Capítulo 33
Aunque Yolanda no lo había dicho explícitamente, su actitud era suficientemente clara:

Si Delicia no se disculpaba, la demandaría y haría que fuera a prisión.

Por eso, cuando Delicia pronunció esas palabras, Álvaro sintió una conmoción interna y su tono se tornó preocupado:

—No te preocupes, eso no sucederá.

—¿Significa eso que debo disculparme con ella?

Él asintió con renuencia, pero Delicia era inflexible, apretando sus brazos con más fuerza a su alrededor.

—Sí.

—Dile de mi parte: «¡Que haga lo que quiera!»

Tras estas palabras, Delicia se soltó del abrazo de Álvaro. La voz que antes la consolaba ahora parecía una ilusión. Mirándola, el rostro de Álvaro reflejaba frialdad. Delicia entendió que él estaba decepcionado.

Pero no tenía derecho a sentirse así.

Delicia se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la calle. Tras unos pasos, se detuvo y lanzó una mirada desafiante a Álvaro.

—Carlos investigó esa evidencia para ti, ¿no es cierto? —su sonrisa era sarcástica—. ¿No te preguntaste có
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