Sin prestarle más atención a la expresión sombría del hombre, Luna se alejó corriendo. En realidad, nadie más que ella sería capaz de enfadarlo tanto. En ese momento irritado, Andrés entró a la casa y arrojó las llaves del coche en la entrada, luego se sentó preocupado en el sofá. Encendió un cigarrillo y llamó para que vinieran de la concesionaria a recoger el coche y repararlo. Emma había seguido a Luna hasta arriba al ver la expresión sombría de Andrés.Luna abrió al instante el correo electrónico en su teléfono y vio los requisitos del pedido. Comenzó a hacer los preparativos correspondientes en su estudio. Tenía una semana para completar el trabajo, lo cual era suficiente para ella.Asterio estaba chupando su chupete en la cuna sin llorar. Sus pequeños ojos no se apartaban de Luna, mientras ella iba a calmarlo de vez en cuando.—Señorita, tu brazo aún no se ha recuperado aún. No puedes soportar tanto trabajo —lo persuadió Emma.—No te preocupes. Ahora toda mi vida depende solo d
Mientras Leonardo limpiaba con cuidado la sangre de su rostro, se quitó la mascarilla y sonrió maliciosamente.—No mereces saber quién es él.Luna respiró con fuerza, sintiendo como si la cabeza se le estallara. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a toser violentamente y la sangre brotara desesperadamente de su boca.Al ver a Luna en ese estado, Leonardo no parecía estar nervioso. La observó en completo silencio tan solo como un espectador, viéndola sufrir en agonía debido a la enfermedad. Cuando consideró que era el momento adecuado, le dio dos pastillas y la observó fijamente hasta que se recuperó por completo, luego la trasladó de inmediato a una habitación común.Después de salir del quirófano, Andrés lo interrogó. —Dime ¿Qué le pasa realmente?Leonardo le dirigió una mirada despreocupada con una sonrisa bastante burlona:—Según las reglas del hospital, solo los parientes directos o el cónyuge tienen derecho a conocer la condición médica de la paciente. Entonces, ¿qué tipo
Luna sentía un dolor agudo en el pecho y tenía la sensación de tener la garganta llena de sangre, sin poder articular una sola palabra. ¿No se suponía que su padre regresaría en unos cuantos días? ¿Por qué había llegado justo ahora? Parecía que Leonardo la había ayudado a ocultar su enfermedad. Quería levantarse, pero no tenía la suficiente fuerza para hacerlo. Emma, la habladora, estaba a su lado, lo que le recordaba muchísimo a Nadia, quien también no dejaba de hablar…—Los sangrados nasales se deben a que has estado consumiendo comidas muy nutritivas últimamente. En resumen, esto no es un problema grave. Señorita, una vez que tu padre regrese a casa, el señor no te intimidará más —dijo enfáticamente Emma.—De acuerdo… —respondió Luna con voz ronca.Permaneció en el hospital durante casi medio mes. Leonardo, con el objetivo de hacerla presenciar la decadencia de la familia García, había cambiado por completo los medicamentos que solía tomar por medicamentos de quimioterapia para mant
—¿Y tú? —preguntó Luna con gran curiosidad.El hombre le respondió con una voz muy suave:—Tengo problemas cardíacos y pronto tendré que someterme a una cirugía. No sé si tendré la suerte de sobrevivir.Luna bajó la cabeza y lo consoló con agrado:—Todo saldrá muy bien. Las personas buenas siempre tienen mucha suerte…No se sabía si intentaba consolarlo a él o a sí misma con esas tiernas palabras...El hombre de mediana edad de inmediato apartó la mirada del periódico que estaba leyendo y lo dobló. Sentado con las piernas cruzadas, colocó el periódico sobre sus rodillas mientras la miraba fijamente con sus ojos color ámbar. Con una sonrisa muy amable en su rostro, le respondió tímidamente:—Gracias por tus buenos deseos. Ya es tarde y debo irme.Él había notado que un grupo de personas se acercaba con actitud imponente. Antes de irse, le hizo una sutil petición a Luna:—¿Podrías darme un abrazo antes de que me vaya?Luna lo miró muy confundida.—Sé que esto es un poco descortés. Quiero
Miguel llevaba una mascarilla respiratoria. Había sufrido un derrame cerebral, pero Luna no sabía la razón. No podía mover su rostro ni comunicarse adecuadamente. Su vida dependía por completo de una silla de ruedas y necesitaba ayuda incluso para comer. Su única actividad consistía en sentarse allí.Su hija pequeña de tres años y medio se parecía muchísimo a Carolina y se sentaba tímidamente detrás de ella. A pesar de que habían pasado cuatro años, Carolina seguía sin envejecer y se veía aún más madura. Vestía un traje azul oscuro con delicados bordados de flores blancas, llevaba el cabello largo recogido y tenía los pendientes de perlas en sus orejas. Emma, que solía ser muy parlanchina, estaba inusualmente callada precisamente ese día.Carolina, como siempre, adoptaba su actitud orgullosa de dueña de casa mientras sostenía la mano de su hija. Le dijo a Luna con gran cortesía:—Luna, después de tanto tiempo sin vernos, ¡te has vuelto aún más hermosa! Ella es hija mía y de Miguel, se
Esta debería ser una cena familiar después de mucho tiempo. Con el paso del tiempo, todo había cambiado y ya nada era como solía ser.Tras calmarse un poco, Luna bajó rápidamente las escaleras. Acababa de lavarse la cara, y se había recogido el cabello con una pinza, con algunas gotitas de agua aún colgando de un mechón en la frente. Andrés le lanzó una sugestiva mirada, y ella también se dio cuenta al instante. Entre él y Frida había un espacio, ¿sería para ella? Desvió la mirada y les dijo de inmediato:—Perdón por haberlos hecho esperar tanto.Intentó evitar la mirada afilada que era casi imposible de ignorar, indecisa, se sentó en el asiento al lado de Carolina.—¡Siéntate aquí! —ordenó de inmediato Andrés.Su mirada se volvió fría al instante de ver la acción de Luna, emanando una sensación de peligro. Ahora, incluso si Miguel seguía aún vivo, Andrés sería el verdadero dueño de esa familia. Sin mirarlo, Luna le respondió:—Siempre me he sentado en este lugar. Debes sentarte con tu
Esa era la primera vez que ella le contradijo a Carolina.¡Pa!De repente, se escuchó un fuerte ruido que venía de la cocina. La empleada que estaba ahí ocupada escuchó las palabras de Luna y, sin querer, le tembló la mano, rompiendo un plato y cayendo bruscamente al piso. Qué escena tan rara... Una era la amante, la otra su esposa actual, y Luna se había convertido justo en una de las "viejas amigas" de Andrés...Agotada, Luna tosió un par de veces. Parecía estar un poco débil. Acababa de regresar del hospital y Andrés no la presionó más. Con cariño, le sirvió un tazón de sopa para que la empelada se lo llevara. —Todavía no te has recuperado. Evita las comidas grasosas —le dijo con amabilidad.—Gracias.Ella probó un bocado de la comida. Sin ver el chile picante encima, comenzó a toser a todo pulmón, hasta le dolía profundamente la herida.La mirada de Andrés se fijó en ella con el ceño fruncido. En realidad, esa era una mala señal de su enojo. No sabía muy bien si se equivocaba, per
Acostado en la cama, Miguel tuvo una fuerte reacción al ver las fotos que Luna tenía en las manos, e incluso con rabia intentó quitárselas.—Entonces, padre, ¿conoces realmente a este hombre? ¿Por qué está con mi mamá? —preguntó Luna, bastante ansiosa por la respuesta.Debido a la existencia de este hombre, ella había sufrido muchísimo. Leonardo se había vengado de ella y quería matarla a ella e incluso a toda la familia García. ¿Acaso Andrés también sabía todo esto?Estas dudas eran como una densa neblina y Luna se sentía muy atrapada en ella. Si no fuera por Leonardo, ni siquiera hubiera conocido la habitación secreta en el estudio de su madre.¡¿Cuántas más cosas le habían ocultado?!La agitación de Miguel iba en gran aumento. De repente, comenzó a escupir espuma por la boca. Luna se asustó muchísimo y cuando reaccionó, corrió directamente hacia afuera y gritó:—¡Ayuda! ¡A mi papá le pasa algo!Pronto llegaron Andrés y Frida. Luna se quedó en ese instante pasmada y aturdida por el s