CAPITULO 38

Mordisqueó esa parte y deslizó la lengua por su garganta; cubrió con la boca sus senos, que seguían duros.

Ella quería gritar, quería suplicarle que parara, que siguiera, que la hiciera suya de una vez, pero se mordió la lengua y soportó aquella tortura exquisita a la que estaba siendo sometida. Su pecho estaba agitado y tragó con fuerza buscando su mirada.

Él se encontraba del mismo modo que ella: con la piel brillante por el sudor. Ambos se estudiaron con cautela por breves segundos. Lancaster se relamió los labios y ella contuvo la respiración, hasta que él comenzó a deslizarse de adentro hacia afuera paulatinamente y aumentó el ritmo a medida que su estreches se acostumbraba a él.

—¡Oh, por Dios! —gimió Arthur.

Claire llevó la cabeza hacía atrás sin poder controlarlo mientras gemía.

Él percibió aquella desesperación de su cuerpo que tácitamente gritaba por más. Entonces sus movimientos fueron más profundos y rápidos.

Claire se aferró a sus brazos cuando sintió un cúmulo de sensaci
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