Felipe había pensado que era una persona que al no, no y al sí, sí. Al parecer ese concepto se aplicaba con cualquiera menos con su esposa. Al salir de Talovara había asumido que había tomado la decisión acertada. Media hora después de partir de Italia rumbo a Arabia se había dado que no podía estar más equivocado. Por esa razón ninguna de sus anteriores compañeras de cama lo acompañaban en sus viajes de negocios. Las mujeres eran demasiado emotivas, demasiado sentimentales. Demasiado cambiantes. Quizás ese era el motivo de que muchos poetas y músicos la compararan con la luna. En un día, una fase, al siguiente día, otra. No sabía que lo había llevado a tomar tan errada decisión. "No digas eso”, le dijo su mente, “tenías un ataque de celos que no podías contigo”. Y sabía en lo más profundo de su corazón que aunque Elena se hubiera empecinado en no ir, él hubiera hecho lo que hubiera querido. Aunque hubiera demostrado minutos atrás que opinaba todo lo contrario. La deseaba, eso n
— ¿Estás bien? Te has puesto pálido —dijo Elena divertida. Si hubiera sabido que una tatuaje y un piscis lo escandalizarían de esa forma lo hubiera hecho antes.La cara de su marido era todo un poema cuando ella se bajó la manga del hombro y le enseñó el tamaño real de la marca impregnada en su piel. — ¡Ratos y centellas! —exclamó perturbado. La imagen parecía salida de su piel. No podía negar que pegaba pero ni debería estar ahí. Elena no pudo evitarlo se le escapó una carcajada. Mejor desmentir sus hechos antes que le diera algo. No quería cargar con esa muerte en su conciencia.—Es de hena, Felipe. Se borrará con el tiempo. Y lo del ombligo es una piedrita que me dieron en conjunto. No tengo nada en el cuerpo. Bueno, nada visible. Ante sus palabras el suspiro fue audible. Sin embargo su mirada cambió cuando acabó de hablar. — ¿Tienes algún tatuaje de verdad? Te he visto desnuda. En tu cuerpo no hay nada. —Que no lo hayas visto no significa que no esté ahí. Es un recordatorio
Hola Para avisarles que estoy pasando una situación anormal con el fluido eléctrico. Tengo el capítulo hecho pero no corregido. Y con errores ortográficos no voy a subirlo. Por respeto a mi y a ustedes. Tengo otra novela casi terminada se llama De Londres a San Francisco. Espero que puedan leerla y echarle un vistacito mientras todo se normaliza. Prometo darles capítulo doble cuando todo esto se arregle. De verdad que lo lamento pero con respecto a ese tema tengo las manos atadas. Estoy escribiendolo en una libreta. Y gracias a Dios que tengo un poco de carga para ponerles esto. Bendiciones miles y lo lamento nuevamente. Un saludo mi gente. YilyTM
La mirada de Elena pasó de la estupefacción al terror en fracción de segundos. Había sentido miedo muchas veces en su vida pero jamás ese pánico que hacía que te quedarás estática. Alexis no podía estar en el palacio. Ese era el acuerdo al que habían llegado. Una mirada a su lado fue lo que hizo que se moviera. La vena que recorría un lado de la cara de Felipe sobresalía al punto de explotar. Su corazón latía a toda velocidad sin embargo sus movimientos parecían a cámara lenta. Cuando Felipe dio el primer paso Elena lo interceptó. Una sola palabra salió de sus labios,—No.—Te dije lo que ocurriría si volvía a verte hablar con ese tipo. Y ahora resulta que es lo suficiente valiente como para presentarse en "mi casa" para hacer sabrá Dios qué. Tú a mí no me humillas más. Mi paciencia tiene un límite y puedo asegurarte que tus acciones de los últimos días han llenado el cupo. Elena sabía a lo que se refería. Pero lo menos que se imaginaba era que Felipe iba a entrar en la zona de masa
—No tenía ocho años cuando mi madre salió embarazada. —No recuerdo verla en ese estado. —Tuvo un embarazo delicado. El medico no agrego nada de emociones fuertes. Nada de sustos. Pocas personas lo supieron. Y no porque fuera un tema prohibido, todo lo contrario. Mamá siempre estaba cansada y le costaba estabilizarse con los ojos abiertos después de comer. Nadie imaginó que el feto sobreviviría al primer mes. Pero lo hizo. Quizás sus ganas de vivir siendo aún tan pequeños fueron necesarios para sacarlo adelante. Todo iba bien. No habia de que preocupara. Todo el mundo estaba feliz. Mi padre aún más.> <
Felipe veía como su hermana se divertía. No era una fiesta de miles de personas, más bien para los conocidos. Pero él no podía poner una sonrisa de satisfacción en su rostro. William le había contado que estaba con Anabella. Que llevaba años enamorado de ella. Lo había entendido hasta la parte que le había dicho que le había quitado la virginidad. El puñetazo había sido seguro. Y como no quería que los demás se preguntaran por el morado en la cara de su amigo, se lo había dado en el estómago. Había sentido como el aire se había escapado de sus pulmones y vio como se doblaba por la mitad. Pero la paliza se había quedado para después. Tantos años visitando su casa, durmiendo en la habitación de invitados y seguro que a media noche se colaba en la de Bella y él, en la inopia. Quizás todo hubiera sido diferente si le hubiera contado antes. Quizás él hubiera tenido la misma reacción. No lo sabía. Estaba seguro que su mejor amigo era un hombre sin igual pero, su hermana era demasiado buena
Los rayos del sol despertaron a Elena del sueño en que estaba. Abrió sus ojos desorientada pues la luz a través de la ventana estaba en el lado contrario de la habitación. ¡Dónde rayos estaba! fueron sus pensamientos ante que una mano le aprisionara la cintura y la pegara a un cuerpo musculoso. Sabía quien estaba acostada a su lado. Lo que no recordaba era estar desnuda. Sin embargo esa mano que estaba debajo de sus senos tocaba solo piel y nada más. Breves pedazos de la noche anterior pasaron por su mente. No tenían conexión alguna pero, la hicieron sonrojar. Recuerdos de unas manos, una corbata y de lo atrevida que había sido hicieron que se levantara de golpe. Cuando le quitó la sábana a Felipe para tapar su desnudez y marcharse a su habitación con algo de dignidad, se quedó estática. Su marido también estaba como Dios lo había traído al mundo. Y medio empalmado también. “Es que eso hasta cuando el cuerpo estaba en semejante estado de inconsciencia estaba listo para la batall
Elena se pasó la tarde en la biblioteca revisando unas cuentas. Felipe no se lo había pedido pero, Greg sí. Y además del inmenso cariño que le tenía al anciano adoraba los números. Eran una extensión más de ella. Se perdía por horas y horas. Había participado en muchos concursos de matemática desde que tenía diez años. Pero todos habían sido de forma virtual. En una de las habitaciones que nunca se usaban había un estante con todas sus medallas. Estaba sola con los libros hasta que sintió el chirriar de la puerta. Desde su posición podía ver el arco de la entrada pero, no podían verla a ella. Vio una sombra ajena a todas las personas que conocía y por primera vez en su vida, se escondió. Le gustaba enfrentar los problemas pero había cierta tensión en el aire que la traía en un estado constante de nervios. Sin embargo actuó con precaución y cogió la pequeña navaja que siempre llevaba en la pantorrilla. Andar con vestidos hacía que nadie se preguntara por su origen. A base de prueba y