Capítulo 39
Delicia, al ver la situación, se sentía muy nerviosa. Inmediatamente se agarró a Elena, le hizo tirar el cuchillo que estaba agarrado en sus manos y empujándola hacia su habitación con su cerdito en brazos. —¡Vuelve a tu habitación! —, le instó.

—Delicia... — comenzó Elena, pero Delicia la interrumpió. —Sé cómo manejar esto. — Álvaro había llegado en ese momento, y no hacía falta adivinar por qué estaba allí. Además, Delicia conocía bien su temperamento y no quería que Elena se enfrentara a él directamente.

Elena, visiblemente molesta pero sin protestar, obedeció y se retiró a su habitación con su cerdito en brazos. Mientras tanto, los golpes en la puerta se intensificaban, el ruido se sonaba más como patadas.

Desde el exterior, la furiosa voz de Álvaro retumbó: —¡Delicia, sal de ahí! —

Los vecinos de enfrente estaban incapaces de soportar más el ruido, abrieron su puerta y gritaron: —¡Basta el ruido, ya es muy de noche! —

—Los jóvenes de hoy en día... — La voz del vecino se desvaneció
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