Tras aquellas palabras, Ryle se acomodó bien en el asiento, mordiendo su labio con nerviosismo y fijando su mirada al frente, cuando escuchó la leve risilla que dejó salir Leo, se permitió sonreír; encogiendo sus hombros de manera ingenua. — Fueron muchos. — Y eso no es algo que me desagrade. De hecho, me encanta — murmuró el Alfa, encendiendo el auto una vez más y regalándole un guiño al omega cuando lo observó. Ryle sonriendo, y Leonidas sintiéndose contento de ser quien disminuyera sus preocupaciones— . Sé que en algún momento yo también me pondré celoso — dijo divertido y metiéndose en el poco tráfico que había; el omega poniéndose enseguida el cinturón de seguridad y sus pestañas rizando suavemente sobre sus mejillas; feliz— . Y espero que no te moleste cuando pase. — Nada que provenga de ti podría molestarme..., Leo — y con aquél último susurro, Ryle plantó un rápido beso en la mejilla de Leo, quien ante el acto sonrió como un enamorado sin remedio. Justo como se sentía. En
Él no sabía cómo reaccionarían ellos ante la idea de conocer a Leonidas , y realmente esperaba que no se saliese nada de sus manos. De igual forma, luego de aquella conversación tediosa y desconsiderada que le dio su madre hacía unos días, él no se sentía íntegramente seguro de lo que podría pasar. Aclarándose la garganta y llevando un bocado de comida a sus labios, el omega tomó una respiración profunda, y tras masticar pausadamente, se dispuso a romper el desagradable silencio— . Quisiera hablar algo con ustedes. Ambos pares de orbes posándose momentáneamente en él, y los nervios convulsos trepando de una manera cruel por su garganta, aglomerándose en forma de nudo en el interior de ésta. Ryle sacudió la cabeza, sintiéndose libre de hacerlo al no poseer la coronita puesta en aquel momento, y segundos después, dejó que sus brazos cayeran inertes sobre la mesa. Angela sabía que algo se traía entre manos, y desde luego, no era para nada de su agrado el pensar que, efectivamente, tend
Leonidas de inmediato soltó una carcajada involuntaria, no pudiendo evitar el sentirse extasiado al escucharlo una nueva vez— . A ver, dulce. ¿Por qué estás tan feliz? — Oh pues..., es sólo que ¡mis padres aceptaron reunirse contigo! — Chilló. De inmediato, el Alfa abrió sus ojos con asombro, buscando rápidamente la mirada de su mejor amigo y señalando el móvil con estupefacción. Jacob elevó sus pulgares en afirmación, aunque desconocía completamente lo que Ryle había dicho— . ¡Leo, estoy tan emocionado! Esto es como un sueño. — Vaya, bebé... — alcanzó a responder. Los prontos nervios recorriendo sus venas de manera excesiva. Sabía que aquello era una estupenda noticia; una maravillosa oportunidad, pero casi al instante se sintió tremendamente intimidado. — Um — Ryle murmuró, dudoso— . Tú... ¿oh? Oh, no. ¡¿Habías cambiado de idea?! Ya no quieres conocerlos, bueno..., yo les diré que lo olviden. — ¡No! — Exaltado, dio un tirón levantándose del sofá. Jacob lo observó con curiosidad,
La mañana había sido terrorífica para el alfa, había enloquecido íntegramente, y Jacob no se vio con otra alternativa que abofetearlo tres veces, luego de gritarle un enfadado "¡Leonidas , ya basta! Eres un tonto que parece no saber hacer las cosas bien, ¡pero yo sé que si puedes hacerlas! Ahora vístete, ponte muy guapo, corre allá y paga la cuenta. ¡Sé tú mismo y verás que todo resultará! Pero maldición, ¡calma tu jodida mierda, porque me desesperas!" Luego de aquellas fuertes palabras, y el ardor creciente en su mejilla, Leo hizo caso. Por supuesto, evitando que Jacob notara que aún permanecía innumerablemente nervioso. Cuando salió del auto y caminó a la entrada del establecimiento, sus ojos fueron inmediatamente hipnotizados por el precioso chico que esperaba a un lado de la puerta; haciendo puntapié y luciendo una reluciente coronita de margaritas. Sus preferidas. Sonrió de manera espontánea, sintiéndose tremendamente más calmado cuando los grandes y hermosos orbes amelcochados
Una omega que, desde luego, lo miraba de la misma manera que lo hizo la primera vez. Sabía que más allá de todo, tendría que hacer un gran esfuerzo para convencer a Ryle Angela de que él era alguien bueno para su hijo. Porque lo era, jodidamente. — Eso es muy bueno — asintió Patrick, dando un bocado a su comida y asintiendo en aprobación— . ¿Cómo comenzaste con el trabajo? ¿Siempre quisiste eso? — Oh, bueno sí — soltó, un suspiro desgarrador cuando mordió el interior de su mejilla. Decidió que debería calmarse, y cuando notó que el aura "malvada" que rodeaba al padre de Ryle , comenzó a rebajarse, sonrió de manera ansiosa— . Mi padre es dueño de una cadena de restaurantes, él quería que siguiera con su puesto, pero yo la verdad deseaba algo más humilde y tranquilo. Me gustan los negocios, estudié comercio en la universidad y me gradué con honores — murmuró, aclarando su garganta cuando sintió la mirada sorprendida de Ryle sobre él, encogió su cuello— . Mi padre decidió hacer una inv
Leonidas de inmediato se sintió como un pequeño omega tras recibir un dulce, y cogiendo momentáneamente la mano de Ryle , suspiró con agradecimiento— . Ni un minuto más, señor Santos. Gracias por haber aceptado conocerme..., espero que las cosas resulten, um, bien. Tras un asentimiento, el Alfa hizo un saludo de manos, y comenzando a caminar hasta donde había estacionado su auto, sintió el cuerpo de Angela seguirlo de lejos. — Cuídate, bebé — la omega besó la frente de Ryle con recato, su mirada puesta en el alfa más alto antes de erguir sus hombros y asentir en dirección a él— . Ha sido bueno verte, Leonidas . — Igualmente, señora Angela — aceptó, una sonrisa amable en su rostro antes de que la omega mayor pudiera desaparecer de su visión, conjunta con la de Ryle , quien tras la marcha de sus padres, saltó en su puesto y abrazó fuertemente el cuello de Leo— . ¡Estoy muy feliz! — Yo también lo estoy, pequeño — expresó, una caricia cariñosa en la espalda del menor y estuvieron sepa
Ahora se encontraban abrazados, una película animada presentándose en la televisión, y las risas saliendo de vez en cuando, al momento en que ambas miradas de diferentes tonalidades marrones se encontraban de una manera deliberada. Las mejillas de Ryle estaban sonrojadas, y Leonidas sentía la calidez del cuerpo contrario ante el abrazo que se propiciaba entre ellos. Los corazones raudos y sincronizados en un mismo latir, ocasionando una perpetua y relajante música que acompañaba al apetecible ambiente. Ellos nunca habían pasado por algo similar, y mientras los segundos transcurrían, el amor florecía de una indudable manera; metiéndose por sus venas hasta concentrarse en un mismo lugar. El corazón. De alguna manera, sus ojos enamorados gritaban porque aquello se prolongase hasta volverse eterno, y cuando Leonidas escondió su nariz en el cabello omega con pintas de harina blanca sobre él, se sintió magníficamente extasiado. Extasiado como nunca antes. — Gracias por estar aquí, corazón
Él intentó verse bien, quería estar lindo para cuando los ojos del alfa lo mirasen, y confeccionando una preciosa corona antes de irse, corrió rumbo a la cafetería. Mediante los días transcurrían, Ryle sentía que el tiempo alejado de Leo, cada vez se volvía más y más mortificante, de ese modo, quería estar siempre a su lado, y cuando admiró los ojos achocolatados del alfa observarlo de una manera adorable, supo que aquella era su inmediata paz. Quería a Leonidas , realmente lo adoraba. El amor quemaba sus venas de una manera ardorosa, pero sin embargo, no llegando a ser molesta. De alguna manera, los ojos mieles se convertían en corazones con tan sólo observar la presencia del alfa, y aunque antes hubiera temido, Ryle sabía que ahora, Leonidas sentía exactamente lo mismo por él. Los sentimientos habían estallado brutalmente en su cuerpo hacía tres días, en los cuales la desesperación y las ansias habían dominado increíblemente su sistema. Esperaba con emoción la respuesta inédita de