Dos golpes en la puerta de la biblioteca lo arrancaron de sus cavilaciones, y Clay le dio paso a la mujer que dividía sus deseos y su deber en dos.De inmediato se puso de pie y fue a su encuentro. Ella se lanzó a sus brazos y él la estrechó con fuerza mientras intentaba olvidar el asunto que involucraba a su familia. Sus manos tomaron su rostro y le propinó un suave beso en los labios.—Ha venido… —musitó muy cerca de su boca—. Temía que…—Temía que no pudiera escaparme… —completó ella, y él asintió—. ¿Qué sucedió ayer? ¿Por qué se marchó de aquel modo?Arthur tomó su mano y la acomodó delante de la chimenea, en un mullido sillón de cuero negro, y se sentó frente a ella.—Su hermano rechazó mi propuesta. Al parecer, tiene en mente a candidatos más adecuados que yo; pretendientes que han manifestado su interés en usted.—Pero yo no deseo casarme con nadie más, solo con usted —aseguró ella.—Esperaré lo que sea necesario, milady. Pero necesito que me prometa que no permitirá que su her
—El pequeño príncipe, después de ver que la reina se marchó con el demonio a pesar de sus súplicas, se levantó y se limpió las lágrimas. No se había dado cuenta de que el rey presenció toda aquella escena. Solo cuando giró para regresar al castillo, lo vio tendiéndole la mano para volver juntos. No pudo evitar preguntarle al rey por qué no había hecho nada para que la reina no se fuera, a lo que el rey respondió que, cuando amara a alguien con todo su corazón, comprendería sus motivos.—¿Qué… qué pasó con el príncipe?—El príncipe creció, pero renegaba del amor. Había jurado que jamás le daría a nadie el poder de lastimarlo como la reina lo hizo con el rey, pero no pudo evitar que el amor lo atrapara. Sin embargo, esa historia aún sigue inconclusa, porque el hermano de la mujer a la que quería con todo su ser no estaba de acuerdo con que ellos estuvieran juntos. —Claire no pudo evitar abrir grande los ojos. Luego frunció la frente mientras lo miraba interrogante. Arthur afirmó con la
Durante los dos meses siguientes, Claire se dedicó a visitar constantemente a lady Serena, forjando una entrañable amistad. Charles no había tomado aún una decisión respecto a la solicitud del duque de Lancaster y su madre comenzó a acompañarla a todas partes. No obstante, continuó saliendo por las noches para reunirse con él en su residencia, donde pasaban un rato agradable hasta que llegaba la hora de partir.Faltaba una semana para el baile de máscaras que ofrecería el conde de Rutland, y Claire, con ayuda de Henrietta, convenció a Serena para asistir a la fiesta. Sabía que por el impedimento en su pierna la joven no había querido debutar, perdiéndose la oportunidad de disfrutar lo que cualquier muchacha de su edad vivía. Sin embargo, siempre se mostraba alegre, y ella la admiraba cada día más, al punto de que quiso abrirle los ojos a Charles en relación al sentimiento mutuo que ambos sentían pero que aún no se confesaban.El vestido confeccionado por madame Maxim le quedaba estupe
Essex presionó demás uno de los alfileres, cosa que lo hizo respingar por el pinchazo.—Pero, al parecer, ella no me quería a mí, y no la culpo. Ni a ella, ni Finnley, y mucho menos a lady Claire —explicó—. Me arrepiento profundamente de haberte ayudado a idear un plan que solo acabará contigo. Yo… yo pensé que el amor te haría ver las cosas diferentes y que cambiarías de opinión. Por eso te di ideas de cómo enamorar a esa inocente muchacha, por eso te seguí el juego, porque estaba seguro de que ella era la indicada para ti, para terminar de una vez por todas con todo el resentimiento que guardas en tu corazón. Si hubiera sabido que ni el amor más grande y puro podría contra tu odio, nunca hubiera regresado de América —se lamentó sin que Arthur dijera una sola palabra—. Sé que seré demasiado reiterativo, pero no puedo evitar decirte que solo tú saldrás perjudicado de todo esto. Amas a tu futura esposa y ella te ama a ti. Susan está muerta, Arthur, y que lastimes a lady Claire no resu
—Espero que cuide a mi hermana con su vida, excelencia —prácticamente rogó Devon. Arthur tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no golpearlo allí mismo y escupirle en la cara que sabía todo sobre el accidente y sobre su omisión de auxilio para con Susan—. Es el mayor tesoro de los Bradbury, y espero la trate como se merece.—Descuide —forzó una sonrisa para no delatar sus pensamientos—, trataré a su hermana como usted hubiera tratado a la mía. —Ladeó su rostro, y Charles, aunque pareció incómodo, solo afirmó satisfecho.Claire se despidió de su madre, y Arthur la ayudó a montarse en el carruaje para llevarla a su nueva residencia.Durante el trayecto desde Devon House a su nueva casa, moría de los nervios al sentir la profunda mirada del duque posarse sobre ella. Sabía lo que la aguardaba por la inesperada charla que tuvo con su madre por la noche y no podía evitar estremecerse de solo pensar en ello. Tenía sus manos presionando con fuerza la tela de su vestido y per
Al parecer, no pensaba regresar hasta ella, porque recostó sus caderas a la columna de madera del dosel de la cama; se cruzó de brazos por unos segundos y luego extendió su mano al aire, llamándola con el dedo índice.—Acércate, Claire —exigió sin preámbulos.El cuerpo de ella cobró vida sin que los impulsos de su cerebro le ordenaran moverse, con el profundo anhelo de cumplir su sueño más preciado. Él también emprendió camino, acortando la distancia que los separaba. Estando uno frente al otro, se detuvieron y se contemplaron a los ojos por un intenso momento en el que ella le entregó la llave de su más profunda intimidad, de los más inhóspitos secretos guardados en el fondo de su alma. Las grandes manos de Lancaster la hicieron voltear para desprender su vestido, que se deslizó por sus hombros y cayó en el suelo. La volvió a rodear, y su mirada celeste no pudo evitar escrutar aquellos ojos magnánimos que parecían esconder muchas incógnitas. Sin embargo, entre aquella mezcla de dorad
La expresión de Lancaster manifestaba las inmensas ganas de poseer su cuerpo, y, mientras su mirada se aferraba a su boca, supo sin remedio que sería suya en cuerpo y alma.Sin que diera indicios de nada, se volvió a poner de pie. Lancaster tomó sus manos y las llevó a su duro tórax con la intención de que ella lo explorara. Incrédula, acarició esa parte mientras él inclinaba su cabeza hacia atrás y suspiraba. El torso ancho era duro y suave, exactamente como ella lo había imaginado.Ella exploró de un modo torpe esa parte brutal de su escultural cuerpo; sus dedos ansiosos, bajaron hasta el pantalón y se paralizaron al sentir el vello que nacía bajo su ombligo. Claire se sonrojó al extremo y dudó si continuar, hasta que las manos de él se reposaron sobre las suyas y la obligó a seguir con la labor de explorarlo, provocando que sus manos se rozaran con su excitación. Y mientras él cerraba los ojos y gemía, ella abrió los suyos, asombrada por la prominencia de aquella parte de su cuerp
Mordisqueó esa parte y deslizó la lengua por su garganta; cubrió con la boca sus senos, que seguían duros.Ella quería gritar, quería suplicarle que parara, que siguiera, que la hiciera suya de una vez, pero se mordió la lengua y soportó aquella tortura exquisita a la que estaba siendo sometida. Su pecho estaba agitado y tragó con fuerza buscando su mirada.Él se encontraba del mismo modo que ella: con la piel brillante por el sudor. Ambos se estudiaron con cautela por breves segundos. Lancaster se relamió los labios y ella contuvo la respiración, hasta que él comenzó a deslizarse de adentro hacia afuera paulatinamente y aumentó el ritmo a medida que su estreches se acostumbraba a él.—¡Oh, por Dios! —gimió Arthur.Claire llevó la cabeza hacía atrás sin poder controlarlo mientras gemía.Él percibió aquella desesperación de su cuerpo que tácitamente gritaba por más. Entonces sus movimientos fueron más profundos y rápidos.Claire se aferró a sus brazos cuando sintió un cúmulo de sensaci