— Oye enana ¿Planeas quedarte ahí sentada toda la tarde? No haces nada más que mirarme. — más que una pregunta parecía ser una queja.— Hablas como si tú fueras más alto que yo. — bufé.Max como siempre, tan amable conmigo. Han pasado dos semanas desde que Zack y yo terminamos nuestra relación y mi único refugio en estos momentos es la casa de Max, al salir de clases termino viniendo a su casa, no quiero evitar a Zack pero en estos momentos no es cómo si quisiera verlo.— Hey Max. — me puse de rodillas en el mueble y me giré para verlo. — ¿Gustas que te ayude a cocinar?Él me miró con incredulidad, me encogí de hombros creyendo que de nuevo diría algo molesto.— ¿Quieres que te enseñe a cocinar? — su rostro parecía más relajado y puso una mano en su cintura, no pude evitar reír internamente, parecía una pose algo sexy.¡No! ¡De nuevo en que estoy pensando! ¡No soy una pervertida!— Gracias, realmente me gustaría aprender a cocinar ¿No te molesta enseñarme?— Claro que no, todos estos
"Pobre chico" "se ah quedado completamente solo" "¿Y ahora que será de él?" "Ni siquiera tiene familia"... Eran las palabras de las personas que habían asistido al funeral del padre de Max, según informaron, el señor iba cruzando la calle cuando quedó involucrado en un accidente automovilístico, aquellos sujetos que provocaron el atroz accidente lograron escapar.Yo estaba sentada a un lado de Max, él había llorado un montón que ahora ni siquiera las lágrimas le salían, Zack asistió junto con Marian y le dieron sus condolencias a Max, en este momento es cuando debíamos estar más unidos.La casa de Max era pequeña pero aún así pudimos acomodar un poco, le ofrecí mi casa pero la rechazó alegando que su padre hubiera querido ser velado en su propia casa.En estos momentos ni siquiera yo era capaz de formular algunas palabras de aliento, lo único que pude hacer fue tomar su mano y apretarla en forma de ánimo, quiero que sepa que por sobre todas las cosas yo voy a estar a su lado.— Gracia
— ¡Dime que quieres decir con eso! — grité con lágrimas resbalando por mis mejillas, mis ojos ya debían estar rojos por tanto llorar, me arrodillé a un lado de Titi esperando por una respuesta. — ¡Responde! ¡¿A que te refieres con decir que llegaron demasiado tarde?!Titi seguía inmóvil mirando a la nada, sus ojos mostraban temor, era como si algo atroz hubiera sucedido.— Y-yo... — apenas y me miró de reojo, sus ojos estaban como los míos, húmedos esperando a que las lágrimas salieran. — H-hace... Hace pocos días, conocí a un chico que al igual que Marco y yo, es una estrella fugaz y nos contó algo que hasta hace poco, era desconocido para nosotros... — sus labios estaban temblorosos como si estuviera a punto de darme una mala noticia... — lo siento... No eh podido hacer las cosas bien... N-no pude llegar a tiempo...— N-no es tu culpa, sea lo que sea que hayas descubierto, ten por seguro que no será tu culpa. — sonreí calmando un poco mi ansiedad, aún así no podía estar tan tranquil
Tú y yo nos conocimos cuando cumplí los 8 años, mi hermano mayor te llevó a mi casa el día de mi cumpleaños, tú y mi hermano tenían 10 años pero aún así encajamos perfecto ese día.— Hola mucho gusto, me llamo Adrián, espero que nos llevemos muy bien.— Ehhhh... — respondí con los nervios a flor de piel.— ¡Seamos amigos! — dijiste extendiendo tu mano hacia mí.La sonrisa que tenías en aquél entonces irradiaba bondad, tu cabello era rizado y tus ojos café oscuro, un chico moreno con un gran corazón. Cuando me preguntaban que eras para mí yo siempre decía que eras mi sol.— Yo soy Melissa, el placer es mío. — hice una pequeña reverencia, me sentía cómo una princesa con ese vestido tan esponjoso que cargaba.Mi cumpleaños fue lo mejor por que tú estuviste ahí, cuando finalizó la fiesta me propusiste ver las estrellas sentados en el patio de mi casa, a mi no me encantaba cuando llegaba la noche por que eso implicaba que llegaba la oscuridad pero a ti te fascinaba.— Me gusta más así, el
Te conocí cuando teníamos 5 años. Yo me acababa de mudar a esta ciudad y no conocía a nadie, admito que sentía miedo de dejar mi anterior hogar pero cuando te conocí creí que tal vez no era tan malo estar aquí. De hecho creo que ahora es mi lugar favorito. — Zack, saluda. — dijo una hermosa mujer, su cabello era corto con ondulaciones en las puntas, era castaño y sus ojos eran de color verde, traía puesto un uniforme de azafata y una maleta a un costado, por lo apurada que se veía se notaba que iría a trabajar, detrás de ella se encontraba escondido un niño. — buenos días y disculpen que no nos conozcamos, quería saber si les podía dejar encargado por unos días a mi hijo, es algo tímido y no se da con nadie y cómo ustedes tienen una hija de su edad creí que se llevarían muy bien. Yo miraba con curiosidad a esa pequeño niño, a pesar de que tu cabello amarillento se encontraba cubriendo tu rostro, aún así alcancé a ver tus brillantes ojos color ámbar. Te veías tan tímido pero a la ve
Los rayos del sol de a poco fueron entrando por mi ventana iluminando completamente mi habitación que hasta hace unos momentos se encontraba en total oscuridad. Cubrí mi rostro con mis sábanas para intentar dormir un poco más pero fue algo imposible debido a que mi alarma comenzó a sonar.— Sólo un poco más, por favor. — suspiré y con pasitos flojos me levanté de mi cama caminando hacia mi armario.El día de mañana empiezan las clases, tengo miedo de no poder hacer las cosas bien.— Siento que no podré hacerlo sin ti. — dije mientras apoyaba mi cabeza en la puerta de mi armario. Mordí mi labio inferior y cuando me di cuenta mis lágrimas ya estaban cayendo.— Señorita, el desayuno está listo. — dijo mi ama de llaves desde el otro lado de la puerta.Su nombre es Ana, es una mujer de unos 54 años, unas cuantas canas empiezan a asomarse en su cabeza, es una mujer tan amable, ella fue la única de nuestros empleados que decidió venir a esta ciudad con nosotros junto con su hija Marian, ella
— Llevas un rato viéndome ¿En verdad que ocurre? Has estado muy rara desde que llegaste. — dijo desviando su mirada.— Eres realmente adorable. — apreté sus mejillas, era tanta mi emoción que era difícil de ocultar. — ¿Te has hecho algo en el rostro? Te ves más lindo de lo normal.— No y ya déjame, sólo me estás molestando cómo siempre. — dijo mientras se bajaba de la cama y se sentó frente al escritorio.— Incluso amo tu cara malhumorada. — dije mientras sus mejillas se inflan.— ¿Y a qué has venido? ¿Ahora sí me vas a decir que ocurre?Quería decírtelo pero sabía que si lo hacía tal vez no me creerías, todo había pasado tan rápido que incluso para mí era algo que todavía se estaba procesando.— Ahora estoy bien, gracias por preocuparte por mí pero dime ¿Que quieres hacer hoy? Podemos jugar a las cartas, también podemos ir a comer algo, haremos lo que tú quieras. — dije con una gran sonrisa.— O mejor podríamos estudiar, los exámenes están cerca y no queremos reprobar.— Iré a un int
Los rayos del sol comenzaron a pegar levemente en mi rostro, me senté de forma perezosa en mi cama, miré mi reloj de pared y pego un brinco de la cama al ver la hora, ¡No puede ser! la alarma ni siquiera sonó, pero ahora que lo pienso un poco mejor... ¿Cómo se supone que llegué a la cama? Sólo recuerdo que me desmayé en el suelo. Varios pensamientos inundan mi mente, no era posible que alguien me hubiera puesto en la cama pues cada noche que me voy a dormir cierro mi habitación con el pestillo, aún siento algo de dolor en mi cabeza, ni siquiera sé lo que está pasando. *Toc, toc* Se escuchó un golpecito leve que provenía de mi armario, creí que sólo se trataba de mi imaginación, me senté por un rato más esperando a que mis sentidos volvieron en sí pero luego de un rato se volvieron a escuchar golpes dentro de mi armario. — ¿Que está pasando? — dije entré susurros. Admito tener mucho miedo. Me baje cuidadosamente de la cama tratando de no hacer mucho ruido y me acerqué a mi tocador