— ¡Oh, Bethany, me alegró tanto verte! — Madison la abrazó de nuevo deseando tener un bisturí en la mano para cortarle el cuello.— ¡Madison, querida! Estoy segura de que muy pronto nos volveremos a ver… — Le dijo rodeándola con los brazos, he imaginado mil formas de acabar con ella: veneno, los frenos de su auto, un arrollamiento, un robo que salió mal, la lista de posibilidades era larga…Madison se perdió entre la gente caminando con gracia, la muy pe*rra estaba muy segura de su posición con Connor, había estado trabajándolo desde antes de que Beth activara su “segunda fase de ataque” y parecía estar de lo más segura, hasta el punto de mudarse a la ciudad.« ¡Carajo!, he permanecido muy aletargada con esto, para estar viviendo con Connor durante un año ya debería haberlo seducido al menos una vez,
Rosa escuchó los gritos de Beth y se apresuró a ir a su encuentro antes de que pusiera toda la mansión de cabeza. — Bienvenida señorita. — ¿Dónde está Rodolfo? Necesito que lleve mi equipaje de inmediato a mi habitación — prácticamente ladró pasando por un lado de Rosa sin mirarla. — Él lo llevará en un momento — La mujer le contestó poniendo los ojos en blanco sin que Beth lo notara. Los tacones de los zapatos de la empresaria resonaron sobre el mármol del suelo hasta perderse en la otra ala del edificio, y justo cuando cruzó la esquina del pasillo para tomar la vía hacia el edificio nuevo, Audrey se asomó a la parte superior de la escalera. — Rosa, ¿Has visto a Oliver? — Le pedí que subiera a asearse para cenar, debe estar en su habitación con Jennifer. — Gracias, Rosa — Audrey retrocedió buscando la habitación del niño, y Bethany volvió sobre sus pasos, muy molesta, en busca de algo en su maleta. — Si una misma no ha
— ¿Qué está pasando aquí? — La voz de Connor retumbó por encima de los gritos de Bethany. Ambas mujeres se petrificaron al ver al dueño de la casa. Beth cambió la actitud y fingió estar profundamente ofendida por Rosa. — ¡Qué bueno que llegaste, Connor! Vine a preguntarle a Rosa el motivo del desorden y lo sucio de mi ala de la casa y me ha respondido de una forma muy altanera, prácticamente me dijo que yo no soy nadie en esta casa para llamarle la atención a la servidumbre, cuando han dejado trabajo mal hecho… — Casi lloriqueó. Rosa no podía creerlo y dejó caer la mandíbula de la impresión. Connor se negó a creer que la nana hubiera actuado con tal altanería, la conocía demasiado bien, definitivamente Beth estaba malinterpretando alguna cosa. — Espera Beth, no te adelantes a los acontecimientos, dudo mucho que Rosa… — ¡No puedes tener personal de confianza que se tome semejantes atribuciones! — Interrumpió, esta vez buscando u
« ¿Quién carajos está ahí? », Beth se preguntó, y estuvo tentada a pasar de largo con algún pretexto: tomar agua o haber cambiado de opinión respecto a la cena, bien valdría la pena sacrificarse con el maldito pescado solo por verle la cara a la mujer que claramente había pasado la noche con Connor. El pecho y su presión arterial se elevó y comenzó a trasudar mientras intentaba controlar el temblor de las manos sin éxito. «¡No! Él no puede verme en este estado », ella razonó, « lo mejor es que me calme, ¡Y ya luego podré ver quién es la perr*a!, no dejaré que cualquier mosquita muerta me arruine los planes, he trabajado mucho por tenerlo a él, ¡Por conquistarlo, como para que una recién aparecida me lo arrebate! » Ella se quedó por espacio de otros cinco minutos escuchando para intentar dar con quién era, pero, aunque estaba segura de que esa voz la había escuchado en alguna parte, no sabía bien en dónde. Además, nadie mencionó su nombre mientras estu
En la mañana, Connor despertó con el canto de las aves del jardín, y se giró para admirar la belleza de la musa que dormía plácidamente a su lado, con sus blancos pechos descubiertos y una tenue sonrisa en los labios. La deseó de nuevo, ya se había prendado de ella, pensó que estaba viviendo una especie de sueño, y que era afortunado en tenerla consigo. Pasó la punta de los dedos sobre la línea de la cicatriz entre los pechos de la rubia y sintió latir el corazón debajo de su toque, mientras su respiración hacía elevar su tórax una y otra vez. — Audrey… ¿Audrey? — Insistió con suavidad — Ya es hora… La chica elevó los brazos sobre su cabeza y se estiró como un gato desperezándose. — Buenos días… — Vamos, dormilona, ya es hora de levantarse. La pareja se duchó junta y se preparó para salir, necesitaban pasar por el departamento de Audrey a dejar sus cosas y para que ella se pusiera el uniforme, y luego llegar al hospital a tiemp
Audrey se limitó a hacer su trabajo sin hablar más con Ben, aunque le dolía la actitud que él había tomado, le dolía profundamente, pero no podía hacer nada para remediar las cosas si él asumía esa postura, de modo que decidió esperar un tiempo prudencial y esperar a que le para la rabia, la molestia o lo que fuera que sintiera, tal vez después de eso quisiera dirigirle la palabra de nuevo. La rubia ya estaba a punto de terminar su ronda cuando se tropezó con una orden médica parecida a la que tantas dudas le produjo en Pediatría. El medicamento asignado a una paciente adolescente era el mismo que el asignado al niño unos días antes, y las concentraciones no le parecieron adecuadas para alguien de su edad, era demasiada coincidencia que se repitiera la situación. Audrey decidió tomar una fotografía a la orden sin que Ben la viera, lo menos que necesitaba era involucrarlo en eso, ya lo había herido lo suficiente. Al dejar el carrito de los medicamentos y volve
— Olga, también necesito que vigiles a esta chica, no sé qué diantres se trae entre manos, no podemos arriesgar nuestro negocio por las tonterías de nadie — Fischer le dijo a la enfermera de su confianza en baja voz. — ¿Doctor Fischer, no será que ella tiene sus sospechas y quiera su parte de la pasta? — Olga sugirió. — No lo sé, es difícil creerlo de alguien como ella. — Dijo el hombre llevándose la mano al menton. — ¡Todos necesitamos dinero! Además, escuché que ella misma fue paciente del hospital hace como un año, y que tiene deudas fuertes, eso sería una motivación, necesitamos alguien arriba en recuperación que nos ayude a implantar el "sistema" Doctor. Audrey corrió escaleras arriba con el corazón en la mano y la respiración entrecortada, la evidencia era demasiado clara, pero no sabía cómo proceder después de lo ocurrido. Llegó arriba cansada y debió recostarse a la pared un momento para tomar aire y reponerse mientras obligaba a su ce
Madison había dedicado un poco más de tiempo del habitual para arreglarse esa mañana, se acomodó la larga melena rojo fuego en un moño alto y elegante que daba a su rostro un aire de distinción, y dejó uno que otro mechón ensortijado libre para suavizar su apariencia. El maquillaje delicadamente natural en tonos tierra le daban un aspecto fresco y hermoso, cuando llegó temprano a la oficina de Recursos humanos le quitó el aliento a más de un hombre de los que se encontró en el camino hasta la puerta, y al mismo reclutador de personal, que se deshizo en halagos para con la nueva cardióloga del Memorial Hermann Heart & Vascular Institute de Houston. En cuanto a las mujeres, más de una la vio con envidia. Pero claro, solo era ver al monumento caminando en zapatillas altas, metida en ese vestidito floreado que destacaba sus curvas al caminar contoneando las caderas y las sensaciones que Madi Harrison podía evocar en los demás eran de lo más variopintas. — Doc