Al parecer, no pensaba regresar hasta ella, porque recostó sus caderas a la columna de madera del dosel de la cama; se cruzó de brazos por unos segundos y luego extendió su mano al aire, llamándola con el dedo índice.—Acércate, Claire —exigió sin preámbulos.El cuerpo de ella cobró vida sin que los impulsos de su cerebro le ordenaran moverse, con el profundo anhelo de cumplir su sueño más preciado. Él también emprendió camino, acortando la distancia que los separaba. Estando uno frente al otro, se detuvieron y se contemplaron a los ojos por un intenso momento en el que ella le entregó la llave de su más profunda intimidad, de los más inhóspitos secretos guardados en el fondo de su alma. Las grandes manos de Lancaster la hicieron voltear para desprender su vestido, que se deslizó por sus hombros y cayó en el suelo. La volvió a rodear, y su mirada celeste no pudo evitar escrutar aquellos ojos magnánimos que parecían esconder muchas incógnitas. Sin embargo, entre aquella mezcla de dorad
La expresión de Lancaster manifestaba las inmensas ganas de poseer su cuerpo, y, mientras su mirada se aferraba a su boca, supo sin remedio que sería suya en cuerpo y alma.Sin que diera indicios de nada, se volvió a poner de pie. Lancaster tomó sus manos y las llevó a su duro tórax con la intención de que ella lo explorara. Incrédula, acarició esa parte mientras él inclinaba su cabeza hacia atrás y suspiraba. El torso ancho era duro y suave, exactamente como ella lo había imaginado.Ella exploró de un modo torpe esa parte brutal de su escultural cuerpo; sus dedos ansiosos, bajaron hasta el pantalón y se paralizaron al sentir el vello que nacía bajo su ombligo. Claire se sonrojó al extremo y dudó si continuar, hasta que las manos de él se reposaron sobre las suyas y la obligó a seguir con la labor de explorarlo, provocando que sus manos se rozaran con su excitación. Y mientras él cerraba los ojos y gemía, ella abrió los suyos, asombrada por la prominencia de aquella parte de su cuerp
Mordisqueó esa parte y deslizó la lengua por su garganta; cubrió con la boca sus senos, que seguían duros.Ella quería gritar, quería suplicarle que parara, que siguiera, que la hiciera suya de una vez, pero se mordió la lengua y soportó aquella tortura exquisita a la que estaba siendo sometida. Su pecho estaba agitado y tragó con fuerza buscando su mirada.Él se encontraba del mismo modo que ella: con la piel brillante por el sudor. Ambos se estudiaron con cautela por breves segundos. Lancaster se relamió los labios y ella contuvo la respiración, hasta que él comenzó a deslizarse de adentro hacia afuera paulatinamente y aumentó el ritmo a medida que su estreches se acostumbraba a él.—¡Oh, por Dios! —gimió Arthur.Claire llevó la cabeza hacía atrás sin poder controlarlo mientras gemía.Él percibió aquella desesperación de su cuerpo que tácitamente gritaba por más. Entonces sus movimientos fueron más profundos y rápidos.Claire se aferró a sus brazos cuando sintió un cúmulo de sensaci
Claire sintió su cuerpo deliciosamente pesado y perezoso. No terminaba de despertar, pero era consciente del dichoso aturdimiento que nublaba su cerebro. Sonrió evocando lo que había sucedido entre ella y Lancaster, porque no pensó que la intimidad entre un hombre y una mujer fuera del modo en que él le enseñó.Por el repentino frío en su espalda, se percató de que ya no estaba arropada por su esposo, por lo que alargó una mano con la esperanza de sentir su cuerpo grande y tibio. Sin embargo, la cama estaba vacía a su lado. Abrió por completo los ojos y parpadeó ante la luz del alba que se colaba por la ventana.Con mucha dificultad por la punzada que sintió entre sus piernas al moverse, se sentó al borde de la cama, tiró del pliegue de la sábana para cubrir su cuerpo y recorrió con la vista el interior de la alcoba. Entonces lo vio. Arthur estaba sentado al lado de la chimenea, observándola con una extraña expresión. Claire sonrió vacilante al percibir la extrema seriedad en su sembl
—¿Qué ha dicho? —prácticamente gritó—. ¿Está insinuando que mi padre y Charles no tuvieron ninguna intención de salvar a su hermana?—No estoy insinuando nada, estoy diciendo la verdad.—No… no… no… Miente. Tiene que ser mentira. Ellos no serían capaces de algo así, excelencia. —Las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas y, de pronto, se sintió asqueada por la acusación sin fundamentos que estaba haciendo su esposo en contra de su familia.—Si no me crees, pregúntale a tu hermano. Quiero ver si es capaz de negarlo —la desafió él. Para entonces, Claire estaba hecha un mar de lágrimas y negaba vehemente con la cabeza—. ¿Sabes qué sucedió con el príncipe? —Ella se tapó los oídos para no escuchar lo que temía que el duque dijera—. Juró vengarse… —Su cuerpo convulsionó al escucharlo—. Prometió en la tumba de su hermana, que a la persona responsable de haberla dejado abandonada en la escena del accidente, le haría sentir exactamente lo mismo que él sintió al perder a su querida pr
Claire rio con ironía.—Usted creyó que, diciéndome que en medio de todo este macabro juego donde siempre me consideró una simple pieza se enamoró, ¿yo dejaría pasar el hecho de que solo se acercó a mí con el propósito de usarme? —Increpó dolida, y él esquivó la mirada—. Responda, excelencia. ¿Pensó que confesando sus sentimientos me lanzaría a sus pies y pasaría por alto sus acciones?—Claire, yo…—Usted no tiene corazón —lo acusó—. Resultó ser todo lo que dicen: un demonio sin sentimientos. Porque, si se arrepintió de lo que estaba haciendo conmigo, si se enamoró de mí, ¿qué sentido tiene decírmelo precisamente ahora? ¡Después de convertirme en su esposa! ¡Luego de haberme hecho suya! ¿Sabe cómo me siento? —espetó con rabia—. Si lo que buscaba era lastimarme, felicitaciones, excelencia —masculló rabiosa, limpiándose las lágrimas—, lo ha conseguido. Pero no le daré la satisfacción de que mi familia sufra por mi error de haberme enamorado de usted.—Yo… —Respiró hondo y se puso de pie
Era de noche cuando despertó y, en un momento de media ensoñación, tuvo la reacción de abrir los ojos para buscarlo, recordando de golpe todo lo que había pasado por la mañana. Se hizo ovillo en medio del lecho y de nuevo comenzó a llorar.—¿Excelencia? —oyó de pronto una voz—. ¿Se encuentra bien?—¿Amalia? —susurró y la criada se acercó a la cama—. ¿Qué haces aquí?—Su excelencia envió un recado a Devon House avisando de un inesperado accidente en su casa de campo y pidió que viniera a servirle en lo que dure su ausencia, ya que usted aún no se ha familiarizado con la servidumbre de aquí.—Ya veo —dijo con sequedad, y suspiró—. Necesito darme un baño. —La habitación estaba en penumbras, por lo que no se podía ver que sus ojos estaban hinchados por el llanto—. ¿Sabes si ya han enviado mis cosas?—Sí, excelencia. —Señaló la puerta lateral, cerca de la cama—. Ese es el dormitorio que el duque preparó especialmente para usted.Ella quiso reír, pero solo se limitó a pedir que se encargara
—Entonces, su excelencia no mintió al respecto… —susurró desconcertada y a la vez perpleja, porque su familia jamás le revelara el hecho de que su hermano murió con la hermana de Lancaster.—Arthur puede ser todo lo que usted quiera, pero jamás mentiría con un asunto tan delicado. Él… él ha sufrido mucho, excelencia. Usted no se imagina todos los golpes que le ha dado la vida, y, si inicié esta investigación por mi cuenta, fue precisamente porque quería evitarle otro sufrimiento.—No nos desviemos del tema —pidió ella—. ¿Por qué cree que su hermana murió debido a mi padre y a Charles?—Porque el vizconde de Lyngate le hizo creer que fue de ese modo —reveló—. El médico que atendió a su hermano le aseguró a Arthur que los Bradbury le negaron auxilio adrede. —Frunció el ceño y luego la miró a los ojos—. Estoy seguro de que Lyngate lo sobornó, pero aún no tengo modo de comprobar que fue de ese modo.—¿Por qué lord Lyngate haría algo así? —dijo confusa—. ¿Qué ganaría mintiendo de ese modo?