Audrey se limitó a hacer su trabajo sin hablar más con Ben, aunque le dolía la actitud que él había tomado, le dolía profundamente, pero no podía hacer nada para remediar las cosas si él asumía esa postura, de modo que decidió esperar un tiempo prudencial y esperar a que le para la rabia, la molestia o lo que fuera que sintiera, tal vez después de eso quisiera dirigirle la palabra de nuevo.
La rubia ya estaba a punto de terminar su ronda cuando se tropezó con una orden médica parecida a la que tantas dudas le produjo en Pediatría. El medicamento asignado a una paciente adolescente era el mismo que el asignado al niño unos días antes, y las concentraciones no le parecieron adecuadas para alguien de su edad, era demasiada coincidencia que se repitiera la situación.
Audrey decidió tomar una fotografía a la orden sin que Ben la viera, lo menos que necesitaba era involucrarlo en eso, ya lo había herido lo suficiente.
Al dejar el carrito de los medicamentos y volve
— Olga, también necesito que vigiles a esta chica, no sé qué diantres se trae entre manos, no podemos arriesgar nuestro negocio por las tonterías de nadie — Fischer le dijo a la enfermera de su confianza en baja voz. — ¿Doctor Fischer, no será que ella tiene sus sospechas y quiera su parte de la pasta? — Olga sugirió. — No lo sé, es difícil creerlo de alguien como ella. — Dijo el hombre llevándose la mano al menton. — ¡Todos necesitamos dinero! Además, escuché que ella misma fue paciente del hospital hace como un año, y que tiene deudas fuertes, eso sería una motivación, necesitamos alguien arriba en recuperación que nos ayude a implantar el "sistema" Doctor. Audrey corrió escaleras arriba con el corazón en la mano y la respiración entrecortada, la evidencia era demasiado clara, pero no sabía cómo proceder después de lo ocurrido. Llegó arriba cansada y debió recostarse a la pared un momento para tomar aire y reponerse mientras obligaba a su ce
Madison había dedicado un poco más de tiempo del habitual para arreglarse esa mañana, se acomodó la larga melena rojo fuego en un moño alto y elegante que daba a su rostro un aire de distinción, y dejó uno que otro mechón ensortijado libre para suavizar su apariencia. El maquillaje delicadamente natural en tonos tierra le daban un aspecto fresco y hermoso, cuando llegó temprano a la oficina de Recursos humanos le quitó el aliento a más de un hombre de los que se encontró en el camino hasta la puerta, y al mismo reclutador de personal, que se deshizo en halagos para con la nueva cardióloga del Memorial Hermann Heart & Vascular Institute de Houston. En cuanto a las mujeres, más de una la vio con envidia. Pero claro, solo era ver al monumento caminando en zapatillas altas, metida en ese vestidito floreado que destacaba sus curvas al caminar contoneando las caderas y las sensaciones que Madi Harrison podía evocar en los demás eran de lo más variopintas. — Doc
La rubia se detuvo en seco al ver la escena. La mujer pelirroja echó los brazos sobre el cuello de Connor y lo besó en la boca. Audrey se sintió mareada y debió recostarse a la pared llevándose la mano a la frente mientras intentaba controlar la dificultad para respirar y el fuerte dolor en el pecho, su corazón parecía querer salir saltando de sus costillas y una gota de sudor se aventuró entre sus pechos bajando justo por encima de la cicatriz. « ¿Qué diablos está pasando? », se preguntó sacudiendo la cabeza para poner en orden sus pensamientos pero sin llegar a lograrlo. Cerró la vista e inspiró una segunda vez oxigenando el cerebro y cuando volvió a abrirlos la mujer todavía estada prendida del cuello de su novio… Era su novio, ¿Verdad? Después de haber tenido intimidad física todo el fin de semana, y de haberse quedado en su residencia, era lo más lógico de pensar, ¿O no? Sanders se giró hacia el fondo del pasillo y alcanzó a ver a Audrey de espal
Por un pequeño instante la actuación de Bethany pareció convencer a Madison de que ella y Connor era una pareja, incluso la pelirroja se llevó la mano al pecho y maldijo por lo bajo su mala suerte, no lo podía creer, no había podido contra la dupla de las hermanas Parker en momentos separados de su historia con Connor. El hombre levantó a su hijo en brazos y lo abrazó para calmarlo bajo la mirada escrutadora de Madison. — ¡Campeón! ¿Por qué lloras? ¿No querías venir a verme?, ¿eh? — Le dijo con tanto cariño que las palabras del viejo Doctor Harrison retumbaron en la mente de su hija: “Debe estar dedicado a su hijo, no tiene tiempo para una mujer” Sin embargo, ahí estaba una mujer, Bethany, que no había perdido el tiempo luego de la muerte de su propia hermana. ¿Sería verdad? ¿O había algo más que no estaba viendo? Bethany se levantó en cuanto Connor tomó al niño en brazos y reparó con la vista en Madison esbozando una enorme y fingida sonrisa
— Creo que ya no tienes compromiso con nadie más que con Oliver, Connor… — él acababa de oír de boca de Madison, como si tuviera la cabeza metida en un túnel y escuchara solo el eco rebotando en las paredes. — Me temo que tengo algo importante que hacer — Connor le contestó a la pelirroja en automático mientras ponía una mano sobre el hombro de Sanders — Hazte cargo de Oli… Henrry comprendió el mensaje sin más explicaciones y asintió con la cabeza tomando la manito del niño mientras su padre apuró el paso. — Pero, ¿Qué hace? ¿A dónde va? — Madison preguntó. — Debe atender algo, mejor caminemos y te mostraré lo que resta de la Institución, también el lugar en donde trabajarás, en este pasillo están las oficinas en donde se pasa la consulta, y por allá… — Sanders la distrajo dándole espacio a Connor para que fuera tras la rubia. Connor bajó las escaleras atropelladamente, casi se lleva por delante a un par de enfermeras que venían de suministros
El semáforo cambió de color, y la fila de vehículos comenzó a avanzar y con ella el pedaleo de la rubia, que buscaba desesperadamente huir del rápido auto de Connor. — ¡Audrey! ¡Audrey! Por favor, detente, solo quiero que hablemos ¡Audrey! — el hombre continuó insistiendo incluso cuando ella viró a la izquierda tomando un callejón angosto por el que pensó que Connor no se atrevería a meter su costoso bólido. Se equivocó, el galeno se midió a la perfección y pasó por el reducido espacio entre dos edificios hasta el otro lado del callejón, alcanzándola. — ¡Audrey! « ¡Carajo! ¿Es en serio? No va a dejar de seguirme » ella viró otra vez al salir del callejón, esta vez en sentido contrario al de los autos manteniéndose replegada a un lado de la calle para evitar un accidente, pero dejando a Connor atascado por no poder hacer lo mismo que ella con el auto. La chica giró el cuello para ver al hombre golpear el volante con sus puños y gritar algo que
— ¡Lo mató, lo mató! — Alguien gritó.— ¡No se mueve!— ¡Abran espacio, necesita respirar!— ¡Usted lo atropelló! — Una mujer acusó al conductor que se había acercado.— No fue así, ¡Él se lanzó! ¡No respetó la luz del semáforo!— Y ahora, ¿Quién me va a pagar los daños de mi auto? — Preguntó nervioso el dueño del coche en donde Connor había ido a dar.Audrey se paralizó ante la escena. Connor yacía en el suelo, inconsciente y todo por su culpa. Si ella hubiera apartada la rabia y el orgullo solo para escuchar lo que tenía que decir, él todavía estaría bien, seguramente habrían discutido, le habría “cantado las cuarenta” pero estaría bien, y no tirado en plena ca
La joven se acercó a la puerta y la empujó, pero del otro lado una mano la detuvo con fuerza, impidiéndole el paso.— No puede entrar aquí — Alguien le dijo con sequedad.— Soy enfermera del hospital, él es mi… — Las palabras se le quedaron atoradas a mitad de camino porque la otra mujer la cortó en seco antes de terminar la frase.— No puede pasar, señorita, será mejor que espere allá afuera — Fue todo lo que recibió por respuesta y la puerta se cerró delante de ella impidiéndole el paso, y dejando a la rubia con las manos sobre la superficie lisa y metalizada en donde muchas personas antes de ella habían dejado sus ilusiones, sus sueños y las esperanzas de volver a ver con vida a sus seres queridos.Audrey retrocedió dando traspiés hasta pegar su espalda a la pared, sentía cómo las gotas