Capítulo 36
El sueño era demasiado real y Andrés se despertó empapado en sudor. Abrió los ojos, todavía inmerso en el dolor de haber perdido a Luna.

Tristeza, opresión, un dolor punzante en el corazón... Esas emociones melancólicas le dejaron sin aliento.

Nunca pensó que un simple sueño pudiera provocar una reacción tan intensa en él. Y lo que era aún más sorprendente es que, en el sueño, Luna había muerto y él estaba desconsolado, desfalleciendo junto a ella... Eso era simplemente absurdo.

—¡Andrés, has despertado! —Una voz suave resonó en su oído.

Era Isabel.

Andrés miró el reloj en la pared y se dio cuenta de que ya estaban a última hora de la tarde. El cielo afuera empezaba a oscurecer.¿Había dormido tanto tiempo?

Los ojos de Isabel estaban un poco rojos, como si hubiera llorado recientemente. Con un ligero resentimiento, le dijo:

—Andrés, ¿te has olvidado? Dijiste que vendrías hoy a recogerme después de la escuela. Te esperé un rato, pero como no aparecías, llamé al hermano Álvaro y me enter
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