Las armaduras antiguas habían sido limpiadas hasta sacarle brillo. Los cuadros relucían y todas las ventanas estaban abiertas dejando pasar la claridad del día. Además había una gran alfombra roja que recorría el pasillo que la llevó a la sala del trono pero, Elena no notó nada de eso pues estaba concentrada en calmar los salvajes latidos de su corazón. Quería hacer la caso a su instinto y correr en la dirección contraria. Mandar todo a la basura y dejar que el mundo a su alrededor se fuera al infierno. Pero no podía y no quería. No dejaría a Iley atrás, no dejaría que pagara sus culpas cuando era la más inocente en esa historia, en ese juego de reyes. Entró con paso firme en la habitación y con la barbilla levantada. Las palabras de su madre hicieron eco en su memoria "Recuerda que eres una dama. Y las damas hacen lo que tienen que hacer con dignidad. No permitas que nadie te avasalle. Si vas a mirarte los pies que sea para ver lo lindo que te quedan los zapatos". Y aunque la últi
El baile continuó por media hora más. Hasta el momento que sirvieron unos canapés a base de pescados y mariscos. Elena estaba revolviendo la comida de un lado a otro del plato. Y la mueca que tenía su cara ya había levantado la curiosidad a más de uno.—Come, Elena. No querrás que piensen que estás triste por tu propia boda. —susurró Felipe. Para quien mirara vería como el rey acariciaba a su esposa. Nada más lejos de la realidad.—No me gusta el pescado. —refunfuñó de mal humor.—Estoy seguro que puedes hacer un esfuerzo. No le faltes el respeto a tu nación despreciando un producto típico de su tierra.—Así me gusta —dijo Felipe cuando vio que cortaba un pequeño trozo con el cuchillo y se lo introducía en la boca— .Ves como no está tan malo. Quizás hasta acabe gustando te. Elena obvió las palabras de su marido. Estaba concentrada en no sentir el sabor de lo que estaba comiendo y caía como grandes piedras en su estómago. Se llevó cuatro veces más el tenedor a los labios. Hasta que s
Elena despertó en su cama sintiéndose agotada. Los rayos del atardecer se colaban por los cristales de las ventanas sumiendo la habitación en naranja y dorado. Intentó levantarse dos veces hasta que se pudo incorporar del todo. A los lejos se seguían escuchando el sonido de las trompetas, los tambores y los fuegos artificiales. Talovara estaba de fiesta. Su pueblo estaba festejando que tendrían un rey en el trono que velaría por sus intereses. Elena se sentía feliz pero, no era una felicidad extrema. Había deseado que las cosas fueran diferentes. Que su padre hubiera sido un buen rey. Que hubiera conquistado el trono porque el anterior rey era un chapucero y no por mera codicia y poder. Nunca se había sentido orgullosa de que Emiliano usurpara el lugar de su mejor amigo. Maximiliano era un mejor hombre de lo que Emiliano jamás sería. Un hombre que había sabido ganarse el corazón de su gente a través de la bondad y no del miedo. Pero si algo no podía cambiarse era el pasado. Había esc
— ¿Por qué motivo no me contestas el teléfono? —fueron las palabras que escuchó Elena nada más descolgar el celular al ver la llamada entrante de Alexis. Desde su coronación dos días atrás estaba distraída. Como en las nubes. Incluso pensaba que se estaba volviendo un poco paranoica pues se sentía bajo constante vigilancia. Lo más extraño era que cada vez que miraba hacia atrás no veía ni siquiera un sombra. Quizás era los nervios, quizás fuera intuición pero, había algo que no terminaba de gustarle.—Alexis, amor, he estado ocupada.—No me digas. Me dijiste que para mí siempre había tiempo. —Cielo... No acabó de hablar porque el teléfono se les deslizó de las manos al chocar contra una poderosa espalda. Una tan fuerte y contorneada que si no fueran por los amplios reflejos de Felipe había caído al suelo de forma poco digna. No acabó de hablar porque el teléfono se les deslizó de las manos al chocar contra una poderosa espalda. Una tan fuerte y contorneada que si no fueran por lo
Felipe había pensado que era una persona que al no, no y al sí, sí. Al parecer ese concepto se aplicaba con cualquiera menos con su esposa. Al salir de Talovara había asumido que había tomado la decisión acertada. Media hora después de partir de Italia rumbo a Arabia se había dado que no podía estar más equivocado. Por esa razón ninguna de sus anteriores compañeras de cama lo acompañaban en sus viajes de negocios. Las mujeres eran demasiado emotivas, demasiado sentimentales. Demasiado cambiantes. Quizás ese era el motivo de que muchos poetas y músicos la compararan con la luna. En un día, una fase, al siguiente día, otra. No sabía que lo había llevado a tomar tan errada decisión. "No digas eso”, le dijo su mente, “tenías un ataque de celos que no podías contigo”. Y sabía en lo más profundo de su corazón que aunque Elena se hubiera empecinado en no ir, él hubiera hecho lo que hubiera querido. Aunque hubiera demostrado minutos atrás que opinaba todo lo contrario. La deseaba, eso n
— ¿Estás bien? Te has puesto pálido —dijo Elena divertida. Si hubiera sabido que una tatuaje y un piscis lo escandalizarían de esa forma lo hubiera hecho antes.La cara de su marido era todo un poema cuando ella se bajó la manga del hombro y le enseñó el tamaño real de la marca impregnada en su piel. — ¡Ratos y centellas! —exclamó perturbado. La imagen parecía salida de su piel. No podía negar que pegaba pero ni debería estar ahí. Elena no pudo evitarlo se le escapó una carcajada. Mejor desmentir sus hechos antes que le diera algo. No quería cargar con esa muerte en su conciencia.—Es de hena, Felipe. Se borrará con el tiempo. Y lo del ombligo es una piedrita que me dieron en conjunto. No tengo nada en el cuerpo. Bueno, nada visible. Ante sus palabras el suspiro fue audible. Sin embargo su mirada cambió cuando acabó de hablar. — ¿Tienes algún tatuaje de verdad? Te he visto desnuda. En tu cuerpo no hay nada. —Que no lo hayas visto no significa que no esté ahí. Es un recordatorio
Hola Para avisarles que estoy pasando una situación anormal con el fluido eléctrico. Tengo el capítulo hecho pero no corregido. Y con errores ortográficos no voy a subirlo. Por respeto a mi y a ustedes. Tengo otra novela casi terminada se llama De Londres a San Francisco. Espero que puedan leerla y echarle un vistacito mientras todo se normaliza. Prometo darles capítulo doble cuando todo esto se arregle. De verdad que lo lamento pero con respecto a ese tema tengo las manos atadas. Estoy escribiendolo en una libreta. Y gracias a Dios que tengo un poco de carga para ponerles esto. Bendiciones miles y lo lamento nuevamente. Un saludo mi gente. YilyTM
La mirada de Elena pasó de la estupefacción al terror en fracción de segundos. Había sentido miedo muchas veces en su vida pero jamás ese pánico que hacía que te quedarás estática. Alexis no podía estar en el palacio. Ese era el acuerdo al que habían llegado. Una mirada a su lado fue lo que hizo que se moviera. La vena que recorría un lado de la cara de Felipe sobresalía al punto de explotar. Su corazón latía a toda velocidad sin embargo sus movimientos parecían a cámara lenta. Cuando Felipe dio el primer paso Elena lo interceptó. Una sola palabra salió de sus labios,—No.—Te dije lo que ocurriría si volvía a verte hablar con ese tipo. Y ahora resulta que es lo suficiente valiente como para presentarse en "mi casa" para hacer sabrá Dios qué. Tú a mí no me humillas más. Mi paciencia tiene un límite y puedo asegurarte que tus acciones de los últimos días han llenado el cupo. Elena sabía a lo que se refería. Pero lo menos que se imaginaba era que Felipe iba a entrar en la zona de masa