiero ni el más mínimo imprevisto —le interrumpió Andrés mirándolo con frialdad.—Sí, señor
Los sirvientes prepararon los artículos necesarios para el sorteo y una mesa llena de deliciosos platillos. Luna le puso a Asterio un hermoso abrigo de algodón rojo y un sombrero con dos pequeños pompones colgando a los lados. La sirvienta ya lo había preparado todo.—Señora, ¿desea que llame al señor para que venga? —Preguntó la sirvienta. —No lo molestes, está bien así. Váyanse a descansar cuando acaben, con que esté Emma es suficiente.Cuando todos los sirvientes se retiraron, Luna puso con cuidado a Asterio en la alfombra frente a la pila de objetos. Ella lo observó con cariño mientras gateaba hacia los objetos. Un rato después seguía sin escoger nada y gateó rápidamente de vuelta hacia Luna y agarró con ternura su mano.—Ma.… mamá...Luna se quedó muy perpleja.—¡Dios mío! Resulta que el niño tiene una verdadera relación contigo —dijo Emma sonriendo alegre.Luna sintió cómo se le derretía el corazón. Le acarició con dulzura la nariz al niño y dijo:—Asterio quiere estar con mamá,
En ese momento, Álvaro entró a la oficina del director.—Señor director, la señorita Alicia quiere verlo, ¿la dejo pasar?Alicia Vázquez era la estrella que estaba envuelta en rumores controversiales con Andrés. Andrés dejó en ese momento el teléfono a un lado.—No —dijo claramente con la mirada sombría.—Sí, señor director —dijo Álvaro afirmando con la cabeza.Alicia estaba en la planta baja del Grupo Prosperidad esperando con unas gafas de sol. La recepcionista contestó en ese instante al teléfono y se disculpó con la señorita Vázquez.—Señorita Vázquez, me acaban de informar, que el director no se encuentra en la oficina en este momento.—¿No? Está bien, volveré más tarde pues —dijo Alicia con sus labios rojos muy seductores.Luego de esto, salió discretamente de la empresa y se subió a un coche.—¿Cómo le fue? ¿Alguna noticia? —Le preguntó su agente con gran ansiedad.—No está en la oficina —respondió Alicia negando muy decepcionada con la cabeza.—Es tu última oportunidad. Es la ú