Capítulo 30
La luz fría de la luna se filtraba por la ventana cuando Luna, aún en pijama, bajó al salón.

No solía levantarse durante la noche, pero había despertado con sed, solo para descubrir que la jarra estaba vacía. Descendió las escaleras con los ojos entrecerrados por el sueño, pero de repente sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver una figura oscura sentada en el sofá.

—¡Ah! —Su cerebro se activó de inmediato.

No fue hasta que la persona en el sofá se levantó y encendió la luz en la pared que Luna pudo ver claramente quién era.

—Hermano, ¿qué estás haciendo aquí? ¿No has salido?

Un tenue aroma a alcohol impregnaba la sala, proveniente de Andrés. ¿Habría regresado recién de una reunión fuera de casa? Además, ¿por qué no había ido a acompañar a Isabel y había venido aquí? Andrés siempre había sido meticuloso en sus acciones. Después de ocho años de matrimonio, Luna aún no podía descifrar que pasaba siempre por su cabeza.

Andrés se aproximó a ella, reduciendo la distancia entre ambos
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