El pequeñito descansaba apaciblemente en los brazos de Luna, y cuando un estruendoso trueno resonaba afuera, ella le cubría los oídos con ternura, para que el niño no se despertara...Andrés se acercó a la cama, tomó el vaso de agua que había sido consumido, pero Luna lo detuvo por un momento. —Tiene medicamento que el niño acaba de tomar —le dijo ella.Andrés se detuvo y acercó el vaso a su nariz, frunciendo el ceño, antes de dejarlo de vuelta en su lugar.—No le des tanto medicamento al niño, tienen efectos secundarios y esto no le hace bien.—Habla más despacio, acaba de quedarse dormidito.Esa noche, Luna finalmente podría descansar tranquila, con Andrés acostado a su lado sin molestarla.En mitad de la noche, Luna se despertó muy sobresaltada por el sonido del teléfono. Andrés contestó la llamada y salió de inmediato de la habitación. Luna no pudo escuchar de qué se trataba. La conversación terminó rápidamente y ella volvió de nuevo a quedarse dormida.A la mañana siguiente, el d
Álvaro caminaba detrás de Andrés con un paraguas negro, Andrés vestía un abrigo negro sobre un traje del mismo color, su aura era muy fría y distante, hablaba por teléfono con Luna.Junto con Leonardo, el médico de cabecera, llegaron al portal de la mansión y el mayordomo los recibió con prontitud. Tomó al instante el abrigo de Andrés y lo colgó en el closet de la entrada. Después de dar algunas instrucciones a Álvaro, Andrés se dirigió directo hacia el recibidor, donde estaba la joven en la escalera.Luna ni siquiera esperaba el regreso de Andrés. Al verlo, su expresión se tornó algo fría, sin mirarlo, le entregó el teléfono a Emma y se fue rápidamente a su habitación con el niño en sus brazos.En la habitación, Asterio tenía el rostro sonrojado y el cuerpo ardiendo, Leonardo lo examinaba con el estetoscopio. Luna creía que el niño tal vez había cogido un resfriado por haber quedado en el jardín demasiado tiempo la noche anterior. Sin embargo, después de darle los medicamentos, su fie
—¡No te muevas!De pronto, Andrés habló con un tono frío, dejando paralizado al director del proyecto en su sitio. Todo el personal presente en la sala de juntas mantenía la cabeza agachada, sin atreverse a pronunciar ni una sola palabra. Andrés era muy conocido por ser serio, especialmente severo con sus subordinados. Una simple frase suya podía hacer que alguien renunciara en el acto.Asterio se removió algo inquieto en el regazo de Andrés, tomando con su manita el cabello del hombre, lo cual resultaba sumamente cómico, pues el hosco hombre tenía ahora una expresión bastante graciosa. La mayoría de los presentes no se atrevían a levantar la mirada, y aunque lo hicieran, nadie se arriesgaría siquiera a reírse.Al notar el repentino silencio, Andrés frunció el ceño y ordenó:—¡Sigan con lo suyo!Asterio pareció intimidado por el fuerte tono de Andrés, haciendo un puchero como si fuera a llorar. Entonces, Andrés se lo entregó de inmediato a Álvaro. Este estaba completamente desconcertad
Uno tras otro, todos se retiraron en cuestión de segundos.Shirley esbozó una sonrisa algo forzada al acercarse a Álvaro y le dijo:—Álvaro, lo que ellas acababan de conversar no tiene absolutamente nada que ver conmigo, soy nueva aquí y desconozco por completo el contenido de su discusión.Álvaro había estado al lado de Andrés durante tantos años que había adquirido gran parte de su aura, emanando así un aire muy similar. Cuando los demás lo veían, se sentían como si hubieran visto a Andrés. Nadie en la compañía se atrevería a enfrentarlos directamente.—¿Tienes experiencia cuidando niños? —preguntó con firmeza.—¿Perdón? —se sorprendió Shirley sin saber en ese momento cómo reaccionar.Álvaro frunció el ceño:—Pregunté si puedes cuidar de un niño.Shirley reaccionó de inmediato:—Claro. ¡Puedo manejar a los niños de todas las edades! El móvil de Álvaro había sonado varias veces. Asterio también había estado llorando sin parar, hasta que se le enronqueció la voz. Ahora finalmente se h
Las nubes se abrieron y un fuerte rayo de luz se filtró suavemente entre los huecos de los árboles a los lados del camino, entrando por la ventana del vehículo.Luna no esperaba que Andrés usara al niño para presionarla y lograr sus propósitos. —Si no vienes, lo dejaremos pasar hambre.Esas fueron exactamente las palabras de Andrés que le transmitió el sirviente.Andrés sabía muy bien de su carácter, que se ablandaba con facilidad, pero no cede ante la dureza. Ese niño se había convertido en el arma perfecta que utilizaba para tenerla bajo control...Sin más opción, tomó una bolsa del armario, la cual contenía todos los artículos que el niño necesitaba.Ese hombre dijo que había olvidado llevar el biberón, eso era algo comprensible. Sin embargo, ni siquiera había llevado consigo los pañales para el niño, ¿cómo haría cuando lo necesitara ir al baño? Ella ya estaba sospechando que, en realidad, Andrés lo había hecho a propósito.El clima cambió de nublado a soleado, y Luna llegó al edif
Luna sostenía la cuchara y frunció el ceño, pero no dijo nada en lo absoluto. No lo miró, pero podía percibir la ardiente mirada del hombre. Llevaba un suéter de color beige, el cabello largo recogido con una sencilla pinza, con algunos mechones sueltos a los lados, su largo y bonito cuello le daba una sensación de suavidad y cercanía. Esa era una sensación que otras mujeres no le podrían dar.Andrés sabía muy bien que a ella le gustaba el pescado, así que se arremangó la camisa negra y con cuidado le quitó las espinas al pescado, sirviéndoselo en su plato.—¿Ni siquiera puedes comportarte durante la comida? —le preguntó Luna mirándolo con gran enojo, apartando luego la mano inquieta de él de su pecho.Andrés sonrió con total malicia:—Han crecido bastante, ¿eh?Frente a otras personas, era todo un verdadero caballero, distante con todos, pero ahora... ¿Por qué frente a ella siempre mostraba su lado negativo? Quitándose ese disfraz de completo caballero, era una verdadera bestia sin do
Cuando el vehículo escapó de la vigilancia del Grupo Prosperidad, de repente apareció una figura que se abalanzó desde la mitad del camino. El chofer frenó bruscamente, haciendo que Luna se inclinara un poco hacia adelante.El chofer se apresuró a preguntarle:—Señorita, ¿está bien?Luna levantó la cabeza y sólo vio a una mujer de cabello corto hasta los hombros, vestida con un uniforme negro y una identificación del Grupo Prosperidad. Sus ojos parecían ser muy astutos y su apariencia no era demasiado desagradable.Luna la observó correr directo hacia el automóvil, golpeando con fuerza el cristal. Debido al aislamiento acústico del vehículo, no era posible escuchar lo que decía. Luna de inmediato bajó la ventanilla, pero aún no había tenido oportunidad de preguntarle qué sucedía, cuando la joven ya le dijo con gran urgencia:—Señorita García, ¿podría concederme unos minutos? Tengo algo importante que decirle.El chofer intentó impedirle:—Señorita, el señor ha ordenado que no debe comu
Ella estaba muy concentrada, pintando la Nadia en su memoria de hacía cuatro años…—Señorita, descanse un poco. Coma un poco la sopa. Ya se está enfriando.Luna, sin levantar siquiera la mirada, le respondió:—Déjala ahí por ahora.Emma, al ver lo absorta que estaba, no la molestó más y cerró cuidadosamente la puerta, dejándole su espacio privado.Pasaron algunas horas más, los sirvientes le habían preparado los alimentos, y cuando Emma fue a llamarla, ella la rechazó sin decir nada más. Al ver la sopa que no había tocado, Emma negó ligeramente con la cabeza y la retiró en absoluto silencio.***A las seis y media, Andrés llegó a casa, más temprano de lo habitual. Los faros delanteros del auto lujoso iluminaron por completo la ventana, mientras las llantas crujían al detenerse. Andrés se bajó del vehículo cargando al niño, visiblemente agotado, con una mancha húmeda en su camisa a rayas. Al entrar al vestíbulo, los sirvientes se preparaban muy diligente para recalentar los platillos qu