La tensión en el vestíbulo de la mansión era tan espesa que parecía llenar el aire como una niebla sofocante. Ingrid tenía la vista fija en los resultados de los análisis, mientras un sudor frío le resbalaba por la sien. Sus manos estaban heladas, pero su piel ardía.Nombre del niño: Tobias Lund.Relación genética: Katrine Halvorsen.Coincidencia: 99.99%El folio tembló en sus manos, ardiendo como fuego contra su piel. No. No podía ser. Pero ahí estaba, innegable, brutal. Había sido una estúpida. Nunca había contemplado aquella posibilidad, siempre considerándose intocable, segura de su propio poder. Y ahora, todo se desmoronaba. Sin embargo, tenía que agradecer que tenía aquello en sus manos. Podía destruirlo antes de que saliera a la luz.Sin embargo, antes de que pudiera moverse, una sombra bloqueó su visión.Katrine.Sus ojos volaron al documento en las manos de Ingrid. Luego, al logo del sobre que yacía junto a ella en el sofá. Su pecho se encogió de golpe. El aire abandonó sus p
Quince días después, la mansión parecía sumida en una calma engañosa, una paz frágil que ocultaba la tormenta latente. Ingrid había permanecido en las sombras, acechando como un depredador paciente. No tenía más opciones, no tenía más tiempo. Este era su último recurso. Si no iba a tener a Lukas, al menos tendría al niño.La mansión Lund estaba al borde del colapso. La verdad sobre Tobias había caído como un golpe devastador. Lukas y Mathias se mantenían en guardia, protegiendo a madre e hijo, pero su atención fija en la amenaza mayor los cegó ante la menor. Y esa era la oportunidad que Ingrid había estado esperando.La noche anterior, cuando la fatiga había convertido la vigilancia en un acto mecánico y los ojos cansados se cerraron un instante más de lo debido, Ingrid se deslizó entre las grietas de su descuido. Era ahora o nunca.Sabía que cada segundo contaba. Su corazón golpeaba con furia en su pecho, ahogándola en adrenalina. Había logrado engañar al guardia con una sonrisa forz
Ingrid se encontraba en la fila del check-in cuando los vio. Katrine y Lukas irrumpieron en el aeropuerto como un vendaval, con el rostro desencajado y la mirada clavada en ella con una intensidad que la hizo estremecer. Por un instante, el tiempo pareció congelarse. Su corazón golpeaba con violencia contra su pecho, pero no podía permitirse mostrar miedo.—¡Ingrid! —rugió Katrine, avanzando como una tempestad desatada, su voz cortando el aire como un trueno.Ingrid apretó los dientes con tanta fuerza que su mandíbula dolió. Sosteniendo a Tobias con desesperación, dio un paso atrás, aferrándose a él como si su vida dependiera de ello.—¡Aléjense de mí! —vociferó, su voz temblando por la tensión—. ¡No voy a dejar que me lo quiten! ¡Él es mi hijo! ¡Por favor, hagan algo! Esta mujer y este hombre están completamente locos —gritó, mirando a su alrededor—, ¡quieren quitarme a mi hijo!—¡No es tu hijo, Ingrid! —exclamó Katrine, con los ojos anegados en lágrimas y la voz entrecortada por la
UN AÑO DESPUÉS…El cielo lucía despejado, de un azul profundo que contrastaba con los extensos campos verdes de la mansión Lund, transformada en el escenario de una celebración inolvidable. Las guirnaldas de flores blancas y lilas colgaban entre los árboles, danzando al ritmo de la brisa, mientras los invitados, envueltos en elegancia, compartían risas y miradas colmadas de emoción Era el día que muchos habían esperado, pero para nadie significaba tanto como para Lukas y Katrine.Bajo una carpa adornada con luces cálidas, Sofie observaba la escena con una sonrisa serena, mientras la pequeña Sonja dormía apaciblemente en sus brazos. A pesar del bullicio, la bebé de seis meses dormía plácidamente, inmune al ajetreo a su alrededor, mientras los trillizos, ya con casi ocho años, correteaban por el jardín persiguiendo una pelota, mientras los adultos les pedían, sin éxito, que no ensuciaran sus elegantes atuendos.A unos metros de distancia, Lukas sostenía a Harry en brazos. El pequeño, co
Mis querídísimas lectoras: 💖Esta es la primera vez que escribo una nota luego de ponerle fin a un libro, pero es que no puedo evitarlo. Mi corazón desborda de emoción. Sin importar los baches del camino, es increíble pensar que este viaje, el cual comenzó como una simple y vaga idea, haya llegado a todas y cada una de ustedes, ojalá, tocando cada uno de sus corazones, tal vez haciéndolas suspirar, emocionarse e, incluso, quizá, derramar alguna lagrimilla. 💫 Desde el primer segundo en el que esta historia comenzó a cobrar vida, soñé con que fuera más que palabras... Quería que fueran un refugio, un sitio en el que el amor, la lucha, la esperanza hallaran un hogar en cada uno de ustedes. Y saber que han acompañado a Sofie, Mathias, Lukas, Katrine, y a todos los personajes en este camino, que han sentido su dolor, su crecimiento personal, y, en especial, su dolor así como su felicidad, es un regalo que soy incapaz de describir con palabras. ✨Gracias, de verdad, de todo corazón por c
—Lo siento, señorita Vang. Lamentablemente, es cáncer. Terminal.La doctora continuaba hablando, pero las palabras ya no llegaban a Sofie con claridad.Cáncer…Terminal…La sentencia era implacable. No había margen para malinterpretaciones, y, mucho menos, para la esperanza.Sofie bajó sus ojos, mirando a los pequeños que se encontraban sentados junto a ella, absortos en sus mundos infantiles. Sus hijos… Sus preciosos trillizos.En ese momento, sintió el tirón de una pequeña manita. Era Emma, con sus ricitos rubios completamente desordenados, quien la miraba con su característica inocencia.—¿Estás bien, mami? —preguntó la pequeña, ladeando su cabecita, mientras sus grandes ojitos azules brillaban de curiosidad al ver que su madre tenía la mirada ausente.Las lágrimas de Sofie no tardaron en derramarse, rodando silenciosamente por sus mejillas, y la pequeña Emma frunció la nariz, desconcertada porque su madre llorara sin razón aparente, antes de mirar a sus hermanos. Ninguno de los tr
Mathias Lund frunció el ceño mientras recorría con la mirada los informes financieros que se encontraban encima de su escritorio. La oficina en su mansión era un santuario de eficiencia, libre de cualquier tipo de distracción. El monitor brillaba frente a él, y las gráficas en la pantalla demostraban que Lund Farma continuaba aplastando a la competencia.Sin embargo, había algo que lo hacía sentir incómodo: las inconsistencias en la sección de gastos. Alguno de los departamentos estaba gastando más de lo que había autorizado, y eso lo irritaba por completo. Nada en su empresa se movía sin que él lo permitiera.Pensando en que tendría que analizar la situación y ponerle remedio, se masajeó el puente de la nariz y cerró los ojos por unos segundos, permitiéndose un momento de descanso.Sin embargo, la calma duró muy poco. La puerta de su despacho se abrió, y tras ella apareció Jo Bensen, el jefe de seguridad de la mansión, con el ceño profundamente fruncido.—Señor Lund, hay algo que nec
Mathias se quedó inmóvil frente al portón de la villa, con la carta arrugada en un puño, sintiendo que había perdido el control.Las risas infantiles llenaban la mansión, pero para Mathias solo reflejaban el peso de la realidad. Esos niños que corrían por su casa, no eran más que ¡sus propios hijos!No solo había pasado una noche con Sofie Vang, su exasistente, sino que, cinco años después, se encontraba con la noticia de que era padre de tres niños, que le habían entregado como un paquete, acompañados de una simple nota, que parecía una orden; algo que él estaba acostumbrado a dar, mas no a recibir.La rabia hervía en su pecho al pensar en que Sofie había guardado aquel secreto por tanto tiempo. Había sido un destello en su vida: una aventura fugaz, seguida de una repentina despedida, también sin explicaciones.Mathias cerró los ojos y la noche en que todo había comenzado volvió a él con claridad.Esa noche, tras la muerte de su padre había decidido sumergirse en el alcohol, momentos