Capítulo 41
Una fuerza implacable se apoderó del cuello de Delicia. Álvaro, consumido por un odio profundo, parecía querer estrangularla. La presión era cruel y despiadada.

—¡Ahh! — Delicia gemía de dolor, sintiendo maleado por la asfixia. —¡Delicia, estás deseando la muerte! — Álvaro estaba furioso, completamente enfurecido.

Desde que estaban juntos, Delicia siempre había vivido bajo su protección, dependiendo de él. Pero ahora, la mujer que había protegido durante años gritaba en su cara que otro hombre la había cuidado. ¿Acaso me consideras como un muerto, y no sé pensar?

—¿No te he dicho que los hombres de la familia Jiménez no se divorcian, solo enviudan? — dijo Álvaro, mirando a Delicia, que yacía en silencio debajo de él. Su voz se sentía con mucha dureza.

Delicia respondió con firmeza: —Ya te dije, o tomas la iniciativa o mueres. ¡Ahora mismo te considero muerto! —

En lo poco espacio que había hubo una tensión mortal. —Entonces siente bien si estoy muerto o no. —

—¡Apártate de mí! — Delici
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