Dafne regresó a la mansión de la familia Sánchez con gran anticipación. Al verla, Adolfo le entregó una carpeta y le dijo:—Una persona me dijo que el joven señor le pidió que le entregara eso. Dijo que tiene que abrirlo en persona.Dafne se sintió un poco confundida:—¿Por qué Gabriel también empezó a jugar eso conmigo? Ya pueden retirarse. Lo leeré sola.Los sirvientes se marcharon al instante excepto Marina, quien había estado cuidando a Dafne durante muchos años. Dafne se sentó con tranquilidad en el sofá y abrió la carpeta. Sacó un informe de examen prenupcial con el nombre de Luna García. Cuando llegó a la última columna, sus ojos se abrieron de par en par y su respiración se aceleró. Incluso sus manos que sostenían el informe estaban temblando.—¡Señora, ¿qué le pasa?! —exclamó Marina al ver que algo iba mal con Dafne, sabiendo que era un indicio de un ataque cardíaco. Rápidamente sacó una botella de medicina y le sirvió una pastilla. Finalmente, la respiración de Dafne se cal
Abigaíl le entregó el regalo que ella había preparado, mientras le decía:—Gabriel, lo siento mucho, llegué tarde. Te he preparado un regalo para el compromiso. Espero que les guste a ti y a Luna.—Hermano, mi mamá dedicó mucho tiempo a seleccionar este regalo.En la caja había un conjunto de cubiertos de porcelana delicados y muy valiosos. Era algo que no se conseguía fácilmente con dinero y tenía un valor equivalente a casi una villa en las mejores zonas.Todas las personas admiraron muchísimo el regalo. Sin embargo, al instante, Gabriel lo tiró con fuerza al suelo, causando un fuerte estruendo…—¿¡Quién te permitió a venir!? ¡Lárgate! —exclamó Gabriel, sin mostrarles ninguna piedad.Andrés se sentó tranquilamente en su lugar, dando un pequeño sorbo a su té mientras ocultaba sus emociones. La comisura de sus labios mostraba una leve sonrisa irónica.En ese instante, el ambiente festivo se volvió intenso. La mayoría de las personas guardaron completo silencio y no se atrevieron a deci
Con la excusa de la resaca, Gabriel llevó a Luna a la sala de descanso.Al entrar en la puerta, Luna le dijo con remordimiento sintiéndose muy culpable:—Lo siento, la llamada que recibí fue de Frida. No te conté porque no quiero que te enfades. No esperaba que ellas realmente vinieran sin permiso.En realidad, Gabriel parecía estar bastante borracho, ya que se notaba el evidente cansancio en sus ojos. Había estado ocupado todo el día desde las cuatro de la madrugada, sin haber descansado bien la noche anterior.Luna le sirvió un vaso de agua tibia y se sentó a su lado. Parecía que Gabriel no tenía intención de culparla. Solo extendió suavemente la mano para acariciar el cabello de la chica y dijo:—Lo sé... No te tomes en serio lo que dijeron. Si vuelven a buscarte y no sabes cómo manejar la situación, avísame, ¿de acuerdo?—De acuerdo, la próxima vez no te lo ocultaré. Sé que no te gusta que los demás hablen de este tema, por eso no me atreví a mencionarlo.—Quiero un abrazo.Luna se
Justo en ese momento, Eric entró apresuradamente en la habitación:—Señor, ha ocurrido algo malo. La abuela ha sido hospitalizada.Gabriel abrió los ojos de inmediato, se levantó y frunció el ceño con una mirada bastante peligrosa. Preguntó:—¿Qué ha sucedido?Eric le respondió:—Solo dicen que la abuela te ha pedido que regreses a la mansión de inmediato y que Luna no necesita acompañarte.Luna no entendió nada en absoluto:—¿Por qué?Gabriel la miró mientras Eric continuaba explicando:—No lo sé, solo me dijeron que era la orden de la abuela. Pero no noté nada extraño en su tono. Tal vez se haya enterado del plan de viaje de la señorita Luna y no quería preocuparla.Esa explicación parecía algo que la abuela haría. Sin embargo, Gabriel aún tenía la sensación de que las cosas no eran tan simples como parecían. Preguntó:—¿Cómo se encuentra ella ahora?Eric le respondió:—El médico ya ha ido a verla.Gabriel se levantó y tomó su traje en el sofá, luego le dijo a Luna:—Descansa en el h
En el baño, una luz tenue y fría iluminaba la habitación, llena de humedad. El vapor caliente surgía de la bañera. La piel de la joven era tan blanca como la nieve. Su brazo muy delgado descansaba en el borde de la bañera y sus ojos habían perdido por completo el enfoque. Sin embargo, ella estaba totalmente aturdida.Desnuda bajo el agua, su figura era capaz de despertar todo tipo de fantasías. Andrés la acariciaba suavemente, recorriendo suavemente cada centímetro de su piel con movimientos lentos y extasiados, cuidando cada detalle.Sus ojos sombríos y profundos se posaban en la persona frente a él. Le dirigía una mirada como si estuviera contemplando una verdadera obra de arte. En su mirada se mezclaban el deseo y la posesión, revelando así, su anhelo de poseerla.Una hora después, finalmente salieron del baño.En la ventana, se reflejaba la imagen de una mujer hermosa y deslumbrante siendo abrazada por un hombre alto y muy apuesto. El largo cabello de ella estaba suelto, cubriendo
Luna gritó:—¡Andrés…!En la parte superior del cuerpo de Andrés, los cálidos sudores cubrían los atractivos músculos y se deslizaban suavemente por sus brazos. Al instante, se inclinó bruscamente y la chocó con fuerza, si darle ninguna oportunidad de descansar.El agudo dolor la hizo recobrar momentáneamente la conciencia. Sus labios suaves fueron sellados totalmente por un beso fuerte y dominante, por lo que la voz solo se podía escapar por la garganta mientras todas las palabras ya eran poco a poco tragadas. Poco a poco, los gemidos se convirtieron en gritos suplicantes… Desde la cama, hasta el suelo, luego el baño, finalmente, ante el gran ventanal… La habitación se impregnó por completo de un aire perverso… Luna no sabía cuánto tiempo había pasado. Estaba cambiando del estado entre desmayarse y volver en sí temporalmente.Ya eran las tres de la madrugada, la habitación finalmente comenzó a tranquilizarse poco a poco. Luna ya estaba inconsciente, dormía tiernamente en los brazos
Después de regresar a su villa, Gabriel se sentó en el sofá y pasó toda la noche muy pensativo fumando. El cenicero ya estaba lleno de colillas.Eran casi las seis de la mañana y el cielo apenas comenzaba a aclarar. Una sirvienta llegó a la villa para comenzar muy juiciosa las tareas de limpieza, pero se sorprendió mucho al ver la sala llena de humo. El joven señor acababa de celebrar la ceremonia de compromiso con la señorita, ¿no debería estar con ella en el hotel anoche? —¿Qué hora es? —preguntó Gabriel.La voz repentina de Gabriel asustó un poco a la sirvienta. Ella se apresuró a responder:—Señor, ya son casi las seis de la mañana.¿Ya estaba amaneciendo afuera?Gabriel echó un leve vistazo hacia afuera. Sus ojos estaban muy enrojecidos. Se levantó del sofá, tambaleándose, y se desmayó de repente sin ningún previo aviso.—¡Señor! —exclamó inmediatamente la sirvienta y se apresuró a llamar al médico.Media hora después, el médico llegó a examinarlo. Dijo:—El señor solo está demas
Ya eran las ocho de la mañana. Luna fue despertada por el insistente sonido de su móvil. Adormilada, se sentó al instante en la cama, vistiendo una pijama blanco mientras se recostaba en el cabecero de la cama.No entendía por qué sentía tanto dolor de cabeza. ¿Acaso no había dormido bien la noche anterior? Miró a su alrededor y vio rosas destrozadas esparcidas por todo el suelo. ¿Por qué estaban las flores en ese estado? ¿Qué había sucedido realmente la noche anterior? Solo recordaba de forma lejana que un camarero le había dado una tarjeta de habitación y, al regresar a su habitación, sintió un calor desconocido. Luego fue al baño para ducharse. Sin embargo, no recordaba nada más aparte de quedarse profundamente dormida en la cama.Se apresuró a levantarse de la cama. Pero en el momento en que puso los pies descalzos en el suelo, su cuerpo se debilitó repentinamente y cayó instantáneamente al suelo, experimentando al mismo tiempo un dolor desgarrador en sus partes íntimas y una sensa