Capítulo 744
El mayordomo golpeó apresuradamente la puerta de Abigaíl:

—¡Señora, señora! ¡Ha ocurrido algo malo! ¡Por favor, levántese de inmediato y venga a ver!

Sin saber qué había sucedido, Abigaíl se puso rápidamente una chaqueta y se levantó de la cama, siguiendo al mayordomo hasta el patio. Al ver a la persona en el ataúd, mostró una mirada llena de ira y resentimiento total en sus ojos:

—¡Andrés Martínez! ¡Definitivamente, te has pasado de la raya con esto!

Dafne había muerto hace varios días y el ataúd refrigerado dejó de funcionar hace más de dos horas. Ahora emitía un olor insoportable. Y Marina, vestida de negro, también tenía una herida profunda en la frente, como si hubiera sido golpeada con fuerza. No se sabía muy bien si estaba viva o muerta. Abigaíl ordenó con calma:

—Ve a comprobar si está viva.

El mayordomo se acercó con gran temor, pero finalmente extendió su mano y la colocó cerca de la nariz de Marina para comprobarlo, y luego... se asustó muchísimo:

—Está muerta… ¡Está muerta!
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