Doblando en una avenida un poco solitaria, Leonidas posó sus ojos en la delgada y escurridiza presencia que cruzaba la calle correteando, sus ojos posados en el auto que venía hacia él y sus pies apresurándose a llegar al otro extremo. El corazón de Leonidas dio un brinco de felicidad, estirando una enorme sonrisa en sus labios cuando reconoció inmediatamente aquella corona perfectamente elaborada, y rápidamente dio un par de bocinazos, llamando la atención del omega que lo observaba.Cuando los ojos mieles se encontraron con los achocolatados, Leonidas alzó su mano y lo saludó. La sonrisa en el rostro del omega volviéndose contagiosa, aunque el Alfa notó que, increíblemente, algo no iba del todo bien.Bajando la ventanilla del auto, y llegando a un costado del omega, el mayor sintió los latidos de su órgano interno palpitar en sus sienes, y prontamente percibió el asombroso sonrojo que se apoderó de su propio rostro, cuando el omega se acercó al auto y apoyó sus brazos en la ventana
Leonidas sentía sus manos sudar de manera exagerada. El Enigma le regalaba miradas llenas de ansia y extrañeza, mientras observaba de aquí para allá como caminaban los clientes de Sounds&Coffee. La música que ambientaba el lugar resultaba ser por completo relajante, pero a Leo no parecía estarle haciendo efecto. Jacob sospechaba que su mejor amigo tenía que contarle algo grande, y todo esto porque estuvo la mañana entera actuando de la misma patética manera. De igual forma, el Enigma se sentía preocupado, y no evitó pensar que el alfa había cometido una estupidez con el floreado y risueño omega; aunque aquella posibilidad había quedado enterrada cuando a las ocho en punto, Ryle entró a la cafetería y se guindó empalagosamente al cuello del mayor. — Entonces... ¿A quién has matado? — Cuestionó Jacob, un gesto pensativo cuando los ojos entrecerrados de Leo lo observaron con incertidumbre. El bufido que abandonó la boca del Enigma logró rebajar la pronta tensión que se había creado a s
El omega repiqueteaba su pie sobre el piso, al compás que sus dedos lo hacían en su rodilla. El campus se encontraba casi vacío, y los rayos del sol calentaban todos y cada uno de los rincones de su cuerpo disponibles a ellos. Admiraba todo a su alrededor, el silencio reinante mientras esperaba a sus dos amigos, los cuales minutos atrás le preguntaron dónde se encontraba. En su periodo libre, Ryle decidió que sería hora de contarles sobre su enamoramiento, y aprovechando la aburrida clase en la que se encontraban los dos chicos betas, salieron en busca del pequeño floreado. Cuando ambos ojimarrón es notaron la delgada contextura del menor sentado en un banco de concreto fuera de la universidad, sonrieron de manera exagerada. Sabían que algo sucedía con Ryle, y se sentían completamente curiosos. Nunca habían visto al pequeño actuar de la manera que llevaba haciéndolo en el último tiempo, y habían comenzado a sospechar que algo se traía entre manos. Finalmente, y cuando Ryle se permit
De igual manera, la manta suave que cubría el cuerpo de Ryle , no permitió que éste notase la ligera molestia que Darrel y Joel sintieron al momento de la confesión, y en su lugar, pensó que estaban tan contentos como él. Desde luego, siendo ridículamente inocente, como estaba acostumbrado.En la calle, y admirando como un auto se detenía justo frente a la universidad, Ryle sintió sus ojos brillar de manera ilusionada. Aquel vehículo podría reconocerlo en cualquier momento, y percibió el desesperado rebote que comenzó su corazón cuando miró a Leonidas . Sabía que aquella relación había comenzado una nueva fase, pero jamás esperó mirarlo allí..., buscándolo en su salida, como un novio haría. Como Leonidas Drakos haría. Sintiéndose demasiado emocionado, el omega corrió hacia la puerta de copiloto, y abriéndola con la mayor sonrisa que sus mejillas le permitieron expresar, sintió su pecho doler. El asiento siendo ocupado por una omega con grandes lentes oscuros, y una sonrisa rebosada e
Tras aquellas palabras, Ryle se acomodó bien en el asiento, mordiendo su labio con nerviosismo y fijando su mirada al frente, cuando escuchó la leve risilla que dejó salir Leo, se permitió sonreír; encogiendo sus hombros de manera ingenua. — Fueron muchos. — Y eso no es algo que me desagrade. De hecho, me encanta — murmuró el Alfa, encendiendo el auto una vez más y regalándole un guiño al omega cuando lo observó. Ryle sonriendo, y Leonidas sintiéndose contento de ser quien disminuyera sus preocupaciones— . Sé que en algún momento yo también me pondré celoso — dijo divertido y metiéndose en el poco tráfico que había; el omega poniéndose enseguida el cinturón de seguridad y sus pestañas rizando suavemente sobre sus mejillas; feliz— . Y espero que no te moleste cuando pase. — Nada que provenga de ti podría molestarme..., Leo — y con aquél último susurro, Ryle plantó un rápido beso en la mejilla de Leo, quien ante el acto sonrió como un enamorado sin remedio. Justo como se sentía. En
Él no sabía cómo reaccionarían ellos ante la idea de conocer a Leonidas , y realmente esperaba que no se saliese nada de sus manos. De igual forma, luego de aquella conversación tediosa y desconsiderada que le dio su madre hacía unos días, él no se sentía íntegramente seguro de lo que podría pasar. Aclarándose la garganta y llevando un bocado de comida a sus labios, el omega tomó una respiración profunda, y tras masticar pausadamente, se dispuso a romper el desagradable silencio— . Quisiera hablar algo con ustedes. Ambos pares de orbes posándose momentáneamente en él, y los nervios convulsos trepando de una manera cruel por su garganta, aglomerándose en forma de nudo en el interior de ésta. Ryle sacudió la cabeza, sintiéndose libre de hacerlo al no poseer la coronita puesta en aquel momento, y segundos después, dejó que sus brazos cayeran inertes sobre la mesa. Angela sabía que algo se traía entre manos, y desde luego, no era para nada de su agrado el pensar que, efectivamente, tend
Leonidas de inmediato soltó una carcajada involuntaria, no pudiendo evitar el sentirse extasiado al escucharlo una nueva vez— . A ver, dulce. ¿Por qué estás tan feliz? — Oh pues..., es sólo que ¡mis padres aceptaron reunirse contigo! — Chilló. De inmediato, el Alfa abrió sus ojos con asombro, buscando rápidamente la mirada de su mejor amigo y señalando el móvil con estupefacción. Jacob elevó sus pulgares en afirmación, aunque desconocía completamente lo que Ryle había dicho— . ¡Leo, estoy tan emocionado! Esto es como un sueño. — Vaya, bebé... — alcanzó a responder. Los prontos nervios recorriendo sus venas de manera excesiva. Sabía que aquello era una estupenda noticia; una maravillosa oportunidad, pero casi al instante se sintió tremendamente intimidado. — Um — Ryle murmuró, dudoso— . Tú... ¿oh? Oh, no. ¡¿Habías cambiado de idea?! Ya no quieres conocerlos, bueno..., yo les diré que lo olviden. — ¡No! — Exaltado, dio un tirón levantándose del sofá. Jacob lo observó con curiosidad,
La mañana había sido terrorífica para el alfa, había enloquecido íntegramente, y Jacob no se vio con otra alternativa que abofetearlo tres veces, luego de gritarle un enfadado "¡Leonidas , ya basta! Eres un tonto que parece no saber hacer las cosas bien, ¡pero yo sé que si puedes hacerlas! Ahora vístete, ponte muy guapo, corre allá y paga la cuenta. ¡Sé tú mismo y verás que todo resultará! Pero maldición, ¡calma tu jodida mierda, porque me desesperas!" Luego de aquellas fuertes palabras, y el ardor creciente en su mejilla, Leo hizo caso. Por supuesto, evitando que Jacob notara que aún permanecía innumerablemente nervioso. Cuando salió del auto y caminó a la entrada del establecimiento, sus ojos fueron inmediatamente hipnotizados por el precioso chico que esperaba a un lado de la puerta; haciendo puntapié y luciendo una reluciente coronita de margaritas. Sus preferidas. Sonrió de manera espontánea, sintiéndose tremendamente más calmado cuando los grandes y hermosos orbes amelcochados