Elena y Delicia no interrogaron mucho a la policía sobre los pormenores. Al salir, Delicia mostraba una frialdad inusual, mientras Elena, preocupada, la seguía de cerca y le tomaba la muñeca.—Mi corazón, ¿estás bien? —inquirió Elena con una voz llena de preocupación.—Estoy bien.Aseguró Delicia, aunque su mente estaba en un remolino de emociones. No entendía por qué Álvaro habría pagado la fianza de esas personas. Anteriormente, él nunca había mostrado indulgencia hacia quienes intentaran dañar a Delicia. ¿Qué había cambiado ahora? ¿Cómo pudo haber liberado a aquellos que le enviaron amenazas tan siniestras?—¿Qué estará tramando Álvaro? —murmuró Delicia, perdida en sus pensamientos.—Quizás esos individuos sean cómplices de Antonia y Yolanda, —especuló Elena, con una voz que temblaba ligeramente.—¿Qué busca conseguir con esto? —se indignó Elena.Delicia no tenía respuestas... Durante los tres meses que Álvaro estuvo ausente, cualquier cosa pudo haber sucedido. Pensó que distanciars
Delicia quería escapar de su hogar, un indicio preocupante. En un matrimonio dentro de una familia prominente, innumerables ojos observan cada movimiento. La fuga de Delicia, sin duda, se convertiría en el tema de conversación del día siguiente.Recientemente, los Jiménez habían sido el centro de atención de los medios. Aunque los problemas se resolvieron, las repercusiones en la opinión pública persistían. ¿Acaso no era deseable una vida serena?Delicia conocía los pensamientos de Álvaro. Le recriminó con amargura.—¿Ahora te preocupa el qué dirán? ¡Cuando estuviste con esa mujer, poco te importó el honor de los Jiménez!—¿Es necesario que hables de esa manera, Delicia? —replicó Álvaro, con un dolor agudo en la cabeza.—¿Cómo esperas que hable? —Ella lo miró con desprecio—. Tus escándalos me afectaron directamente. Y aún así, ¿tienes la osadía de indignarte?Recordando los ataques mediáticos de meses atrás, Delicia se mostró aún más severa. Su mirada hacia Álvaro destilaba desprecio y
Después de que Delicia había regresado, recibió una llamada de su tío Néstor, le dijo durante la llamada de que de momento no consideraría ir a Canadá, pero tampoco estaría inactiva. Se abriría un estudio basado en su profesión.Inmediatamente Néstor le prometió su apoyo.Durante los años que estuvo con Álvaro, él nunca la dejaba trabajar, convirtiéndola en una ama de casa mimada y obediente.Su vida estaba rodeada de las relaciones entre suegra y nuera, y los asuntos triviales del hogar, aunque todos envidiaban que se había casado con Álvaro y vivía una vida envidiable. Pero solo quienes habían vivido realmente entenderán las dificultades de asumir el papel de una esposa ama de casa en una familia de alta clase. ¡Lo que es más difícil que en una familia normal!Ahora, con el apoyo de Néstor, todo sería mucho más fácil.Cuando Elena regresó por la noche, vio a Delicia abrazando su cerdita Ana con una mano y con la otra dibujando seriamente algo en un papel. Se acercó y, sonriendo, dij
Pero Isabel no pensaba de la misma manera. Esta vez como ha ocurrido algo tan grave que si no se encentrara algo para desahogar el estrés que hay dentro de ella entonces no habrá una solución.De esta manera, ella se puso en un tono grave y dijo: — Valentina Solís regresará en el día 25 del mes. Tendrás que divorciase con Delicia antes de que ella volviera y también termina con esta mujer—. Ella no apreciaba ni a Delicia ni a Yolanda. Pero esta Yolanda, sin importar cómo era antes, ahora con una pierna coja y ciega de un ojo, ciertamente es peor que Delicia. Claro, siendo que en los últimos meses Delicia había causado un alboroto en la familia Jiménez, ella no estará dispuesto de aguatarla más.Cuando Álvaro y Antonia se dieron cuenta de que Valentina Solís iba a regresar, se miraron uno al otro, de esta manera se pusieron de acuerdo de forma secreta. Si fuera antes, Álvaro habría reaccionado de una forma muy diferente, pero en ese momento, lo único que dijo fue algo ligero: —desca
Yolanda bajó la cabeza, ocultando el brillo feroz que cruzó su rostro. Con voz lastimera dijo: —Ella es su madre, era mi deber visitarla, lo siento—.—No necesitas disculparte —replicó Álvaro.Especialmente al ver a Yolanda tan frágil, él se sentía de una manera inexplicable en su corazón. Hubo un tiempo en que Delicia se trataba de la misma manera a él. Sin embargo, durante estos días, sin importar el escándalo que causara, incluso cuando todos parecían querer hacerle daño, nunca más se había humillado ante él. Prefería buscar ayuda de la policía que pedirle protección.Yolanda tomó una profunda respiración y dijo: —Sé que su madre me desprecia, pero mi situación actual no es lo que yo deseaba. Mi vida está arruinada... —.Al llegar a este punto, Yolanda comenzó a llorar en voz baja. Álvaro, que inicialmente quería preguntarle sobre ciertas pruebas, se olvidó completamente del asunto, atrapado por la emoción del momento. Se pasó una mano por el cabello desordenado y aseguró: —Tranquil
Delicia, al ver la situación, se sentía muy nerviosa. Inmediatamente se agarró a Elena, le hizo tirar el cuchillo que estaba agarrado en sus manos y empujándola hacia su habitación con su cerdito en brazos. —¡Vuelve a tu habitación! —, le instó.—Delicia... — comenzó Elena, pero Delicia la interrumpió. —Sé cómo manejar esto. — Álvaro había llegado en ese momento, y no hacía falta adivinar por qué estaba allí. Además, Delicia conocía bien su temperamento y no quería que Elena se enfrentara a él directamente.Elena, visiblemente molesta pero sin protestar, obedeció y se retiró a su habitación con su cerdito en brazos. Mientras tanto, los golpes en la puerta se intensificaban, el ruido se sonaba más como patadas.Desde el exterior, la furiosa voz de Álvaro retumbó: —¡Delicia, sal de ahí! —Los vecinos de enfrente estaban incapaces de soportar más el ruido, abrieron su puerta y gritaron: —¡Basta el ruido, ya es muy de noche! ——Los jóvenes de hoy en día... — La voz del vecino se desvaneció
En un espacio reducido, el dolor ardiente en su rostro hizo que haya un silencio total. Ante esta situación Álvaro se quedó inmovilizado, observaba a Delicia, cuya cabeza estaba girada hacia un lado, y luego a su propia mano, con las pupilas contraídas por la tensión. Ante esta situación, ambos respiraban agitadamente.Después de un largo momento, Delicia finalmente miró a Álvaro. La ironía se reflejaba en su sonrisa. —¡Ah! ¿Me golpeas por esa mujer? — apenas podía oír su propia voz, era más un cuestionamiento instintivo. Álvaro la había golpeado por otra mujer.Antes, Delicia solo sentía decepción y desilusión hacia él, pero ahora, su corazón estaba completamente muerto hacia ese hombre. Se dice que dejar ir es un instante; lo mismo ocurre con la muerte del corazón. En ese momento, su corazón hacia Álvaro... estaba completamente muerto.Álvaro, volviendo en sí, miraba la mitad de su rostro marcado por la rojez con forma de su puño y, tembloroso, extendía su mano hacia ella, su voz igu
Una fuerza implacable se apoderó del cuello de Delicia. Álvaro, consumido por un odio profundo, parecía querer estrangularla. La presión era cruel y despiadada.—¡Ahh! — Delicia gemía de dolor, sintiendo maleado por la asfixia. —¡Delicia, estás deseando la muerte! — Álvaro estaba furioso, completamente enfurecido.Desde que estaban juntos, Delicia siempre había vivido bajo su protección, dependiendo de él. Pero ahora, la mujer que había protegido durante años gritaba en su cara que otro hombre la había cuidado. ¿Acaso me consideras como un muerto, y no sé pensar?—¿No te he dicho que los hombres de la familia Jiménez no se divorcian, solo enviudan? — dijo Álvaro, mirando a Delicia, que yacía en silencio debajo de él. Su voz se sentía con mucha dureza.Delicia respondió con firmeza: —Ya te dije, o tomas la iniciativa o mueres. ¡Ahora mismo te considero muerto! —En lo poco espacio que había hubo una tensión mortal. —Entonces siente bien si estoy muerto o no. ——¡Apártate de mí! — Delici