Esta vez, Delicia hizo que Alvaro perdiera un proyecto. Pronto, ella también recibió un golpe de represalia por parte de Alvaro. Ahora, aparte de las colaboraciones con Grupo Jardines Altos y Express International, todos los demás proyectos estaban fuera de la Ciudad de México.Recibió incontables llamadas esa mañana cancelando la cooperación. —No hay problema, lo entiendo. —dijo Delicia, indiferente. Trató a esas personas con cortesía; después de todo, aunque no pudieran hacer negocios esta vez, ¿quién sabe si podrían en el futuro?Tras colgar, Delicia se concentró en los asuntos relacionados con Express International. En cuanto a las tácticas que Alvaro pudiera estar usando, prefirió ignorarlas. ¿Él pensaba que así la derrotaría? ¡Qué ilusión!Cuando estaba ocupada casi hasta el mediodía, su asistente Clara entró para preguntarle cómo quería organizar su almuerzo, pero justo en ese momento, recibió una llamada de Néstor.—¡Ven a Joya Eterna ahora mismo! —sonó con un tono serio.Deli
—El donante está dispuesto a contribuir. —dijo Miguel. Esta era, sin duda, una buena noticia para ellos.La condición de los ojos y las piernas de Yolanda siempre había sido un punto doloroso en el corazón de Alvaro, y fue uno de los factores que llevaron a su divorcio con Delicia. —Que el donante venga a la Ciudad de México lo antes posible. —dijo Alvaro, cerrando los ojos para ocultar su frustración.Delicia había estado fuera por demasiado tiempo, volviéndose cada vez más independiente. Él necesitaba resolver lo de Yolanda rápidamente.—De acuerdo. —asintió Miguel, y procedió a contactar al donante. Con la cirugía de Yolanda acercándose y habiendo esperanza, Alvaro finalmente pudo respirar aliviado, confiando en las habilidades del médico Diego.Después de que Miguel se fue, Alvaro estaba solo y encendió otro cigarrillo. Sonó su teléfono; era Antonia quien llamaba.—Aló. —contestó.—¡Alvaro, mamá despertó! —exclamó Antonia.En el hospital, Valentina también estaba presente. Antonia
En el corazón de Joya Eterna, Delicia contemplaba el imponente edificio, cuya fachada no lograba ocultar la atmósfera artística que lo impregnaba. A pesar de su discreción en la Ciudad de México, Joya Eterna no era muy conocida, limitándose al mundo de las joyas, por lo que su competencia era reducida. Alvaro nunca le había mencionado esta empresa antes.Delicia no esperaba descubrir que esta era una subsidiaria del grupo Royal International, bajo la dirección de Néstor. Al verlo, no podía sino preguntarse cuántas filiales tendría bajo su mando.Al entrar en el vestíbulo, la recepcionista, con un rigor y respeto extremo, se acercó: —¿Es usted la señorita López? —Sí, soy yo. —respondió Delicia. —Por aquí, por favor. —dijo la recepcionista, guiándola con deferencia.Delicia notó que la atmósfera laboral aquí era diferente a la de la empresa de Alvaro, marcada por una rigurosidad que no admitía errores. Todo en la recepcionista, desde sus gestos hasta su postura al caminar, parecía met
Alvaro frunció el ceño, un destello de desagrado pasando por sus ojos. —Si no hay nada más, me voy a la oficina. —dijo con una firmeza un poco más marcada de lo habitual.—¡Espera! —Isabel, su tono teñido de irritación, conocía muy bien el temperamento de su hijo. Como siempre, cuando se trataba de asuntos relacionados con Delicia, Alvaro tenía esa habilidad para confundir a todos, como un pez en aguas turbias. Claramente, aún no había superado a Delicia.—Hablé con Valentina, le dije que organizáramos una reunión con sus padres para fijar la fecha de la boda. —continuó Isabel. —Ya sabes lo importante que es su padre, Sergio Solís, en la Ciudad de México. Si quieres competir en esos dos proyectos el próximo año, olvídate de Express International y Grupo Jardines Altos.Isabel se enfurecía más a medida que hablaba, pero en Alvaro se asomaba una sombra de melancolía. —Sigues usando esos métodos despreciables para obtener lo que quieres, sin importarte sacrificar el futuro de tu propio
—¿Qué dijiste? —Alvaro apenas podía creer lo que oía.—¿Tampoco lo crees, verdad? Yo también me quedé asombrado cuando me enteré. Hace apenas una hora, Delicia se convirtió en la nueva CEO de Joya Eterna. ¿Sabes qué es Joya Eterna, verdad?Por supuesto que lo sabía. En los círculos de la alta sociedad de la Ciudad de México, ¿quién no conocía esa compañía? Sus joyas eran objeto de fervor; los nuevos diseños se agotaban incluso antes de ser lanzados. Alvaro recordó que una vez le había regalado a Delicia un collar de esa marca para su cumpleaños. Los diseñadores de la empresa eran de clase mundial, lo que evidenciaba su gran poder e influencia.—¿Estás seguro? —preguntó Alvaro incrédulo.—Ya verás, te lo voy a probar. Te enviaré una foto. —dijo Diego desde el otro lado de la línea.Era difícil de creer. Joya Eterna era una empresa de joyería de talla internacional, con una influencia significativa en las tendencias mundiales y un estilo distintivo que cautivaba a las mujeres por doquier
Delicia no podía ocultar su irritación, incluso frente al elogio de su tío, Néstor. —¡Néstor! —exclamó, claramente molesta. ¿Cómo podía haberse enterado de algo tan importante de esta manera, sin ningún aviso previo, dejándola completamente desprevenida?—Lo siento, la única solución que se me ocurrió en ese momento fue esta. —se disculpó Néstor.—¿Y qué pasa con el anterior CEO de Joya Eterna? —Delicia no creía que una empresa de tal magnitud no tuviera un director general antes de ella.Néstor tomó un sorbo de su café y respondió: —El anterior CEO fue despedido por corrupción grave.Delicia estaba atónita. Despedir a un CEO así como así era una decisión enorme, y ahora, de repente, le habían confiado a ella esa enorme responsabilidad. —No estoy preparada para esto. No creo tener la capacidad necesaria para asumir el cargo de CEO en mi estado actual. —admitió sin rodeos.Pero la preocupación de Delicia no parecía afectar a Néstor, quien confiadamente afirmó que le asignaría a Hecto
El autocontrol que mostraba Alvaro Jiménez dejó a Delicia López algo sorprendida. Las acciones de Alvaro ese día habían sido continuamente inesperadas. En la mañana, en el sótano, se había contenido, y ahora, al verla de la mano con Néstor, tampoco armó un escándalo. ¿Acaso había cambiado?—¿Qué haces aquí? —preguntó Delicia, intentando sonar lo más normal posible. Afortunadamente, el personal aquí era extremadamente profesional. La recepcionista no mostraba el más mínimo interés en su dirección, evitando cualquier mirada de cotilleo. No cabía duda de que las habilidades de Néstor para elegir a su personal eran dignas de admiración. En una empresa tan grande, desde la cima hasta la base, el manejo era meticuloso, sin un solo resquicio para el error.Alvaro miraba desde su altura a Delicia, conteniendo su temperamento una y otra vez, hasta que finalmente lo hizo. Se dio la vuelta y dijo: —Ven conmigo. —Delicia se sentía aún más desconcertada por su calma. ¿Sería por el incidente en la
—¿Qué diablos pretendes?Delicia López solo pudo articular esta pregunta, a pesar de haber planeado decir mucho más.Alvaro Jiménez respondió con frialdad: —¿Jugando conmigo? ¿Te parece divertido?Delicia se quedó sin palabras. ¿Jugando con él? —¡No tengo idea de lo que estás hablando!—¡Ja! —Alvaro rió burlonamente, se apoyó en el capó del coche y encendió un cigarrillo, aspirando profundamente. El silencio reinante solo se rompía por el sonido del agua y el aroma del tabaco mezclándose con la naturaleza.El hombre no dijo más, y Delicia, confundida, tampoco preguntó.Un cigarrillo tras otro, reflejando la tormenta que azotaba el interior de Alvaro. No fue hasta el quinto cigarrillo, cuando Delicia ya sentía adormecerse los pies, que él habló de nuevo: —Delicia, ¿realmente has olvidado quién eres después de tener un poco de libertad?—¡No sé de qué hablas! —Delicia se llevó la mano al pecho, sintiéndose terriblemente mal. No entendía el repentino cambio de humor de Alvaro.Él la mi